viernes, 1 de diciembre de 2017

Por una democracia liberal en Venezuela


Cuando los países adoptan un sistema democrático se enfrenta a un primer problema a resolver, y es el de las dos exigencias fundamentales del sistema que son: limitar el poder del estado y por el otro lado, distribuirlo.
Es un asunto delicado ya que lo que está en juego es la libertad del individuo, veamos por qué, Benjamin Constant (1767-1830) señalaba con mucho tino que la libertad de los antiguos, de las sociedades que levantaban las primeras formas de estado para gobernar los destinos de sus naciones, basaban su libertad en una continuada participación activa en los asuntos públicos ya que el gobierno era colectivo, la libertad moderna estaba basada en el gozo pacífico de la independencia privada protegida y tutelada por las leyes.
De la necesaria participación en el foro público, se pasó a la institución del derecho privado, e hizo de la vida de los ciudadanos algo mucho más productivo y útil, se pudieron dedicar a sus asuntos profesionales, comerciales, de industria, de estudio e investigación con la seguridad de que sus derechos estaban protegidos, ya no era necesario acudir a las asamblea populares a defender sus derechos violados por terceros, incluyendo al mismo estado.
Pero un contemporáneo de Constant, Jean-Jacques Rousseau, inspirado por el pensamiento de los antiguos, en su obra El Contrato Social, propuso que una República estaba constituida por el Poder Soberano que era la expresión de la voluntad general, y le otorgó a este poder soberano una condición de infalibilidad, es decir, nunca se equivocaba, y como poder máximo en una sociedad dada: “No tiene necesidad de proporcionar garantías a los súbditos, porque es imposible que el cuerpo quiera perjudicar a todos sus miembros’’.
Como podemos ver claramente en este constructo ideológico, Rousseau conservaba para el Estado el poder absoluto utilizando como excusa la prevalencia del cuerpo político sobre el resto de la sociedad, de nuevo se ponía en juego el delicado asunto de los límites del poder y como distribuirlo, es decir, la libertad individual estaba de nuevo en la picota.
Esta ha sido la lucha entre el Estado Liberal y el Estado Absoluto y que todavía en el siglo XXI lo estamos dando en Venezuela, esto, a pesar de que ya desde hace mucho tiempo han sido elaborados y puesto en vigor los Derechos del Hombre, de acuerdo con los cuales, todos los hombres indistintamente, tienen por naturaleza, y por tanto sin importar su voluntad, mucho menos la voluntad de unos cuantos o de uno solo, algunos derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a la felicidad, que el Estado, o más concretamente aquellos que en un determinado momento histórico detentan el poder legitimo de ejercer la fuerza para obtener la obediencia a .sus mandatos, deben respetar no invadiéndolos y garantizarlos frente a cualquier intervención posible por parte de los demás.
Esa entelequia de gobierno, a veces socialista, a veces monarquía absoluta cuando no gobierno militar, que tenemos bajo la denominación socialismo del siglo XXI, no es más que una colcha de retazos, un híbrido monstruoso que se quiere hacer pasar por democracia y representante de la voluntad popular, utilizando no solo una retórica barata y disfuncional, sino todos las trampas de los tahúres en los juegos de cartas marcadas que se conocen.
Este gobierno chavista que trata de ubicarse en todos los estilos de política, que habla del respeto de los derechos humanos practicando masacres, torturando a gente inocente, persiguiendo judicialmente a quienes piensan diferente, con sus cárceles llenas de políticos presos y con el pueblo pasando hambre y miseria, ha pretendido y pretende hacerse pasar por un estado liberal, aún cuando su objetivo claro y expresado públicamente es conservar el poder indefinidamente.
Este “salto atrás” en nuestro proceso de civilización dado por unos militares comunistas en nuestro país, siguiendo el modelo creado por Fidel Castro para la isla de Cuba, se está cayendo a pedazos, no es viable y de hecho nos arropa la peor crisis económica y social que el país haya conocido en su historia reciente, lo importante en medio de esta vorágine es no perder de vista el ideal político por el que los venezolanos hemos venido luchando por lustros, el de un país libre y democrático.
Norberto Bobbio uno de los granes pensadores políticos italianos, nos habla de los límites del poder en un estado liberal y democrático en su libro Liberalismo y Democracia (1985), dice Bobbio:
El liberalismo es una doctrina del Estado limitado tanto con respecto a sus poderes como a sus funciones. La noción común que sirve para representar al primero es el estado de derecho; la noción común para representar el segundo es el estado mínimo... Por estado de derecho se entiende en general un Estado en el que los poderes públicos son regulados por normas generales (las leyes fundamentales o constitucionales) y deben ser ejercidos en el ámbito de las leyes que los regulan, salvo el derecho del ciudadano de recurrir a un juez independiente para hacer reconocer y rechazar el abuso o exceso de poder. Entendido así, el estado de derecho refleja1a vieja doctrina, que se remonta a los clásicos y que fue transmitida por las doctrinas políticas medievales, de la superioridad del gobierno de las leyes sobre el gobierno de los hombres… Los más importantes de estos mecanismos son: 1) el control del poder ejecutivo por parte del poder legislativo o más exactamente del gobierno al que corresponde el poder ejecutivo de parte del parlamento  al que toca en última instancia el poder legislativo y la orientación política, 2) el control eventual del parlamento en el ejercicio del poder legislativo ordinario por parte de una corte jurisdiccional a la que se pide el establecimiento de la constitucionalidad de las leyes, 3) una relativa autonomía del gobierno local en todas sus formas y grados frente al gobierno central, 4) un poder judicial independiente del poder político.

