sábado, 29 de julio de 2017

El espacio público


O la esfera pública tal y como la llamaba Habermas, son un cuerpo de personas privadas reunidas para discutir asuntos de interés público o de interés común, que en el siglo XIX en Europa, fueron destacados con la aparición de los cafés y bistrós que abundaban en las calles de las grandes urbes y donde la gente se reunía para conversar sobre las últimas noticias y hechos que afectaban a la sociedad.
Estos espacios donde la burguesía se congregaba para la discusión libre, y se anteponían o hacían de balance a la esfera del estado absolutista y para la estudiosos de la democracia, representaban uno de los más importantes expresiones a la libertad de opinión y eran una de las fuentes principales de lo que se empezó a conocer como la opinión pública.
El ágora, los foros, la plaza, tradicionalmente eran los espacios físicos donde se desenvolvían estas discusiones al calor de los edictos del emperador o tirano de turno, que sus lictores apostaban en paredes y columnas de estos sitios públicos, en ocasiones eran lugares donde los mandatarios preguntaban la opinión de la plebe y donde algunos políticos acudían a buscar el apoyo popular a sus reformas o proyectos de ley.
Con el correr de los tiempos y el desarrollo de la democracia estos espacios cambiaban, las universidades y las iglesias fueron lugares de importantes discusiones sobre asuntos públicos, aunque siempre vigilados por funcionarios del estado o de los intereses de los dueños de estos espacios, la iglesia sobre todo era muy celosa de los temas y decisiones que se discutían en sus predios, sujetos muchas veces a artículos de la fe.
En estas discusiones era la norma hacer al estado responsable de sus actos de manera pública, para lo cual era necesario, que hubiera suficiente información confiable por parte de quienes ejercían el poder para hacer este ejercicio crítico, que lo que buscaba era el cambio o la defensa de ciertas situaciones que afectaban la vida de la comunidad.
Estos espacios públicos estuvieron marcados desde la antigüedad por la esfera privada, pues justamente los mercados eran los espacios donde el mayor número de gente intercambiaba información pertinente a la vida en sociedad, no sólo eran los temas de los precios, mercancías, modas o escasez, sino sobre el ejercicio de la autoridad, las guerras y movilizaciones, los nuevos impuestos y nombramientos del Rey.
Fue en estos espacios donde la burguesía flexionaba sus músculos críticos y donde se hacían análisis de ciertos eventos y situaciones para demostrarle a la nobleza, a la corte y al Rey, que ellos estaban listos y tenían criterio para gobernarse, para Pierre Bourdieu fueron en estos espacios donde nació la élite política de la burguesía.
Uno de las investigaciones históricas que se están llevando a cabo demuestra que estos espacios públicos no eran la liberales como algunos suponen, por ejemplo les estaba prohibido su participación a las mujeres, y los clubes y gremios empezaron a adquirir poder sobre los individuos, de modo que se imponían intereses de clase y se le daba importancia al estatus de las personas dentro de los diferentes grupos.
Para el análisis marxista, estos espacios públicos, sobre todo aquellos de la burguesía que apoyaban al oficialismo gobernante porque lucraban de él, era la fuente primordial del consenso institucional para el dominio hegemónico de la opinión pública.
Ya en el siglo XX el espacio público es un complejo entramado de prensa libre, de medios de comunicación, del ciberespacio, de foros, conferencias, rumores, chismes, encuestas, espectáculo, arte, hasta grafitis que conforman medios y expresiones del sentir público, son los nuevos espacios donde la gente acude a expresar su opinión.
Y tal y como sucedía en el pasado, quienes detentaban el poder utilizaban estos espacios públicos para enterarse de cómo la gente juzgaba su desempeño, en qué punto estaba su popularidad, que era lo que el pueblo quería, que rechazaba, o también, como hacían para manipular y manejar esa opinión hacia sus intereses, como podían influir en el ánimo y la creencia del público.
Porque una de las verdades que históricamente han sido demostradas es que la esfera pública es constantemente  manipulada por diversos y poderosos intereses, empezando por el mismo gobierno y sus clientes, sabemos de dueños de medios, de prensa escrita y otros, que tienen una línea editorial y de contenido que obedecen a sus intereses y a quienes sirve, que la libertad de opinión sólo es posible en una continua lucha en contra de la hegemonía del pensamiento, y más todavía cuando se trata de un objetivo del gobierno y es una política de estado.
Teóricas del feminismo y de las políticas públicas como Jane Mansbridge (1990) dice de ciertas situaciones indeseables que se presentan en la esfera pública:
Las transformaciones del “yo” en “nosotros” que se realiza por medio de la deliberación política pueden fácilmente enmascarar formas sutiles de control. Hasta en el lenguaje que la gente utiliza cuando razonan juntas favorece una sola visión de las cosas inhibiendo otras. Grupos subordinados a veces no pueden encontrar sus propias voces o las palabras para expresar esos pensamientos, y cuando por fin lo hacen, descubren que no son escuchados. Que son silenciados, cuando son alentados en expresar sus necesidades, muchas veces se escuchan decir un “sí” cuando lo que querían decir es un “no”.

