martes, 22 de agosto de 2017

La ideología y el lenguaje


La necesidad urgente del chavismo de integrar su ideología a la cultura venezolana lo obligó a realizar maromas comunicacionales de una factura tan pobre, que se hacía evidente el trabajo de tratar de imponerla contra viento y marea, el recursos que más utilizaron fue el de la frecuencia del mensaje, tratar de martillar los memes, consignas, ideas y discursos en la conciencia colectiva por medio de la hegemonía comunicacional, a cada instante y momento, utilizando su aparato de propaganda, los medios de comunicación masivos que estaban bajo su control.
Igualmente hicieron uso de las llamadas “cadenas presidenciales” que no es otra cosa que la confiscación por parte del gobierno del espacio radioeléctrico para imponer su ideario y manipular la realidad a voluntad, el uso del espacio público con imágenes, monumentos, carteles, murales, grafitis y todo tipo, y la introducción en la cultura de una especie de “arte socialista” de muy baja factura, que identificaba a los factores del gobierno en la manera de vestirse, de su música (en lo que contribuyó el Sistema de Orquesta Simón Bolívar con el maestro Abreu a la cabeza), de cómo hablaban, en amagos de una “moda chavista” que nunca resultó algo mas allá que un disfraz carnestolendo de una clase social pauperizada, ignorante e ideologizada.
Visto el fracaso de popularizar su imagen como colectivo, de uniformar a sus huestes con los símbolos revolucionarios, decidieron recurrir a los documentos personales, sustituir la cédula de identidad, como documento oficial de identidad de los ciudadanos de Venezuela por un Carnet de la Patria, con el que les permitiría recibir las prebendas, regalos, limosnas, becas y ahora están profundizando su uso, como documento obligatorio para todo ciudadano que espere recibir del Estado los servicios gratuitos de educación, salud, empleo, vivienda y otros, de los símbolos se movieron hacia los instrumentos de la biopolítica.
Esta imposición por parte del estado comunista de una ideología tiene su locus classicus en la obra La ideología alemana, donde Marx y Engels afirman que “cada nueva clase que se pone en el lugar de la dominante anterior se ve obligada, simplemente para conseguir su objetivo, a representar su interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir, expresado en forma ideal: tiene que dar la forma de universalidad a sus ideas, y representarlas como las únicas racionales y universalmente válidas"
Pero repito, estas ideas eran de una factura tan baja y vulgar- reflejo de la mentalidad de la clase revolucionaria- que nunca prosperó más allá que la de unos pocos cuadros de excluidos de la sociedad y ahora utilizados como barras de fanáticos de las acciones del gobierno y con fines puramente mediáticos.
Hay un autor de origen soviético V.N Voloshinov que según el estudioso británico de las ideologías Terry Eagleton, fue el primero en desarrollar una tesis semiótica de la ideología, en su obra El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929) -una obra en la que el autor proclama atrevidamente que “sin signos no hay ideologías”.
Dice Eagleton: “Según esta concepción, el ámbito de los signos y el ámbito de la ideología son coextensos: la conciencia únicamente puede surgir en la corporización material de significantes, y como estos significantes son por sí mismos materiales, no son sólo «reflejos» de la realidad sino que forman parte integrante de ella. “La lógica de la conciencia -escribe Voloshinov- es la lógica de la comunicación ideológica, de la interacción semiótica de un grupo social. Si privamos a una conciencia de su contenido semiótico e ideológico, no quedaría absolutamente nada.”
Hay una tendencia bastante singular del dictador Nicolás Maduro tratando de copiar a su “padre” Hugo Chávez, que tiene que ver con el uso del lenguaje castellano, convertido en una neolengua revolucionaria, que encajaría dentro de los esfuerzos del Socialismo del Siglo XXI por cambiarle al venezolano la lente por la cual percibe la realidad.
El régimen chavista ha estado tratando de invertir los valores morales y principios éticos de los venezolanos acumulados en nuestro bagaje cultural con el transcurso del tiempo, no escatima esfuerzos ni dinero en tratar de hacer ver al crimen como algo justo y legal, a la mentira como una virtud, a la ignorancia y a la pobreza como el estado ideal del ser humano, al esfuerzo y el trabajo como valores burgueses con los que las élites capitalistas explotan al proletariado, a la fealdad, la vulgaridad y el mal gusto como la nueva imagen de los venezolanos, pero por sobre todo, al mal uso del lenguaje como una distinción del nuevo hombre socialista.
Mientras peor se utilice la lengua española, introduciendo algunos “chavilogismos” en el discurso, como es el caso de la palabra “bolivariano” para hacerla una categoría universal, especie de etiqueta que califica a la república, al ejercito, a la misma constitución, como la insistencia en masculinizar y feminizar las tareas y condiciones de las personas, de “comerse” las consonantes y vocales sobre todo en la terminación de las palabras, de convertir adjetivos en verbos y verbos en adjetivos, de darle significados a las palabras que no tienen, de cometer exabruptos conceptuales cuando hablan de medidas, cantidades, signos convencionales, de substituir palabras de uso corriente por otras con significado político (por ejemplo, la palabra “preso” por privado de libertad, Congreso por Asamblea Nacional, niñez abandonada por niños de la patria, “malandros” pues “buelandros”, escuálidos por opositores, etc.
