domingo, 1 de octubre de 2017

Degradar el voto, burlarse del votante


Haber invitado al chavismo para que compartiera nuestra cama, para que la llenara de vidrios rotos, de modo que cada movimiento que hiciéramos nos causara dolor y nos hiriera, no es una alegoría cualquiera; es una realidad en la que vivimos, producto de bandidos cuyo proyecto, desde el principio, era uno de dominación y abuso.
Nuestra democracia falló al no identificar a nuestro enemigo, quien haciéndose pasar por un salvador nos intenta esclavizar; falló por no haberse activado las alarmas ante la amenaza, porque ni siquiera pudimos defendernos de manera eficaz, cuando ya era obvio que el plan era la destrucción del país.
El chavismo es una fuerza corrosiva, que debilita y desarticula todo lo que toca, empezando por el lenguaje, al que transforma para hacer imposible la comunicación; lo hizo con la economía, que convierte en un arma para agredir a quienes participan en ella; lo reafirma con la ley y la justicia, a las que desprecia y usa como si fueran tenedor y cuchillo, para trinchar y rebanar las libertades y derechos de la población. El chavismo es una especie de populismo agresivo, una cepa que no cesa de mutar y hacerse resistente ante cualquier intento de salir de él por vías, justamente, pacíficas y democráticas, porque es tan contagioso, que hasta nuestra misma oposición se ha convertido en una versión chavista de la idea de lo que, para los chavistas, debería ser su propia oposición.
Con lo que quiero decir que esa Mesa de la Unidad (MUD) que hoy tenemos, esos partidos políticos y sus dirigentes, luego de estos penosos veinte años de cohabitación, se han transformado en el reflejo de los chavistas ante el espejo, son iguales, excepto por el hecho de que la derecha y la izquierda aparecen invertidos, como en una simbiosis, ambos se necesitan, están unidos en sus ideologías, en su manera de ver el mundo, en su necesidad de preservarse en el poder.
A estas alturas del juego, para nadie es un secreto que contamos con una oposición política totalmente amaestrada y sumisa, que tenemos que diferenciar de la verdadera resistencia, que nace del pueblo y se mantiene viva por esa vital necesidad de libertad; que la verdadera y única oposición es la que está en la calle, la que se rebela contra la injusticia y la necesidad impuestas por un régimen corrupto y violento que pretende, luego de llevarnos a la miseria, seguir enquistado en el poder y viviendo como parásito de nuestra sociedad.
La verdadera tragedia de Venezuela es que el pueblo, la gran mayoría de los ciudadanos venezolanos, que padecen y viven el horror chavista, tenemos una dirigencia política que tiene una agenda aparte, que no se corresponde con los intereses del país, ni con las necesidades de la gente; todo lo contrario, son apéndices del régimen y manejados con una desvergüenza total. Esa oposición política, ese sistema de partidos políticos de la oposición, existe sólo en la esperanza de convertirse en los auténticos herederos del chavismo, sus organizaciones son plataformas de negocios y gestiones, que aguardan pacientemente la hora de cobrar, de ser ellos los depositarios de una nueva etapa de explotación en nombre de la democracia.
No, no se trata de una argumentación anti política y anti partidos; la realidad es que esa forma de hacer política no es política, es una versión barata de la política electorera y clientelar, sus bases están dadas por un populismo pernicioso y vulgar, no por una vocación de servicio público, ni un entendimiento de la sociedad y sus relaciones, de sus partes interactuando, de sus posibilidades de crecimiento en armonía; es el fruto de una democracia deformada, donde los partidos pretendieron copar los espacios políticos, dejando al ciudadano en el asiento de atrás, mientras unos “genios” conducían el país a su saber y entender.
Ya sabemos de qué democracia se trata, de la electoral, la única que ellos conocen y a la que se deben, pues es un juego de azar, una apuesta, que se gana a veces teniendo la mayoría de los votos, aunque puede no ser así, si no tienes el respaldo de la fuerza para imponer el triunfo; de eso tenemos una larga experiencia, una cosa es lo que el pueblo quiere, lo que vota en las urnas, y otra lo que se da en la realidad, sostenido por las armas, y todos sabemos de esa condición de ludópata que nos distingue a los venezolanos, de entregar nuestro avatar a las fuerzas ciegas del destino, y por ello es que nos encanta una lotería.
