lunes, 5 de diciembre de 2016

El asunto del petróleo



¿Qué es lo que se ha demostrado luego de casi un siglo en que el Estado ha sido administrador de la fabulosa riqueza petrolera venezolana? Una verdad que es difícil de esconder: El Estado Venezolano no ha podido administrar los recursos petroleros de una manera justa y razonable, menos aún eficiente, se trata de una incapacidad pública, manifiesta y espeluznantemente reiterativa.
¿Qué haría un gerente sensato, con dos dedos de frente, ante tamaño fracaso administrativo? Lo mínimo, señores y señoras, sería reconocer la situación, lo segundo, renunciar al cargo de administrador.
Ni siquiera en su mejor momento, cuando PDVSA estaba considerada como una de las empresas energéticas mejor gerenciadas y más importante del mundo, el Estado fue capaz de administrar adecuadamente esos recursos, perdón, y creo que la idea no era llenarnos la boca con decir que teníamos una empresa estatal de primera categoría, sino de mostrarle los resultados al pueblo de Venezuela, al verdadero dueño del petróleo, en términos de un mejor país, con un buen ambiente, con óptimos servicios de salud, trabajo para todos, prosperidad, educación y ese elusivo objetivo, felicidad.
Parte del problema claramente es el componente gerencial de la empresa estatal de petróleo, hay allí mucha gente capaz y altamente entrenada, o por lo menos la había.
El verdadero problema lo encontramos con el que se cree el dueño, con el Estado, y por carambola con el Jefe del Estado quien es el que realmente administra esos dineros como le da la gana.
Allí está el verdadero cáncer de nuestra economía, en un Estado absolutamente irresponsable (no hay manera de que rinda cuentas por sus malos manejos y erradas políticas,) que sufre de gigantismo, que se complace en permitir la corrupción, canibalizado obscenamente por una facción política, por intereses foráneos e instituciones que chupan los recursos como garrapatas, sin dar nada a cambio, su administración ha sido altamente ineficiente y pródiga, sumamente torpe y lenta en la toma de decisiones, dirigido o por personas muy ignorantes, o por personas en extremo cultas, ambas enfermas de la peor dolencia mental del mundo moderno: el socialismo.
Todas estas administraciones socialistas que hemos tenido la mala suerte de padecer, trabajaron y trabajan bajo unos estrambóticos supuestos que el derecho ha llamado “ficciones jurídicas”, la principal de ellas es que el petróleo es de todos los venezolanos, la segunda, que el Estado lo administra en nuestro nombre. Pero la realidad es que el Estado Venezolano se ha configurado como una especie de piñata, llena de dinero, y que cada cinco o seis años, se organizaba una fiesta para ver quien le da palos a la piñata, nuestros astutos políticos organizaron todo para que solo se invitara a los partidos políticos a la fiesta, y el pueblo, afuera, como mirones, viendo el festín que se había organizado en nombre de ellos.
Con cada elección se convocaba entonces a los más astutos, los más audaces, de vez en cuando a los más violentos, para que, como cofradía de piratas, se repartan el botín y se roben y malgasten ese dinero que supuestamente es de todos.
Los administradores del Estado, locos con el poder y la riqueza, con la mente turbia llena de consignas socialistas, gastan el dinero a manos llenas en empresas, proyectos y desarrollos que nada tienen que ver con el arte del buen y justo gobierno, detrás de esas misiones, de los programas sociales, de los subsidios lo que se oculta es la esclavitud, que la gente se olvide de sus capacidades productivas y creativas y pase a ser un dependiente, un parásito del estado.  
Distraídos en sus ocupaciones de magnates y líderes del tercer mundo, los políticos viajan, se reúnen en costosas cumbres, hacen fiestas y regalan nuestro petróleo, hacen todo menos gobernar el país, para colmo de males, el Jefe del Estado socialista venezolano, ha usado el petróleo como arma política, vapuleando pequeños países, sosteniendo a la dictadura más antigua y cruel de Latinoamérica, como es el caso de Cuba, comprando voluntades y apoyo en el sur, interviniendo groseramente en la vida interna de países hermanos como el caso de Bolivia, Ecuador, tratando de tumbar a los gobierno constitucionales de Colombia y Perú, amenazando irresponsablemente a un gigante como los Estados Unidos.
¿Qué podemos hacer entonces, nosotros, pobres y manipulados accionistas? Los verdaderos dueños del petróleo ante tanta ineptitud, nos han quebrado la empresa más importante del petróleo del país, PDVSA sostiene deudas impagables, nosotros los venezolanos de a pié estamos sosteniendo con nuestro trabajo a esos burócratas y políticos que medran de la industria, porque ellos ya no pueden.
Pues creo que debemos dejar de hacer el papel de tontos, debemos reunirnos en Junta de Accionistas y retirarle de inmediato al Estado, la operación y administración de la industria petrolera, el cómo lo vamos a hacer, es asunto a discutir (de hecho se está discutiendo), pero debemos plantearlo con carácter de urgencia.
Cuando el Estado declara que es el dueño de toda riqueza y recurso que existe en el subsuelo lo que hace es limitar de una manera severa e impropia el derecho a la propiedad privada y distorsiona cualquier intento de crear una economía libre, pero lo peor, distrae su atención y esfuerzo en hacer lo único que debería hacer bien y que es, gobernar al país.
De allí el terror que le tienen los burócratas a la sola mención de la palabra “privatización”, se trata de la posición más hipócrita y falsa de todo el pensamiento de la izquierda en Venezuela.
Pero entonces, si el Estado ha resultado ser tan mal administrador ¿Cuál es el problema con privatizar?  Lo que ha sucedido con las demandas de decenas de petroleras en contra de PDVSA solo demuestra que el negocio petrolero, contaminado de política, es una aberración, por un lado salieron los gringos, los ingleses y los holandeses del país, que no eran del gusto chavista, pero ahora tenemos metidos a los chinos, a los rusos, a los cubanos, a los iraníes y hasta a los hindúes manejando nuestro negocio.
La impresión que da el Líder de la revolución siendo tan generoso con lo que no es suyo, es que cada vez somos menos dueños de nuestro principal recurso, que cada día nos hacemos más pobres, producimos menos petróleo, que no hay comida, ni siquiera gasolina en algunos estados, y el país se nos cae a pedazos.
Si privatizáramos o encargáramos a un tercero del negocio, podría el Estado, una vez deslastrado del asunto petrolero, dedicar todo su tiempo a gobernar el país, a la ejecución de las grandes obras y a fortalecer las instituciones.
Se le daría una oportunidad a la empresa privada, que es parte fundamental del país, de florecer en un sector tan importante y, de este modo, la sociedad civil compartirá responsabilidades reales en un área estratégica.
Con el dinero de la privatización, o de los impuestos del negocio se abriría un abanico de opciones interesantes, desde invertirlos como hacen los árabes, o pagar la deuda externa, o mejorar el sistema de salud pública o hasta repartirlos entre la población, como hacen en los países nórdicos de Europa o en Alaska.
Mientras el Estado siga siendo el dueño de la riqueza petrolera no tendremos paz, ni normalidad, ni democracia… y lo más importante, no tendremos ESTADO, todos los pillos del país, especialmente los socialistas, estarán ocupados armando sus partidos políticos para participar de las elecciones y hacerse con el poder, no hay otro interés en nuestro mundo político que ponerle las manos a la riqueza petrolera, y luego de esta pesadilla del chavismo ha quedado más que demostrado, que el estado no puede seguir administrándolo.  -    saulgodoy@gmail.com





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