martes, 20 de junio de 2017

El dilema militar


Los militares están sentados sobre sus propias bayonetas, contraviniendo la sabiduría popular, que desaconseja tal práctica. Las bayonetas no sirven para asentar las posaderas, lo cual, traducido al lenguaje del hombre común, quiere decir que la institución militar ha sido conducida a una situación muy incómoda, a un dilema muy difícil de resolver y con toda la posibilidad de que salga mal parada.
Esta situación ha sido diseñada por los laboratorios de intriga y guerra psicológica cubanos, que se aprovecharon del fanatismo de Chávez, quien trabajó muy duro y con tenacidad por dominar a las FFAA, socavando principalmente por debajo de los pilares que sustentaban a los militares, que son: su pasado histórico (tradición), su gusto por el poder político y la corrupción, que ya venía carcomiendo su sentido de responsabilidad y honor. No voy a explicar las causas del derrumbe de la institución, ríos de tinta se han escrito sobre el tema; lo que si les puedo decir es que los hombres y mujeres, adscritos a ese importante sector de la sociedad, fueron incapaces de manejar su propio destino.
El asunto que quiero destacar en este artículo es la situación actual. Para el resto del país es muy difícil discernir lo que sucede puertas adentro de los cuarteles, sólo podemos trabajar con base en conjeturas y una serie de confidencias, muchas de las cuales son elaboraciones del G2 cubano, pero no hay nada que pueda sustituir a una buena observación… el que tenga ojos que vea.
Y lo que veo es a un país en ruinas, y como las FFAA no viven en otro planeta, sus familias, su futuro, sus esperanzas están atadas a la suerte del país, de nada sirven las prebendas con que el gobierno los quiere marear, las promesas de más poder y corrupción, cuando ya lo que queda es la botella vacía… es una carnada para tontos.
He repetido, a lo largo de mis últimos escritos, que el país ya no es el mismo que el del año pasado, ni siquiera es el mismo que el del mes anterior, el flujo de los acontecimientos, la degradación y el desgaste en la fibra social, en la economía y en la moral, son tremendos, no hay ninguna posibilidad de que el gobierno pueda cumplir sus promesas, o dar solución alguna a los problemas; quien le crea al gobierno alguno de sus desesperados discursos, entre ellos el que con la constituyente se va a poder enderezar la carga, simplemente, no está en su cabales.

No habrá impunidad
El país entero no quiere a Maduro, ni a ninguno de sus compinches; los oficiales de las FFAA que se entregaron a la danza de los millones, mientras había petrodólares, los que todavía le están succionando recursos al estado, los pocos dineros públicos que aún quedan, están viviendo como parásitos sobre un cuerpo agónico.
Los que están ahítos de tanto robar y se encuentran en el extranjero tratando de darse la gran vida no lo están teniendo fácil; y  los que están en el país, que quieren irse, en la creencia de que afuera la vida es más sabrosa, tampoco ven clara esa opción… y tienen razón, la vida en Venezuela se hace cada día más y más difícil, pero vivir en el extranjero, en estos momentos, siendo venezolano, corrupto y chavista, es un desafío para personas nerviosas.
Ya nadie cree que Venezuela pudiera ser la nueva Cuba; tampoco que si todos los corruptos y chavistas radicales hacen el círculo con las carretas y apuntan con sus armas al resto del país van a poder sobrevivir. Ninguno de ustedes, amables lectores pertenecientes al exclusivo club de corruptos provenientes del gobierno, va a poder vivir en paz en sus mansiones, ni transitar por el país sin estar viendo quién los sigue o quién los espía; Venezuela es un pañuelo, todo el mundo se conoce, y nadie que no pueda justificar la procedencia de sus bienes, especialmente cuando éstos son el producto de la corrupción, puede exhibir una vida de fastos y lujuria, como muchos militares creen poder seguir haciéndolo.
Cuando la fortuna mal adquirida está manchada de sangre, de hambre y de enfermedades, no hay manera de que la gente lo acepte o permanezca indiferente. Eso podía pasar antes, cuando los corruptos podían pasar bajo cuerda, porque era dinero del petróleo y siempre caía algo para todos; ahora no, el que se compró una quinta en una buena urbanización o tiene su buen carro, y hace fiestas los fines de semana, pero está rodeado de indigentes y de vecinos, que pasan trabajo y saben de donde provienen esos reales, no van a dejar las cosas de ese tamaño; lo más probable es que esa masa de venezolanos vean en esa ostentación de bienes mal habidos la causa por las que ese hijo que tenían se les murió víctima del hampa, o que ese familiar que no pudo conseguir su tratamiento y agravó, perdiera la vida, o a los nietos que se tuvieron que irse al extranjero, y que esos vecinos del nuevo vecino “echón” y acomodado, que vive en medio de la inopia, sea visto como uno de los culpables de sus desgracias… no es nada grato vivir en medio del escrutinio público y del rechazo.
Los que están afuera, viviendo la vida de ricos y famosos, tampoco la están pasando bien; de seguro, ya tienen notificaciones e investigaciones en su contra, por parte de organismos contralores de los países democráticos, están siendo vigilados, algunos hasta con procesos judiciales, viviendo una vida que no es vida, contratando costosos bufetes de abogados para que les mantengan las visas de residentes, pagando por una privacidad que no existe, temiendo que en algún momento alguien los identifique en un supermercado y les reclame el origen de sus fortunas.
El asunto que quiero destacarle a los militares, es que el gobierno no les puede garantizar impunidad, todos los grandes capos están identificados, con sendos expedientes internacionales, con medidas policiales en su contra, no importan las charreteras ni los pasaportes diplomáticos… los privilegios y las seguridades se van desmoronando, dejándolos al descampado, y eso es, como mínimo incómodo; pero hay una creencia, falsa por supuesto, que si se atrincheran en el poder y no lo sueltan, podrían vivir en Venezuela disfrutando la vida loca.

