martes, 16 de mayo de 2017

El chavismo como enfermedad mental


Aquellas personas que de alguna manera se vincularon a esta ideología, los que admiraron al líder de la revolución, al Teniente Coronel, paracaidista, Hugo Rafael Chávez Frías, los que se sintieron atraídos por el gran montaje mediático que llevaron a los más apartados lugares del planeta, cortesía de una chequera petrolera que nunca paró sino hasta agotarse, de financiar cuanto evento, producción, foro, concierto, encuentro o feria había, para promocionar la figura de Chávez como el nuevo mesías del socialismo del siglo XXI y su discurso de amor a la humanidad, todos, o fueron embaucados, o se trató de un acercamiento interesado que buscaba o bien dinero, de un cargo en el gobierno, o publicidad.
Esto último lo digo porque hay varias personalidades del mundo del espectáculo, del jet set internacional, que se juntaron con Chávez, por interés meramente económico, o porque buscaban la publicidad que venía anexa a la aproximación, por el “glamour” que en su momento traía fotografiarse con el gran líder de las causas tercermundistas, por la generosa bolsa de dinero que el Comandante gustaba exhibir para financiar proyectos “revolucionarios”, desde películas de Hollywood, espectáculos musicales, proyectos editoriales, documentales para la T.V., sus famosas anti-cumbres de mandatarios mundiales, carreras de fórmula uno, sus legendarios encuentros con líderes anti-imperialistas, con todos aquellos sátrapas del totalitarismo fundamentalista, de las peores dictaduras africanas y asiáticas.
Chávez llenó un nicho muy especial de figura anti-establishment explotada por todos los medios de tendencias izquierdistas, que necesitaban de personalidades que le dieran vida al moribundo marxismo internacional, que luego de la caída del muro de Berlín, necesitaba un renacimiento del comunismo, y Chávez, de la mano de Fidel Castro, llenó ese espacio de ilusiones que los utopistas colectivistas reclamaban, ante la inexorable hegemonía del capitalismo mundial.
Nombres como el del director de cine Oliver Stone, o los actores Danny Glover, Sean Penn, el editor de la publicación Le Monde Diplomatic Ignacio Ramonet, , el escritor Colombiano Gabriel García Márquez, el filósofo mexicano Enrique Dusel, el intelectual norteamericano Noam Chomsky, los políticos españoles Pablo Iglesias, Luis Ignacio Zapatero y Juan Carlos Monedero, entre muchos otros, que vieron en el líder venezolano la figura necesaria para sostener la ilusión progresista en el mundo, recibieron con simpatía su surgimiento, y lo aplaudieron como una nueva estrella en el firmamento de celebridades.
Millones de dólares de los venezolanos se gastaron en aquella campaña mundial sin ningún rubor, y no fueron pocos los que escamotearon a la revolución de sus dineros, en un derroche digno de un príncipe en un cuento de las Mil y Una Noche.
Pero Chávez “no tenía nada en la bola” como se dice en términos beisbolísticos, era pura pose y nada de sustancia, tome usted cualquiera de sus supuestos libros, que nunca escribió, sino que eran elaboraciones editoriales de sus discursos, entrevistas, programas radiales y de televisión, porlegómenos a leyes que hacía redactar con la ayuda de muchos escritores contratados para darle espesor a la sopa de ideas, que el hombre, alucinado, predicaba en sus noches de insomne tras innumerables tazas de café y algo más.
En el pensamiento de Chávez había de todo menos coherencia y moral, le gustaba bailar pegado con la moral cristiana, parecerse a Jesucristo fue el él una obsesión, y su discurso está plagado de citas del nuevo testamento, la filosofía de la liberación era la base de sus ideales, pero su vida privada y pública estaba reñida con su supuesta vocación humanista, empesando por su gusto por la magia negra y la brujería, bastaba una provocación de parte de quienes nos oponíamos a su pensamiento para provocar un arresto de improperios y amenazas, y muchas veces de condenas a muerte como lo registrada en contra del productor agrícola, Franklin Brito, que se atrevió a enfrentarlo defendiendo sus propiedad, y fue ejecutado en el Hospital Militar.
Se habla mucho de su supuesta “sensibilidad social” y se pone como ejemplo alguno de sus múltiples “misiones sociales” que fueron la columna vertebral de sus políticas públicas, eso fue un invento cubano para elevar sus puntos en la opinión pública, parte de ese entramado de amor cristiano, justicia social televisada y ejemplo de las bondades de la unión cívico-militar, que resultaban de su prédica sensiblera y financiado con dineros públicos, para posicionarse como el líder necesario y milagroso que lo hizo tan popular.
Toda aquella puesta en escena de un líder besando viejitas o disfrazado de doctor auscultando negritos, o manejando un tractor, fueron cálculos muy fríos diseñados en La Habana y ejecutados por publicistas brasileños, a quienes se le pagaron jugosas sumas y de eso Maduro nos tiene varios cuentos.
Cualquier persona que tenga como modelo de vida a alguien como el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, luego de conocerse lo que sabemos sobre este personaje, y el resultado de su obrar en la vida, simplemente, o es un cretino moral, o se trata de un delincuente, de esos que se tranzan con el jefe de la banda.
