viernes, 18 de noviembre de 2016

Teorías conspirativas, sus mecanismos


Como ya ustedes saben, tengo una afición por las teorías conspirativas, las colecciono y estudio, me recreo en desmontarlas y descubrir que es lo que las hace funcionar, creo que son unas maravillosas formas de ficción y para quienes gustamos de los estudios religiosos y mitológicos, una rica veta de donde aprender sobre las motivaciones y debilidades humanas.
Son narrativas construidas con mucha imaginación respetando ciertos parámetros de verisimilitud, utilizando construcciones lógicas y asimilándolas a situaciones reales como explicaciones plausibles, de modo que, si no fuera por una alta dosis de paranoia que las acompañan, y de algunas conexiones que se hacen de carácter extremo y sin evidencias reales, pudieran pasar como razonamientos, que perfectamente dan respuestas a muchas interrogantes.
Hay teorías conspirativas de todo tipo, me gustan las que tienen que ver con intervenciones extraterrestres como los testimonios del oficial de la Marina de los EEUU William Cooper, o los libros de Stan Deyo, o el clásico Majestic de Whitley Strieber, o con poderosos intereses financieros, como los altamente paranoicos libros del ex-agente ruso Daniel Stulin sobre el poderoso y exclusivo Club Bilderberg, o esas agrupaciones militares y políticas que hacen desencadenar crisis a lo largo y ancho del mundo como la siniestra DARPA (Agencia de Proyectos para la Investigación Avanzada de la Defensa) o la vigilante Agencia Nacional de Reconocimiento (NRO) ambas al servicio de los militares norteamericanos , o esas sociedades secretas y sectas que se la pasan complotando en contra del orden mundial para crear conflictos y desestabilización, como los Iluminati o la Comisión Trilateral o el Fondo Monetario Internacional, con secretos e informaciones que pudieran cambiarla historia de la humanidad, con descubrimientos e ideas peligrosas que pueden destruir el mundo.
De las muchas cosas que ocurren con estas teorías conspirativas, es que una buena parte de ellas fueron creadas y financiadas por organismos de inteligencia de algunos estados, para despistar y crear falsos escenarios, con toda la intención de ocultar las verdaderas situaciones y sus operadores, son parte de una campaña de desinformación, de lo que llaman Guerra Psicológica, que es comúnmente utilizada para desacreditar a posibles informantes de valía,  desviar la atención sobre situaciones comprometedoras o para despistar.
Igualmente, las productoras de cine y televisión saben lo provechosas que son las películas y series sobre el tema que casi siempre terminan en grandes éxitos de taquilla y de audiencia, alimentar esa vena paranoica que todos tenemos se ha convertido en un gran negocio y si no lo creen, vean la proliferación de cultos y sectas que hay en el mundo.
Tal como lo explican Michael Shermer y Pat Lince en su artículo Teorías Conspirativas las mismas son: “… puntos que se conectan sobre eventos aleatorios en patrones con significado y entonces se le asigna una ejecución intencional. Tiene como añadido una tendencia interesada en encontrar evidencia confirmatoria que  prueba lo que ya nosotros creemos es un hecho.”
Los psicólogos de la Universidad de Kent en Inglaterra, los Doctores Michael J. Woods, Karen M. Douglas y Robbie M. Sutton en sus investigaciones sobre teoría conspirativas explican: “Son tramas que se le atribuyen a poderosas organizaciones o personas que trabajan en secreto para lograr ciertos fines (usualmente siniestros) resistentes a cualquier falsificación y que en cada nueva capa conspirativa se le añaden nuevas e incómodas evidencias, que hace pensar se trata de una masiva conspiración ejecutada en el más absoluto y perfecto secreto y que de alguna manera pudieran estar conectadas en un sistema de creencias conspirativas de mayor alcance.”
Teoría conspirativas hay para escoger, de las más populares se encuentran: El asesinato del presidente Kennedy en Dallas, la muerte de la Princesa Diana en manos del MI6, la puesta en escena del aterrizaje de la misión Apolo en la Luna, el derribamiento de las torres gemelas del World Trade Center en New York, la aparición del SIDA, la conspiración que existe detrás del cambio climático y un largo etc. Todas se desprenden de situaciones que tienen demasiadas explicaciones o que no tienen ninguna.
Hace muy poco tomé un taxi para que me llevara en Caracas a una cita, hablando con el chofer caímos en el tema de que en esos días la Luna se vería más grande debido a su cercanía con la Tierra, y que ese fenómeno de una Luna grande, sería usado por los brujos en sus rituales, el chofer ajustó el espejo retrovisor para verme y simplemente me dijo: - El mal existe… hay que andar con cuidado.