No son venezolanos
Poder sin pueblo no es poder, y gobierno con el pueblo en contra, no es gobierno; por eso es que Maduro y su entorno contratan mercenarios, ex combatientes de las FARC, soldados que por contrato vienen de Bolivia, Nicaragua, de Siria, de Palestina, se visten de Guardias Nacionales y salen a reprimir venezolanos con saña, como malandros… ojo, y no es que haya venezolanos tan dañados como esos criminales extranjeros, los hay, y se destacan por su particular crueldad, porque son psicópatas y gente deformada, que es lo que ha estado atrayendo últimamente el chavismo.
Está claro que el gobierno, en su desplome, no cuenta con la mayor parte de las FFAA, ni con el componente ejército, ni con la aviación, ni con la marina; es decir, el grueso de las FFAA no acompaña al gobierno en su locura, los veo y siento que quisieran actuar para recomponer el orden, pero hay algo se los impide.

Hacerse gobierno no es saber gobernar
Los militares, por razones que no voy a discutir, por esa hambre de poder político que los consumía, se prestaron y ellos mismos tomaron ciertas iniciativas para hacerse gobierno; muy lamentablemente, fue el ala de la izquierda de la FFAA quienes, con la ayuda de Cuba y luego de varios fallidos intentos de golpes de estado, pudieron colocar un candidato en las listas electorales del país.
Varios factores hicieron conjunción y ganaron las elecciones, por fin los militares llegaban al poder por medios “legítimos”, para demostrarle al mundo y a la nación – lo vemos ahora, con las terribles consecuencias de haber puesto a los peores en responsabilidades para las que no estaban preparados -  que nunca estuvieron dispuestos para gobernar. La creencia popular los hacía únicos para poner orden y darle progreso al país, pero todo era parte de una leyenda, de una mentira… y los primeros que se la creyeron fueron los militares.
18 años después, tenemos el país arruinado y la gente muriéndose de hambre, en un país con enormes riquezas, potencialidades energéticas y una industria petrolera de primer mundo. A Venezuela la asaltaron y la quebraron; sucedió lo impensable, con los militares en el poder, Venezuela pasó de ser el país con las mejores condiciones para el desarrollo en la región, a convertirse en un problema humanitario para el mundo y en un patético caso para la caridad internacional.
Fue un golpe demasiado duro para la institución militar y con ello perdieron la credibilidad necesaria para jugar como factor de equilibrio en los turbulentos tiempos que vivimos.

Desalojarlos del poder para tener elecciones y atender las terribles necesidades
Esa mala jugada de los militares en funciones de gobierno se la anotaron los partidos políticos y, cuando éstos conformaron el núcleo de la oposición, siempre hubo una relación muy tirante y difícil con los llamados de militares institucionales, es decir, con aquellos que no estaban de acuerdo con lo que los militares de la izquierda habían hecho.
Estas relaciones se enturbiaron con algunas actuaciones de políticos como Julio Borges, cuando dejó algunos de estos militares en la estacada en momentos críticos, y de acuerdo a la leyenda urbana, por delaciones y traiciones, un grupo de militares institucionales fueron a parar a la cárcel.
Pero también se encontraron con un hueso duro de roer en la persona de Ramos Allup, líder del partido AD, quien les tiene jurada la venganza de La Malinche a los militares; en sus declaraciones, Allup dice que si el huele a golpe de estado lo denunciaría al gobierno chavista.
Pero hay un asunto todavía más complicado que estas aversiones personales con líderes de la oposición, y se trata que dentro de la MUD, la organización política que agrupa a las fuerzas políticas democráticas y en oposición al chavismo, la impresión que existe, es que en Venezuela, la solución a nuestros problemas es únicamente política, no militar.
Yo he sostenido la tesis de que la solución a nuestros problemas tiene un primer componente que es netamente militar y que pasa por desalojar del poder, por la fuerza, a la facción de los militares de izquierda, y luego pacificar el país de las bandas armadas y grupos insurgentes aliados al chavismo, lo que incluye enfrentar la amenaza cubana; eso sólo puede lograrse con las armas.
La alternativa es que haya una intervención internacional que haga el trabajo, pero, igual, sería con la fuerza, pues los chavistas ya lo han dicho y demostrado, ellos sólo salen del gobierno con los pies por delante.
Esta intervención de una fuerza multinacional en nuestro país no le conviene a los militares institucionales pues, si se diere, quedaría en evidencia que ellos son unos inútiles, buenos para nada y que hubo la necesidad de que fuerzas extranjeras hicieran el trabajo que les correspondía.
Los políticos de la oposición democrática han trabajado duro por posicionarse como candidatos salidores en unas elecciones, sobre todo Borges, Capriles y Allup, que quieren ser los próximos presidentes del país, hay toda una predisposición y un escenario en la cabeza de nuestros políticos de que, si contamos con el apoyo internacional y un mínimo de seguridades, podríamos embarcarnos en unas elecciones generales al cortísimo plazo, y que esa sería la solución. Yo creo que están muy equivocados.
Unas elecciones generales en este momento de crisis serían no menos que un desastre, con el país lleno de grupos violentos, con el hambre y las necesidades a flor de piel, un gasto tan grande y superfluo como una campaña electoral sería una bofetada a la dignidad del pueblo, sería la oportunidad del chavismo para posicionar candidatos infiltrados en la oposición e, incluso, de conservar algunos “espacios”; sin pacificación del territorio, con un CNE absolutamente parcial, los resultados serían desastrosos para la estabilidad del país.

