domingo, 3 de abril de 2016

Un solo camino, varias formas de andarlo


Este fin de semana hice dos lecturas que se conectaron en mi mente aunque en realidad esa no era la intención.  La primera fue el excelente ensayo de Carlos Rangel, Marx y los socialismos reales (1980), que fue el prólogo a una edición del Manifiesto Comunista, publicada por el Ateneo de Caracas.
La otra fue una entrevista que le hizo Bill Moyers al sociólogo de la Universidad de Boston, Peter Berger, un estudioso de la modernización y el desarrollo del sureste asiático.
El pensador venezolano Carlos Rangel
Carlos Rangel con su agudo sentido crítico explora las contradicciones del marxismo destacando en primer lugar, el fenómeno que para ser marxista, no hace falta haber leído nada de la teoría de esa ideología, de hecho, la mayoría de la gente que se dice marxista nunca a leído El Capital, ni La ideología Alemana, ni el Manifiesto Comunista, ni Contribución a la Crítica Económica Política ni ninguna otra obra del acervo doctrinario marxista.
Basta con comulgar (y en esto concuerdo con Rangel, la mayoría de los comunistas hacen del marxismo una religión de estado y le profesan culto) con una serie de ideas generales, resumidas, muy simples y todas equivocadas, que Rangel califica como “la almendra” del marxismo y son:
1-      La doctrina afirma que hubo un comunismo originario primitivo y que la gente que lo practicaba era feliz, hasta el día que alguien introdujo la propiedad privada, y empezaron los problemas (no hay evidencia de que esta tesis fuera verdad).
2-      Que la abolición de la propiedad privada automáticamente le devuelve la armonía a la sociedad (lo que sí existe es una enorme cantidad de pruebas de todo lo contrario)
3-      Que cada época histórica ha estado marcada por una lucha de clases y que los cambios sociales y políticos son motivados por ésta (interesante opinión, pero se trata de un argumento muy básico e incompleto)
4-      Que la historia humana depende del modo de producción e intercambio de bienes que se practique en cada momento y lugar, y que la política y la cultura son resultado de esta relación (de nuevo, interesante opinión, pero compite con otros argumentos igualmente válidos y que expresan otras causales de los cambios sociales)
5-      La clase oprimida y explotada, el proletariado, por medio de una revolución, acabará con la clase opresora y explotadora, la burguesía, para así emancipar a toda la sociedad. (todas las revoluciones que se han dado prueban todo lo contrario)
6-      El comunismo promete que aboliendo la propiedad privada habrá una sociedad sin clases, igualitaria y con abundancia de bienes materiales (la historia ha demostrado que esto es completamente falso).
Actualmente una de las revoluciones comunistas más antiguas del mundo, la de Cuba (cumple 70 años), ya debería haber alcanzado algunas de las metas que señala la doctrina marxista, y ser lo más cercano a un paraíso en la tierra, pero es todo lo contrario, Cuba es un país atrasado y muy pobre, gobernado por una tiranía familiar por medio de un estado policial, y con un pueblo oprimido.
Pero los ejemplos no se quedan en el Caribe, La gran Unión Soviética de principio del siglo XX, se descalabró luego de uno de las más prolongadas tiranías de la historia y que resultó en una enorme matanza de seres humanos, hoy busca, como Rusia, un mejor destino dentro de las prácticas de un crudo capitalismo global.
China, el otro gran ejemplo, decidió, luego de enormes desaciertos y cataclismos sociales, reformarse y buscar en el capitalismo un futuro, igual le sucedió a Camboya, Vietnam, todos los países de la Europa oriental, hasta la misma Cuba anda buscando en el capitalismo un segundo aire ante el enorme fracaso del marxismo.
Pocos son los países empecinados en recorrer la ruta marxista y que inevitablemente han caído en un totalitarismo estalinista como Corea del Norte y Venezuela, siendo el caso más patético el de Venezuela ya que todos los líderes de la llamada revolución bolivariana están señalados como corruptos, todos son millonarios y sueñan con un retiro de oro en algún país capitalista, que les permita la vida de burgueses a la que tanto combatieron, mientras esperan a que esto suceda explotan, torturan y matan a sus conciudadanos.
Cuando el marxismo se pone en práctica en una sociedad deviene en lo que se conoce como un “socialismo real”, que no es otra cosa que un sistema de gobierno totalitario que siempre terminan en genocidios, en regímenes de terror y violaciones masivas de derechos humanos.
Todos los socialismos reales, como es el caso de Cuba y Venezuela, terminan arruinando a las economías de sus países y sumiendo al pueblo en el retraso más absoluto.
