viernes, 26 de febrero de 2016

Cómo saberlo todo, sin saber nada


Dentro del discurso chavista y de las tesis educativas de la izquierda en general, la especialización es el soporte del modelo capitalista y explotador, constituye la punta de lanza de la política del conocimiento del nuevo colonialismo.
El conocimiento fragmentado, compartimentalizado y reduccionista que produce la especialización, es para los socialistas del siglo XXI, una manera perversa de robarle a la gente la oportunidad y el derecho de ver el mundo en su totalidad, tal cual es.
Esas mini versiones de la realidad promocionadas desde las instituciones académicas capitalistas, afectan todo, hasta la vida cotidiana de las personas, en las fábricas, en el hogar, en la escuela, cada quien se ocupa de un pequeño pedacito del conocimiento, se especializa en sus partes, en cómo opera, en sus productos, un profesor de geometría euclidiana no tiene nada que hacer con la geometría fractal, un profesor de química orgánica no tiene ni idea de los nuevos compuesto que se realizan en ambientes de cero gravedad y que generan nuevos materiales sintéticos.
Se han creado unas barreras que separan el conocimiento, según los comunistas, con el propósito expreso de capitalizar (explotar) cada segmento de conocimiento y a su vez alienar al individuo creando unos estilos de vidas que esclavizan a la gente al consumismo según la segmentación del mercado.
Pero es en la educación, sobre todo en las escuelas, donde los párvulos, desde muy temprana edad son obligados al aprendizaje por especialidades.
Por el contrario, la visión socialista del mundo que trata de ser holística, humanista y con una razón moral totalizante, tiene un propósito, la creación del hombre nuevo, con una visión universal de la vida, lo cual es una estafa, pues tanto su propósito como la forma para lograrlo, no sólo es confuso sino que su resultado alcanza justamente lo contrario, la disfuncionalidad de la persona para el trabajo, para la competencia y para la producción, y como guinda de este experimento docente, el embrutecimiento de la persona.
El desprecio del socialismo hacia las “ciencias duras” y la relevancia de las “lo social” es el resultado inmediato, el conocimiento autóctono, endógeno adquiere preeminencia sobre el conocimiento occidentalizado, eurocentrista; el género, las minorías, las razas, el lenguaje se convierten en factores importantes desplazando los conocimientos formales que educan la razón y la lógica, el historicismo pasa a regir la visión de la historia, la política revolucionaria se posiciona como centro del debate intelectual, todo estos a costa del buen uso del lenguaje, del civismo y el republicanismo a favor de la adoración al líder y de la preeminencia de los sentimientos por sobre la razón.
Debido a que la especialización exige un trabajo intelectual, una disciplina tanto en el pensamiento concreto como en el abstracto, requiere de habilidad experimental y de mucha investigación, en aras de mantener una supuesta “igualdad” entre el desempeño de las escuelas y de los estudiantes, el nuevo currículo bolivariano impone lo que ellos plantean como, la “integración del pensamiento” por medio de una intersectorización, es decir, generalizar el pensamiento, romper con la asignación de materias del curriculum tradicional para abarcar “grandes áreas” del conocimiento, en un afán irrealista por enfocar “lo social” bajo cualquier excusa.
La aplicación de la botánica, o las matemáticas por ejemplo, no tienen ningún sentido si no son aplicadas en problemas localizados en la comunidad, en la realidad social local a la que pertenece el alumno, en la problemática colectiva donde está ubicada la escuela.
Esto de entrada implica la pérdida del rigor académico en aras de historias de camino, de cómo lograr el éxito del proceso revolucionario, se trunca la excelencia académica por un ramplón igualitarismo donde todos hablan mucho, pero dicen poco, donde se repiten dogmas pero no se tiene capacidad crítica.
La especialidad en la educación origina diversidad y multiplicidad de actividades y funciones, por lo tanto crea desigualdad, la especialización genera expertos y meritocracia por lo tanto, ingresos desiguales para las personas preparadas frente al hombre común, que no tiene formación alguna, lo que provoca las divisiones sociales en base al conocimiento, de allí que ahora se pretenda acabar con cualquier forma de examen, medición o prueba que provoque esa odiada discriminación por el conocimiento.
Poniendo en vigor este nuevo curriculum los primeros en sufrir un descalabro en su preparación, es el personal docente, el maestro tiene que nivelarse hacia abajo, recibir una preparación general, pobre, muchas veces parcial y llena de imprecisiones para poder llevar a los alumnos esta nueva capacitación.
En el fondo se trata de justificar la ignorancia vía el conocimiento general, e interiorizar la mediocridad y el retraso, el gobierno socialista necesita que “lo social” se convierta en prioridad de la formación, todo conocimiento debe estar dirigido a “sensibilizar” a la persona hacia objetivos colectivistas, donde se sacrifique el avance personal, el deseo de progreso, la excelencia académica en aras de una uniformidad, de una igualdad artificial que se supone es moralmente superior, bolivariana y nacionalista.
De allí que contemos con médicos e ingenieros, expertos de seguridad y abogados, sociólogos y economistas que lo menos que saben es sobre lo que deberían saber, las universidades bolivarianas están lanzando a la calle legiones y cohortes de supuestos profesionales “generales”, que su único aval es que son socialistas.
Lo que los chavistas no se dan cuenta es que para poder integrar conocimientos, lo primero que tiene que existir es justamente el conocimiento, no puedes integrar si las partes no existen, no puedes unificar si no tienes que unir.
Primero deberían existir las especializaciones para poder hacer el trabajo de integración.
Lo que propone el chavismo inspirados por el modelo cubano, es implantar una excusa para la indoctrinación comunista, sustituir docentes especializados por “generalistas” implica sin ninguna duda, bajar la calidad educativa en aras de un catecismo revolucionario y socialista, que nos condenaría como pueblo a más pobreza y dependencia. 
Cambiaríamos un “colonialismo occidental”, capitalista, que aboga por la competitividad y la excelencia personal, por un nuevo colonialismo de izquierda que pretende despojarle al individuo de su persona para hacerlo algo colectivo, obediente y esclavo del pensamiento único, de la conformidad y la mediocridad. -  saulgodoy@gmail.com



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