Hace unos doce años atrás, escribí un artículo sobre el Transhumanismo, fue uno de los primeros sobre el tema que aparecieron en prensa nacional, mi afiliación al tema vino dado por mi gusto por la ciencia ficción, donde la presencia de robots y cyborgs son partes cotidianas de esas visiones futuristas de la sociedad, desde muy joven tuve conciencia de que serían parte de nuestro devenir.
El transhumanismo, que en sus inicios era un movimiento
ético-científico, que buscaba justificar el esfuerzo, en algunas sociedades del
primer mundo, sobre todo a nivel académico y en la práctica médica, que se
venía desarrollando para derrotar las enfermedades y la muerte, esta actividad se
ha complejizado y convertido en filosofía, y hasta en sociología, previendo la
posibilidad de convertirnos nosotros mismos en cyborgs para continuar la especie
y nuestro “empoderamiento” del universo.
Efectivamente, es ya un hecho que la humanidad dispone,
en los actuales momentos, de las herramientas básicas para cambiar radicalmente
el concepto de humano, introduciendo las tecnologías conocidas como NBIC (nano,
bío, info, cogno), y que todo apunta a que en este mismo siglo XXI se pueda
crear ese nuevo ser, transitoriamente humano (algunos lo identifican como H+),
que será en definitiva quien asuma el futuro en nuestro lugar.
La verdad es que por 2.5 millones de años, el hombre se
ha dedicado a cambiar su entorno y adelantar una cultura, y jamás ha hecho nada
por él. Biológicamente somos el mismo hombre que aquel simiesco ser que, en un
pastizal de África se levantó por primera vez sobre sus piernas traseras para
otear mejor al antílope que quería matar.
Nuestro cuerpo ha sido una gran limitación al momento de
emprender conquistas mayores, nuestra biología es muy frágil, nos desarmamos
con facilidad, un cambio menor en nuestro ambiente puede resultar fatal, por
ello la necesidad de “encapsularnos” en edificios, en vehículos, en hábitats y
trajes artificiales donde podemos funcionar adecuadamente protegidos.
Pero por fin estamos en capacidad de producir y
reemplazar nuestras partes biológicas por partes sintéticas, electrónicas y
mecánicas, más durables, más eficientes, con mínimo mantenimiento, brazos,
piernas, corazones, piel, ojos, estómagos… como bien lo describe el joven
californiano y transhumanista Michael Anissimov en su artículo Technological Transcension (2007), los
militares son los primeros en cosechar los beneficios de la práctica de esta
filosofía: “Tomando ventaja de partes
sintéticas del cuerpo humano, una persona puede hacerse mucho más difícil de
matar que un humano convencional. Una combinación de nanotubos/aerogel en una
armadura, o como exoesqueletos, pueden parar balas y hace posible sobrevivir a
una explosión cercana de una granada. Se puede combinar gran velocidad por
medio de piernas artificiales, y con el uso de propulsores jet personales un
cyborg podría huir muy lejos del peligro real. Usando interfaces neurales
acopladas a una constante actualización de información provenientes de radares
y satélites, esta persona puede estar en cuenta inmediatamente de un misil
balístico acercándose, hasta media hora antes del impacto, dándole suficiente
tiempo de escapar de la zona de la explosión, incluso de la más potente arma
nuclear… armas convencionales como tanques, helicópteros e infantería terrestre
serían inútiles ante un blanco tan elusivo como éste.”
Lamentablemente para nuestros socialistas endógenos, los
ricos serían los próximos en disfrutar de estas ventajas, son tecnologías de
punta que tienen un alto costo, habría que esperar que estas tecnologías
avanzaran y se produjeran masivamente para que estuvieran al alcance de todo el
mundo, que es precisamente una de las razones fundamentales para que las
organizaciones transhumanistas actúen, propiciando la investigación y el
desarrollo, promocionando el uso pacífico y civilizado de este nuevo paradigma
y haciéndolo de uso general y a precios asequibles.
Eso significaría un nuevo comienzo para la raza humana, cuando
estas tecnologías estén al alcance del hombre común el mundo será diferente, de
hecho, todo el plan de la conquista espacial solo tiene sentido con un H+,
escasamente nosotros, como humanos, podremos llegar a las lunas de Júpiter y
con técnicas de hibernación quizás un poco más lejos, ya poner un hombre en
Marte nos lleva casi al límite de nuestras posibilidades biológicas.
El
transhumanismo es uno de los conceptos que más rápido ha evolucionado desde su
creación en 1957 como corriente del pensamiento, uno de sus primeros voceros
fue el sacerdote jesuita y famoso paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) quien ya en
su época y por medio de las teorías sobre la evolución humana que desarrolló,
se dio cuenta que el hombre iba hacia un estadio post-humano, el cual se iba a
lograr con la utilización de tecnologías que ayudaran a salvar las limitaciones
de nuestra biología, mejorando nuestras capacidades.
