sábado, 22 de octubre de 2016

La Venezuela hípica



¿Qué hace el estado venezolano metido en la actividad hípica? Es un ejemplo de la omnipresencia del estado interventor y controlador en la vida del país, un craso error que lo que hace es distorsionar el desenvolvimiento de cualquier negocio en el país, y lo digo porque el hipismo entre sus muchas facetas, es también un negocio y muy importante.
Hay quienes opinan que después de la actividad petrolera las carreras de caballos es el negocio más grande del país, no sólo por la cantidad de dinero que mueven las apuestas sino por un complejo entramado de operarios, trabajadores, dependientes, prestadores de servicios, industrias e inversionistas que sostienen esta gigantesca actividad y cuyo desempeño afecta a cientos de miles de familias venezolanas.
Venezuela cuenta con una larga y muy bien documentada tradición hípica, he tenido la fortuna de tener amistades muy ligadas a la cría de caballos pura sangre, a los “stud” o equipos de carrera, que en términos de las competencias de autos fórmula 1, serían como las escuderías, he conocido entrenadores muy exitosos, jinetes campeones de fama internacional, familias de abolengo y de mucho dinero que tienen en sus cuadras de caballos motivos de orgullo y de contacto con esa enorme masa de pueblo, que en los días de carreras no se pierden la emoción de ver a sus ejemplares favoritos competir en las pistas.
Y están las apuestas, que es el aceite que mantiene lubricada todo ese inmenso andamiaje de deporte-espectáculo-industria y negocio, sin las apuestas dudo que hubiera carreras de caballos, y por ser precisamente la apuesta un juego de azar, el cual no puede ser determinado su resultado sino por las condiciones de la carrera y sus participantes, los primeros dueños de caballos de carrera hacían una cuestión de honor, mantener su palabra y pagar puntualmente sus apuestas, y por medio de esta confianza, y siguiendo el ejemplo de los propietarios de caballos, el pueblo se reunía en estas celebraciones y apostaban cada quien según sus posibilidades.
De allí que las carreras de caballos estuvieron siempre ligadas al compromiso de pagar las apuestas y a la transparencia en el juego, y fueron los propietarios los primeros interesados en mantener el juego limpio, que se ha logrado, a pesar de que el crimen organizado y la trampa siempre estuvo al acecho de la jugada.
No faltaban quienes dopaban un caballo, compraban la integridad de un jinete o hacían fraude con las apuestas, pero a pesar de todo, el juego se mantuvo y se mantiene limpio en los principales eventos hípicos del mundo, dependen de ello para que la gente tenga confianza y apueste.
En casi todo los países las carreras de caballos es un juego enteramente en manos privadas, en Europa, como fue una actividad que sólo los muy ricos podían desarrollar estuvo muy emparentada con la nobleza, lo que le daba ese lustre de glamour pero sobre todo de honorabilidad, el estado sólo participaba como árbitro cuando se presentaban desavenencias y lo hacía por lo general por medio de tribunales y fiscales.
En Venezuela tuvimos a un Presidente, José Antonio Páez, excelente jinete y mejor criador de caballos, el mismo montaba sus ejemplares en las carreras que se hacían en Caracas y Maracay durante su presidencia, las principales familias mantuanas siempre tuvieron una especial preferencia por estas justas que aprovechaban para exhibirse y compartir con amistades, y el pueblo llano aprovechaba para presenciar no sólo ver una buena carrera dominical, sino que hacían sus apuestas y mientras algunos perdían, otros ganaban.
Familias como los Frías, Otero Silva, Toledo, Carmona, entre otras muchas estuvieron ligadas a esta tradición como propietarios, donde el estado, desde el momento en que se ocupó de construir los hipódromos para hacer de las carreras de caballos un espectáculo público, se hizo parte de la actividad.
Fue así como premios importantes fueron creados para conmemorar fechas patrias, instituciones y hasta la misma Presidencia de la República tuvo su copa que era corrida con gran alborozo todos los años, no tardó mucho tiempo en que ejemplares del hipismo criollo se presentaran en carreras internacionales y nuestros más aguerridos jinetes tuvieran su oportunidad en lejanas pistas de carreras, Venezuela se convirtió en un punto de referencia para la hípica mundial dado que contaba con excelente hipódromos, buenos premios y mejor espectáculo.
Pero cuando el estado se envileció, el juego se hizo turbio y el crimen organizado tuvo la oportunidad de adueñarse de la apuesta.
El gobierno de Maduro, en su torcida moral socialista, considera al juego de azar como parte de ese opio capitalista que adormece las heroicas potencialidades del pueblo proletario, pero al mismo tiempo procura controlar y hacerse dueño del dinero de las apuestas, a sabiendas que se trata de un gran negocio, lo quiere todo para él, y de allí que por personas interpuestas a quienes les ha otorgado licencias y facilidades para acaparar todas las apuestas, ha hecho lo que muy bien sabe hacer, arruinar a la industria nacional.
Los llamados centros hípicos fueron monopolizados por un pequeño grupo de personas que están asociados a altos personeros del gobierno,  a través de una red nacional controlan las apuestas, tanto de las carreas nacionales como internacionales, chupándose todas las ganancias posibles, que sumado a la precaria situación económica que vive el país, ha hecho prácticamente imposible que las asociaciones de propietarios puedan subsistir.
La clara intención del gobierno por medio del INH, la Superintendencia Nacional de las Actividades Hípicas y del Ministerio del Deporte, es obligar a los propietarios a mantener el espectáculo, que costeen los enormes gastos de mantener la cría, las cuadras, el entrenamiento y las carreras para ellos, los funcionarios corruptos y las mafias, llenar sus bolsillos con los dineros de las apuestas, negándole premios atractivos, condiciones mínimas de operatividad y cargándolos con costos sociales producto de los aumentos salariales y seguridad social de una enorme planta de trabajadores.
Los costos de los alimentos y la atención médica de los animales se han disparado al cielo, el mantenimiento de las instalaciones de los hipódromos a decaído de manera abrupta haciendo mucho más difícil la actividad, las amenazas, sabotajes, muerte de ejemplares en sus cuadras, demandas y huelgas han sido las respuesta de las mafias que controlan las apuestas, tienen todo el espectáculo infiltrado y comprado, manejan las carreras a voluntad y el gobierno se hace el tullido, enseña los papeles de los aumentos de los premios a los propietarios, pero sus cuentas no les da ni a ellos.
La situación de la hípica nacional es grave, los tres hipódromos más importantes del país están de paro, requiere de adecentamiento y una reingeniería donde la salida del estado como factor perturbador es una necesidad, y es urgente una solución, los animales sufren con el paro, desarrollan graves trastornos médicos que los incapacitan para correr.
El espectáculo, bien administrado debería funcionar no sólo para mantener su plantilla de trabajadores y asociados, dar ganancias a las industrias y propietarios que dependen de la actividad, contribuir sustancialmente con el fisco nacional, sino para tener una labor social importante para el país, como antes lo tuvo.  -   saulgodoy@gmail.com





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