Aquella afirmación lapidaria de aquel hombre humilde, lo ubicó entre un enorme grupo de personas que creen en el milenarismo, lo más seguro sin que ellos mismos lo sepan.  El milenarismo es la creencia que el hombre se dirige hacia su transformación más profunda, hacia una perfección que lo hará equipararse con Dios, pero para llegar allí tiene que pasar por durísimas pruebas de fe y afrontar retos terribles, el milenarista cree que la historia está controlada por fuerzas masivas del mal, por fuerzas demoníacas, creencias estas que se activan por un cambio de época (fin del siglo XX y comienzo del siglo XXI, fin del segundo milenio), por unos acontecimientos extraordinarios como grandes cataclismos, guerras, acciones terroristas (el 11S en New York), el triunfo de Chávez en Venezuela y el de Trump en los EEUU, por ejemplo, eventos que parecen ser señales de enormes cambios en la humanidad.
En el caso de Venezuela está sucediendo un fenómeno bastante interesante y digno de estudio, el gobierno, encabezado por el jefe de estado, posesionados por una ideología totalitaria, está ejerciendo desde hace casi 20 años una terrible práctica de difusión masiva de teorías conspirativas a las que trata de darle la consistencia de verdades.
Chávez y Maduro se han encargado de introducir toda una serie de creencias sobre conspiraciones imperialistas que incluyen magnicidios, guerras de tercera y cuarta generación, tecnologías silenciosas y sigilosas para el espionaje, inoculación de enfermedades mortales, asesinatos históricos tenidos en secreto, nuevas técnicas de manipulación masiva de la opinión pública y otras siniestras formas de intervención.
Pero la más fantástica e irracional de todas estas conspiraciones, es la llamada Guerra Económica, la excusa más descabellada y estúpida para remover la culpa de la inoperancia y desaciertos de unos gobiernos socialistas, que lo que hacen es arruinar sistemáticamente las economías de los países por medio de la corrupción, el pillaje y la más nefasta ineptitud, la que es producida por la ignorancia de cómo trabaja un sistema económico.
Con la excusa de una guerra económica proveniente de las grandes potencias mundiales, que se han confabulado en contra del país (su origen es cubano, producto de lo que el gobierno de Fidel Castro ha llamado “el bloqueo” que supuestamente es producto de las medidas de embargo de los EEUU en contra del régimen comunista de la isla), impidiendo su acceso a fuentes de financiamiento, a los mercados, a los canales de distribución de bienes y servicios, al libre acceso al sistema bancario internacional, lo que tratan de ocultar es su propia responsabilidad en la ruina del país.
Esta tesis de la guerra económica ha tenido tanta difusión y ha sido incorporada como política de estado, que ya existen algunos mandatarios regionales y funcionarios extranjeros que se la creen como cierta, la intensidad de difusión de la misma ha sido de tal calibre que no me cabe la menor duda que el mismo Nicolás Maduro se la cree.
El enfrentamiento entre el mal y el bien tienen una serie de explicaciones universales que delimitan lo diabólico y extraño de la verdadera comunidad, aquella conformada por hombres y mujeres, los justos, seres luminosos en plena evolución espiritual, de allí que puedan diferenciarse claramente ciertos principios que están presentes en toda teoría conspirativa y que fueron estudiados por Michael Barkun en su extraordinario libro Una Cultura de Conspiración (Visiones apocalípticas en la América Contemporánea), 2003, en su obra Barkun los explica: “Nada sucede por accidente, la conspiración implica un mundo basado en intencionalidad, del cual los accidentes y la coincidencia han sido removidos. Todo lo que ocurre es porque ha sido programado. En su versión más extrema, el resultado es un mundo fantástico… mucho más coherente que la realidad misma.
Nada es lo que parece. Las apariencias son engañosas, la conspiración busca engañar en orden de ocultar identidades y actividades. De modo que la apariencia de inocencia no es ninguna garantía que un individuo o grupo sean benignos.
Todo está conectado. Porque en las conspiraciones mundiales no hay margen para los “accidentes”, los patrones pueden ser vistos en todos lados, aunque ocultos a simple vista, por lo que el teórico de la conspiración debe estar constantemente procesando encadenamientos y correlaciones en orden de ir descubriendo un mapa de conexiones secretas.”
¿Recuerdan ustedes el lema de la serie televisiva Los Expedientes Secretos X? No confíes en nadie, la gran proclama conspiracionista de quienes no quieren que permanezcas ignorante sobre el hecho que los extraterrestres están entre nosotros y que desde hace mucho tiempo vivimos en múltiples universos donde todo es posible.
Una palabra de advertencia, las teorías conspirativas son sumamente adictivas, basta tener un poco de paranoia e incredulidad para engancharte en un proceso que no tiene fin, y que si no se guardan las debidas distancias y precauciones, pueden terminar en locura y hasta en crímenes horrendos.  –
saulgodoy@gmail.com



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