De acuerdo a Joseph Campbell, el eminente estudioso de los mitos y religiones antiguas, los rituales que representaban la muerte y la resurrección de los dioses abundan en la historia, estos ritos han sobrevivido al paso del tiempo y hoy se encarnan muchos de ellos, en las religiones que hoy sobreviven y se practican en el mundo.
La
Iglesia Cristiana es una de las herederas de estas formas sagradas, que
adoptadas en el pasado, pertenecían a otras religiones, y fue en su fase de
formación cuando algunas de estas influencias fueron hechas parte de sus ritos
y creencias.
Hay
conmemoraciones, festividades y momentos que siempre han tenido una
significación importante para los humanos, sin importar a que tribu o nación pertenecieran, o que
dioses y ritos las representaban, sucesos como la caída del hombre y su
resurrección, el segundo nacimiento por medio del bautismo, el beber la sangre
y comer la carne del dios en una cena simbólica.
Según
el sabio Isaac J. Pardo, el culto a
Mitra tiene un origen persa, hay registros y evidencias de su adoración por
parte de piratas que navegaban las costas mediterráneas antes del siglo I aC.
Su
popularidad se expande rápidamente por occidente donde ya aparece representado
agachado por la parte de atrás de un toro y clavándole un cuchillo en el
costado, en las esculturas y pinturas antiguas se ve al toro con la cola
terminando en espigas de trigo, o exudando vides, centeno y otras plantas
salutíferas de su herida.
Originalmente
era un dios que moraba en cavernas, comportaba una vida austera con una disciplina
asceta, el hecho de que las mujeres fueran relegadas de sus prácticas lo
hicieron popular en los campamentos militares, Mitra era un combatiente en
contra del mal, estaba asociado al dios solar y llegó a personificarlo, era el
sol invicto cuyo carro era tirado por caballos blancos con cascos de oro y
plata, que marchaba sobre los infiernos para conducir a las almas hacia la
bienaventuranza; cuando el culto llega a Roma fue rápidamente adoptado por las
legiones romanas, lo que explica su rápida expansión por todo el Imperio, de
esta manera se devuelve a oriente de donde vino, transformado por las
influencias grecolatinas.
El
Emperador Constantino, antes de hacerse cristiano, fue devoto de Mitra, y el
Emperador Juliano, llamado El Apóstata, reavivó el culto a Mitra, que había
sido prohibido por Graciano en el año 382 dC.
Justamente,
en la novela del escritor norteamericano Gore Vidal, Juliano El Apóstata (1964), la cual nunca dejaré de recomendar como
una de las mejores novelas históricas de la caída del Imperio Romano, se
describe en parte el rito iniciático a Mitra: “Máximo abrió la puerta de la montaña y entramos en una pequeña cueva
con asientos cavados en la roca. Aquí se nos dijo, a Oriboro y a mí que
esperáramos mientras los padres de Mitra se introducían en otra cueva, el
santuario interior. De éste modo comenzó
el día más importante de mi vida. El día
de la miel y del pan y del vino; el día de los siete justos y de los siete
planetas; el día de los desafíos y de las contraseñas; el día de la oración y,
a su fin (pasados Cuervo, Desposada, Soldado, León, Persa, Correo del Sol y
Padre), el día de Nama, Nama Sebastio.”
Luego
de pasar por todos los misterios en la caverna, y ya afuera en la mañana,
Juliano tuvo un arrebato de éxtasis, una revelación “Fui absorbido por Helios y por mis venas no corrió sangre sino luz.”
El
mitraísmo se convertiría en el más lejano antecedente de las órdenes de
caballería medioevales.
Renán,
uno de los estudiosos del origen del cristianismo, al referirse a la religión
de Mitra escribió: “Si el cristianismo se hubiera paralizado a consecuencia de
alguna dolencia mortal, el mundo hubiera sido mitraísta”. Y es que en un
momento, el cristianismo y el mitraísmo midieron sus fuerzas para ver cuál
sería la religión dominante en el Imperio.
Hay
autores que creen firmemente que el bautismo de agua y la cena ritual en el que
pan es compartido junto con el cáliz de agua santificada, fue copiado del culto
a Mitra.
El
estudioso J. G. Frazer en su enciclopédico estudio sobre magia y religión, La Rama Dorada, nos deja saber que el
cristianismo tuvo que doblegarse ante la popularidad del culto a Mitra, sobre
todo en las provincias orientales y esperar pacientemente para conquistar las
mentes de mucha gente.
En el
calendario Juliano, el 25 de diciembre era señalado como el inicio del
solsticio de invierno, ese día era tenido como la natividad del sol ya que los
días empezaban a ser más largos que las noches, y se creía, que el poder del
sol se incrementaba a partir de esa fecha.
El
ritual de la natividad de Mitra comenzó a celebrarse en Siria y Egipto, los
sacerdotes y celebrantes se retiraban al interior de los templos y a la
medianoche salían en tropel por las calles anunciando “La Virgen ha alumbrado,
la luz se ha creado”
Los
egipcios representaban al recién nacido con un niño al que mostraban para que
fuera adorado, su madre era la Virgen Celestial, que en tierra semitas era
conocida como Astarte; las fiestas que seguían eran muy populares, se jugaban
con las luces en la noche, la gente se hacía regalos, las casas se abrían para
que los creyentes bebieran y comieran, se felicitaban porque un nuevo ciclo
solar empezaba y se hacían promesas.
Los
cristianos no celebraban la natividad de Cristo, entre otras razones porque los
evangelios mencionaban muy poco sobre el nacimiento de Cristo, pero aún siendo
cristianos celebraban el nacimiento del sol y se unían sin problemas a las
fiestas mitráicas, cosa que no hacía muy felices a las autoridades eclesiales.
La
Iglesia cristiana en Egipto decidió a conmemorar el nacimiento de Cristo el 6
de enero e impuso esta celebración en las principales provincias orientales,
pero tal costumbre no fue seguida en occidente que muy astutamente decidió
celebrarlo el 25 de diciembre, el mismo día del nacimiento del sol, finalmente
la iglesia cristiana oriental acató la nueva fecha y para finales del siglo
III, principios del IV ya era declarada el día de la natividad de Cristo, la
ciudad de Antioquía fue la última en aceptarlo en el año 375 dC.
Por supuesto,
tuvieron que insistir con los cristianos que estaba celebrando era el
nacimiento de Cristo y no del sol, hay documentos que registraron aquella
confusión de fechas y celebraciones, pero la gran beneficiada fue la Iglesia
Cristiana, que pudo hacerse con más adeptos a medida que fortalecía su poder
político.
Hasta
el mismo San Agustín le recordaba a los cristianos continuamente, quien era el
que nacía el 25 de diciembre, algo parecido sucedió con la fecha asignada a la
muerte de Cristo, pero esa es otra historia. -
saulgodoy@gmail.com
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