jueves, 26 de noviembre de 2015

Los intelectuales chavistas


Esos intelectuales venezolanos que apoyaron al régimen militarista y
totalitario del Teniente Coronel Hugo Chávez y posteriormente a Maduro, que deberían (y creo que tienen) las herramientas culturales y de pensamiento para descubrir por su sola razón, la trampa y la mentira que representa la ideología a la que han puesto su intelecto a la orden, para ellos no hay excusa posible, hicieron una decisión a consciencia, y por ocultar los crímenes del régimen, por hacerse cómplices de esta gran estafa a la democracia, por coadyuvar a ponerle las cadenas de la esclavitud a su propio pueblo, merecen un castigo ejemplar.
Esos intelectuales, no son solo los escritores y artistas, profesores y periodistas que tienen la capacidad crítica y autocrítica de comprender que con sus acciones y apoyos, que han contribuido a la destrucción de la patria, quienes ante la evidencia real y cotidiana de la ruina del país persisten en su labor innoble de prestar sus voces, personas y habilidades, a sostener el poder de una tiranía de
siete suelas, también me refiero a esos profesionales, especialistas en economía, planificación, sociología, politólogos, historiadores y tantos académicos que han  ocupado cargos como consultores, expertos y desarrolladores de las políticas públicas detrás de los bastidores.

He concluido que son tres las razones fundamentales que mueven a estos individuos, absolutamente conscientes de los crímenes que cometen, la primera, es el dinero, las prebendas que obtienen por hacer el trabajo sucio, los dólares a cambio preferencial, los viajes, los autos lujosos, la buena mesa y las propiedades que pueden adquirir en el país o el extranjero, las cuentas bancarias en euros, los escoltas, los privilegios… nada más hipócrita y vil que comportarse como un capitalista salvaje y llenarse la boca de socialismo, la mayor parte de estos intelectuales, al momento de la rendición de cuentas, piensan huir del país a sus nidos de oro en otros países, aprovechando, algunos su doble nacionalidad.
La segunda razón tiene mucho que ver con la primera, y es el poder, algunos de estos intelectuales se encuentran en puestos claves del alto gobierno y allí han probado de sus mieles, pero sobre todo el mover los hilos del poder y que por su sola voluntad millones de personas sean afectadas en sus vidas y trabajos, esto es fascinante y peligroso para personas que no son políticos ni tienen sentido práctico, se puede transformar en un vicio y corromper.
Muchos intelectuales creen que vinieron al mundo para influir sobre la sociedad y si son marxistas, es prácticamente un deber, transformar la historia, actuar y cambiar el mundo, pero si están equivocados (estos arrogantes piensan que no pueden estar equivocados), sus acciones generan errores, injusticias y si alguien maneja sus voluntades para provecho de los intereses un grupo, entonces se hacen parte de una conspiración para delinquir.

La tercera razón es la más despreciable y la más común, es el odio que siente el intelectual por la clase media y la clase empresarial, ese desdén por la “burguesía” y el orden, por la disciplina, por el
trabajo bien hecho, por el esfuerzo propio y sus recompensas, van en directa proporción a la vida disipada y fácil que el intelectual marxista se cree con derecho a ser reconocido y compensado por la sociedad, que por pensar como revolucionario, sin jamás haber hecho nada por el bienestar del proletariado, ya es suficiente para exigir lo mejor para él o ella.

Estas personas creen que tienen, no solo la verdad de su lado, sino que les corresponde destruir a la sociedad para construir una nueva. Buena parte de estos intelectuales, es lamentable señalarlo, provienen precisamente de la clase media, se formaron en ella y ahora la traicionan.
Afortunadamente, estos intelectuales son pocos, razón por la cual el gobierno ha tenido que importar a extranjeros, la mayoría de esta intelligentzia comunista se afilia a los medios de comunicación en manos del Estado, y prestan sus figuras e ideas a confusos programas de
propaganda e indoctrinación, la televisión, la radio, el cine, los blogs, la prensa y por supuesto, la industria editorial donde empiezan a publicar las obras por encargo, que van a justificar sus abultados premios en forma de cheques y gastos de viaje, hoteles, comidas y jineteras (como en la Cuba revolucionaria, en su mejor momento), todas obras revolucionarias y justificaciones aberrantes a los crímenes del régimen, perdiendo en el acto su virginidad como humanistas, siendo el menor de sus pecados, el silencio cómplice.

Los marxistas venezolanos se dejaron embaucar por el caudillaje militarista de un hombre que se decía marxista sin serlo; permitieron, y le dieron su apoyo, a uno de los regímenes más corruptos y vejatorios de la dignidad humana de nuestra historia, y no contentos con esto, ayudaron a destruir la base obrera y campesina del país, convirtiéndolos en unos dependientes de las becas, misiones y regalos de un estado poderoso, confiscando la libertad y la conciencia de los hombres, tan cara para el ideario marxiano.
Se aplicó la “ceguera voluntaria” de la que habla Jean-Francois Revel que los comunistas utilizan para tratar de barrer debajo de la alfombra sus crímenes, tratando de sacudirse cualquier responsabilidad, alegando que es la historia la que ha cambiado de dirección, no ellos los equivocados. Dice Revel cuando compara el comunismo con el nazismo: “Al nazismo se le ve venir desde lejos. El comunismo esconde su naturaleza tras su utopía. Permite saciar el apetito de dominación o de servidumbre so capa de generosidad y amor a la libertad; la desigualdad so capa de igualitarismo, las mentiras, so capa de sinceridad. El totalitarismo más eficaz, y por ello el único presentable, el más duradero, no fue el que realizó el Mal en nombre del Mal, sino el que realizó el Mal en nombre del Bien”.
Ningún intelectual adscrito al PSUV o al Partido Comunista tiene ninguna excusa de haber participado en esta debacle con la firme intención de hacer daño, todos estaban enterados de las injusticias que se cometían, y con su silencio, sellaron la suerte de innumerables víctimas de este régimen, entre ellos los presos políticos, los torturados, los muertos y los desaparecidos.
No importa si se era un gran director de orquesta en el norte, o un actor de segunda o una cantante folklórica, prestaron sus nombres a la gran charada, hicieron silencio cuando los molinos del chavismo estrujaban la vida de los cuerpos de otros venezolanos por solo pensar diferente, el arte no los salvará, se corrompieron y aunque no electrocutaban, violaban, disparaban o golpeaban a nuestros hermanos, eran cómplices, prestaron sus nombres y carreras para disimular los excesos de unos desalmados.  -        saulgodoy@gmail.com






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