Flagrancia o complicidad
Lo he dicho una y otra vez, para la oposición democrática la prioridad es atender la crisis humanitaria que el país enfrenta; se trata de un panorama altamente complejo, que requiere de nuestras mejores mentes y voluntades para volver a levantar el país, reactivar su aparato productivo, detener la inflación, manejar la deuda, rescatar la industria petrolera, sanear la moneda, buscar los equilibrios macroeconómicos, manejar la ayuda internacional con equidad y justicia, detener el derrumbe de los servicios públicos… lo que viene es demasiado importante para estar complaciendo ciertos egos e intereses políticos.
Pero no nos distraigamos del asunto militar, vienen unos ascensos militares para el próximo mes y el gobierno de Maduro está en la ofensiva para eliminar a quienes se le oponen dentro de las FFAA y nombrar a adeptos comprometidos con el régimen, que le permitan utilizar a los componentes y las armas que no ha podido utilizar.
La estrategia es sencilla, los ascensos militares se otorgan por meritos y tiempo de servicio, pero, al final, según la constitución, es Maduro quien tiene la última palabra; a los aspirantes los van a obligar a comprometerse con el régimen bajo términos de la neolengua chavista, si el aspirante está en la disposición de obedecer las órdenes del Comandante en Jefe de las FFAA (el colombiano Nicolás Maduro) de utilizar todas las fuerzas a su disposición para restaurar “la paz” y al gobierno “democrático” en manos de los socialistas bolivarianos, tiene el ascenso, si dice no, no va para el baile.
Es posible que todos esos nuevos oficiales, que no han actuado en la represión del gobierno contra el pueblo de Venezuela, que no tienen expedientes por violaciones de derechos humanos, que tienen una hoja de servicio limpia y, por lo tanto, que no tienen nada que los haga sujetos de señalamientos como criminales por el derecho internacional, cuenten con que podrán obtener ascensos en su carrera y salir campantes en esta delicada situación; pero eso no es tan cierto, por lo menos en los que se refiere a las leyes venezolanas, porque todos los militares están obligados, por la Constitución y por su juramento, a hacer lo posible por proteger el orden constitucional, las leyes y la forma republicana, de manera que si no han actuado en este sentido, se encuentran en desacato de sus principios y valores, todos son reos de traición a la patria, cómplices de violaciones de derechos humanos por inacción, porque viendo que se estaban violando los derechos del pueblo de Venezuela, no hicieron nada por el retorno al imperio de la ley, teniendo ellos la custodia de las armas de la república.
Como les mencioné, lamentablemente, no hay por el momento puentes entre los partidos políticos de oposición y los militares institucionales, esto es el resultado de una labor harto peligrosa y poco confiable, pero la sociedad venezolana está escindida y cada parte está desconectada de la otra, justo cuando ambas se necesitan.

Hay que hacerlo ya
En mi opinión, tal como está planteado el juego, los militares institucionales deben actuar de inmediato, a todo riesgo; desalojar al madurismo del gobierno, llamar a un gobierno civil de emergencia (calculo que en un año y medio, dos años, se pueda llamar a elecciones generales), empezar a pacificar el país, expulsar a los cubanos y dar todas las garantías a los gobiernos amigos de Venezuela e instancias multilaterales de que se trata de una limpieza de la casa y no de un golpe por el poder; para ello deben invitar a inspecciones y veedurías sobre sus acciones que deben ser realizadas en estricto cumplimiento de las normas sobre el respeto de los derechos humanos. Dado lo implacable de los tiempos, y visto que Nicolás Maduro y su gobierno van a toda máquina con su golpe de estado, que es la constituyente comunal, este freno de emergencia deben aplicarlo ya. Sólo espero que estos militares institucionales tengan un plan que se ajuste al interés nacional y a los principios democráticos, por los cuales los civiles hemos luchado sin tregua, sin intervención suya, y en condiciones tan desiguales.   -   saulgodoy@gmail.com











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