Este fin de semana hice dos lecturas que se conectaron en mi mente aunque en realidad esa no era la intención. La primera fue el excelente ensayo de Carlos Rangel, Marx y los socialismos reales (1980), que fue el prólogo a una edición del Manifiesto Comunista, publicada por el Ateneo de Caracas.
La
otra fue una entrevista que le hizo Bill Moyers al sociólogo de la Universidad
de Boston, Peter Berger, un estudioso de la modernización y el desarrollo del
sureste asiático.
El pensador venezolano Carlos Rangel |
Carlos
Rangel con su agudo sentido crítico explora las contradicciones del marxismo
destacando en primer lugar, el fenómeno que para ser marxista, no hace falta
haber leído nada de la teoría de esa ideología, de hecho, la mayoría de la
gente que se dice marxista nunca a leído El
Capital, ni La ideología Alemana,
ni el Manifiesto Comunista, ni Contribución a la Crítica Económica
Política ni ninguna otra obra del acervo doctrinario marxista.
Basta
con comulgar (y en esto concuerdo con Rangel, la mayoría de los comunistas
hacen del marxismo una religión de estado y le profesan culto) con una serie de
ideas generales, resumidas, muy simples y todas equivocadas, que Rangel
califica como “la almendra” del marxismo y son:
1- La doctrina afirma que hubo un
comunismo originario primitivo y que la gente que lo practicaba era feliz,
hasta el día que alguien introdujo la propiedad privada, y empezaron los
problemas (no hay evidencia de que esta tesis fuera verdad).
2- Que la abolición de la propiedad
privada automáticamente le devuelve la armonía a la sociedad (lo que sí existe
es una enorme cantidad de pruebas de todo lo contrario)
3- Que cada época histórica ha
estado marcada por una lucha de clases y que los cambios sociales y políticos
son motivados por ésta (interesante opinión, pero se trata de un argumento muy
básico e incompleto)
4- Que la historia humana depende
del modo de producción e intercambio de bienes que se practique en cada momento
y lugar, y que la política y la cultura son resultado de esta relación (de
nuevo, interesante opinión, pero compite con otros argumentos igualmente
válidos y que expresan otras causales de los cambios sociales)
5- La clase oprimida y explotada, el
proletariado, por medio de una revolución, acabará con la clase opresora y
explotadora, la burguesía, para así emancipar a toda la sociedad. (todas las
revoluciones que se han dado prueban todo lo contrario)
6- El comunismo promete que
aboliendo la propiedad privada habrá una sociedad sin clases, igualitaria y con
abundancia de bienes materiales (la historia ha demostrado que esto es
completamente falso).
Actualmente
una de las revoluciones comunistas más antiguas del mundo, la de Cuba (cumple
70 años), ya debería haber alcanzado algunas de las metas que señala la
doctrina marxista, y ser lo más cercano a un paraíso en la tierra, pero es todo
lo contrario, Cuba es un país atrasado y muy pobre, gobernado por una tiranía
familiar por medio de un estado policial, y con un pueblo oprimido.
Pero
los ejemplos no se quedan en el Caribe, La gran Unión Soviética de principio
del siglo XX, se descalabró luego de uno de las más prolongadas tiranías de la
historia y que resultó en una enorme matanza de seres humanos, hoy busca, como
Rusia, un mejor destino dentro de las prácticas de un crudo capitalismo global.
China,
el otro gran ejemplo, decidió, luego de enormes desaciertos y cataclismos
sociales, reformarse y buscar en el capitalismo un futuro, igual le sucedió a
Camboya, Vietnam, todos los países de la Europa oriental, hasta la misma Cuba
anda buscando en el capitalismo un segundo aire ante el enorme fracaso del
marxismo.
Pocos
son los países empecinados en recorrer la ruta marxista y que inevitablemente
han caído en un totalitarismo estalinista como Corea del Norte y Venezuela,
siendo el caso más patético el de Venezuela ya que todos los líderes de la
llamada revolución bolivariana están señalados como corruptos, todos son
millonarios y sueñan con un retiro de oro en algún país capitalista, que les
permita la vida de burgueses a la que tanto combatieron, mientras esperan a que
esto suceda explotan, torturan y matan a sus conciudadanos.
Cuando
el marxismo se pone en práctica en una sociedad deviene en lo que se conoce
como un “socialismo real”, que no es otra cosa que un sistema de gobierno totalitario
que siempre terminan en genocidios, en regímenes de terror y violaciones
masivas de derechos humanos.
Todos
los socialismos reales, como es el caso de Cuba y Venezuela, terminan
arruinando a las economías de sus países y sumiendo al pueblo en el retraso más
absoluto.
