domingo, 9 de julio de 2017

La fábula del domador y el león


De una idea original de HAH.

En el circo del Socialismo del Siglo XXI, habían adquirido un nuevo cachorro de león y el domador, un hombre que conocía bien la naturaleza animal, sobre todo la de las bestias más peligrosas se encargó de entrenarlo para su espectáculo con las fieras, con las que hacía todo tipo de suertes, incluyendo una muy peligrosas donde el domador introducía su cabeza en las enormes fauces de tigres y leones, dejando al público sin aliento.
El Domador, conocido por su nombre artístico Florentino El Supremo, sólo usaba el castigo como último recurso, prefería tratar a sus animales con cierto cariño, se ocupaba de que sus jaulas estuvieran limpias y con agua, que se alimentaran adecuadamente, cuando enfermaban hacía todo lo posible por curarlas, les gustaba hablarles para que se acostumbraran a su voz, a la voz del amo.
Sólo cuando a los animales se les salía el instinto, cuando irritados con alguna rutina se negaban a obedecer, entonces utilizaba el látigo y los castigaba, igual cuando estaban de mal humor y se ponían agresivos, pero el domador respondía a su intuición, conocía tan bien a sus animales que sabía cuando no estaban de humor, prefería entonces no trabajar con las que se ponían agresivas.
El Supremo tenía un ayudante, un muchacho bobalicón que se encontró un día de paso por unos de los pueblos que el circo visitaba, no tenía familia, no sabía siquiera donde había nacido, había vivido en la calle a la buena de Dios soñando que algún día sería un rey.
El Supremo se encariñó con el muchacho de nombre Mico, era flojo y muy bruto, pero cuando aprendía una rutina trataba de hacerlo lo mejor posible para complacer a su nuevo padre Florentino, y éste, le recompensaba dándole una rica banana, el problema es que Mico le tenía pavor a los animales y mucho más a los salvajes felinos que su padre entrenaba.
Pero Mico era conversador y se la pasaba contando historias, le gustaba la música y cuando lo dejaban tocaba tambor con la orquesta del circo se emocionaba de tal manera que se salía del ritmo y se iba por su cuenta, se la pasaba reunido con los enanos del circo que era un grupo violento, les gustaba emborracharse y peleaban entre ellos, en días de mucha asistencia de público se mezclaban con la gente y les robaban sus carteras y prendas de valor.
Los dueños del circo lo mantenían como negocio, dejaban que el domador fuera de hecho, la verdadera autoridad y administrador, simplemente explotaban el negocio, recogían sus ganancias y hacían las inversiones absolutamente necesarias, y cuando había perdidas, se las endosaban al personal eliminando bonos, suspendiendo seguros y reduciendo sueldos, la consigna de la empresa era “A cada quien según sus necesidades”
Florentino le tomó especial afecto al cachorro de león e invertía gran cantidad de tiempo en su entrenamiento, le limaba sus garras con cuidado y le decía “Tu eres el rey de la selva, el soberano, no hay animal más poderoso que tú, tu voluntad es la ley, pero debes obedecerme solo a mí, yo soy tu padre, el que te cuida y debes hacer lo que yo diga, por tu bien”
Le enseñaba al cachorro a marchar como lo hacen los militares, le gustaba que el león se mezclara con los otros animales y se ayudaran mutuamente, limpiándose, jugando, compartiendo las comidas sin pelear, dándole la patica al domador en señal de saludo, desfilando con los otros agarrando sus colas alrededor del foso del circo.
Florentino tenía toda la esperanza de que Mico fuera su substituto como domador y para ello trataba de entrenarlo en varias suertes, hacía que pasara el mayor tiempo posible con los animales, como su asistente lo obligaba a entrar en las jaulas de los tigres y leones pero como les tenía miedo lo que hacía era ponerlos nerviosos, en varias ocasiones lo vio maltratándolos, y en más de una oportunidad sospechaba que no les daba de comer lo suficiente.
No le gustaba la amistad de Mico con uno de los enanos que tenía un acto ambientado en los tiempos de las cavernas, y utilizaba un mazo de verdad, que llevaba consigo todo el tiempo y con el que agredía a los otros enanos, llegó a pensar que el enano estaba involucrado en el tráfico de drogas; tampoco le gustaba que Mico frecuentara a la mujer barbuda de quien temía se enamorara, era una mujer absorbente y celosa, había llenado el circo con sus familiares quienes ocupaban cargos como tramoyeros, choferes, cargadores, vigilantes, vendedores de boletos, el contable y hasta un payaso era sobrino suyo.
