Mostrando entradas con la etiqueta ética. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ética. Mostrar todas las entradas

sábado, 7 de noviembre de 2015

Paz interior



Terminé el libro, Ética Para un Nuevo Milenio (1999), del Dalai Lama (Tenzin Gyatso), y como en todos sus libros sobre la filosofía budista del Tíbet, hay siempre un obsequio de sabiduría en sus páginas, en este caso me aclaró un concepto fundamental, que es el de la felicidad y que quiero compartir con ustedes.
Como ya saben, el Dalai Lama no es solo la cabeza de estado de una nación conocida como el Tíbet, invadida por los chinos y posteriormente exilado en 1959, sino que es un hombre santo y es figura central de la religión budista tibetana, el gobierno de la India lo acogió y le asignó como residencia las montañas de Dharamsala donde actualmente vive.
Como reencarnación viviente del Buda es un hombre muy ocupado, se la pasa viajando, impartiendo conocimientos en las principales capitales del mundo, abogando por el restablecimiento de la libertad para su nación, recogiendo fondos para ayudar a los cientos de miles de tibetanos refugiados en el extranjero y en China; como líder espiritual de una de las principales religiones del mundo promueve las enseñanzas de esta milenaria creencia y práctica que ha desarrollado no solo una cosmogonía propia, sino una ética, que es estudiada y observada por millones de personas en el mundo.
El budismo tibetano es una variante de las creencias budistas que derivaron del budismo indio y que arraigaron en los templos de los Himalaya y que tienen en el Lhasa su centro administrativo, ciudad por cierto, recientemente afectada por un terremoto de gran magnitud y donde se perdió una buena parte de su patrimonio histórico.
A pesar de haber perdido a su país y vivir exilado, el Dalia Lama trata de mantenerse centrado y en equilibrio ya que, según sus propias palabras: “Durante el curso de mi vida, he tenido que manejar grandes responsabilidades y dificultades. A los dieciséis, perdí mi libertad cuando el Tíbet fue ocupado.  A los veinticuatro, perdí a mi país cuando me convertí en un exilado. Por cuarenta años he vivido como refugiado en un país extranjero… Por todo este tiempo he tratado de servir a mis hermanos refugiados y, en lo posible a los tibetanos que quedaron en el Tíbet. En el ínterin, nuestra patria ha conocido enorme destrucción y sufrimiento… Sin embargo, aunque ciertamente siento y pienso sobre estas pérdidas, a pesar de ello todavía conservo mi serenidad básica, en la mayoría de los días estoy calmado y contento.  Aún cuando las dificultades aparecen, como debe ser, no me molestan. No tengo ninguna duda en admitir que soy feliz.  De acuerdo a mi experiencia, la principal característica de la felicidad genuina es paz, paz interna.  Por esto no quiero decir esa sensación de estar despegado del mundo. Tampoco hablo de la ausencia de sentimientos. Al contrario, la paz a la que me refiero está enraizada en mi preocupación por los otros y requiere un alto grado de sensibilidad y sentimientos, sin embargo no puedo decir que he sido muy exitoso en ello. Pero sí le atribuyo a mi sensación de paz al esfuerzo que hago por preocuparme por los otros.”
Creo que el Dalai Lama dio en el clavo, la felicidad es definitivamente lograr la paz interior, si no hay paz no hay equilibrio, si no hay equilibrio surge la inquietud, el nerviosismo, las preocupaciones que pueden llevar a las enfermedades, a las crisis, a la violencia y probablemente, a una muerte prematura.
El Dalia Lama explica de manera sencilla lo que le funcionó a él, ese desprendimiento y vocación por la solidaridad humana, desplazó sobre los otros la atención a sus propios problemas, y como bien explica en otros capítulos de su libro, descubrió que la compasión, es una herramienta poderosa que limpia el alma de todos esos sentimientos tóxicos que constantemente estamos acumulando en nuestra vidas.
La felicidad, como bien lo proclama, no es acumular dinero o cosas que el dinero puede comprar, ni lo es vivir de acuerdo a la ciencia y el derecho, que aunque son grandes ayudas para proyectarnos y tener buena calidad de vida, no resuelve nuestro problema fundamental, que es justamente el de las decisiones éticas, las que tienen que ver con nuestra percepción del bien y del mal, que son esas pequeñas cosas que se van acumulando en nuestras vidas producto de malas decisiones y que por culpa, remordimiento o sentimiento de fracaso nos van llenando de negatividad y convirtiéndonos en unos cínicos.
