Pascal
Quignard se define a sí mismo como un literato, como alguien que constantemente
descifra las letras, sus conferencias sobre La imagen que nos falta (2009, 2010, 2011), ya son leyenda en
Francia, su público fue vario pinto, arqueólogos, historiadores del arte,
psiquiatras, artistas plásticos, estudiantes, la impresión que me dio una vez
terminado su breve libro, una compilación de sus notas para dichas
conferencias, es que se trata de un filólogo y experto en arte antiguo.
El
título de las conferencias parte de la observación que hace, que ningún ser
humano podrá nunca obtener la imagen del momento sexual en que fue concebido,
por más que la imaginemos jamás podremos tener la certeza de cómo fue
realmente, esto para el comienzo, porque al final, también careceremos de esa
otra imagen fundamental, que es cuando morimos, tampoco la veremos pues ya no
estaremos allí.
Estos
dos misterios, los traslada al arte antiguo, y estudiando con cierto detalle
algunos ejemplos escogidos, elabora una tesis que no sólo me pareció
interesante sino que explica con mucho, algunos de los fenómenos que todavía
revolotean sobre el arte contemporáneo.
Quignard
escoge cuatro pinturas que han marcado estos albores del arte, el primero es el bisonte de la cueva de Lascaux, en
Montignac, el segundo, también pintado en la pared rocosa es el clavadista de Paestum, algunos lo
llaman la tumba del nadador, se
encuentra en un templo en el puerto de Amalfi, cercano a la bahía de Nápoles.
El tercero es un fresco griego encontrado en la Tumba de los Toros y preservado
entre ruinas etruscas de Aquiles y Troilo,
en Tarquinea, Italia. El cuarto y último
es otro fresco, parte de la Casa de Dioscuro que fue trasladado al Museo
Arqueológico de Nápoles y es nada menos que La
Medea meditando, Medea es un personaje de una de las más importantes
tragedias griegas escrita por Eurípides y que luego el romano Séneca tomó como
inspiración para su poema trágico Medea,
del cual hicimos un artículo reseñándolo, y que se encuentra en este blog.
La
idea que nos trasmite Quignard con estos brillantes análisis estéticos, por lo
menos lo que yo entendí, es que para el artista antiguo la representación del
hecho consumado era lo menos importante en la misión que se imponía el artista
de aquellos remotos tiempos, de alguna manera, los momentos anteriores al acto
o desenlace de la situación planteada, eran mucho más importantes a la matanza
del bisonte, al chapuzón del clavadista en el agua, al asesinato de Troilo por
parte de Aquiles y a la masacre que haría Medea con sus hijos por celos y
venganza hacia su marido Jasón.
Hoy
en día el artista, influenciado por una cultura de la acción, quizás por los
efectos de la fotografía y el cine, o por una sed continua de sucesos en pleno
acontecimiento, como la que nos trae la televisión con esos reportajes en vivo
donde vemos las cosas saltar en pedazo, o el balón introduciéndose en la
arquería para marcar el gol o la víctima herida de muerte delante de nuestros
ojos, es muy probable que la representación artística del momento sea
precisamente, ese instante decisivo que resume el evento.
Para
el artista antiguo el verdadero arte estaba en presentar los elementos y la
situación antes de los desenlaces, era esa ola que se levantaba llena de
energía pero que no reventaba, era la promesa pero no la realización, por ello,
el bisonte pareciera estar a punto de arrollar al cazador, el clavadista lo
vemos suspendido en el aire antes de entrar al agua, observamos a Aquiles
acechando escondido al inocente Troilo para asesinarle, y a Medea planificando
su horrible crimen, apenas instantes para que sucedieran los eventos fatales.
Y
vistos de la manera como los presenta Quignard, tiene razón, el misterio del
arte se hace mucho más patente no recogiendo un suceso como si fuera una
noticia amarillista, en el mismísimo acto, sino presentando el marco contentivo
con todos las piezas que entrarán en juego y que terminará de la manera, que
todos sabemos, ocurrirá.
Para
ello por supuesto, debemos tener las claves, es decir, debemos saber que fue lo
que pasó, conocer la historia; quien no tenga idea de que el oráculo le predijo
a Aquiles que cuando muriera Troilo, la ciudad de Troya caería, quien no sepa que
Jasón estaba a punto de contraer nuevas nupcias con otra mujer, abandonando a
Medea, quien loca de celos pretende acabar con la vida del niño que lleva en su
vientre, y degollar a Mérmero y Feres, los hijos de Jasón, que inocentes juegan
al lado de su madre que, meditabunda, sostiene la espada, quienes desconozcan
estas historias no podrían comprender las diferentes escenas.
Igual,
no escuchamos el cuento de la cacería del bisonte que narraron los guerreros luego
de su partida de caza, ni las historias de los clavadistas de los muelles de
Amalfi saltando al mar en peligrosas competencias, pero allí están las escenas,
sucediendo o a punto de suceder.
Hay
indudablemente magia en estas pinturas que predicen un futuro del pasado, una
magia oracular que el artista compartía con su tribu, el trabajo del artista
antiguo radicaba fundamentalmente en rescatar para la memoria aquellos que se
habían ido, los héroes que ya no estaban, las tragedias vividas, para no
olvidar a los que una vez vivieron, el artista recrea sus sombras en las
paredes de las cuevas o de los templos.
Quignard nos revela algo por muy pocos conocido,
dejemos que sean sus palabras las que nos revelen el secreto: “En Roma se llama «agoreros» a los sacerdotes que echan los
auspicios… Auspicia se descompone en aves
y spicio. Palabra por palabra,
aves-mirar. A dichas visiones
de pájaros en vuelo las llama el latín
inauguraciones. In-augur-ationes. El agorero, sirviéndose de su
bastón sagrado -lituus-, recorta en
el cielo un rectángulo -templum-, en
el cual examina
el vuelo, el paso, la dirección de pájaros, nubes,
tormentas, movimientos del aire, relámpagos y de
cualquier otro signo que pudiera surgir. El templum define antes que nada el
espacio cuadrangular en el aire, señalado por el agorero con la punta de su
bastón ritual, que será sometido a con-templatio. No será sino más tarde que el…templo augural
en el cielo se conviertan en un edificio de piedras más o menos cuadrado o
rectangular que, a partir del suelo, se eleva sobre sus columnas para
proyectarse en dirección del cielo. Si
el presagio se produce de derecha a izquierda del rectángulo en la página de
aire -sinister- éste es siniestro,
maleficiado. Si el presagio se produce de izquierda a derecha del templo -dexter- está colmado de destreza, de
impulso, de ánimo: saldrá beneficiado. Resulta ocioso decirles que ocurre del
mismo modo en el espacio de la pintura romana.”
De las tantas
teorías de cómo se generó el cuadro en la pintura occidental ésta es la
explicación más plausible de la que tengo noticia, y si, efectivamente, el
artista, específicamente, el pintor, que los griegos lo llamaban zoo-graphos, significaba escribiente de
la vida, explica lo cerca que estaba el artista del mago y su obra de ser
venerada como algo sagrado.
Los artistas
contemporáneos, aún en sus figuraciones más abstractas, así sea componiendo
ensamblajes de cosas ya hechas o utilizando seguidillas de pixels de luz en una pantalla de alta definición, siguen, al igual
que los artistas de la antigüedad, tratando de auspiciar el templo con sus
imágenes, que hablan de los que se fueron y de lo que viene. -
saulgodoy@gmail.com
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