lunes, 15 de febrero de 2016

Trashumancia


He seguido con mucha atención la carrera del ambientalista español Jesús Garzón Heydt, uno de responsables directos de la recuperación del águila imperial, el zamuro negro y el lince íbero.
Este madrileño de sesenta y dele de años, recibió de manos del Rey de España, el prestigioso premio Fondena 2009 por su labor en la preservación de pastizales y de la trashumancia, trabajó con el distinguido ecologista Félix Rodríguez de la Fuente, cuando en vida y durante los años 70 transmitía sus célebres programas de televisión sobre la naturaleza en España.
Jesús Garzón fue uno de los ganadores del prestigioso galardón de The Slow Food Organization hace ya unos años, con base en Boloña, Italia y con 65.000 miembros en todo el mundo, ésta organización otorga el premio a aquellos hombres y mujeres que se han distinguido por propiciar la producción de productos alimenticios de alta calidad, su consumo racional y de acuerdo a un máximo respeto por el ambiente.
El naturalista español Jesús Garzón Heydt
Garzón también ha sido uno de los propulsores de las leyes que protegen en España la trashumancia, la antiquísima costumbre del traslado de rebaños de animales alternativamente de campos de verano o invierno, en busca de pasturas.
La trashumancia se da en países donde hay diferencias climáticas que ameritan el movimiento estacional del ganado, traslado que se hace, si son distancias cortas, en una semana a quince días, y si son largas hasta un mes.
En Venezuela la trashumancia del ganado vacuno en los llanos era actividad común en las primeras décadas del siglo XX, con la industrialización de la actividad, esta costumbre ha ido desapareciendo gradualmente.
Estas veredas por la que transitan los rebaños en Europa, se ha descubierto, son esenciales para el balance ecológico de grandes áreas naturales. También era una importante manera de intercambio cultural entre los pueblos y promueve el comercio entre diferentes comarcas.
Eran rutas que los animales hacían aún antes de su domesticación por el hombre, y que hasta hace muy poco, era común ver en España, Francia, Inglaterra e Italia, la modernización ha hecho que el productor prefiera mantener a los animales en un solo sitio y alimentarlos con concentrados y suplementos industriales.
Al negársele al animal la oportunidad de viajar de un microclima a otro, de beber agua en quebradas y pastar de manera natural, se le niega también al hombre la oportunidad de proveerse de un alimento sano y sabroso, en especial se suprime un importante factor que actúa sobre la ecología que se genera en los senderos que transitaba el ganado, cuando se mueve de un lugar a otro.
En primer lugar, el ganado tiende a usar los mismos caminos para ir a buscar agua, refugio o pastizales, en ese trayecto podemos observar dos acciones importantes para la ecología de esos senderos; por un lado la pisada de los animales, que produce una compactación del suelo, y por otra los excrementos y la fertilización de la tierra.
El profesor Francés A. Vocin dejó una extraordinaria obra sobre las hierbas, pastos y suelos, fue, aparte de un extraordinario científico, un agricultor y ecologista de primera línea.
En su obra Dinámica de los Pastos, Vocin nos ilustra sobre lo que se conoce como influencias culturales ejercidas por el pie del animal.  En el tema de los suelos o edafología, tenemos los dos extremos, un suelo poroso y uno compactado, y entre ellos una cantidad de rangos importantes para que el suelo sea fértil y productivo.
Un suelo poroso significa una gran cantidad de aire en su estructura, y uno compactado, menos celdas de aire, ambas condiciones favorecen el crecimiento de ciertos microorganismos, hierbas y cultivos, Vocin nos dice: "Si examinamos más de cerca esta vegetación podremos apreciar que las partes del suelo más comprimidas (donde transita el ganado) están dominadas por plantas anuales, mientras las menos afectadas por la circulación poseen mucha mayor cantidad de plantas vivaces".
La combinación de ambas, en un sistema, hace posible la formación de pastizales más sanos y productivos. Vocin hace un estudio y una clasificación de las plantas (en Francia) de acuerdo a su resistencia a los rebaños y obtiene el siguiente resultado: 26 tipos de hierbas que no resisten el pisoteo, 26 tipos sensibles al pisoteo, 24 bastantes resistentes, 24 muy resistentes y 8 hierbas favorecidas por el pisoteo.
Dentro del concepto de una ecología dinámica, esto es importante, pues con el conocimiento de las interrelaciones de estas plantas se puede sustentar una actividad de pastoreo sana y sin rebasar la capacidad de sustento del territorio.
En cuanto a los excrementos de los animales, hay varias acciones a notar:
1-Influencia directa sobre la parte verde de la planta
2-Aporte al suelo de minerales.
3-Aporte de elementos orgánicos.
4-Modificación de la microflora y microfauna, favorecimiento del desarrollo de gusanos de tierra.
Se ha estimado que en una jornada de pastoreo (johnstone-Wallace) un animal de unos 500 kilogramos puede dar de 12 a 13 boñigas o bostas con un peso total de 25 Kg (aprox.), es decir que en 124 días de pastoreo, una estación en Europa, son depositadas 4.500 Kg., de bostas en aproximadamente 144 m2., de superficie.
La calidad de la bosta depende en gran medida de la calidad y cantidad de las hierbas ingeridas por el animal, nos encontramos- como dice Vocin- en presencia de una "hélice orgánica" de la producción natural y en presencia de la ecología dinámica en acción.
La presencia de animales en suelos degenerados puede impactar de manera positiva la reactivación de ciclos y relaciones simbióticas importantes para el rescate de ciertas áreas.
Pero en su lugar, la técnica industrial ha impuesto la inmovilidad de los rebaños para un mejor control y más productividad, hemos creado situaciones monstruosas como la enfermedad de las vacas locas y la presencia en altas cantidades de dioxinas en la carne de pollos y cerdos productos de los procesos industriales y la mecanización.
A partir de la Cumbre Ambiental de Río de Janeiro de las Naciones Unidas, y a los esfuerzos de hombres como Jesús Garzón en España, las ancestrales prácticas de la trashumancia están siendo rescatadas del olvido, protegidas y estimuladas.
Los mejores quesos de Europa invariablemente provienen de ovejas, cabras y vacas con una vida más cerca de la naturaleza, con movilidad, igualmente sucede con los embutidos y demás carnes preparadas, su certificado de origen se relacionan con su manejo, lo cual marcan la pauta para los precios y la preferencia de un público más exigente, como los amigos de la organización Slow Food.
El rescate de maneras de producción más amigables con la naturaleza como la agricultura orgánica, la trashumancia y otras formas más benignas y conservadoras del equilibrio ecológico es la nueva ola para el siglo XXI. –      saulgodoy@gmail.com


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