sábado, 28 de mayo de 2016

Las promesas del socialismo


El socialismo, como todos sabemos es una doctrina política que nace en el siglo XIX como una crítica al capitalismo, el socialismo emplazaba al capitalismo debido a la lógica de la explotación competitiva que supuestamente lo motivaba y que eventualmente provocaría su colapso.
El socialismo- decían- es la forma de producción más humana y justa, las formas comunales, que tienen como interés principal las necesidades colectivas, era económicamente más efectiva y de mejor calidad que la capitalista.
No contentos con esto, argumentaban que moralmente, el capitalismo era diabólico porque premiaba las motivaciones del interés propio y que esa competencia capitalista lo que producía era explotación y alienación, en cambio, el socialismo era moralmente correcto, ya que se basaba en el sacrificio voluntario individual y en compartir con la comunidad.
A primera vista suena todo muy bonito pero tales asunciones se basaban en varios errores de percepción, el primero presuponía que el capitalismo era un modelo económico estático, incapaz de evolucionar mas allá de satisfacer el interés personal, el segundo error era mucho más problemático ya que asumía que la naturaleza humana era por naturaleza colectivista, que el egoísmo y el interés personal podían ser sacados de la ecuación social como cuando uno espanta una mosca.
Los marxista tenían una fe ciega en que las contradicciones internas del capitalismo llevarían a la sociedad a un inevitable conflicto de clases, que la disposición de la lógica capitalista era hacer de un reducido grupo una clase de super ricos, y convertir a la gran mayoría en un proletariado explotado y viviendo en la miseria.
Estas contradicciones internas del capitalismo lo llevarían irremediablemente a su disolución, ya que a medida que la explotación y la alienación se incrementara, el proletariado se daría cuenta de la opresión y vendría como consecuencia la revolución, de esta manera esperaron un buen rato y la revolución no aparecía, pasó todo el siglo XX, y a pesar de reiterados anuncios de la inminente revolución, esta nunca se daba por la sencilla razón, que el capitalismo jamás tomó la ruta que ellos se atrevieron a predecir.
Y como los socialistas se cansaron de esperar que el proletariado hiciera la esperada revolución decidieron entonces provocarla, pensaron que ya que la masa, el pueblo, era incapaz de tomar la iniciativa debido principalmente a la alienación, entonces era deber de los líderes revolucionarios organizar a la gente con el fin de desbancar el orden establecido y liberar a sus camaradas de las cadenas del capitalismo.
Lo que lograron fue una cadena de movimientos subversivos y conflictos de clase que triunfaron en sociedades agrícolas y atrasadas, no en la sociedades industrializadas que Marx había visionado como las más maduras para la revolución proletaria, de esta manera los partidos socialistas se hicieron con el poder por medio de medios violentos para instaurar la ideología perfecta, explicada científicamente como históricamente necesarias.
Pero el resultado fue el fracaso tras fracaso de las economías socialistas, las revoluciones que triunfaron por medio de las armas y los golpes de estado, impusieron gobiernos socialistas que al contrario de sus bellas expectativas, lo que trajeron fue hambrunas, muerte, ruina y un sistema económico esclavista a punta de bayonetas.
Todos esos gobiernos socialistas vendieron la idea de que para alcanzar la igualdad social había que sacrificar la libertad individual, para hacer una Gran Patria Socialista todos los ciudadanos debían trabajar por hacer del estado la gran locomotora que arrastrara al país en su cruzada por el progreso, es decir, que el estado se convirtiera en el gran árbitro no solo de los asuntos económicos, militares, educativos, políticos sino había que permitir que se involucrara en la vida ordinaria de las personas, en lo que vestían, como comían, donde vivían y hasta el tipo de familia que podían tener, a eso se le llamó el Plan de la Patria, elaborado por la burocracia estatal para el bien común, para llegar a ser un gran país potencia.
Las tres predicciones clásicas del socialismo marxista fueron: 1- A medida que el capitalismo avance la gente se irá empobreciendo y el proletariado crecerá, a medida que la competencia capitalista avance, más y más gente tendrá que vender su trabajo, pero a medida que se incremente la oferta de trabajo los sueldos se reducirán.  2- Predijeron que la clase media se reduciría a un porcentaje muy pequeño de la población general, víctimas de la competencia salvaje.  3- Se atrevieron a predecir que el pequeño grupo de capitalistas que quedaría como dueños de la economía se canibalizarían entre sí, resultando en solo una muy reducida élite capitalista dueña de todo.