El equilibrio interior de logra por medio de una buena vida, de una adecuada alimentación, de cuidar la salud y fomentar buenas relaciones en nuestro entorno, de manejar con criterio nuestros sentimientos y emociones, evitando ser parte de injusticias, ayudando a quien lo necesita, evitando en lo posible las situaciones desagradables, el dolor y la tristeza, llenando nuestros días de ideas y pensamientos positivos, en pocas palabras, siendo una buena persona.
Personas comprometidas con posiciones de liderazgo y notoriedad como el Dalai Lama, personas con esa gran espiritualidad tienen obligatoriamente que dar mucho más que lo que usted o yo pudiéramos dar, sin que esto signifique que no seamos capaces de crecernos en situaciones extremas y llevar aliento a nuestra familia o comunidad.
Vivir como una buena persona, como un buen ser humano es ya un comienzo en esta búsqueda por la felicidad, no son las ataduras, los compromisos, nuestros sentimientos de posesión los que nos harán libres, al contrario, de alguna manera, ir practicando el desprendimiento, viviendo con honestidad y ocuparnos de quienes nos rodean, nos irán liberando de nuestros problemas y cargándonos de buenas energías.
El Dalai Lama nos descubre que un mundo donde cada día nos vemos obligados a compartir nuestro espacio vital con otros, con extraños, a quienes no conocemos y ni siquiera nos comunicamos, es nuestra obligación tender los puentes.
Hemos conocido personas muy exitosas, que viven en grandes mansiones y aparentemente lo tienen todo, pero sus vidas son un asco, tienen el gabinete del baño lleno de frascos de ansiolíticos, de píldoras para dormir, de jarabe para las úlceras estomacales, sabemos de casos de personas que se han aprovechado de sus cargos para robar y a pesar de los millones en las cuentas bancarias, viven temeroso, intranquilos, aterrados hasta de sus sombras; hay profesionales tan concentrado en sus carreras y en lograr méritos profesionales que se les ha olvidado como amar a sus esposas o como compartir con sus hijos y eso, da una profunda tristeza.
El éxito material o tener las posibilidades de rodearnos de todo lo mejor, no garantiza la paz interior, lo más probable es que la haga imposible, pues quien acumula riqueza, gasta una enorme cantidad de tiempo y energía en multiplicarla o conservarla.
La felicidad es lograr la paz interior, esa fue una gran lección de un hombre sin patria, de un refugiado, de un sabio, gracias Dalai.  -  saulgodoy@gmail.com















viernes, 16 de octubre de 2015

Transitoriamente Humano



Hace unos doce años atrás, escribí un artículo sobre el Transhumanismo, fue uno de los primeros sobre el tema que aparecieron en prensa nacional, mi afiliación al tema vino dado por mi gusto por la ciencia ficción, donde la presencia de robots y cyborgs son partes cotidianas de esas visiones futuristas de la sociedad, desde muy joven tuve conciencia de que serían parte de nuestro devenir.
El transhumanismo, que en sus inicios era un movimiento ético-científico, que buscaba justificar el esfuerzo, en algunas sociedades del primer mundo, sobre todo a nivel académico y en la práctica médica, que se venía desarrollando para derrotar las enfermedades y la muerte, esta actividad se ha complejizado y convertido en filosofía, y hasta en sociología, previendo la posibilidad de convertirnos nosotros mismos en cyborgs para continuar la especie y nuestro “empoderamiento” del universo.
Efectivamente, es ya un hecho que la humanidad dispone, en los actuales momentos, de las herramientas básicas para cambiar radicalmente el concepto de humano, introduciendo las tecnologías conocidas como NBIC (nano, bío, info, cogno), y que todo apunta a que en este mismo siglo XXI se pueda crear ese nuevo ser, transitoriamente humano (algunos lo identifican como H+), que será en definitiva quien asuma el futuro en nuestro lugar.