Dice
Rangel: “El orden jurídico
correspondiente a la utopía marxista, en la medida en que tiene vigencia
efectiva, es, por antinatural, imposible de cumplir, de manera que todo el
mundo vive más o menos de subterfugios y pequeñas transgresiones. Y de todos modos, el Estado ejerce en la
práctica poderes discrecionales, ignora sus propias leyes y mantiene a sus
ciudadanos comunes en una situación de perenne culpabilidad potencial.”
Por
su parte, Peter Berger, nos habla de que es una creencia común pensar en el
capitalismo como un sistema económico ligado irremediablemente al
individualismo y al egoísmo, pero lo que ha probado el resurgimiento de Asia
como punta de lanza del capitalismo en esa región del mundo indica que el
capitalismo funciona en diversos ambientes.
En
culturas como la japonesa, la taiwanesa, la de Singapur, que son mucho más
comunitaristas, donde las metas están ligadas al bien común, a los grupos, a
una manera de pensar donde los valores religiosos del budismo, del confucionismo
están muy lejos de la búsqueda del éxito material, se han abierto a un sistema
de libre mercado y competencia, superando con creces el éxito de muchos países
occidentales.
Berger
alega que occidente siempre ha pensado de sí mismo como un enclave del
materialismo sin darse cuenta que Asia es mucho más materialista y dijo algo
que me llamó la atención: “[los
norteamericanos] somos muy sentimentales, es muy fácil llevarnos a la compasión
y a muchos de nuestros valores “blandos”, esto debido a nuestra influencia
judeo-cristiana. Pero trate usted de
recolectar dinero para cualquier propósito humanitario, digamos en Hong Kong, y
va a ser muy difícil”.
Pero
hay otro punto que resalta de los pueblos del este de Asia, son sociedades
autoritarias y el capitalismo aunque es una pieza fundamental para que una
democracia funcione, también actúa muy bien bajo auspicios autoritarios, lo
pudimos ver durante la restauración Meiji en Japón, que fue el comienzo del
capitalismo en ese país, lo mismo sucedió en Taiwan y en Corea del sur, en
todas estas sociedades el éxito del capitalismo también fue el que provocó
mayor participación democrática, a medida que hay más clase media, que se
activa la movilización social y cultural, se abren mayores posibilidades para
la política, está sucediendo hoy en China.
Lo
que Berger está viendo en Asia es que el capitalismo promueve más democracia
pero no así mayor individualismo, continúan las estrictas jerarquizaciones
sociales que identifican estas sociedades asiáticas, prevalecen los intereses
grupales y el comunitarismo no ha cedido a pesar del éxito económico.
Berger
hace una importante distinción entre una sociedad comunitarista y otra
colectivista, no son lo mismo, el colectivismo es propio de las ideologías
socialistas, que hacen uso los grandes números, las masas anónimas, las clases
sociales in toto, para planificar su
economía centralizada o para justificar sus programas sociales, el
comunitarismo, al contrario, es una organización a escala humana, donde todos
se conocen y los intereses son comunes, hay una cultura económica donde
sobresale una ética de trabajo, de ahorro, de planificación para el bien común,
de mejora de la calidad de vida del grupo, cuando afrontan el éxito es de
todos, cuando manejan una crisis es de todos, lo contrario a occidente donde
prevalece el interés individual y aparentemente es un, sálvese quien pueda.
El
capitalismo a calzado muy bien en la cultura asiática, pareciera que lo
hubieran estado esperando, Berger relata un episodio que me hizo gracia y lo
reproduzco tal cual lo expresó en la entrevista con Moyer: “El año pasado estaba en Singapur, durante el Festival Chino del
Fantasma Hambriento. Un fantasma hambriento es alguien quien muere sin hijos,
sin familia para que le hagan los sacrificios necesarios, y quien por lo tanto
no es alimentado en el otro mundo por lo que regresa a éste y hace
maldades. En el Festival del Fantasma
Hambriento, la comunidad alimenta al fantasma hambriento para que se vaya y no
cause problemas. Bien, estaba cenando
con algunos amigos. Cuando volví al
hotel había una pequeña tienda a un lado.
La asociación de empleados del hotel tenía un pequeño altar para el
fantasma hambriento. Adentro había un
chino vendiendo billetes de papel, que se quemaban para transferir los fondos
al otro mundo para el uso del fantasma hambriento. Pero donde el hombre se sentaba había un
documento donde entraba las cantidades exactas que cada persona le había dado
al fantasma hambriento, era la contabilidad para que el fantasma pudiera revisar
el balance a su nombre. Esa costumbre
folclórica, una creencia probablemente rural, era pragmatismo puro y una manera
muy capitalista de resolver asuntos en el otro mundo, lo que dice mucho de la
cultura económica de esa gente.” - saulgodoy@gmail.com
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