¿Cuáles son las funciones de un estado medianamente exitoso? Según el politólogo Robert Rotberg (2010) en su estudio Cuando los estados fallan, para la Universidad de Princeton, la función primordial de un estado debería ser: “Proveer ese servicio político que es la seguridad, prevenir invasiones e infiltraciones extranjeras, la pérdida de territorio; eliminar amenazas sobre el orden nacional y la estructura social; prevenir el crimen y todo peligro relacionado sobre la seguridad humana en el ámbito doméstico; y permitir que sus ciudadanos resuelvan sus diferencias con el estado y sus demás conciudadanos, sin que medie el recurso de las armas u otra forma de coerción.”
Bueno, ya sabemos que Venezuela se ha convertido en
uno de los países más violentos del mundo y donde la justicia institucional se
ha convertido en una burla a la dignidad humana, por ese lado creo que el
estado no existe.
Un estado que haya permitido que la inflación haya
escalado hasta el 1000%, cuya deuda internacional se ha convertido en un
peligro para el sistema financiero mundial, que sus fuentes crediticias se
hayan cerrado por mala paga, que haya arruinado a su principal industria
petrolera, que explote sus riquezas minerales sin ninguna responsabilidad sobre
su sistema ecológico.
Un país donde el agua que sirven a sus ciudadanos
está podrida y los enferma, que la luz va y viene dependiendo de las
condiciones climáticas, donde hay racionamiento eléctrico que impide que el aparato
productivo funcione, donde los empresarios temen porque en cualquier momento
les confisquen sus medios de producción, donde el gobierno les dice que tienen
que producir, cuando, como, a qué precio y en qué mercados, es simplemente una
economía intervenida.
Pero lo que más pesa en la ecuación de un estado
fallido es cuando un estado no puede garantizar la seguridad alimentaria de su
población.
Para el internacionalista alemán Erich Weede del
Instituto Liberal de la Fundación Frederich Naumann de Potsdam, el estado para
hacer poder manejar medianamente un país debe: “Contar con una eficaz y razonablemente honesta administración pública,
principalmente tribunales y policías, sin esto, la ley y el orden es imposible.
En esencia, un estado fallido se refiere a la ausencia del monopolio legítimo
de la violencia, donde facciones en guerra se enfrentan entre ellas y en contra
de quienes se dicen gobierno, sin que sean capaces de ejercerlo. Paralelamente,
y en algunos casos, es determinante para fracasar como estado, que sea incapaz
de levantar el ingreso familiar de niveles de subsistencia, que no pueda frenar
los altos niveles de mortalidad infantil, que se cierre al comercio exterior y
que impida la democracia.”
De nuevo, bajo este criterio, no hay estado en Venezuela,
más bien pareciera que una banda criminal ha tomado por asalto el gobierno y
ejerce una suerte de tutelaje tribal, que por la fuerza de las armas y la
violencia reprime cualquier oposición y tiene a sus habitantes extorcionados
con el suministro de alimentos.
Si un gobierno
no puede ni siquiera garantizar el respeto de la comunidad internacional ¿Para
qué sirve entonces? El gobierno chavista de Maduro lo que le está haciendo es
un terrible daño al país y sus habitantes, lo peor, no hace nada por evitarlo
pero sí todo por profundizar la crisis; el deterioro de la calidad de vida y
los niveles de inasistencia en cuanto las necesidades de la gente lo hacen ver
como un invitado de piedra, mira para el otro lado.
El gobierno chavista lo que hace es generar gastos,
no produce, no es eficiente con el gasto público, se ofenden si se les exige
algún tipo de rendición de cuentas, porque gobiernan para explotar como
esclavos a la población, obligándolos a pagar impuestos para financiar un
estado represivo y policial que solo busca oprimir, porque vive del engaño y la
trampa.
¿A quién beneficia que el chavismo siga en el poder?
¿A los hermanos Castro en Cuba? ¿Al socialismo internacional? ¿A tres o cuatro
familias que viven en un sultanato? Porque una cosa es segura, no beneficia a
los venezolanos.