La verdad es que por 2.5 millones de años, el hombre se ha dedicado a cambiar su entorno y adelantar una cultura, y jamás ha hecho nada por él. Biológicamente somos el mismo hombre que aquel simiesco ser que, en un pastizal de África se levantó por primera vez sobre sus piernas traseras para otear mejor al antílope que quería matar.
Nuestro cuerpo ha sido una gran limitación al momento de emprender conquistas mayores, nuestra biología es muy frágil, nos desarmamos con facilidad, un cambio menor en nuestro ambiente puede resultar fatal, por ello la necesidad de “encapsularnos” en edificios, en vehículos, en hábitats y trajes artificiales donde podemos funcionar adecuadamente protegidos.
Pero por fin estamos en capacidad de producir y reemplazar nuestras partes biológicas por partes sintéticas, electrónicas y mecánicas, más durables, más eficientes, con mínimo mantenimiento, brazos, piernas, corazones, piel, ojos, estómagos… como bien lo describe el joven californiano y transhumanista Michael Anissimov en su artículo Technological Transcension (2007), los militares son los primeros en cosechar los beneficios de la práctica de esta filosofía: “Tomando ventaja de partes sintéticas del cuerpo humano, una persona puede hacerse mucho más difícil de matar que un humano convencional. Una combinación de nanotubos/aerogel en una armadura, o como exoesqueletos, pueden parar balas y hace posible sobrevivir a una explosión cercana de una granada. Se puede combinar gran velocidad por medio de piernas artificiales, y con el uso de propulsores jet personales un cyborg podría huir muy lejos del peligro real. Usando interfaces neurales acopladas a una constante actualización de información provenientes de radares y satélites, esta persona puede estar en cuenta inmediatamente de un misil balístico acercándose, hasta media hora antes del impacto, dándole suficiente tiempo de escapar de la zona de la explosión, incluso de la más potente arma nuclear… armas convencionales como tanques, helicópteros e infantería terrestre serían inútiles ante un blanco tan elusivo como éste.”
Lamentablemente para nuestros socialistas endógenos, los ricos serían los próximos en disfrutar de estas ventajas, son tecnologías de punta que tienen un alto costo, habría que esperar que estas tecnologías avanzaran y se produjeran masivamente para que estuvieran al alcance de todo el mundo, que es precisamente una de las razones fundamentales para que las organizaciones transhumanistas actúen, propiciando la investigación y el desarrollo, promocionando el uso pacífico y civilizado de este nuevo paradigma y haciéndolo de uso general y a precios asequibles.
Eso significaría un nuevo comienzo para la raza humana, cuando estas tecnologías estén al alcance del hombre común el mundo será diferente, de hecho, todo el plan de la conquista espacial solo tiene sentido con un H+, escasamente nosotros, como humanos, podremos llegar a las lunas de Júpiter y con técnicas de hibernación quizás un poco más lejos, ya poner un hombre en Marte nos lleva casi al límite de nuestras posibilidades biológicas.
El transhumanismo es uno de los conceptos que más rápido ha evolucionado desde su creación en 1957 como corriente del pensamiento, uno de sus primeros voceros fue el sacerdote jesuita y famoso paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) quien ya en su época y por medio de las teorías sobre la evolución humana que desarrolló, se dio cuenta que el hombre iba hacia un estadio post-humano, el cual se iba a lograr con la utilización de tecnologías que ayudaran a salvar las limitaciones de nuestra biología, mejorando nuestras capacidades.