Todo lo contrario, el capitalismo ha traído una prosperidad y mejores condiciones de vida a la mayoría de las personas en el planeta, los dueños de las grandes empresas del mundo son millones de personas, trabajadores muchos de ellos, que por medio de los fondos de pensiones han adquirido acciones de estas empresas globales, la investigación y el desarrollo que reciben fondos de inversionistas crean diariamente cientos de empresas de tecnología de punta muchas de las cuales serán las grandes empresas del futuro, los países que han quedado rezagados son fundamentalmente socialistas o dictaduras con ideologías socialistas.
El capitalismo ha sido eficaz en combatir la pobreza, su capacidad de adaptación ha probado que aún en las peores circunstancias puede producir riqueza, gracias al capitalismo la educación se ha convertido en un bien intangible altamente cotizado, ha aumentado la presencia de las clases medias en los países, ha mejorado las condiciones de la clase trabajadora, todo esto en medio de una renovación del espíritu democrático, de participación ciudadana y propiciando un régimen de libertades individuales.
El capitalismo, al contrario del socialismo, prefiere mil veces la paz a la guerra, ya que en tiempos de paz los emprendimientos y las inversiones rinden al máximo, los mercados se estabilizan y prosperan, el consumo se dispara a sus niveles óptimos, no así en la guerra donde se enfrenta la escasez, el temor a las inversiones, se detiene el ahorro y se distraen los esfuerzos en actividades improductivas, pero para los gobiernos socialistas, cada conflicto es una oportunidad de distraer la atención de sus súbditos de los problemas cotidianos que sufren, y de canalizar inversiones y poder para fortalecer sus cuadros políticos.
El socialismo confisca el presente de las personas con la promesa que en un futuro tendrá la felicidad, como no respetan la propiedad privada ni los emprendimientos individuales todo pasa a ser propiedad del estado, montan un enorme aparato de bienestar social, con una costosa e inepta burocracia que maltrata y castiga a sus usuarios, lo peor del esquema socialista es que para lograr sus fines debe controlar y vigilar a la población todo el tiempo, de allí la necesidad de un estado policial donde todos son sospechosos, es por ello que en socialismo es inevitable contar con un estado hipertrofiado.
El capitalismo al contrario, trabaja a la perfección con un estado mínimo, asumiendo el estado las funciones básicas de la sociedad como la administración de justicia, defensa, infraestructura y sanidad pública, dejando todas las demás responsabilidades en manos de entes privados y organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil, la sociedad organizada y conectada en red es por mucho, más eficiente que cualquier respuesta estatal.
En el capitalismo el estado depende para su subsistencia de las contribuciones de la sociedad civil, de los impuestos que se producen en la actividad económica, que sus ciudadanos en plena libertad de emprendimiento, generan de manera innovadora.
En el socialismo la sociedad queda a merced del estado quien es dueño de todo, es el único empleador y quien dirige la economía, es quien determina que producir y a qué precio, para ello se basa en una planificación centralizada desde donde se marcan las pautas para la industria y el comercio.
Los socialistas marxistas al caérseles todas sus predicciones y al no poder cumplir ninguna de sus promesas, lo que hacen es evadir cualquier responsabilidad, alegan que existen enemigos externos e internos que boicotean sus logros, que existen conspiraciones internacionales en su contra que impiden alcanzar sus metas, que la culpa la tiene el mismo pueblo proletario que no ha entendido su responsabilidad revolucionaria, no les importa mentir antes que aceptar que el modelo de desarrollo que proponen es inviable y un fracaso histórico.
Lo peor es que hay gente, que aún ante la evidencia del inmenso fiasco del socialismo, siguen insistiendo en la posibilidad que por esa vía, algún día, veremos el paraíso en la tierra.  –
saulgodoy@gmail.com







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