El propósito fundamental de hacer ver al Comandante Supremo como un alma caritativa y de buenos sentimientos, que gastaba los dineros públicos supuestamente en programas sociales para los más necesitados (en realidad estaba creando más pobreza y acostumbrando a sus seguidores a la dádiva interesada de un partido político por sostener su clientela) era con el determinado propósito de convertirlo en un ícono popular, igual que esos tenebrosos personajes cuyos semblantes terminan en estampas gráficas junto a los santos y vírgenes que son usadas en altares de ofrendas por los santeros, a los que los pillos se encomiendan antes de dar el golpe, para que los protejan con su fuerza en sus faenas.
Esto lo digo porque no me cabe en la cabeza como personas como Nickmar Evans, por ejemplo, a quien considero un joven profesional inteligente y con espíritu crítico, o los innumerables oficiales de las fuerzas armadas, todos profesionales en alguna carrera, a algunos profesores universitarios que acompañaron a Chávez durante sus gobiernos y no pocos “doctores”, estudiados, viajados y “escribidos”- como decía mi abuela- y como estos venezolanos, al igual que muchos otros de pocas luces, que en contra de la evidencia, de la multitud de pruebas condenatorias a su mal obrar, se empecinan en conservar su lealtad personal y mantener el mito, porque no es otra cosa, un mito, en la figura de ese gran impostor, alias, el Comandante Eterno.
Se entiende que mucha gente le deba la oportunidad que les ofreció de avanzar en sus carreras y proyectos de vida, sobre todo a los más ineptos y a los menos preparados, que si hubieran tenido que competir en un mercado de trabajo libre, jamás hubieran podido llegar hasta donde el Comandante los llevó, ese agradecimiento se entiende aunque no, el confundirlo con idolatría que le profesan.
Hay en este gesto algo de oportunismo, de rebeldía fatua, de desprecio hacia la inteligencia humana, de falta de vergüenza, pero principalmente de un sentimiento de venganza social, de revanchismo  que es, para mí, absolutamente despreciable en un ser humano, pues con todo la consciencia y voluntad, decidieron hacer de este pequeño hombrecito, un ídolo de barro al que adorar, por todos quienes se sientan transgresores, o sea, revolucionarios.
Pareciera que detrás de este gesto de entrega al líder máximo, lo que los motiva es la excusa para comportarse como un diablo, hacer cualquier clase de trapisondas en contra de la razón, del sentido común, de la decencia y el orden público y luego, como los alcohólicos, salir de las ruinas de sus actos, clamando que estaban poseídos, que no sabían lo que hacían.
Es inaceptable, porque todos sabemos que están haciendo el mal, como no tienen la capacidad de obrar por cuenta propia y hacer el bien, todos los chavistas, y aquí me deslindo de todos aquellos analistas políticos que ven en los chavistas descontentos unos aliados a la causa de los demócratas, son personas mal estructuradas mentalmente, son almas fallidas, enfermas, disminuidas, moralmente incompletas, piensan y actúan pensando que son como nosotros, pero son más cercanas a los animales que a los humanos.
El chavismo al igual que todo comunismo, es una ideología que ya vienen con los problemas de la vida resueltos, en una fórmula mágica, “Sigue al líder, no hagas preguntas, obedece y todo te será permitido”, el gran sueño de toda persona humana que no quiere ser humano, ni persona, que le da pavor la libertad.
Los chavistas van directo a la comisión de ilícitos y latrocinios que les pueda propiciar una fortuna rápida e inmerecida, no se andan por las ramas, desde el primer día en sus puestos, en sus oficinas y despachos, empiezan a delinquir, a apropiarse de lo que no es suyo, algunos de billetico en billetico, otros en gruesas sumas que nunca ven sino en sus “laptops” con números de siete y ocho cifras que continuamente crecen en sus cuentas cifradas.
Todo esto lo hacen frente al retrato de su benefactor, Hugo Rafael Chávez Frías, su padre, su protector, su ticket hacia una mejor vida… suponen ellos.
Hugo Rafael Chávez Frías no dejó nada bueno en su paso por la tierra, su familia es un desastre, no tienen como ocultar sus fortunas mal habidas, sus vidas personales son lo más inestable que existe, no pueden mantener una relación personal común con nadie, siempre están a la defensiva, rodeados de la intriga de que quieren estafarlos de sus riquezas, viven rodeados de guardaespaldas, de abogados, de contadores que constantemente les recuerdan que están atados a unos dineros supervigilados por autoridades fiscales extranjeras, siempre bajo el temor de una investigación, de una comparecencia ante un tribunal, muchos viven en otros países en constante escrutinio.
Todos son propensos a enfermedades degenerativas, al alcoholismo, a la demencia precoz, al cáncer, siempre hay un puesto en la mesa para la paranoia y la culpa, no duermen tranquilos, no conocen la paz, por supuesto los hay quienes tienen la piel gruesa, carcamales y saurios que se sienten a gusto entre el festín hediondo de sus cofres rebozando de dinero, mientras sus compatriotas en Venezuela mueren de hambre y falta de medicinas.