Pero en esta ocasión hemos sido tan castigados y hemos sufrido lo indecible en manos de estos operarios del mal, que son los chavistas, esa mescla oprobiosa de marxismo leninismo, cristianismo amanecido, oportunismo, resentimiento social, frustración postcolonial, teología de la liberación, militarismo, caudillismo, salpimentado con el discurso democrático y populista… en fin, todas esas taras e ideologías a medio masticar, que conforman esa franquicia de exportación llamada el socialismo del siglo XXI, que creo, por primera vez en mucho tiempo, los venezolanos hemos tenido, por fin, una dosis de realidad, que nos ha hecho confrontar nuestra posibilidad de sobrevivencia.
Y en ese trago amargo estamos, padeciendo los resultados de una ignorancia general, de una apatía, que desespera a muchos y complace a unos pocos. El chavismo, conjuntamente con los partidos políticos de la oposición, han convertido la institución del voto en una ficha de cambio, que sólo le sirve a los intereses electoreros de un exclusivo club de políticos, a quienes hemos investido de legitimidad y poder.
Y digo que el voto es una institución porque, aparte de ser el instrumento por el cual deberíamos expresar nuestra voluntad como pueblo soberano y libre, está rodeado de órganos del estado que pretenden controlarlo, mediatizarlo, conducirlo, entre ellos el  Consejo Nacional Electoral (CNE), una oficina del gobierno que debería ocuparse de poner al servicio de los ciudadanos los registros, la plataforma tecnológica, la logística, los servicios de arbitraje, en casos de conflicto, y todos los medios para que podamos contarnos sin problema, permitiendo de esa manera que el pueblo participe y decida sobre su presente y futuro, es todo lo contrario, una caja negra donde lo que entra sale violado y “arreglado” a la conveniencia del poder.
El chavismo, en colusión con los partidos políticos de la oposición, lo convirtieron en un poder del estado que ha secuestrado la posibilidad de hacer de nuestro voto un medio de participación en la conducción del estado.
La MUD no quiere aceptar que la única manera de arreglar los problemas existenciales de Venezuela es saliendo del chavismo, que abandone el gobierno lo más rápido posible pues, mientras siga allí, continúa haciendo un daño terrible; y no es con elecciones, ni con negociaciones, que vamos a solucionar nuestro problema. Lamentablemente, no va hacer con medios pacíficos.
Pero se han encerrado en ese mantra que repiten como si eso fuera a salvarlos del caos que viene, perder de vista el objetivo de desalojar al chavismo y distraernos en elecciones y negociaciones es un garrafal error que nos desgasta y frustra. Entre los memes favoritos, que frecuentemente promueven se encuentra el que dice que el voto es la única arma de un demócrata; nada más falso, nada más cómodo y conveniente para una plataforma de partidos que lo único que persiguen es continuar haciendo una política que no es política, sino negociados.
El voto ha sido desvirtuado en su naturaleza, ya no es expresión de nuestra voluntad, ya no depende de nuestro discernimiento ni es nuestra decisión; ahora es un instrumento de los partidos, de los políticos que nos venden la salvación si votamos cada vez que nos lo piden, y que nos amenazan con la condena eterna en los infiernos de la abstención, si no se los damos en el momento y en las condiciones que nos lo exigen las necesidades de sus organizaciones partidistas, no la nuestras.
El voto ha sido horriblemente desfigurado por el chavismo y por la oposición, ya no nos pertenece, ahora no elige, no es respetado, y para colmo hay que defenderlo hasta con nuestras vidas, votar se ha convertido en una actividad de trincheras, de largas horas de espera por las acciones de los tramposos; nos dicen que el voto es fundamental para la vida institucional del país,  cuando puede ser escamotado por cualquiera, bien en las actas, en los listados, por unas máquinas, por un software, por unos pillos electorales, por un Plan República en manos de los militares, por unas mujeres que aparecen en televisión anunciando cualquier resultado menos el real en las horas chiquitas de la madrugada, proclamando unos ganadores que lograron su triunfo con votos fantasmas…
Uno de los argumentos más falaces que utilizan los mercaderes del voto es que si es posible ganarle al CNE unas elecciones, no importan las trampas, los atajos o las argucias que utilicen, si todos vamos a votar masivamente tendrán que aceptar los resultados, supongamos que ese escenario se haya dado por imprevistos o errores del enemigo, lo importante en este caso no es ganar sino cobrar, es decir, lo que importa no es triunfar en la competencia, sino que el candidato que elegimos efectivamente pueda hacer su trabajo, arreglarnos la vida, recomponer al país, que nuestro voto se haga efectivo, si esto no se produce en la realidad ¿Qué sentido tiene votar?
