A medida que pasan los días y digiero las secuelas de la visita del Papa Francisco a Cuba y a los EEUU, se va conformando en mi mente un escenario digno de una teoría de la conspiración de las que tanto les he escrito, probablemente sea solo eso, una teoría loca y paranoica, de ésas que de vez en cuando surgen en ese caldo espeso de la política internacional, pero que me gustaría compartir con ustedes, y así me obligo a escribirla y a ordenarla para ver si el producto final tiene algún sentido.
Voy a
empezar por decirles que, desde hace ya varios lustros, algunas instituciones y
personeros del mundo de la política, financiero y académico han lanzado la idea
de un gobierno mundial; no se trata de una idea nueva, ya Pico de la Mirandola
en el Renacimiento y, posteriormente, Emanuel Kant en el siglo XVII
desarrollaron algunas ideas sobre esa posibilidad, que se encarnaba en la
necesidad imperial que ciertos mandatarios tuvieron sobre el dominio mundial, empezando
por el mismísimo Alejandro Magno, siguiendo con algunos emperadores romanos y,
por supuesto, con la Iglesia católica, especialmente al final de la edad media
durante el papado, esto en occidente; en el oriente tuvieron lugar, igualmente,
pensamientos y doctrinas sobre un gobierno mundial, sobre todo durante la
dinastía Ming con el Emperador Yongel en China y el Sultan Murad II en el Imperio
Otomano.
Se
trataba de emperadores poderosos cuya visión abarcaba un mundo y necesitaban
gobernarlo de la mejor manera posible.
Hoy
nos encontramos con la misma necesidad: gobernar el mundo, pero ya no por un
Imperio sino por una coalición de naciones, por instituciones en red que se
ocupan de mantener el equilibrio en nuestra aldea global, una aldea de seis
billones de habitantes con numerosos problemas, algunos comunes como la escasez
de recursos naturales, de energía, de agua, de contaminación, problemas climáticos,
aparte de los de la guerra, la pobreza, la falta de alimentos, de espacio vital…
otros de dominio ideológico o religioso, con manifestaciones culturales como la
discriminación, el racismo, lo que se conoce como choque de civilizaciones,
etc.
Esa
red consta de un complejo de organizaciones, unas se ocupan de lo económico,
otras del ambiente, la educación, la alimentación, la salud, cada una
especializada en su área y con alcance planetario; organizaciones como el FMI,
o la OMS, por ejemplo, que se ocupan de resolver las crisis que los países y
naciones del mundo son incapaces de afrontar por si solas, y buscan sofocar los
conflictos, contener las crisis y restaurar el equilibrio.
Como
les decía, desde hace lustros hay instituciones y personas que tienen ideas muy
propias de cómo se debería gobernar el mundo, especies de partidos políticos
globales a donde se ha trasladado la competencia ideológica, esto es así porque
hay diversas visiones, creencias y formas de llevar a cabo la tarea, y el
socialismo ha sido una de las más resilientes en esta lucha por prevalecer, por
lo menos, es una de las más organizadas, lo que necesariamente no significa que
es la mejor, o la que más conviene.
De
acuerdo a como veo la situación, el socialismo estaba perdiendo la competencia
ante los movimientos liberales, el sistema capitalista había comprobado su
eficiencia en producir riqueza y bienestar en los pueblos y el auge de la
democracia y de la libertad individual estaba logrando sociedades
independientes, seculares, educadas y prósperas, al contrario del socialismo,
que estaba arrinconado en lugares atrasados, oscuros, con gobiernos colectivistas,
autoritarios y que resultaban en pueblos empobrecidos y explotados.
Desde
hace algún tiempo, algunos pensadores socialistas vienen predicando que el
futuro de la humanidad sólo será viable en un gobierno mundial socialista,
estoy hablando de principios del siglo XX con personajes como H.G. Wells, John
Maynard Keynes y Bernard Shaw; ya para aquella época esos intelectuales preveían
el problema demográfico en el planeta y la escasez de recursos para sostener a
una población en constante crecimiento y pensaron que sólo un gobierno
autoritario, pero humanista, podría poner orden en aquel escenario;
autoritario, porque con tanta gente, la democracia se hacía inviable, se
necesita orden y mano dura para lograr que los objetivos de equidad, igualdad y
bienestar general fueran cumplidos; humanista, porque a los socialistas les
encanta la idea de la perfectibilidad humana, la humanidad como proyecto, el hombre
nuevo como resultado final, pero el hombre entendido como especie, como
colectivo.
Como estas ideas surgieron en la época de la Inglaterra imperial y
colonialista, asumían que una clase privilegiada de sabios, de administradores,
que se constituiría en gobierno, era necesaria para la consecución del plan.
Marx
y Lenin lo tenían todavía más claro, conjeturaban una clase revolucionaria
conduciendo al proletariado al paraíso en la tierra.
La
Iglesia Católica lo tenía todo resuelto aún antes que el marxismo-leninismo,
una sola Iglesia, un solo pastor, conduciendo al rebaño a la realización del
amor entre los hombres, adorando aun mismo Dios y desterrando el egoísmo de la
tierra.
Todo
se resumía en una fórmula totalitaria, pues la primera víctima de esta utopía
colectivista era la libertad humana.
Fue
en los EEUU de Norteamérica que hizo su aparición el carismático líder Barak
Obama, quien fue llevado a la presidencia de ese país en unas elecciones libres
y democráticas; se trataba de un socialista convencido de que el futuro de la
humanidad era el colectivismo, manejado por un gobierno fuerte y centralista, con
fines de justicia social, ese fue el espejo de su forma de gobierno y está
llamado a convertirse en su legado.
