domingo, 15 de enero de 2017

El arte antiguo





Pascal Quignard se define a sí mismo como un literato, como alguien que constantemente descifra las letras, sus conferencias sobre La imagen que nos falta (2009, 2010, 2011), ya son leyenda en Francia, su público fue vario pinto, arqueólogos, historiadores del arte, psiquiatras, artistas plásticos, estudiantes, la impresión que me dio una vez terminado su breve libro, una compilación de sus notas para dichas conferencias, es que se trata de un filólogo y experto en arte antiguo.
El título de las conferencias parte de la observación que hace, que ningún ser humano podrá nunca obtener la imagen del momento sexual en que fue concebido, por más que la imaginemos jamás podremos tener la certeza de cómo fue realmente, esto para el comienzo, porque al final, también careceremos de esa otra imagen fundamental, que es cuando morimos, tampoco la veremos pues ya no estaremos allí.
Estos dos misterios, los traslada al arte antiguo, y estudiando con cierto detalle algunos ejemplos escogidos, elabora una tesis que no sólo me pareció interesante sino que explica con mucho, algunos de los fenómenos que todavía revolotean sobre el arte contemporáneo.
Quignard escoge cuatro pinturas que han marcado estos albores del arte, el primero es el bisonte de la cueva de Lascaux, en Montignac, el segundo, también pintado en la pared rocosa es el clavadista de Paestum, algunos lo llaman la tumba del nadador, se encuentra en un templo en el puerto de Amalfi, cercano a la bahía de Nápoles. El tercero es un fresco griego encontrado en la Tumba de los Toros y preservado entre ruinas etruscas de Aquiles y Troilo, en Tarquinea, Italia.  El cuarto y último es otro fresco, parte de la Casa de Dioscuro que fue trasladado al Museo Arqueológico de Nápoles y es nada menos que La Medea meditando, Medea es un personaje de una de las más importantes tragedias griegas escrita por Eurípides y que luego el romano Séneca tomó como inspiración para su poema trágico Medea, del cual hicimos un artículo reseñándolo, y que se encuentra en este blog.
La idea que nos trasmite Quignard con estos brillantes análisis estéticos, por lo menos lo que yo entendí, es que para el artista antiguo la representación del hecho consumado era lo menos importante en la misión que se imponía el artista de aquellos remotos tiempos, de alguna manera, los momentos anteriores al acto o desenlace de la situación planteada, eran mucho más importantes a la matanza del bisonte, al chapuzón del clavadista en el agua, al asesinato de Troilo por parte de Aquiles y a la masacre que haría Medea con sus hijos por celos y venganza hacia su marido Jasón.
Hoy en día el artista, influenciado por una cultura de la acción, quizás por los efectos de la fotografía y el cine, o por una sed continua de sucesos en pleno acontecimiento, como la que nos trae la televisión con esos reportajes en vivo donde vemos las cosas saltar en pedazo, o el balón introduciéndose en la arquería para marcar el gol o la víctima herida de muerte delante de nuestros ojos, es muy probable que la representación artística del momento sea precisamente, ese instante decisivo que resume el evento.
Para el artista antiguo el verdadero arte estaba en presentar los elementos y la situación antes de los desenlaces, era esa ola que se levantaba llena de energía pero que no reventaba, era la promesa pero no la realización, por ello, el bisonte pareciera estar a punto de arrollar al cazador, el clavadista lo vemos suspendido en el aire antes de entrar al agua, observamos a Aquiles acechando escondido al inocente Troilo para asesinarle, y a Medea planificando su horrible crimen, apenas instantes para que sucedieran los eventos fatales.
Y vistos de la manera como los presenta Quignard, tiene razón, el misterio del arte se hace mucho más patente no recogiendo un suceso como si fuera una noticia amarillista, en el mismísimo acto, sino presentando el marco contentivo con todos las piezas que entrarán en juego y que terminará de la manera, que todos sabemos, ocurrirá.
Para ello por supuesto, debemos tener las claves, es decir, debemos saber que fue lo que pasó, conocer la historia; quien no tenga idea de que el oráculo le predijo a Aquiles que cuando muriera Troilo, la ciudad de Troya caería, quien no sepa que Jasón estaba a punto de contraer nuevas nupcias con otra mujer, abandonando a Medea, quien loca de celos pretende acabar con la vida del niño que lleva en su vientre, y degollar a Mérmero y Feres, los hijos de Jasón, que inocentes juegan al lado de su madre que, meditabunda, sostiene la espada, quienes desconozcan estas historias no podrían comprender las diferentes escenas.
Igual, no escuchamos el cuento de la cacería del bisonte que narraron los guerreros luego de su partida de caza, ni las historias de los clavadistas de los muelles de Amalfi saltando al mar en peligrosas competencias, pero allí están las escenas, sucediendo o a punto de suceder.
Hay indudablemente magia en estas pinturas que predicen un futuro del pasado, una magia oracular que el artista compartía con su tribu, el trabajo del artista antiguo radicaba fundamentalmente en rescatar para la memoria aquellos que se habían ido, los héroes que ya no estaban, las tragedias vividas, para no olvidar a los que una vez vivieron, el artista recrea sus sombras en las paredes de las cuevas o de los templos.
Quignard nos revela algo por muy pocos conocido, dejemos que sean sus palabras las que nos revelen el secreto: “En Roma se llama «agoreros» a los sacerdotes que echan los auspicios…  Auspicia se descompone en aves y spicio. Palabra por palabra, aves-mirar. A dichas visiones
de pájaros en vuelo las llama el latín inauguraciones.  In-augur-ationes. El agorero, sirviéndose de su bastón sagrado -lituus-, recorta en el cielo un rectángulo -templum-, en el cual examina
el vuelo, el paso, la dirección de pájaros, nubes, tormentas, movimientos del aire, relámpagos y de
cualquier otro signo que pudiera surgir. El templum define antes que nada el espacio cuadrangular en el aire, señalado por el agorero con la punta de su bastón ritual, que será sometido a con-templatio.   No será sino más tarde que el…templo augural en el cielo se conviertan en un edificio de piedras más o menos cuadrado o rectangular que, a partir del suelo, se eleva sobre sus columnas para proyectarse en dirección del cielo.  Si el presagio se produce de derecha a izquierda del rectángulo en la página de aire -sinister- éste es siniestro, maleficiado. Si el presagio se produce de izquierda a derecha del templo -dexter- está colmado de destreza, de impulso, de ánimo: saldrá beneficiado. Resulta ocioso decirles que ocurre del mismo modo en el espacio de la pintura romana.”
De las tantas teorías de cómo se generó el cuadro en la pintura occidental ésta es la explicación más plausible de la que tengo noticia, y si, efectivamente, el artista, específicamente, el pintor, que los griegos lo llamaban zoo-graphos, significaba escribiente de la vida, explica lo cerca que estaba el artista del mago y su obra de ser venerada como algo sagrado.
Los artistas contemporáneos, aún en sus figuraciones más abstractas, así sea componiendo ensamblajes de cosas ya hechas o utilizando seguidillas de pixels de luz en una pantalla de alta definición, siguen, al igual que los artistas de la antigüedad, tratando de auspiciar el templo con sus imágenes, que hablan de los que se fueron y de lo que viene.  -   saulgodoy@gmail.com




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