Como ya ustedes saben, tengo una afición por las teorías conspirativas, las colecciono y estudio, me recreo en desmontarlas y descubrir que es lo que las hace funcionar, creo que son unas maravillosas formas de ficción y para quienes gustamos de los estudios religiosos y mitológicos, una rica veta de donde aprender sobre las motivaciones y debilidades humanas.
Son
narrativas construidas con mucha imaginación respetando ciertos parámetros de
verisimilitud, utilizando construcciones lógicas y asimilándolas a situaciones
reales como explicaciones plausibles, de modo que, si no fuera por una alta
dosis de paranoia que las acompañan, y de algunas conexiones que se hacen de
carácter extremo y sin evidencias reales, pudieran pasar como razonamientos,
que perfectamente dan respuestas a muchas interrogantes.
Hay
teorías conspirativas de todo tipo, me gustan las que tienen que ver con
intervenciones extraterrestres como los testimonios del oficial de la Marina de
los EEUU William Cooper, o los libros de Stan Deyo, o el clásico Majestic de Whitley Strieber, o con
poderosos intereses financieros, como los altamente paranoicos libros del
ex-agente ruso Daniel Stulin sobre el poderoso y exclusivo Club Bilderberg, o
esas agrupaciones militares y políticas que hacen desencadenar crisis a lo
largo y ancho del mundo como la siniestra DARPA (Agencia de Proyectos para la
Investigación Avanzada de la Defensa) o la vigilante Agencia Nacional de
Reconocimiento (NRO) ambas al servicio de los militares norteamericanos , o
esas sociedades secretas y sectas que se la pasan complotando en contra del
orden mundial para crear conflictos y desestabilización, como los Iluminati o la Comisión Trilateral o el
Fondo Monetario Internacional, con secretos e informaciones que pudieran
cambiarla historia de la humanidad, con descubrimientos e ideas peligrosas que
pueden destruir el mundo.
De
las muchas cosas que ocurren con estas teorías conspirativas, es que una buena
parte de ellas fueron creadas y financiadas por organismos de inteligencia de
algunos estados, para despistar y crear falsos escenarios, con toda la
intención de ocultar las verdaderas situaciones y sus operadores, son parte de
una campaña de desinformación, de lo que llaman Guerra Psicológica, que es
comúnmente utilizada para desacreditar a posibles informantes de valía, desviar la atención sobre situaciones
comprometedoras o para despistar.
Igualmente,
las productoras de cine y televisión saben lo provechosas que son las películas
y series sobre el tema que casi siempre terminan en grandes éxitos de taquilla
y de audiencia, alimentar esa vena paranoica que todos tenemos se ha convertido
en un gran negocio y si no lo creen, vean la proliferación de cultos y sectas que
hay en el mundo.
Tal
como lo explican Michael Shermer y Pat Lince en su artículo Teorías Conspirativas las mismas son: “… puntos que se conectan sobre eventos
aleatorios en patrones con significado y entonces se le asigna una ejecución
intencional. Tiene como añadido una tendencia interesada en encontrar evidencia
confirmatoria que prueba lo que ya
nosotros creemos es un hecho.”
Los
psicólogos de la Universidad de Kent en Inglaterra, los Doctores Michael J.
Woods, Karen M. Douglas y Robbie M. Sutton en sus investigaciones sobre teoría
conspirativas explican: “Son tramas que
se le atribuyen a poderosas organizaciones o personas que trabajan en secreto
para lograr ciertos fines (usualmente siniestros) resistentes a cualquier
falsificación y que en cada nueva capa conspirativa se le añaden nuevas e
incómodas evidencias, que hace pensar se trata de una masiva conspiración
ejecutada en el más absoluto y perfecto secreto y que de alguna manera pudieran
estar conectadas en un sistema de creencias conspirativas de mayor alcance.”
Teoría
conspirativas hay para escoger, de las más populares se encuentran: El
asesinato del presidente Kennedy en Dallas, la muerte de la Princesa Diana en
manos del MI6, la puesta en escena del aterrizaje de la misión Apolo en la
Luna, el derribamiento de las torres gemelas del World Trade Center en New
York, la aparición del SIDA, la conspiración que existe detrás del cambio
climático y un largo etc. Todas se desprenden de situaciones que tienen
demasiadas explicaciones o que no tienen ninguna.
Hace
muy poco tomé un taxi para que me llevara en Caracas a una cita, hablando con
el chofer caímos en el tema de que en esos días la Luna se vería más grande
debido a su cercanía con la Tierra, y que ese fenómeno de una Luna grande, sería
usado por los brujos en sus rituales, el chofer ajustó el espejo retrovisor
para verme y simplemente me dijo: - El mal existe… hay que andar con cuidado.
