jueves, 9 de marzo de 2017

El Superflat japonés


Cuando hablamos del Artista plástico japonés Takashi Murakami debemos tener cuidado de no confundirlo con el golfista del mismo nombre, o con el novelista Haruki Murakami, sería imperdonable para un artista de la talla de Takashi, quien ya es una superestrella mundial, cuyas obras son perseguidas por coleccionistas, imitadas por admiradores y reproducidas en zapatos, carteras, franelas por marcas muy reconocidas, empezando por las del propio Murakami y manejadas por su corporación Kaikai Kiki Co., Ltd., en los mercados mundiales, ser confundido con otras celebridades.
Takashi Murakami no sólo es famoso como pintor y escultor, también es diseñador de valía, director de cine, curador de exposiciones de otros artistas y protegidos, productor de televisión, ha colaborado con músicos de la talla del rapero Kanye West, de Pharell Williams, tiene videos en YouTube con Vice e Intel, sus diseños para Louis Vuitton se venden sin respiro, ha expuesto en los principales museos del mundo, incluyendo el superexclusivo Palacio de Versalles en París, tiene doodles (esos extraños dibujos que adornan las páginas de Google) y como cosa curiosa, exhibió sus obras en Caracas en el 2014.
Uno de sus exitosos diseños para carteras
Y lo traigo a colación porque Takashi ha causado una huella indeleble en la historia del arte japonés, su propuesta estética conocida como “Superflat” ha dado muchísimo de que hablar, y críticos e historiadores del arte elaboran una serie de teorías sobre ese punto de quiebre que representa Murakami para el arte contemporáneo oriental.
De acuerdo a la investigadora chilena María José Delpiano K., en su excelente trabajo Modernidad y modernización de las Artes visuales en Japón: lecturas desde el concepto Superflat de Takashi Murakami, 2010, dice del artista:
…Takashi Murakami, quien desde principio de la década de los ’90 comienza a trabajar en torno a los modos y productos de la cultura de masas contemporánea japonesa, observa en el desarrollo artístico de sus coetáneos una tendencia a explorar temas relacionados con, por ejemplo, el manga, el animé, los videojuegos, los filmes de ciencia ficción, entre otros, estableciendo una línea de producción que denotará la emergencia de una nueva escena de artistas en Tokyo. Esta tendencia, le da a Murakami un marco referencial desde donde
establecer una línea de lectura comprensiva de su contexto; y es así como acuña el concepto superflat, traducible como ‘super-plano’, teniendo como horizonte el mundo contemporáneo japonés, pero atendiendo a una cuestión que él ve presente desde hace siglos en el arte (y la cultura) de Japón.

El concepto de superflat es más un término que describe una condición cultural, en su dimensión antropológica y social, que una simple descripción estética, Murakami logra tomar elementos de la cultura popular japonesa considerada como un producto del colonialismo norteamericano, lo integra al arte Pop y lo mescla con las tendencias del consumo de masas propio de las sociedades industrializadas.
No contento con esto, aplica el termino superplano a los dibujos de dos dimensiones planas, de paneles de colores vivos que eran populares en el arte comercial y obtiene, de un arte vacío, pobre y simple, una propuesta pictórica de relevancia; desarrolla en un manifiesto, que publica en el año 2000 para una de sus exposiciones en Los Angeles, explicando su propuesta y le vuela “los tapones” a los intelectuales y académicos, pero para hacer las cosas aún más complicadas, Murakami venía trabajando en una estrategia brillante, hacerse primero famoso en los EEUU y Europa para luego tomar por asalto a su Japón natal, y todo le salió según su plan.
No hay nada improvisado en la obra de Murakami, aún lo más superfluo e infantil tiene detrás un discurso profundo, hay quienes se confunden con su obra, la ven caricaturesca y fantasiosa pero detrás hay una elaboración conceptual que deja perplejos tanto a occidentales como a orientales.
Murakami es un artista complejo, graduado de la Universidad de Tokio para las Artes, se especializó en el arte Nihonga, que es el estilo tradicional de la pintura japonesa, obtuvo su doctorado, y al poco tiempo abandonó esta tendencia y empezó a explorar otros estilos de arte en el diseño de moda y para los medios de comunicación, su primera producción como artista estuvo cargada de crítica y parodia de lo que consideraba un callejón sin salida en el arte moderno en Japón, el cual estaba signado por una influencia colonial Norteamericana de inmenso peso, nada de lo que se producía era original, se había perdido el sentido del arte japonés luego de siglos de tradición ascendente.
Pero no le tenía miedo al monstruo y decide irse a New York donde se carga de las nuevas tendencias y deja su primer taller que será como un primer nódulo, de una gran cadena productiva de arte comercial con los que inundará el mercado, crea personajes propios y sus diseños se hacen reconocibles al identificar una serie de productos en el mercado.
El gran problema que Murakami veía para el éxito en su tierra era que Japón no contaba con un mercado del arte propio y estable, si bien era cierto que algunas empresas y empresarios compraban piezas del gran arte occidental pagando exorbitantes precios que rompían marcas, no había un circuito de galerías y museos para exhibir y mercadear el arte contemporáneo japonés, gracias a su red de talleres empieza un proceso de curaduría de arte para otros jóvenes artistas.
Ya para el 2008 sus esculturas comandaban precios sobre los 10 millones de dólares y su rostro apareció en la revista Times como una de las 100 personas con más influencia en el mundo.
Sus populares diseños para zapatos
Pero no queda duda que el gran logro de Murakami consistió en revertir una tendencia que parecía fatal, y era el dominio cultural que los EEUU tenía sobre el Japón y ante el paisaje nada original de las propuestas que aparecían, este artista logró hacerse de las herramientas y la cultura popular, que era ese mundo oscuro y superficial de la cultura Otaku, una subcultura de gente extraña que gustaba de los anime, que vivía una vida extraña del consumo masivo de arte barato y desechable, con ciertas tendencias sexuales un tanto retorcidas y que gustaba reunirse para vivir un mundo propio y fantasioso con sus héroes y heroínas, pudo Murakami conceptualizar esa baja expresión cultural y llevarla primero al arte comercial, para luego hacerla objeto de admiración por el alto arte europeo y norteamericano.
La investigadora española Ana Trujillo Dennis, dice sobre este fenómeno, en su obra Superflat o el carácter híbrido de la cultura japonesa según Takashi Murakami (2013), lo siguiente:
El proceso de modernización experimentado por Japón desde finales del siglo XIX ha sido descrito desde distintos sectores como “un proceso de apropiación, domesticación e indigenización”. El resultado de este proceso es el marcado carácter híbrido de la cultura japonesa. Según Koichi Iwabuchi, desde Occidente, en numerosas ocasiones se ha difundido esta imagen, dotándola de un fuerte componente negativo: Japón como feroz imitador. Sin embargo, desde Japón, la capacidad de préstamo y asimilación de la cultura japonesa, más allá de la evidente articulación de un proceso de hibridación, ha sido empleada estratégicamente para representar lo que se define como un rasgo esencial de la identidad nacional de Japón, que lo distingue de cualquier otra nacionalidad: su capacidad de asimilar culturas foráneas sin perder su esencia cultural/nacional.
Una de sus millonarias esculturas, una de sus chicas lactando.
En pocas palabras, Murakami pudo, con las herramientas coloniales desarrollar un producto dentro de la gama comercial occidental, que luego convirtió en arte con auténticas raíces japonesas en un medio totalmente occidental, lo que sin duda ha sido el gran logro de este ingenioso artista.  -   saulgodoy@gmail.com






 

 

  



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