Nick Bostrom, de quien ya hemos hecho referencia en un pasado artículo, es uno de los historiadores del pensamiento transhumanista y su trabajo nos muestra como esta inquietud por transcender lo meramente humano, ha sido una constante desde tiempos antiguos, nos explica que el primero en usar el término fue Sir Francis Huxley, hermano del novelista Aldous, quien en su obra Religión sin Revelación (1927) nos dice: “La especie humana puede, si así lo quisiera, transcenderse a sí misma no solo esporádicamente, un individuo aquí de una manera y otro allá de otra, sino enteramente, como humanidad. Necesitamos un nombre para esta nueva creencia, Quizás transhumanismo sirva: el hombre conservándose hombre, pero transcendiéndose, haciendo posible nuevas posibilidades de y para su naturaleza humana”
De las más completas definiciones que he encontrado, está la del filósofo Max More quien en 1990 escribió: “Transhumanismo es una clase de diferentes filosofías que busca guiarnos hacia una condición post-humana. Comparte varios elementos con el humanismo, incluyendo el respeto por la razón y las ciencias, su compromiso con el progreso, y el valor de la existencia humana (o trans-humana) en la vida… Transhumanismo difiere del humanismo en que reconoce y anticipa las alteraciones radicales en la naturaleza y posibilidades de nuestras vidas como resultado de las aplicaciones de varias ciencias y tecnologías…”
Pero hay problemas en la ruta post-humana, entre ellos las tesis planteadas por el humanismo que alegan que estos cambios en la naturaleza humana cambia el sentido del ser humano, se cancela lo humano y pasamos a otra cosa, por lo que todo el esfuerzo post-humanista sería visto como un proceso inhumano que atenta contra la nuestra naturaleza.
Tomemos el caso de vencer a la muerte, que es una de las creencias fundamentales del post-humanismo, la muerte puede y debe ser derrotada, pero el humanismo alega que la muerte nos define, le da sentido a la vida, este sentido limitante de la vida la legitima, los post-humanista niegan de plano este argumento, alegan que tanto el mundo, como el “yo” de la persona son sujetos de cambios constantes que, en nuestro caso, se detienen con la muerte, la muerte es lo más inhumano que existe.
Los humanistas alegan que si el hombre alcanzara la inmortalidad no haría las cosas por tener un tiempo ilimitado, las pospondría eternamente, en cambio al tener el tiempo limitado le damos valor a las posibilidades de realizarlas, hacemos inventario, vemos que es posible realizar y que no, nos asignamos prioridades, aplican la lógica económica, la escasez otorga valor.
Los post-humanistas contra argumentan que el hombre no actúa porque las cosas terminan, no salimos a cenar porque el restaurant va a salir del negocio y a cerrar sus puertas, muchas metas que nos proponemos no tienen límite de tiempo, simplemente las hacemos porque es nuestro objetivo o lo que queremos hacer.
En el 2013 se celebró en New York un Congreso Internacional del Grupo Futuros Globales 2045, financiado por el multimillonario ruso Dmitry Itskov, su iniciativa tiene como objetivo crear, para el año 2045 un “Avatar”, una entidad no-biológica, para que sirva de receptáculo de una personalidad humana, bajo el lema de “una evolución dirigida”, Itskov está apostando a que para el año 2045 se pueda transferir por medio de la Inteligencia Artificial, un personalidad humana a un avatar y que pueda vivir eternamente, hay científicos trabajando arduamente en este sentido.
Los beneficios no solo serán biológicos, hay sorpresas, los desarrollos de la Inteligencia Artificial (IA) han demostrado que la memoria puede ser seccionada e intercambiable, añadiendo no solo capacidad sino velocidad de computación y búsqueda, con lo que el cálculo y la memoria sería apenas cuestión de suplementar capacidades de acuerdo a las necesidades del sujeto o la situación, estamos  hablando de implantes que nos darían una memoria RAM mucho más poderosa que la biológica y una unidad de disco duro para almacenar información dura y tenerla a disposición inmediata.
La carga cultural de las personas será solo cuestión de introducir “upgradings”, mejoras a la carta, algo tan fácil como instalar una nueva tarjeta antes de entrar a una fiesta maorí que incluya lenguaje, patrones culturales, historia y hasta humor, sería el fin de las fiestas aburridas.
Es la posibilidad de personas que puedan diseñarse a sí mismas, con la ventaja de efectuar cambios regulares de cuerpos y mentes a voluntad, una idea insoportable y espantosa para algunos humanos que se cree el pináculo de la evolución.
Una de las organizaciones más importantes del mundo que propugnan el transhumanismo, es la World Transhumanist Association (WTA) que tiene su capítulo en Venezuela, y me parecen importantes sus actividades y logros, entre ellos organizar el premio Sembrar el Futuro, aparte de que reúne a uno de los grupos de personas mejor preparadas e inteligentes del país, si les interesa el tema, esta asociación tiene su página web en internet con toda la información necesaria. Como ya lo he manifestado, el transhumanismo, es la más optimista de las filosofías para encarar el futuro.