Dice Rangel: “El orden jurídico correspondiente a la utopía marxista, en la medida en que tiene vigencia efectiva, es, por antinatural, imposible de cumplir, de manera que todo el mundo vive más o menos de subterfugios y pequeñas transgresiones.  Y de todos modos, el Estado ejerce en la práctica poderes discrecionales, ignora sus propias leyes y mantiene a sus ciudadanos comunes en una situación de perenne culpabilidad potencial.”
Por su parte, Peter Berger, nos habla de que es una creencia común pensar en el capitalismo como un sistema económico ligado irremediablemente al individualismo y al egoísmo, pero lo que ha probado el resurgimiento de Asia como punta de lanza del capitalismo en esa región del mundo indica que el capitalismo funciona en diversos ambientes.
En culturas como la japonesa, la taiwanesa, la de Singapur, que son mucho más comunitaristas, donde las metas están ligadas al bien común, a los grupos, a una manera de pensar donde los valores religiosos del budismo, del confucionismo están muy lejos de la búsqueda del éxito material, se han abierto a un sistema de libre mercado y competencia, superando con creces el éxito de muchos países occidentales.
Berger alega que occidente siempre ha pensado de sí mismo como un enclave del materialismo sin darse cuenta que Asia es mucho más materialista y dijo algo que me llamó la atención: “[los norteamericanos] somos muy sentimentales, es muy fácil llevarnos a la compasión y a muchos de nuestros valores “blandos”, esto debido a nuestra influencia judeo-cristiana.  Pero trate usted de recolectar dinero para cualquier propósito humanitario, digamos en Hong Kong, y va a ser muy difícil”.
Pero hay otro punto que resalta de los pueblos del este de Asia, son sociedades autoritarias y el capitalismo aunque es una pieza fundamental para que una democracia funcione, también actúa muy bien bajo auspicios autoritarios, lo pudimos ver durante la restauración Meiji en Japón, que fue el comienzo del capitalismo en ese país, lo mismo sucedió en Taiwan y en Corea del sur, en todas estas sociedades el éxito del capitalismo también fue el que provocó mayor participación democrática, a medida que hay más clase media, que se activa la movilización social y cultural, se abren mayores posibilidades para la política, está sucediendo hoy en China.
Lo que Berger está viendo en Asia es que el capitalismo promueve más democracia pero no así mayor individualismo, continúan las estrictas jerarquizaciones sociales que identifican estas sociedades asiáticas, prevalecen los intereses grupales y el comunitarismo no ha cedido a pesar del éxito económico.
Berger hace una importante distinción entre una sociedad comunitarista y otra colectivista, no son lo mismo, el colectivismo es propio de las ideologías socialistas, que hacen uso los grandes números, las masas anónimas, las clases sociales in toto, para planificar su economía centralizada o para justificar sus programas sociales, el comunitarismo, al contrario, es una organización a escala humana, donde todos se conocen y los intereses son comunes, hay una cultura económica donde sobresale una ética de trabajo, de ahorro, de planificación para el bien común, de mejora de la calidad de vida del grupo, cuando afrontan el éxito es de todos, cuando manejan una crisis es de todos, lo contrario a occidente donde prevalece el interés individual y aparentemente es un, sálvese quien pueda.
El capitalismo a calzado muy bien en la cultura asiática, pareciera que lo hubieran estado esperando, Berger relata un episodio que me hizo gracia y lo reproduzco tal cual lo expresó en la entrevista con Moyer: “El año pasado estaba en Singapur, durante el Festival Chino del Fantasma Hambriento. Un fantasma hambriento es alguien quien muere sin hijos, sin familia para que le hagan los sacrificios necesarios, y quien por lo tanto no es alimentado en el otro mundo por lo que regresa a éste y hace maldades.  En el Festival del Fantasma Hambriento, la comunidad alimenta al fantasma hambriento para que se vaya y no cause problemas.  Bien, estaba cenando con algunos amigos.  Cuando volví al hotel había una pequeña tienda a un lado.  La asociación de empleados del hotel tenía un pequeño altar para el fantasma hambriento.  Adentro había un chino vendiendo billetes de papel, que se quemaban para transferir los fondos al otro mundo para el uso del fantasma hambriento.  Pero donde el hombre se sentaba había un documento donde entraba las cantidades exactas que cada persona le había dado al fantasma hambriento, era la contabilidad para que el fantasma pudiera revisar el balance a su nombre.  Esa costumbre folclórica, una creencia probablemente rural, era pragmatismo puro y una manera muy capitalista de resolver asuntos en el otro mundo, lo que dice mucho de la cultura económica de esa gente.”  -    saulgodoy@gmail.com









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