viernes, 9 de octubre de 2015

La Alianza Roja



A medida que pasan los días y digiero las secuelas de la visita del Papa Francisco a Cuba y a los EEUU, se va conformando en mi mente un escenario digno de una teoría de la conspiración de las que tanto les he escrito, probablemente sea solo eso, una teoría loca y paranoica, de ésas que de vez en cuando surgen en ese caldo espeso de la política internacional, pero que me gustaría compartir con ustedes, y así me obligo a escribirla y a ordenarla para ver si el producto final tiene algún sentido.
Voy a empezar por decirles que, desde hace ya varios lustros, algunas instituciones y personeros del mundo de la política, financiero y académico han lanzado la idea de un gobierno mundial; no se trata de una idea nueva, ya Pico de la Mirandola en el Renacimiento y, posteriormente, Emanuel Kant en el siglo XVII desarrollaron algunas ideas sobre esa posibilidad, que se encarnaba en la necesidad imperial que ciertos mandatarios tuvieron sobre el dominio mundial, empezando por el mismísimo Alejandro Magno, siguiendo con algunos emperadores romanos y, por supuesto, con la Iglesia católica, especialmente al final de la edad media durante el papado, esto en occidente; en el oriente tuvieron lugar, igualmente, pensamientos y doctrinas sobre un gobierno mundial, sobre todo durante la dinastía Ming con el Emperador Yongel en China y el Sultan Murad II en el Imperio Otomano.
Se trataba de emperadores poderosos cuya visión abarcaba un mundo y necesitaban gobernarlo de la mejor manera posible.
Hoy nos encontramos con la misma necesidad: gobernar el mundo, pero ya no por un Imperio sino por una coalición de naciones, por instituciones en red que se ocupan de mantener el equilibrio en nuestra aldea global, una aldea de seis billones de habitantes con numerosos problemas, algunos comunes como la escasez de recursos naturales, de energía, de agua, de contaminación, problemas climáticos, aparte de los de la guerra, la pobreza, la falta de alimentos, de espacio vital… otros de dominio ideológico o religioso, con manifestaciones culturales como la discriminación, el racismo, lo que se conoce como choque de civilizaciones, etc.
Esa red consta de un complejo de organizaciones, unas se ocupan de lo económico, otras del ambiente, la educación, la alimentación, la salud, cada una especializada en su área y con alcance planetario; organizaciones como el FMI, o la OMS, por ejemplo, que se ocupan de resolver las crisis que los países y naciones del mundo son incapaces de afrontar por si solas, y buscan sofocar los conflictos, contener las crisis y restaurar el equilibrio.
Como les decía, desde hace lustros hay instituciones y personas que tienen ideas muy propias de cómo se debería gobernar el mundo, especies de partidos políticos globales a donde se ha trasladado la competencia ideológica, esto es así porque hay diversas visiones, creencias y formas de llevar a cabo la tarea, y el socialismo ha sido una de las más resilientes en esta lucha por prevalecer, por lo menos, es una de las más organizadas, lo que necesariamente no significa que es la mejor, o la que más conviene.
De acuerdo a como veo la situación, el socialismo estaba perdiendo la competencia ante los movimientos liberales, el sistema capitalista había comprobado su eficiencia en producir riqueza y bienestar en los pueblos y el auge de la democracia y de la libertad individual estaba logrando sociedades independientes, seculares, educadas y prósperas, al contrario del socialismo, que estaba arrinconado en lugares atrasados, oscuros, con gobiernos colectivistas, autoritarios y que resultaban en pueblos empobrecidos y explotados.
Desde hace algún tiempo, algunos pensadores socialistas vienen predicando que el futuro de la humanidad sólo será viable en un gobierno mundial socialista, estoy hablando de principios del siglo XX con personajes como H.G. Wells, John Maynard Keynes y Bernard Shaw; ya para aquella época esos intelectuales preveían el problema demográfico en el planeta y la escasez de recursos para sostener a una población en constante crecimiento y pensaron que sólo un gobierno autoritario, pero humanista, podría poner orden en aquel escenario; autoritario, porque con tanta gente, la democracia se hacía inviable, se necesita orden y mano dura para lograr que los objetivos de equidad, igualdad y bienestar general fueran cumplidos; humanista, porque a los socialistas les encanta la idea de la perfectibilidad humana, la humanidad como proyecto, el hombre nuevo como resultado final, pero el hombre entendido como especie, como colectivo.
Como estas ideas surgieron en la época de la Inglaterra imperial y colonialista, asumían que una clase privilegiada de sabios, de administradores, que se constituiría en gobierno, era necesaria para la consecución del plan.
Marx y Lenin lo tenían todavía más claro, conjeturaban una clase revolucionaria conduciendo al proletariado al paraíso en la tierra.
La Iglesia Católica lo tenía todo resuelto aún antes que el marxismo-leninismo, una sola Iglesia, un solo pastor, conduciendo al rebaño a la realización del amor entre los hombres, adorando aun mismo Dios y desterrando el egoísmo de la tierra.
Todo se resumía en una fórmula totalitaria, pues la primera víctima de esta utopía colectivista era la libertad humana.
Fue en los EEUU de Norteamérica que hizo su aparición el carismático líder Barak Obama, quien fue llevado a la presidencia de ese país en unas elecciones libres y democráticas; se trataba de un socialista convencido de que el futuro de la humanidad era el colectivismo, manejado por un gobierno fuerte y centralista, con fines de justicia social, ese fue el espejo de su forma de gobierno y está llamado a convertirse en su legado.