Un presidente como Nicolás Maduro que vive
amenazando a la población con promesas de violencia, con el uso de las ramas en
su contra, que exige a los demás funcionarios del estado y representantes
populares a que violen la ley, que se encuentra indiciado en sospechas de estar
asociado con el narcotráfico, que evidentemente se comporta como un agente de
los intereses cubanos en nuestro país, que es un extranjero indocumentado, que
utiliza documentos de identidad forjados, que ha abolido la Constitución, que
ya no respeta la soberanía de la voluntad popular, es sin otra consideración,
un dictador.
Porque es por medio de una dictadura la única manera
posible de sostener un estado fallido con todas las características del
gobierno de Maduro, la cantidad de presos políticos, las torturas que
administra en las cárceles, incluso permitiendo las prácticas de canibalismo
entre los presos ya que el estado no asigna presupuesto para la alimentación de
los detenidos, y cuando aprueban recursos, estos desaparecen debido a la
corrupción, estos y otros muchos horrores lo que hacen es reiterar las
condiciones inhumanas que genera este desgobierno.
Desde 1994 se vienen produciendo en el seno de la
ONU las discusiones sobre lo que se ha denominado Seguridad Humana dentro del
Reporte de Desarrollo Humano Global, se ha distinguido una diferencia entre
seguridad territorial y seguridad humana, y dentro de esta última se empieza a
exigir a los países una especial atención a dos derechos humanos de novísima
factura, “la libertad al miedo” y “la libertad a las necesidades”.
Ningún ser humano debería vivir temiéndole al miedo,
cualesquiera pudieran ser sus causas, o en constante preocupación por
satisfacer sus necesidades básicas, un estado debería poder proveer las
condiciones mínimas a sus ciudadanos y liberarlos de estas preocupaciones para
que puedan ser sujetos útiles, funcionales y colaboradores en el desarrollo de
sus naciones.
En 1994 el Reporte de Desarrollo Humano, amplió a
siete las dimensiones para que exista Seguridad Humana en un país y son:
Seguridad económica, de salud, personal, política, de alimentación, del
ambiente y para la comunidad.
Ninguna de estas seguridades puede ser garantizadas
en ningún grado por el actual estado venezolano, todos nosotros nos levantamos
cada día prácticamente por nuestra cuenta, desprovistos de toda seguridad y
víctimas de cualquier miedo o carencia, de esta manera es imposible mantener
unida a una nación y la enorme migración que se está produciendo de la
población hacia otros países, es una señal más de que estamos ante un estado
fallido.
Lo peor de nuestra situación es que las personas que
nos gobiernan no quieren desalojar el poder por su propia voluntad, bajo la
excusa de que ganaron una elección y que ahora es “su turno” de gobernarnos,
como si nosotros, el pueblo de Venezuela fuéramos algún tipo de premio que se
sacaron en una caja de jabón; lo están haciendo muy mal, nos están haciendo
daño y todavía quieren imponernos el calamitoso estilo de vida que ellos
suponen nos merecemos.
Todavía no se han dado cuenta que su fracaso como
gobernantes es tal que, ni siquiera ellos, con su estilo de vida rodeados de
lujos, privilegios y guardaespaldas, pueden vivir en medio de tanta
inseguridad, que los mismos militares, con su autoridad y sus armas, son
víctimas igual que uno de la violencia desatada por todos los miedos que
recorren nuestro pobra país.
Esta situación la han mantenido gracias a un enorme
gasto en propaganda y en la terrible hegemonía comunicacional que todavía
tienen, tratando de hacerle ver a sus seguidores un espejismo, otro país
distinto al que vivimos, la utopía chavista que solo existe en sus mentes
enfermas.
El gobierno de Maduro se cae a pedazos alimentado
por la corrupción, la inmoralidad, la ineficiencia y el miedo, el país se dirige sin frenos al desastre y la gente
todavía no reacciona, pareciera que ha perdido su sentido de auto conservación,
mientras esto sucede, tenemos a una Mesa de la Unidad cantando como si fuera un
desquiciado Nerón mientras Roma se incendia, loas al pacifismo que no sirve
para nada, loas a la democracia que perdimos hace ya mucho tiempo, loas a lo
electoral que es hoy una entelequia, loas a la constitución pisoteada por unos
magistrados borrachos de pánico.
Ante un estado fallido, todo vale. -
saulgodoy@gmail.com
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