Esta tendencia de corroer la cultura con versiones interesadas de nuestra historia, falsificaciones de discursos de los padres de la patria, introducción de elementos foráneos en nuestra nacionalidad tales como modismos, acentos, giros que corresponden a otros países y culturas (sobre todo al habla cubana), de cambiar el significado de ciertas palabras que tienen que ver con términos legales, sobre todo de la letra constitucional, del himno nacional, de los lemas y consignas patrias, de orden cronológico como la designación de una “cuarta república”, toda esta cascada de acciones sobre la lengua común y cotidiana que se habla en el país, este intento por modificar los términos del pasado y como se percibe la realidad tiene sus repercusiones en la consciencia y en la cultura del venezolano, que quizás no se dé cuenta de su afección, pero que definitivamente lo cambian.
La mayor parte de los voceros del régimen son todos, sin excepción, personas mal habladas, de una pobreza cultural que dejan mucho que desear, de un vocabulario sumamente limitado, de una rigidez ideológica absoluta, son los representantes perfectos del ideal del régimen, de un solo pueblo, un solo partido, un solo pensamiento, y cuando se trata de un representante del estamento militar esta condición de ausencia del logos se patentiza de manera especialmente notable.
Si la idea de Wittgenstein era que el tamaño del universo de cada persona es tan grande como el tamaño de su vocabulario, la legendaria Lilliput le quedaría grande  a los revolucionarios.
Pero a pesar de la pobreza de lenguaje, le hicieron un gran daño a nuestra cultura, durante estos 18 años de chavismo han cultivado a un venezolano a su imagen y semejanza, personas que apenas pueden comunicarse y si lo hacen, guturan, no hablan, se valen más de señas y gestos que de palabras, son personas que se resuelven la vida a flor de los sentimientos y no de la razón, son buscadores de sensaciones no de ideas, algunos de ellos pueden resolver sus vidas con vocabularios inferiores a las 400 palabras mal dichas, cuya vida interior está más cerca de la animalidad a pesar de la insistencia del régimen, de haber obtenido grandes avances en sus programas de alfabetización de la población, otra gran ilusión que se anotan en su mundo fantasioso.
La profesora Heidi Herzogenrath-Amelung, de la Universidad de Westminster, en Londres, investigadora experta en teoría de las comunicaciones, en su famoso artículo Ideology, Critique and Surveillance (2013) que fue el filósofo marxista Louis Althusser quien introdujo el concepto de Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) que incluían a la familia, el sistema educativo, los partidos políticos y los medios como parte de una maquinaria que trabaja sobre la conciencia, no de una clase social, sino del individuo.
La ideología interpela al individuo por medio del lenguaje, conecta directamente con su estructura personal, con su identidad y puede moldearlo según sus requerimientos, por ello es que una ideología dominante, y en el caso del chavismo casi que única, afectan a todos por igual, me afecta a mí desde el momento en que empiezo a usar sus mismas palabras, a verlas cosas como “ellos’ las ven, a tener como referencia sus discursos e interpretaciones de la realidad.
La ideología chavista hace un trabajo demoledor cuando quiere hacer  ver que el crimen paga, que ser bueno es ser idiota, que callar es más conveniente que expresar lo que se piensa, que efectivamente existe una guerra económica en contra del país y no es culpa de ellos ni la inflación, ni el desabastecimiento, ni la falta de oportunidades, ni la ruina económica de PDVSA, una campaña constante y sin respiro hace mella en la conciencia más fuerte, habría que tener una defensa y hacer un trabajo de revisión constante de la realidad, para contraponer tal avalancha de información manipulada, dirigida a destruir las creencias del individuo, dispuesta a sumir a la persona en el pesimismo y la derrota, que lo hacen víctima propiciatoria para la subyugación ideológica.
Lo que nos está pasando como pueblo no es juego, hay sobre nosotros una campaña muy intensa y prolongada de guerra psicológica, que está haciendo un hueco en nuestra credulidad y valores, cuyo fin es llevarnos a aceptar nuestra condición de esclavos de la revolución, que solo tenemos valor mientras nos dejemos manipular y conducir por nuestros opresores.
Nuestra única defensa en contra de este ataque a nuestra psique es por medio de nuestra capacidad crítica, de poder refutar las ideas falsas, la irrealidad de las propuestas, de no dejarnos llevar por la fantasmagoría chavista (y la de la oposición manipulada por el chavismo), la única posibilidad que tenemos es en el estudio, en prepararnos para rechazar tantas falsedades, de nunca conformarnos con verdades a medias, de llegar hasta los motivos últimos de las acciones del régimen, y esta resistencia debemos enseñarla a nuestros hijos, predicarla en nuestro entorno, conversarla con la gente en la calle, nunca permanecer indiferente ante la mentira.
Ya hay síntomas preocupantes de que esta batalla pudiéramos estarla perdiendo, se escuchan muchos reclamos al pensamiento crítico, en aras de una supuesta unidad se pretende acallar a quienes luchamos por la verdad, por aclarar las sombras en que nos quiere ver sumido los enemigos de nuestra patria, la gente nos reclama nuestra actitud contestaría, intransigentes con las apariencias y el pensamiento débil, no quieren disenso y en la búsqueda de ese falso consenso, sacrifican la verdad sin pensarlo dos veces.  -  saulgodoy@gmail.com







No hay comentarios:

Publicar un comentario