Para ellos la vida tiene un significado único, cuidar el dinero, viven y mueren para ello, no pueden ir a una ópera, ni disfrutar de una cena, sin estar pensando en los intereses, en los movimientos de cuentas, en lo que les queda, o en las inversiones que harán en la mañana, ni siquiera son capaces de mantener una erección sino ven aumentar sus saldos diarios en los paraísos fiscales, y es que los montos de dinero que manejan son tan grandes, que no tienen otra ocupación que estar sacando cuentas, todo el bendito día.
El chavismo es un arma de la disociación mental, quien no esté alerta a su pretensión de ideología dominante está perdido, su discurso es rico en deformaciones del lenguaje, no solo le cambia el sentido a las palabras sino que les da otros que no tienen, en la mejor tradición orweliana utiliza el montaje del doble discurso, trata de crear una neo-lengua a partir del castellano original, con una nueva sintaxis y semántica.
Es muy rico en el uso de metáforas la mayor parte absurdas y con la intención de crear conflictos, hurga en el subconsciente colectivo en busca de claves sentimentales a las que despoja de todo sentido razonable y estimula el odio social en contra de la burguesía, su meta es la destrucción del sentido común o más bien, la construcción de un nuevo sentido chavista de la vida, una vuelta al mundo animista y primitivo donde predomina la relación del chamán con la tribu y donde el enemigo está claramente identificado.
Sus interpretaciones de la realidad, la hermenéutica que utiliza para descifrar los códigos sociales y políticos son como el chicle, se estira hasta lo absurdo, hace que las normas pierdan su sentido, le dan la vuelta a la realidad y le dan la lectura opuesta, un chavista puede sin ningún problema aceptar que el día es la noche, que ser pobre es bueno y ser rico es malo, en esto tienen mucho en común con ese personaje que devino en el que llaman, Papa Francisco
Y ese es el socialismo que Chávez vendió, ese es el socialismo con el que los cubanos los atraparon en su madeja de corrupción, porque por algún atavismo histórico los hermanos Castro se convirtieron en los dispensadores de esos perdones extraordinarios, que como en la Edad Media vendían para el perdón de los pecados y alcanzar la bienaventuranza, ese perdón castrista es ser “revolucionario”, sólo los otorga Cuba, parece que son reconocidos en el cielo de los comunistas por un Dios marxista leninista, que si pagan, si se “bajaban de la mula” con La Habana, tendrán la absolución total de sus pecados, compran la impunidad total, porque para un verdadero revolucionario no hay culpa, no hay castigo, sólo el agradecimiento eterno… y unos cuantos venezolanos cayeron como los perfectos pendejos.
Chávez era un hombre absolutamente despreciable, no tiene en mí ningún tipo de simpatía, ni reconozco ninguno de los valores que la propaganda comunista internacional trata de de atribuirle, su intelectualidad era nula, su catadura moral era la de una prostituta, sus sentimientos eran controlados por el cerebro de Brocca, es decir, eran los de una sierpe que encantaba a sus víctimas antes de devorarlas, tengo la impresión que llevaba una vida sexual desordenada y desviada, sus sentimientos eran los de un violador, atraía con sus buenos deseos hasta tener a sus presas enrolladas y apretaba, era un extorsionador contumaz y fue, cuando era requerido, un asesino de sangre fría.
La gente se queda muchas veces en su expresión mediática, en el contacto que hizo con el país de las esperanzas rotas, con sus apariciones públicas y multitudinarias, en el showman que conquistaba corazones con su discurso de justicia social y de igualdad, con sus ofrecimientos de amor, con sus terribles canciones, danzas y declamaciones de clásicos de la poesía venezolana, pero principalmente, era, y esto estaba oculto para la gran masa de venezolanos, un pobre títere en manos de ese genio del mal llamado Fidel Castro, que entre muchas de sus marionetas, controlaba, al menos sentimentalmente, a los Obama y a los Clinton en los EEUU, lo que explicaría como se permitió avanzar el proyecto satánico de Chávez y luego de Maduro, en Latinoamérica.
A Chávez, como a su engendro, el indocumentado Nicolás Maduro, no hay que tenerles miedo, constituyen simplemente una expresión del mal, una enfermedad social, de la que hay que enfrentar y salir tan pronto se pueda y de manera radical, para que no sigan afectando la vida de la región, y aquí debo incluir al nefasto régimen de los hermanos Castro en Cuba, que en algún momento, espero, más temprano que tarde, se le dé el finiquito pendiente y extraigamos ese tumor que tanto dolor ha producido en nuestro continente.
Espero que con estas líneas, las personas inteligentes que se hayan visto retratadas en la argumentación, se aparten de cualquier relación que pudieran tener con el chavismo, el socialismo es una ideología muy rica y variada para estar partiendo lanzas con esta triste versión, paupérrima, ladrona, asesina y militarista, por decir lo menos, del progresismo izquierdista.   -   saulgodoy@gmail.com






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