Las elecciones en nuestro país se ganan y se pierden a pesar de los votos, el elector ha quedado como figura de reparto, como excusa, para que fuerzas invisibles manipulen los resultados y, si estos no pudieren ser manipulados, pues tan sencillo como que no se reconocen, se modifican los resultados, se anulan las actas, aparecen decisiones judiciales en oscuros tribunales y de pronto cambian el panorama y los ganadores se convierten en perdedores.
Pero se ha llegado a extremos tan repulsivos como cuando, aun ganando, el gobierno ahoga a los vencedores, les monta gobiernos paralelos, no les entrega los presupuestos, los persigue y los inhabilita, los destituye por cualquier medio, no deja que gobiernen…
La MUD sabe que con este gobierno ni valen las elecciones ni las negociaciones, sabe que movilizar a los venezolanos para que voten es perder el tiempo. Pero ah, nos dicen los utilitaristas, sirve para dejar al gobierno en evidencia de lo que todos sabemos, que es un tramposo, para que el mundo se percate de que en Venezuela no hay democracia ¿Para eso sirve nuestro voto?
Vamos a votar por un grupo de políticos que en una buena parte elegimos para que nos representaran en la Asamblea Nacional, pero ahora, como se aburrieron de no estar cobrando sus sueldos, de tener que trabajar bajo presión, de haber abandonado “sus espacios” en el Palacio Federal, ahora quieren defender con nuestros votos esos otros espacios que, ahora sí, van proteger, las gobernaciones.
La situación tiene tintes de extremismo democrático, y pone al voto como la única manera de poder hacer algo contra el régimen tiránico, que maneja todos los hilos del poder electoral y, si eso no le resulta para proteger sus intereses, tienen las maneras de arruinarle al más pintado de los gobernadores la posibilidad de hacer algo por sus territorios y pobladores. Todo pareciera indicar, y desde hace ya mucho tiempo, que no es el momento para la vía electoral, que antes de eso hay que desalojar del poder al tirano, sólo entonces el votar volverá a tener significado y podrá resolver los problemas de las grandes decisiones y la legitimación del gobierno.
Todo en democracia acaba en unas elecciones, en eso estamos claros, pero éste no es el momento; lo que la MUD está haciendo, con su insistencia de utilizar nuestro voto como vía para desenmascarar al régimen, un régimen que ya tiene un tiro en el ala, sin ningún tipo de credibilidad en la comunidad internacional, con un expediente monumental en violaciones de DDHH, es absolutamente innecesario; con ello sólo agotan a la gente, utilizándola para no obtener ningún resultado, restándole fuerza y convicción al sistema electoral.
Pareciera más bien algún tipo de narcisismo suicida el de algunos políticos al pretender movilizar a todo el país y agotarlo en una elecciones que, claramente, van hacia un callejón sin salida ¿Que si vamos a entregarle el país a los chavistas? Eso no es verdad, ellos no tienen el país, no controlan nada, lo que único que hacen es robar y proteger sus negocios y eso lo van a seguir haciendo con gobernadores chavistas o de la oposición.
¿Que si es mejor salir y votar que quedarse en la casa sin hacer nada? Pues hay una gran confusión en esa apreciación, en vez de movilizar a la gente a votar, porqué no la movilizamos para salir del régimen. No ganamos nada con tener 20 gobernadores mirándose el ombligo, sin poder trabajar, amenazados, con sus familias vigiladas, sin recibir un centavo de sus presupuestos; nuestros votos no deciden nada en este momento y circunstancia, nada, y esto es así porque el tirano está en el poder y todos los venezolanos sabemos cuál es la única manera de sacarlo, y no es con los votos.