Nick Bostrom, de quien
ya hemos hecho referencia en un pasado artículo, es uno de los historiadores
del pensamiento transhumanista y su trabajo nos muestra como esta inquietud por
transcender lo meramente humano, ha sido una constante desde tiempos antiguos,
nos explica que el primero en usar el término fue Sir Francis Huxley, hermano
del novelista Aldous, quien en su obra Religión
sin Revelación (1927) nos dice: “La
especie humana puede, si así lo quisiera, transcenderse a sí misma no solo
esporádicamente, un individuo aquí de una manera y otro allá de otra, sino
enteramente, como humanidad. Necesitamos un nombre para esta nueva creencia,
Quizás transhumanismo sirva: el hombre conservándose hombre, pero
transcendiéndose, haciendo posible nuevas posibilidades de y para su naturaleza
humana”
De las más
completas definiciones que he encontrado, está la del filósofo Max More quien
en 1990 escribió: “Transhumanismo es una
clase de diferentes filosofías que busca guiarnos hacia una condición
post-humana. Comparte varios elementos con el humanismo, incluyendo el respeto
por la razón y las ciencias, su compromiso con el progreso, y el valor de la
existencia humana (o trans-humana) en la vida… Transhumanismo difiere del
humanismo en que reconoce y anticipa las alteraciones radicales en la
naturaleza y posibilidades de nuestras vidas como resultado de las aplicaciones
de varias ciencias y tecnologías…”
Pero hay
problemas en la ruta post-humana, entre ellos las tesis planteadas por el
humanismo que alegan que estos cambios en la naturaleza humana cambia el
sentido del ser humano, se cancela lo humano y pasamos a otra cosa, por lo que
todo el esfuerzo post-humanista sería visto como un proceso inhumano que atenta
contra la nuestra naturaleza.
Tomemos el
caso de vencer a la muerte, que es una de las creencias fundamentales del
post-humanismo, la muerte puede y debe ser derrotada, pero el humanismo alega
que la muerte nos define, le da sentido a la vida, este sentido limitante de la
vida la legitima, los post-humanista niegan de plano este argumento, alegan que
tanto el mundo, como el “yo” de la persona son sujetos de cambios constantes
que, en nuestro caso, se detienen con la muerte, la muerte es lo más inhumano
que existe.
Los humanistas
alegan que si el hombre alcanzara la inmortalidad no haría las cosas por tener
un tiempo ilimitado, las pospondría eternamente, en cambio al tener el tiempo
limitado le damos valor a las posibilidades de realizarlas, hacemos inventario,
vemos que es posible realizar y que no, nos asignamos prioridades, aplican la
lógica económica, la escasez otorga valor.
Los
post-humanistas contra argumentan que el hombre no actúa porque las cosas
terminan, no salimos a cenar porque el restaurant va a salir del negocio y a
cerrar sus puertas, muchas metas que nos proponemos no tienen límite de tiempo,
simplemente las hacemos porque es nuestro objetivo o lo que queremos hacer.
En el 2013 se
celebró en New York un Congreso Internacional del Grupo Futuros Globales 2045,
financiado por el multimillonario ruso Dmitry Itskov, su iniciativa tiene como
objetivo crear, para el año 2045 un “Avatar”, una entidad no-biológica, para
que sirva de receptáculo de una personalidad humana, bajo el lema de “una
evolución dirigida”, Itskov está apostando a que para el año 2045 se pueda
transferir por medio de la Inteligencia Artificial, un personalidad humana a un
avatar y que pueda vivir eternamente, hay científicos trabajando arduamente en
este sentido.
Los beneficios
no solo serán biológicos, hay sorpresas, los desarrollos de la Inteligencia
Artificial (IA) han demostrado que la memoria puede ser seccionada e intercambiable,
añadiendo no solo capacidad sino velocidad de computación y búsqueda, con lo
que el cálculo y la memoria sería apenas cuestión de suplementar capacidades de
acuerdo a las necesidades del sujeto o la situación, estamos hablando de implantes que nos darían una
memoria RAM mucho más poderosa que la biológica y una unidad de disco duro para
almacenar información dura y tenerla a disposición inmediata.
La carga
cultural de las personas será solo cuestión de introducir “upgradings”, mejoras a la carta, algo tan fácil como instalar una
nueva tarjeta antes de entrar a una fiesta maorí que incluya lenguaje, patrones
culturales, historia y hasta humor, sería el fin de las fiestas aburridas.
Es la
posibilidad de personas que puedan diseñarse a sí mismas, con la ventaja de efectuar
cambios regulares de cuerpos y mentes a voluntad, una idea insoportable y
espantosa para algunos humanos que se cree el pináculo de la evolución.
Una de las
organizaciones más importantes del mundo que propugnan el transhumanismo, es la
World Transhumanist Association (WTA)
que tiene su capítulo en Venezuela, y me parecen importantes sus actividades y
logros, entre ellos organizar el premio Sembrar
el Futuro, aparte de que reúne a uno de los grupos de personas mejor
preparadas e inteligentes del país, si les interesa el tema, esta asociación
tiene su página web en internet con toda la información necesaria. Como ya lo
he manifestado, el transhumanismo, es la más optimista de las filosofías para
encarar el futuro.
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