Aquella
afirmación lapidaria de aquel hombre humilde, lo ubicó entre un enorme grupo de
personas que creen en el milenarismo, lo más seguro sin que ellos mismos lo
sepan. El milenarismo es la creencia que
el hombre se dirige hacia su transformación más profunda, hacia una perfección
que lo hará equipararse con Dios, pero para llegar allí tiene que pasar por
durísimas pruebas de fe y afrontar retos terribles, el milenarista cree que la
historia está controlada por fuerzas masivas del mal, por fuerzas demoníacas,
creencias estas que se activan por un cambio de época (fin del siglo XX y
comienzo del siglo XXI, fin del segundo milenio), por unos acontecimientos
extraordinarios como grandes cataclismos, guerras, acciones terroristas (el 11S
en New York), el triunfo de Chávez en Venezuela y el de Trump en los EEUU, por
ejemplo, eventos que parecen ser señales de enormes cambios en la humanidad.
En el
caso de Venezuela está sucediendo un fenómeno bastante interesante y digno de
estudio, el gobierno, encabezado por el jefe de estado, posesionados por una
ideología totalitaria, está ejerciendo desde hace casi 20 años una terrible
práctica de difusión masiva de teorías conspirativas a las que trata de darle
la consistencia de verdades.
Chávez
y Maduro se han encargado de introducir toda una serie de creencias sobre
conspiraciones imperialistas que incluyen magnicidios, guerras de tercera y
cuarta generación, tecnologías silenciosas y sigilosas para el espionaje,
inoculación de enfermedades mortales, asesinatos históricos tenidos en secreto,
nuevas técnicas de manipulación masiva de la opinión pública y otras siniestras
formas de intervención.
Pero
la más fantástica e irracional de todas estas conspiraciones, es la llamada
Guerra Económica, la excusa más descabellada y estúpida para remover la culpa
de la inoperancia y desaciertos de unos gobiernos socialistas, que lo que hacen
es arruinar sistemáticamente las economías de los países por medio de la
corrupción, el pillaje y la más nefasta ineptitud, la que es producida por la
ignorancia de cómo trabaja un sistema económico.
Con
la excusa de una guerra económica proveniente de las grandes potencias
mundiales, que se han confabulado en contra del país (su origen es cubano,
producto de lo que el gobierno de Fidel Castro ha llamado “el bloqueo” que
supuestamente es producto de las medidas de embargo de los EEUU en contra del régimen
comunista de la isla), impidiendo su acceso a fuentes de financiamiento, a los
mercados, a los canales de distribución de bienes y servicios, al libre acceso
al sistema bancario internacional, lo que tratan de ocultar es su propia
responsabilidad en la ruina del país.
Esta
tesis de la guerra económica ha tenido tanta difusión y ha sido incorporada
como política de estado, que ya existen algunos mandatarios regionales y
funcionarios extranjeros que se la creen como cierta, la intensidad de difusión
de la misma ha sido de tal calibre que no me cabe la menor duda que el mismo
Nicolás Maduro se la cree.
El
enfrentamiento entre el mal y el bien tienen una serie de explicaciones
universales que delimitan lo diabólico y extraño de la verdadera comunidad,
aquella conformada por hombres y mujeres, los justos, seres luminosos en plena
evolución espiritual, de allí que puedan diferenciarse claramente ciertos
principios que están presentes en toda teoría conspirativa y que fueron
estudiados por Michael Barkun en su extraordinario libro Una Cultura de Conspiración (Visiones apocalípticas en la América
Contemporánea), 2003, en su obra Barkun los explica: “Nada sucede por accidente, la conspiración implica un mundo basado en
intencionalidad, del cual los accidentes y la coincidencia han sido removidos.
Todo lo que ocurre es porque ha sido programado. En su versión más extrema, el
resultado es un mundo fantástico… mucho más coherente que la realidad misma.
Nada
es lo que parece. Las apariencias son engañosas,
la conspiración busca engañar en orden de ocultar identidades y actividades. De
modo que la apariencia de inocencia no es ninguna garantía que un individuo o
grupo sean benignos.
Todo
está conectado. Porque en las conspiraciones
mundiales no hay margen para los “accidentes”, los patrones pueden ser vistos
en todos lados, aunque ocultos a simple vista, por lo que el teórico de la
conspiración debe estar constantemente procesando encadenamientos y
correlaciones en orden de ir descubriendo un mapa de conexiones secretas.”
¿Recuerdan
ustedes el lema de la serie televisiva Los
Expedientes Secretos X? No confíes en
nadie, la gran proclama conspiracionista de quienes no quieren que
permanezcas ignorante sobre el hecho que los extraterrestres están entre
nosotros y que desde hace mucho tiempo vivimos en múltiples universos donde
todo es posible.
Una
palabra de advertencia, las teorías conspirativas son sumamente adictivas,
basta tener un poco de paranoia e incredulidad para engancharte en un proceso
que no tiene fin, y que si no se guardan las debidas distancias y precauciones,
pueden terminar en locura y hasta en crímenes horrendos. –
saulgodoy@gmail.com
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