¿Para qué la charada? ¿Para legitimar a un gobierno que ya claramente hemos rechazado, que no reconocemos? ¿Qué tipo de resultado, que no sea seguir perdiendo la fe en el voto, se va a lograr con estas elecciones?
Hay algunas personas, a quienes respeto su idea de que el voto hay que ejercerlo con cada oportunidad que se presente, como si fuera una función automática como respirar, que es un deber sagrado de todo demócrata o ciudadano comprometido acudir a cada llamado; están los utilitaristas que se preguntan: “¿Qué ganas quedándote en casa?”, como si votar fuera hacer ejercicio, subir cerro o vender artículos por catálogos puerta a puerta; para otros es un asunto de conciencia, el voto hay que darlo cuando nos lo pidan, es una reacción automática, como el saludo, ni siquiera hay que pensar en sus consecuencias, si vale o no, si sirve de algo o no, si nos manipulan o no, lo importante es sentirse bien, haber cumplido con la obligación…
Votar pierde sentido cuando no se logra resultados, nuestro poder de decisión se ve disminuido cuando nuestra voluntad no se manifiesta en hechos palpables, perdemos fuerza y confianza en la democracia cuando nuestras decisiones no son tomadas en cuenta… eso es lo que quieren Maduro y el chavismo, deprimir a los venezolanos, hacer del ejercicio ciudadano de participación un hecho banal. Me parece improbable, como mínimo, irresponsable, que la MUD no haya caído en cuenta de que está aliándose con sus enemigos para lograr esos mismos fines, porque lo que vamos a tener son a 20 nuevos funcionarios quejándose de que no los dejan trabajar.
La oposición política, en su irresponsabilidad de no medir los efectos de una nueva frustración electoral, al concluir estos eventos, y al obligar a los ciudadanos venezolanos a prestarse para una acción absurda, cuando se dé cuenta de que nuestro voto no vale, será la culpable de ponernos en esta situación, de manos contra la pared; una situación que no tiene razón de ser, sometiéndonos a un dilema perverso: votar o no votar, y haciéndonos sentir indignos si no accedemos a peticiones de políticos. Pero lo que conviene a los partidos políticos dentro de sus agendas electorales no necesariamente le conviene al país; empujarnos a esa esquizofrénica búsqueda de salidas electorales que no funcionan, nos hace más mal que bien, porque están debilitando a la democracia.
¿Le vamos a dejar la vía libre al chavismo para que instale sus gobernadores y todo el país sea rojo rojito? A los que se preguntan por tal posibilidad les pediría que abran los ojos y se percaten de que ya no hay comida, ni medicinas, no hay seguridad, no hay dinero, no hay servicios públicos, no hay transporte ni vías de comunicación en buen estado, que cada vez se hace más difícil viajar, que ya no tenemos cómo educar y entretener a nuestros hijos… hemos perdido el país y esa gente sigue insistiendo en elecciones, como si ganar las gobernaciones fuera a resolver nuestros problemas más urgentes, como si levantarnos ese día, hacer la cola y votar fuera un rito mágico que nos devolverá el país y la paz perdida.
Maduro no hace nada con veinte gobernaciones o con cuarenta; de todas maneras, tendrá que dotarlas de presupuesto y no tiene dinero, deberá pagar una nómina de empleados que no puede honrar, deberá atender necesidades sólo de sus partidarios y no los va poder complacer… pregúntese si el gobierno hace sus negocios porque tiene o no gobernadores y se dará cuenta de que, solamente, se trata de llenar un formulario, de que la Asamblea Constituyente llamó a elecciones y el pueblo cumplió, y el gobierno ganó ¿Cree usted que eso le dará al gobierno algún tipo de legitimidad o a la oposición alguna ventaja?
Nuestro problema principal es sacar al gobierno del poder; ya está más que probado con votos no es la vía ¿Para qué seguir desperdiciando fuerza electoral, que es un recurso limitado en nuestras circunstancias? Nos estamos distrayendo, alejando, divergiendo de nuestro verdadero objetivo; estamos perdiendo miserablemente el tiempo y dándole aliento al régimen, dejando la calle y desestimando la intervención de la comunidad internacional. Seguir en resistencia y hacer efectiva labor de oposición, sin pausa, sin atajos, es la única manera de salir de esta pesadilla.  -   saulgodoy@gmail.com






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