sábado, 17 de junio de 2017

Cuando la política no es crítica


Leyendo algunos textos sobre teoría política, que es una de las formas de aproximarse a la filosofía política, me encuentro con el ámbito dentro del cual estos pensadores expresan sus puntos de vistas, siendo las preguntas fundamentales que se hacen ¿Qué significa ser gobernado? De la que se desprenden otras preguntas claves ¿Qué es gobernar? ¿Cómo se controla el gobierno, cuáles son sus límites?  
Para el profesor James Tully de la Universidad de Toronto (2002), sobre estas bases se abre un continuo diálogo e intercambio de ideas sobre cuatro aspectos fundamentales: una práctica del gobierno, sobre todo esa impresión de opresión que se produce en los gobernados cuando los gobiernos regulan cada vez más aspectos de la vida social, problema este que hace que la política se convierta en negociación, en crítica, en reflexiones y soluciones que conllevan a las reformas tanto en teoría como en las políticas que estas generan.
En segundo lugar hay que construir una relación entre la práctica de la política y la ética, es decir hay que encontrar “una manera de hacer política” a partir de la forma de vida de la gente, de sus problemas, hay que caracterizar a los gobernados dentro de cierto medio y condiciones con lo que es necesario hacer pruebas, experimentar, con miras a transformaciones tanto de los gobernados como de su medio, esta es una dinámica que es positiva para el desarrollo de una teoría de la justicia, de la igualdad, de la democracia, y lo más importante, impide la fosilización de la política.
Tercero, este objetivo práctico y teórico nos obliga a recoger los lenguajes y las prácticas en las que se produce este encuentro entre gobierno y gobernados y los programas y reformas que producen, de esta compilación de conocimiento nos lleva a los temas esenciales, a como se constituye esa sociedad y cuáles son sus problemas y soluciones.  Es en este punto que se hace necesario la cooperación y apertura al diálogo sobre las posibles maneras de gobernanzas.
Por último, este intercambio de impresiones, experiencias, objetivos y resultados es lo que estimula la relación política, es lo que activa la máquina de transformaciones y lo que mantiene en equilibrio al gobierno en su actividad de mandato y árbitro de los avatares sociales, es la única manera como los gobernantes pueden avizorar el presente y prepararse para el futuro.
Ésta manera crítica de ver la política queda anulada desde el momento en que el gobierno desestima la participación de los gobernados en el acto de gobierno, al cancelar los vasos comunicantes entre el pueblo y el gobierno, al ser la imposición, la fuerza, el acto de dominio, la manera de hacer política desde el gobierno, éste pierde toda referencia con sus mandantes y con su entorno, la realidad se torna una creación desde el poder, el mundo para el gobierno se hace un solipsismo y las posibilidades de desviarse de sus objetivos se incrementan exponencialmente.
Esto empezó a suceder con Chávez, su vocación totalitarista se veía compensada por una utopía socialista donde tenía al pueblo como factor participante y soberano, mientras en la práctica era su voluntad la que regía los destinos del país, en la teoría, permitía una constitución y un marco legal donde existía la democracia y algunos principios de autonomía de las personas, pero a medida que fue perdiendo su norte y enfermó, se impuso la formula militarista y autoritaria.
Para cuando llega Maduro al poder ya las apariencias se dejaron a un lado, y le dio un nuevo curso a la política, esta vez, prescindiendo de la mayoría, de las relaciones institucionales, de la participación de la gente en la política del gobierno, del uso interesado y parcial de la constitución y las leyes, el intercambio entre gobernados y gobierno era ya imposible por lo que el gobierno se traza rutas y programas a los que no puede hacérseles seguimiento, no hay manera de saber de sus resultados, de sus costos y beneficios, la política de la hegemonía de la información resultó su peor enemigo, es un gobierno que no sabe por dónde va, que está volando a ciegas, sin la retroalimentación de los gobernados, sin ese diálogo al que la política obliga, no hay manera de conducir un país.
Esa relación de la que habla Tully entre gobierno y gobernados, y que explica como parte fundamental de la política, al suprimirse una de las partes, la política entra en crisis, y empieza un proceso de ajustes muy violento, sobre todo cuando desde el poder se pretende la obediencia incondicional y sin contrapartida a los gobernados, de hecho, algunos analistas estiman que ya deja de ser política, o en palabras de Clausewitz, conduce a la guerra, de cuyos resultados dependerá el nuevo equilibrio político.
En este capítulo estamos, luego de 17 largos años de un totalitarismo en formación, el chavismo cree que la fruta está madura y que es el momento de aplicar lo que ellos llaman, la constituyente comunal-militar, que no es otra cosa que una forma jurídica de darle normatividad y justificación a la opresión por medio de un régimen totalitario, o sea, la trampa-jaula que el marxismo-leninismo construyó para oprimir a una mayoría con una minoría, por medio del terror y la violencia, una fórmula fracasada y probada en Rusia, China, Europa del este, Camboya, Corea del norte y que vía Cuba, nos quieren imponer.
El problema es que Venezuela viene resistiendo a este gobierno mafioso desde hace ya mucho tiempo, de incontables maneras, en diferentes ámbitos, el gobierno chavista no ha querido o no se ha dado cuenta de esta rebelión subterránea que cada día se hace más patente y firme, se trata de una contrarrevolución que le ha corroído las patas a la mesa revolucionaria sin que el gobierno se haya percatado, justamente porque no tiene contacto con el pueblo, porque gobierna de espaldas de la gente, porque no escucha, sino lo que hace es hablar y hablar, viviendo en un mundo de mentiras que ellos mismos se han creado y que se las creen.
El gobierno de Maduro está tan desconectado del país que va a intentar, contra viento y marea, de implantar su constituyente totalitaria, el dice que está claro, que el pueblo o acepta la constituyente o habrá guerra, y que para ello cuenta con el apoyo de las FFAA sin percatarse que el viento ya cambió de dirección, que ya es imposible volver al país de estos 17 años de revolución, que ya su misma gente, el chavismo monolítico que una vez conoció, ya no existe, que su empeño por la salida de la constituyente ha alienado a más de uno y se está quedando solo.
Lo que le queda es la barbarie, la violencia al por mayor, la represión indiscriminada en contra del pueblo, el protagonismo de las bandas armadas, incluyendo a la Guardia Nacional, quienes se están percatando que ya no tienen futuro, un gobierno de maleantes y psicópatas no tiene vida, han sembrado vientos, y las tormentas que vienen son devastadoras para los seguidores de Maduro.
La causa de Maduro es totalmente estéril, sin piso político, sin legado, cuenta sólo con el chavismo más radical y comprometido con el crimen organizado, fundamentalmente convertido en una dictadura violadora de los derechos humanos y una peligrosa perturbación para el orden y la paz internacional, el mundo entero lo sabe y se está preparando para asistir al entierro de este tipo de régimen, incluyendo el de Cuba, que en silencio ve con horror como su experimento venezolano se convirtió en el frankenstein, que en algún momento, más pronto que tarde, le quitará los tubos de la máquina de soporte, que lo mantiene con vida.  -   saulgodoy@gmail.com





No hay comentarios:

Publicar un comentario