A los católicos del mundo nos tomó por sorpresa la renuncia de un Papa conservador y el advenimiento de uno socialista, porque a Francisco, luego de todas sus demostraciones y discursos, sobre todo en ese propósito de salvar a la humanidad de una tercera guerra mundial y de una crisis climática, ha puesto al descubierto que su fórmula es, definitivamente, la socialista.
En realidad, no se dé quién fue la idea, el asunto es que teniendo a Cuba como excusa, un país comunista en vías de extinción, enemigo declarado de los EEUU y de la Iglesia, tanto el Vaticano como Washington decidieron aliarse para rescatar a la isla hacia el socialismo humanista que promovían, y que no estaba tan lejos del ideario castrocomunista, decidieron hacer un ensayo.
China y Rusia, deben estar de lo más contentas en hacer coalición con esta nueva alianza; llevan años practicando sus principios autoritarios-socialistas, y sus experiencias les dicen que no hay otra forma de gobierno posible en el futuro inmediato.
Hay banqueros como el Sr. Soros y alguno de los Rockefeller, que a pesar de funcionar en ambientes capitalistas, tienen su corazoncito socialista y comulgan con esa tesis que ha sido la que impera en el pensamiento en reuniones como la de Davos y es popular entre algunos CEO de las 500 corporaciones que clasifica la revista Fortune como las más grandes, lo mismo sucede en los medios de comunicación globales, de manera que el gobierno mundial socialista, que ha sido una tentación aparentemente irresistible, está a punto de estrenarse como posibilidad.
Y aquí inserto el rol que ha jugado Latinoamérica, en especial los papeles que jugaron Cuba y Venezuela. Cuba es el motor operativo de las organizaciones socialistas en el continente, secretas y abiertas, culturales y armadas, su aparato militar y de inteligencia fue alimentado por Rusia con el fin de configurar una estructura que les permitiera contrarrestar la influencia de los EEUU en el área, tenerlos ocupados y distraídos en mil Vietnam, como soñaban los más radicales.
Venezuela era el premio codiciado en esta lucha ideológica y por el poder, su enorme riqueza petrolera y posición geopolítica la convertían en un nodo importante de la red mundial del socialismo; absolutamente engañado y convencido de que hacía lo correcto, el pueblo de Venezuela le dio el gobierno a los socialistas en la figura de Chávez quienes, bajo la dirección de Cuba, aprovecharon los petrodólares para fortalecer sus redes y organizaciones a nivel no sólo regional, sino mundial. Brasil jugó un papel estelar cultivando al Foro de Sao Paulo que se convertiría en la red neural del movimiento.
16 años  y dos billones de dólares después Venezuela quedó arruinada y en manos de una cleptocracia, pero se cumplía el objetivo socialista internacional. África, Europa y Asia estaban ganadas al plan, el socialismo había revivido luego de la caída del muro en Berlín.
España, Grecia, Francia, Italia, el Vaticano habían caído bajo el encanto del socialismo como solución final para la humanidad, y mucho de ese esfuerzo se hizo con nuestro dinero.
Venezuela fue el laboratorio perfecto del futuro por venir en el planeta, el socialismo en el poder, la escasez como manera de vida, la militarización de las sociedades para hacer Justicia Social y una sola fe para adormecer a la gente, que aceptaba su destino sin muchas convulsiones.
La Alianza de EEUU, el Vaticano, Cuba y Rusia, China, Europa y Latinoamérica, en torno a la fogata del socialismo como forma de gobierno mundial, se está conformando, primero para negociar la posibilidad de una convivencia con el poder islámico y luego para intervenir globalmente, con las excusas de manejar el cambio climático, y tener bajo control el hambre y las guerras, para meter por el aro a todos en un solo saco.
Para el socialismo internacional, el sistema capitalista es el culpable de todas las injusticias que son generadas principalmente por la desigualdad que causa el culto y la práctica al capital; si se neutraliza el capitalismo, creen los socialistas, la humanidad tendrá una oportunidad de sobrevivir en paz en este milenio.
Para ello están preparando un escenario de cambio climático con resultados catastróficos para la civilización, pues con esta excusa podrán apagar el motor del capitalismo y si a esto le agregamos que podría venir una época de paz entre las grandes potencias tomadas de la mano en torno a la idea del socialismo, mejor. Ya no habrá conflictos por diferencias ideológicas, todos seremos socialistas.
El precio de esta conspiración, aparentemente, ha sido baratísimo para el socialismo: la libertad de los hombres y un pequeño país, allá en Latinoamérica, llamado Venezuela, arruinada y en manos de militares corruptos, que no se dan cuenta, pero será el resultado de las equivocadas políticas que están aplicando.
Pero tienen dos problemas: Venezuela no ha sido conquistada, los hombres libres no nos entregamos, la democracia y la libertad todavía arden entre las ruinas y los EEUU, decepcionados por los resultados del gobierno y la pérdida de su liderazgo mundial, van a dar un giro hacia la derecha; Obama tendrá que responder por su entrega de América en manos del socialismo.
Lo mismo le va a suceder al Papa Francisco, las fuerzas conservadoras del Vaticano no van a aceptar la entrega de la Iglesia a los intereses populistas y a las políticas de los socialistas.
Cuando el mundo necesita liderazgo y fuerza, sobran aquellos que intercambian la libertad de los pueblos por negociaciones con sus tiranos y explotadores. -  saulgodoy@gmail.com





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