Pasado dos años desde que el cachorro llegó al circo, se había convertido en un enorme león joven, lleno de vigor y astucia, rápido en sus movimientos, con un rugido atemorizante, enorme melena y unos dientes y garras temibles, pero dócil ante Florentino a quien obedecía sin chistar, estando un día en la arena practicando los saltos a través del aro de fuego, Florentino se quejó de un dolor en una pierna, suspendió el ensayo y se retiró a su tráiler.
Al día siguiente tuvieron que llamar al médico, Florentino cojeaba notablemente y tenía un enorme dolor, tuvieron que llevarlo al hospital para hacerle unos exámenes, la prognosis no era buena, sufría de cáncer y necesitaba de urgencia tratamiento, los dueños del circo que eran también propietarios de una clínica para abortos, lo internaron en la misma para reducir costos (el seguro estaba suspendido por causas de pérdidas fiscales).
Para sorpresa de todos, decidió entregarle su látigo de domador y su cargo a Mico, quien durante la hospitalización de Florentino, aprovechó para envenenar a todos los tigres, se puso el frack rojo con las botas de montar negras y el sombrero de copa para lucirse abrazado con la mujer barbuda por el circo, escoltado por el enano del mazo, ya todos sabía que el circo tenía una nueva administración.
Florentino murió a los pocos meses, murió lejos de su circo, el rumor se esparció de que los dueños del circo aceleraron su muerte para reducir los gastos médicos, ya habían llegado a un acuerdo con Mico quien les prometió mayores ganancias y menos gastos, sería una nueva forma de administrar el circo, que en realidad sólo benefició a Mico, a la mujer barbuda y la cofradía de enanos violentos.
El problema era el espectáculo con los leones, al principio los animales obedecían por costumbre, sabían la rutina y la seguían, pero extrañaban a su padre, y muy pronto Mico hubo de recurrir a la violencia, incluso sedaba a los animales antes de sacarlos pero el show era de mucha menor calidad, pagaba su rabia e impotencia con las bestias negándoles el alimento y el agua, descuidando sus jaulas.
Los dueños del circo le reclamaron lo pobre que resultaba su acto, la baja recaudación de la taquilla y las críticas de la prensa a la calidad del espectáculo, y Mico prometió darles una sorpresa, haría una suerte que nunca nadie había hecho antes, se montaría encima de un león y se pasearía con él por todo el circo saludando a los visitantes.
Probó con todos los leones pero estaban tan flacos y descuidados, que sólo el león de Florentino podía soportarlo (Mico había engordado), de modo que la noche del estreno, tras una intensa campaña publicitaria, le puso una dosis extra de sedantes al león para hacerlo dócil y manejable, pero el enano encargado de drogar al animal tomó ¾ de la dosis para venderla esa noche a sus clientela.
Cuando Mico montó al animal no tuvo problemas al principio, hasta que salió fuera de la gran carpa, ante el asombro de los espectadores que ingresaban una vez que el león se vio al descampado empezó a correr, a encabritarse, tiraba dentelladas en contra del jinete, Mico horrorizado perdió el control del animal a pesar de los latigazos que le propinaba, no le quedó otra que gritar por auxilio mientras se agarraba fuertemente de la melena del animal.
El enano del mazo corrió tras ellos pero los perdió cuando el animal saltó una cerca de un campo adyacente al circo, Mico iba aterrorizado, sabía que si se soltaba el animal lo devoraría, este hacía cualquier tipo de movimiento para despedir a su jinete, el león sabía que Mico era su enemigo, el causante de todo su sufrimiento y si podía bajarlo de su lomo se lo comería con gusto.
Mico no sabía qué hacer, de pronto se le ocurrió una idea, algo arriesgada pero quizás haría que el animal no se lo comiera, le susurró al oído: “Leoncito, querido… ¿Qué tal una constituyente comunal?... el circo sería nuestro, recibirías tu parte, una buena vida con mucha carne en las comidas… sería la primera vez en la historia que los leones tendrían voz y voto en una constituyente… Solo tiene que dejarme vivir, dime que sí leoncito y seremos felices para siempre… ¿Aceptas?”    -      saulgodoy@gmail.com




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