Nadie nos preparó para un evento tan catastrófico como el chavismo, ningún venezolano, excepto, quizás, el pensador Carlos Rangel pudo prever lo que se nos venía encima, ser traicionados desde nuestro propia institución militar, que entre otras muchas cosas, es una institución que representaba uno de los pilares del concepto de patria, fue un golpe contundente a nuestra integridad como nación y como pueblo.
El
país no tenía ni la experiencia ni los anticuerpos para luchar en contra de
esta perversidad comunicacional e ideológica que nos transformó de un país
democrático, ordenado y con futuro, en una tierra de piratas.
Venezuela,
en manos del Comandante Chávez quedó convertida en una busaca de dinero para
financiar la revolución continental de los hermanos castro, no había una ética…
perdón, en algún momento la hubo, durante los años de democracia que
antecedieron al chavismo, personificada por venezolanos que les importaba su
país, sus familias y su honor, pero que en el transcurso de una política que
perdió su norte y cultivaba veleidades y personalismos, flaqueó en el momento
que más fortaleza requeríamos.
Aunemos
a esto la retirada acomodaticia de una élite que no quiso asumir sus
compromisos del momento, el resultado fue una Venezuela desmoralizada,
hambrienta de cambios que sucumbió a los llamados de un falso profeta.
Luego
de largos 17 años de dictadura entre Chávez y Maduro, el precio que hemos
pagado, tanto en vidas como en oportunidades desperdiciadas, por salir de éste
régimen es demasiado alto, la clase política que lidera la oposición
venezolana, con muchas afinidades con el régimen, con un respeto patológico por
la ley y las formas, con un ansia de protagonismo y de poder que no ocultan,
escogió el camino más largo para llegar al poder, el camino electoral.
Implícito
en esta decisión de no confrontar abiertamente al régimen, excluyendo los
recursos de la violencia y reconociendo al gobierno de Maduro como legítimo
(única manera de llevar la confrontación a una lucha de poderes públicos, que
es la fase donde nos encontramos) la llamada MUD apuesta a vencer por cansancio
a los fascistas y criminales alojados en el poder.
La
victoria que obtuvo la oposición en las pasadas elecciones, gracias a la
participación del pueblo en contra del gobierno de Maduro y que resultó en una
representación mayoritaria de la oposición en el poder legislativo, a parte de
los discursos y muestras mediáticas de superioridad moral, no ha tenido ningún
resultado práctico hasta el momento.
Nuestros
presos políticos siguen presos, la economía sigue en picada, hay más represión,
más censura, sigue la corrupción como si nada, no hay justicia, la crisis de
salud, alimentaria y de seguridad aumenta cada día, lo único que hemos obtenido
como resultado de aquella victoria del pasado diciembre, es una colección de
leyes que para el gobierno no tienen ningún valor ya que no hay manera de
ejecutar su cumplimiento.
Ya
hemos perdido tres valiosos meses y todavía la MUD y el parlamento no se
radicalizan, no han hecho el llamado ni se han preparado para volver a tomar la
calle, para activar a una sociedad que espera por un liderazgo combativo, mucho
más asertivo en la resistencia, la gente está esperando las órdenes para
trancar el aparato estatal, la economía toda, para tomar los espacios públicos
y no retornar a sus hogares hasta que haya una solución nacional a nuestros
problemas.
Muy
por el contrario lo que le han dado tiempo al gobierno para recomponerse, para
movilizar a su componente militar, para que los cubanos tengan más injerencias
en las decisiones de estado, para masacrar al pueblo para meterle miedo, para
eliminar medios de comunicación, para que se sigan yendo los venezolanos que ya
no aguantan la mecha, han posicionado a sus organizaciones y jefes políticos
para que administren la escasez como forma de control social, por si no se han
dado cuenta, en el país están mal comiendo solo los adeptos al chavismo, el
resto se encuentra pasando hambre, el gobierno de Maduro está jugando a un
colapso de los principales servicios públicos, principalmente el agua y la
electricidad para reinar en el caos.
Y
mientras todo esto sucede, esa mayoría que apoyó a los candidatos de la MUD
percibe que algo no funciona, el pueblo se encuentra revisando su decisión de
otorgarle la voluntad popular a unos representantes que no quieren o no pueden
cumplir con el mandato, los partidos políticos que hacen vida en el parlamento
se niegan a revisar su estrategia, que para estas bandas de criminales que
tenemos en el gobierno, es simplemente cuestión de quien tiene el poder de
fuego de su lado.
Esa
es una realidad que muchos políticos de la oposición no quieren ni siquiera
pensar, y hacen muy mal en esconder sus cabezas en la arena, porque mientras
ellos juegan al juego democrático que no existe en el país, Maduro, un
extranjero, un agente cubano que tenemos en el gobierno, se los mea con placer.
El
pueblo no tiene muchas opciones, es más claro que el agua que el gobierno se
mueve en dirección a un gobierno dictatorial manejado por el poder ejecutivo,
las fuerzas militares y convalidado por el Tribunal Supremo de Justicia, a
medida que nuestros parlamentarios se anoten victorias pírricas y leguleyas,
con normativas que ni siquiera la Imprenta Nacional publica, el desconocimiento
de la voluntad popular se irá incrementando en el seno del gobierno de Maduro y
lo más probable, es que ni siquiera hayan más elecciones.
¿Hasta
cuando la MUD se convertirá en un obstáculo en la solución de nuestros ingentes
problemas? ¿Seguirá el parlamento jugando a que está haciendo su trabajo,
cuando la realidad es que se equivocó de plan?
Ya se
escuchan las postulaciones de candidatos de la oposición para las nuevas
elecciones, las maquinarias de los partidos se mueven hacia una nueva campaña
electoral sin haber resuelto nuestro principal problema, el de nuestra propia
sobrevivencia.
El
momento de la confrontación es inevitable, en vez de hacerlo con inteligencia,
con dirección, con sentido de país, los partidos políticos están inmovilizados
ante la idea, que la única vía que resta, es un llamado de desobediencia
general, salir a la calle y no regresar a nuestras casas hasta haber cambiado
el régimen, dejárselo a las circunstancias, permitir que sean las leyes del
caos las que determinen nuestro avatar, es un crimen. -
saulgodoy@gmail.com
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