¿Qué
hace el estado venezolano metido en la actividad hípica? Es un ejemplo de la
omnipresencia del estado interventor y controlador en la vida del país, un
craso error que lo que hace es distorsionar el desenvolvimiento de cualquier
negocio en el país, y lo digo porque el hipismo entre sus muchas facetas, es
también un negocio y muy importante.
Hay
quienes opinan que después de la actividad petrolera las carreras de caballos
es el negocio más grande del país, no sólo por la cantidad de dinero que mueven
las apuestas sino por un complejo entramado de operarios, trabajadores,
dependientes, prestadores de servicios, industrias e inversionistas que
sostienen esta gigantesca actividad y cuyo desempeño afecta a cientos de miles
de familias venezolanas.
Venezuela
cuenta con una larga y muy bien documentada tradición hípica, he tenido la
fortuna de tener amistades muy ligadas a la cría de caballos pura sangre, a los
“stud” o equipos de carrera, que en términos de las competencias de autos
fórmula 1, serían como las escuderías, he conocido entrenadores muy exitosos,
jinetes campeones de fama internacional, familias de abolengo y de mucho dinero
que tienen en sus cuadras de caballos motivos de orgullo y de contacto con esa
enorme masa de pueblo, que en los días de carreras no se pierden la emoción de
ver a sus ejemplares favoritos competir en las pistas.
Y
están las apuestas, que es el aceite que mantiene lubricada todo ese inmenso
andamiaje de deporte-espectáculo-industria y negocio, sin las apuestas dudo que
hubiera carreras de caballos, y por ser precisamente la apuesta un juego de
azar, el cual no puede ser determinado su resultado sino por las condiciones de
la carrera y sus participantes, los primeros dueños de caballos de carrera
hacían una cuestión de honor, mantener su palabra y pagar puntualmente sus
apuestas, y por medio de esta confianza, y siguiendo el ejemplo de los
propietarios de caballos, el pueblo se reunía en estas celebraciones y
apostaban cada quien según sus posibilidades.
De
allí que las carreras de caballos estuvieron siempre ligadas al compromiso de
pagar las apuestas y a la transparencia en el juego, y fueron los propietarios
los primeros interesados en mantener el juego limpio, que se ha logrado, a
pesar de que el crimen organizado y la trampa siempre estuvo al acecho de la
jugada.
No
faltaban quienes dopaban un caballo, compraban la integridad de un jinete o
hacían fraude con las apuestas, pero a pesar de todo, el juego se mantuvo y se
mantiene limpio en los principales eventos hípicos del mundo, dependen de ello
para que la gente tenga confianza y apueste.
En
casi todo los países las carreras de caballos es un juego enteramente en manos
privadas, en Europa, como fue una actividad que sólo los muy ricos podían
desarrollar estuvo muy emparentada con la nobleza, lo que le daba ese lustre de
glamour pero sobre todo de
honorabilidad, el estado sólo participaba como árbitro cuando se presentaban
desavenencias y lo hacía por lo general por medio de tribunales y fiscales.
En
Venezuela tuvimos a un Presidente, José Antonio Páez, excelente jinete y mejor
criador de caballos, el mismo montaba sus ejemplares en las carreras que se
hacían en Caracas y Maracay durante su presidencia, las principales familias mantuanas
siempre tuvieron una especial preferencia por estas justas que aprovechaban
para exhibirse y compartir con amistades, y el pueblo llano aprovechaba para
presenciar no sólo ver una buena carrera dominical, sino que hacían sus
apuestas y mientras algunos perdían, otros ganaban.
Familias
como los Frías, Otero Silva, Toledo, Carmona, entre otras muchas estuvieron
ligadas a esta tradición como propietarios, donde el estado, desde el momento
en que se ocupó de construir los hipódromos para hacer de las carreras de
caballos un espectáculo público, se hizo parte de la actividad.
Fue
así como premios importantes fueron creados para conmemorar fechas patrias,
instituciones y hasta la misma Presidencia de la República tuvo su copa que era
corrida con gran alborozo todos los años, no tardó mucho tiempo en que
ejemplares del hipismo criollo se presentaran en carreras internacionales y
nuestros más aguerridos jinetes tuvieran su oportunidad en lejanas pistas de
carreras, Venezuela se convirtió en un punto de referencia para la hípica
mundial dado que contaba con excelente hipódromos, buenos premios y mejor
espectáculo.
Pero
cuando el estado se envileció, el juego se hizo turbio y el crimen organizado
tuvo la oportunidad de adueñarse de la apuesta.
El
gobierno de Maduro, en su torcida moral socialista, considera al juego de azar
como parte de ese opio capitalista que adormece las heroicas potencialidades
del pueblo proletario, pero al mismo tiempo procura controlar y hacerse dueño del
dinero de las apuestas, a sabiendas que se trata de un gran negocio, lo quiere
todo para él, y de allí que por personas interpuestas a quienes les ha otorgado
licencias y facilidades para acaparar todas las apuestas, ha hecho lo que muy
bien sabe hacer, arruinar a la industria nacional.
Los
llamados centros hípicos fueron monopolizados por un pequeño grupo de personas
que están asociados a altos personeros del gobierno, a través de una red nacional controlan las
apuestas, tanto de las carreas nacionales como internacionales, chupándose
todas las ganancias posibles, que sumado a la precaria situación económica que
vive el país, ha hecho prácticamente imposible que las asociaciones de
propietarios puedan subsistir.
La
clara intención del gobierno por medio del INH, la Superintendencia Nacional de
las Actividades Hípicas y del Ministerio del Deporte, es obligar a los
propietarios a mantener el espectáculo, que costeen los enormes gastos de
mantener la cría, las cuadras, el entrenamiento y las carreras para ellos, los
funcionarios corruptos y las mafias, llenar sus bolsillos con los dineros de
las apuestas, negándole premios atractivos, condiciones mínimas de operatividad
y cargándolos con costos sociales producto de los aumentos salariales y
seguridad social de una enorme planta de trabajadores.
Los
costos de los alimentos y la atención médica de los animales se han disparado
al cielo, el mantenimiento de las instalaciones de los hipódromos a decaído de
manera abrupta haciendo mucho más difícil la actividad, las amenazas,
sabotajes, muerte de ejemplares en sus cuadras, demandas y huelgas han sido las
respuesta de las mafias que controlan las apuestas, tienen todo el espectáculo
infiltrado y comprado, manejan las carreras a voluntad y el gobierno se hace el
tullido, enseña los papeles de los aumentos de los premios a los propietarios,
pero sus cuentas no les da ni a ellos.
La
situación de la hípica nacional es grave, los tres hipódromos más importantes
del país están de paro, requiere de adecentamiento y una reingeniería donde la
salida del estado como factor perturbador es una necesidad, y es urgente una
solución, los animales sufren con el paro, desarrollan graves trastornos
médicos que los incapacitan para correr.
El
espectáculo, bien administrado debería funcionar no sólo para mantener su
plantilla de trabajadores y asociados, dar ganancias a las industrias y
propietarios que dependen de la actividad, contribuir sustancialmente con el
fisco nacional, sino para tener una labor social importante para el país, como
antes lo tuvo. - saulgodoy@gmail.com
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