A los
católicos del mundo nos tomó por sorpresa la renuncia de un Papa conservador y
el advenimiento de uno socialista, porque a Francisco, luego de todas sus
demostraciones y discursos, sobre todo en ese propósito de salvar a la
humanidad de una tercera guerra mundial y de una crisis climática, ha puesto al
descubierto que su fórmula es, definitivamente, la socialista.
En
realidad, no se dé quién fue la idea, el asunto es que teniendo a Cuba como
excusa, un país comunista en vías de extinción, enemigo declarado de los EEUU y
de la Iglesia, tanto el Vaticano como Washington decidieron aliarse para
rescatar a la isla hacia el socialismo humanista que promovían, y que no estaba
tan lejos del ideario castrocomunista, decidieron hacer un ensayo.
China
y Rusia, deben estar de lo más contentas en hacer coalición con esta nueva
alianza; llevan años practicando sus principios autoritarios-socialistas, y sus
experiencias les dicen que no hay otra forma de gobierno posible en el futuro
inmediato.
Hay
banqueros como el Sr. Soros y alguno de los Rockefeller, que a pesar de
funcionar en ambientes capitalistas, tienen su corazoncito socialista y
comulgan con esa tesis que ha sido la que impera en el pensamiento en reuniones
como la de Davos y es popular entre algunos CEO de las 500 corporaciones que
clasifica la revista Fortune como las más grandes, lo mismo sucede en los
medios de comunicación globales, de manera que el gobierno mundial socialista,
que ha sido una tentación aparentemente irresistible, está a punto de
estrenarse como posibilidad.
Y
aquí inserto el rol que ha jugado Latinoamérica, en especial los papeles que
jugaron Cuba y Venezuela. Cuba es el motor operativo de las organizaciones
socialistas en el continente, secretas y abiertas, culturales y armadas, su
aparato militar y de inteligencia fue alimentado por Rusia con el fin de
configurar una estructura que les permitiera contrarrestar la influencia de los
EEUU en el área, tenerlos ocupados y distraídos en mil Vietnam, como soñaban
los más radicales.
Venezuela
era el premio codiciado en esta lucha ideológica y por el poder, su enorme
riqueza petrolera y posición geopolítica la convertían en un nodo importante de
la red mundial del socialismo; absolutamente engañado y convencido de que hacía
lo correcto, el pueblo de Venezuela le dio el gobierno a los socialistas en la
figura de Chávez quienes, bajo la dirección de Cuba, aprovecharon los
petrodólares para fortalecer sus redes y organizaciones a nivel no sólo
regional, sino mundial. Brasil jugó un papel estelar cultivando al Foro de Sao
Paulo que se convertiría en la red neural del movimiento.
16
años y dos billones de dólares después
Venezuela quedó arruinada y en manos de una cleptocracia, pero se cumplía el
objetivo socialista internacional. África, Europa y Asia estaban ganadas al
plan, el socialismo había revivido luego de la caída del muro en Berlín.
España,
Grecia, Francia, Italia, el Vaticano habían caído bajo el encanto del
socialismo como solución final para la humanidad, y mucho de ese esfuerzo se
hizo con nuestro dinero.
Venezuela
fue el laboratorio perfecto del futuro por venir en el planeta, el socialismo
en el poder, la escasez como manera de vida, la militarización de las
sociedades para hacer Justicia Social y una sola fe para adormecer a la gente,
que aceptaba su destino sin muchas convulsiones.
La
Alianza de EEUU, el Vaticano, Cuba y Rusia, China, Europa y Latinoamérica, en
torno a la fogata del socialismo como forma de gobierno mundial, se está conformando,
primero para negociar la posibilidad de una convivencia con el poder islámico y
luego para intervenir globalmente, con las excusas de manejar el cambio climático,
y tener bajo control el hambre y las guerras, para meter por el aro a todos en
un solo saco.
Para
el socialismo internacional, el sistema capitalista es el culpable de todas las
injusticias que son generadas principalmente por la desigualdad que causa el
culto y la práctica al capital; si se neutraliza el capitalismo, creen los
socialistas, la humanidad tendrá una oportunidad de sobrevivir en paz en este
milenio.
Para
ello están preparando un escenario de cambio climático con resultados
catastróficos para la civilización, pues con esta excusa podrán apagar el motor
del capitalismo y si a esto le agregamos que podría venir una época de paz
entre las grandes potencias tomadas de la mano en torno a la idea del
socialismo, mejor. Ya no habrá conflictos por diferencias ideológicas, todos
seremos socialistas.
El
precio de esta conspiración, aparentemente, ha sido baratísimo para el
socialismo: la libertad de los hombres y un pequeño país, allá en
Latinoamérica, llamado Venezuela, arruinada y en manos de militares corruptos,
que no se dan cuenta, pero será el resultado de las equivocadas políticas que
están aplicando.
Pero
tienen dos problemas: Venezuela no ha sido conquistada, los hombres libres no
nos entregamos, la democracia y la libertad todavía arden entre las ruinas y
los EEUU, decepcionados por los resultados del gobierno y la pérdida de su
liderazgo mundial, van a dar un giro hacia la derecha; Obama tendrá que responder
por su entrega de América en manos del socialismo.
Lo
mismo le va a suceder al Papa Francisco, las fuerzas conservadoras del Vaticano
no van a aceptar la entrega de la Iglesia a los intereses populistas y a las
políticas de los socialistas.
Cuando
el mundo necesita liderazgo y fuerza, sobran aquellos que intercambian la
libertad de los pueblos por negociaciones con sus tiranos y explotadores.
- saulgodoy@gmail.com
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