Igualmente está fragmentada, hay diversos grupos de opinión que dominan en estos espacios lo que no es necesariamente malo, pues en democracia es necesario un constante check and balance entre los diversos sectores sociales, y esa constante fabricación del consenso implica llegar a términos con estos espacios, hay que negociar y llegar a arreglos concertados.
La profesora del MIT, Nancy Fraser en su excelente artículo Repensando la Esfera Pública (2001) se pregunta:“Bajo condiciones de diversidad culturales y en la ausencia de una desigualdad estructural, ¿Es preferible una sola y articulada esfera pública o es mejor múltiple públicos?” En un medio como el de mi país, Venezuela, todas las partes, gobierno, facciones en conflicto, diversos intereses en lo público y lo privado, todos, pretenden “entubar” la opinión pública, es decir, canalizarla para que se ajuste a sus objetivos, con lo que una sola opinión sería mucho más fácil de controlar que a una multitud.
Esta actividad de “entubar” la opinión pública es el ejercicio diario tanto del gobierno como de la oposición, las críticas son mal vista y peor recibidas, el credo de la unidad y de la hegemonía son indistintos, nadie quiere contradicciones, nuestra política es tan inmadura que no soporta diferencias ni criterios distintos a los formulados por las cúpulas del poder, aunque claramente hay más ejercicio democrático en la oposición, que en el gobierno.
El chavismo, durante las presidencias de Hugo Chávez y Nicolás Maduro sostuvo unas políticas públicas que denominaron “Hegemonía Comunicacional”, con las cuales trataron de controlar la libertad de expresión, la libertad a estar informados y la libertad de pensamiento, pero no pudieron.
Sus intentos por intervenir la esfera pública, abarcando con su presencia todo resquicio comunicacional tanto privado como público para imponer el pensamiento único, fue una quimera, que destruyó muchas empresas de comunicaciones pero no pudieron doblegar a la ciudadanía, fue un fracaso rotundo que se vio reflejado en la impopularidad del régimen y la pérdida de su piso político, en Venezuela se ensayaron conceptos de espacios públicos novedosos proporcionados por las nuevas tecnologías y que apuntan a nuevas formas de organización social.
Los espacios públicos no necesariamente deben ser del estado, o públicos en el sentido de espacios controlados y administrados por el gobierno, los espacios públicos privados son cada día más vitales en democracia, de hecho todos los mercados debería ser espacios libres donde reine la estabilidad que proporciona el balance entre oferta y demanda sin ningún tipo de control estatal, muchos de estos espacios son usados para la discusión política que deliberadamente es conflictiva con el gobierno, porque es la única manera de obtener mejoras, perfeccionamientos de políticas públicas, resultados que satisfagan a una mayoría, oportunidades para las minorías y cambios en la estructura burocrática del estado.
En un estado mercado, pautado principalmente por el interés de las personas individuales, son ellas quienes tienen que decidir qué es lo que es público, que es lo que es de su interés, que es lo que les afecta de la acción gubernamental, son los individuos por medio de su participación en los debates quienes tienen que convencer a los otros sobre las bondades y el interés del tema que defienden o quieren cambiar.
El bien común ha sido por largo tiempo contradictorio al interés privado, justamente porque el comunismo busca la hegemonía, le interesa entubar la opinión en una sola dirección y sin contradicciones, le da prioridad al grupo que a la persona humana, justamente para nulificar al hombre en interés del colectivo, nuestros partidos populares prefieren hablar del barrio que del vecino, de la comuna que del individuo, del sindicato que del obrero, de la masa que del ciudadano, es por ello que el estado mercado busca recomponer el espacio público brindándole al hombre múltiples maneras de participación, diferentes grupos de interés, es vital para el nuevo estado mercado que el gobierno sea mínimo, se limite a sus funciones de servidor público en áreas muy bien delimitadas y que no influya, o influya lo menos posible en la estructuración de la sociedad, en su identidad y el control de las actividades de sus ciudadanos.
La esfera pública privada, es el nuevo paradigma para que la diversidad y la libertad sean ejercidas por los ciudadanos en una cascada de actividades que antes estaban reservadas para el sector público o estatal y que ahora se consiguen en el mercado en una variedad de opciones impensables en el estado nacional territorial.
El bien público o el bien común debe ser producto del consenso, no algo predeterminado por el poder estatal, ni por los partidos políticos, el bien común no se sabe que es, hasta que no se discute, se argumente, se llegue a una acuerdo.
Esto no quiere decir que la esfera pública tiene pretensiones de convertirse en un nuevo estado o poder gubernamental, todo lo contrario, la esfera pública es el ámbito natural de la sociedad civil, no es el de los oficiales del gobierno en cualquiera de sus capacidades u oficinas, en estos espacios se confecciona la opinión pública, no se toman decisiones de gobierno.
Una Asamblea Nacional, o parlamento soberano es una esfera pública dentro del estado, son instancias donde se conforman opiniones y se toman decisiones, por lo que es una institución que se maneja con relaciones fuertes, al contrario de la opinión pública que es de relaciones débiles, pero reflejo de una aceptación o rechazo a los gobiernos por parte de los gobernados, o sea, de la mayoría, y aunque débil, puede terminar con los gobiernos indeseables.  -   saulgodoy@gmail.com



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