Como todos sabemos porque lo hemos sufrido en carne propia, el chavismo se niega al control del poder central que ejerce el presidente; para domesticar los órganos de control de los que nos habla Bobbio, ha impuesto la Asamblea Constituyente cubana que no es otra cosa que un apéndice del partido único de gobierno el PSUV (elegida solo por los votos de los militantes de ese partido) para sustituir a la verdadera y legítima Asamblea Nacional elegida en votaciones universales por 14 millones de venezolanos, igualmente tiene secuestrado al poder judicial e igual, es absolutamente dócil a los requerimientos de poder absoluto del extranjero que tiene usurpado el cargo de Presidente de la República, el indocumentado Nicolás Maduro Moros.
Cuando comenté que el gobierno chavista trata de jugar en todos los estilos políticos para ocultar su absolutismo, la constante propaganda de que en Venezuela existe un estado de derecho queda constantemente descalificada ante el ejercicio irracional, violento y abusivo del poder por parte del dictador, quien trata a la mejor usanza de lo que denunciaba Emanuel Kant en su obra, Escritos Políticos y de Filosofía de la Historia del Derecho (1793) de jugar al tirano paternalista:
…un gobierno basado en el principio de la benevolencia hacia el pueblo, como el gobierno de un padre sobre los hijos, es decir, un gobierno paternalista (imperium paternale), en el que los súbditos, como hijos menores de edad que no pueden distinguir lo que les es útil o dañoso, son constreñidos a comportarse tan solo pasivamente, para esperar que el jefe de Estado juzgue la manera en que ellos deben ser felices, y a esperar que por su bondad él lo quiera, es el peor despotismo que pueda imaginarse.

Esta actitud bastarda y malintencionada por parte del chavismo-madurismo, para desde el poder aplicarle a la población controles biopolíticos que violan los más elementales derechos humanos, como el de no permitir que las personas se provean de los medios básicos de subsistencia como la alimentación, la salud, la seguridad, la vivienda… hacen del régimen los dueños de la vida de sus súbditos como si nos hubiéramos retrotraído la feudalismo más rancio y cruel, de allí esa enorme cantidad de becas, ayudas, loterías (la adjudicación de viviendas, vehículos y enseres del hogar), las bolsas CLAP, los diversos programas de asistencia social, que constituyen un enorme gasto público para sostener a un sector clientelar privado del PSUV, ya que de eso dependen para contar con algún apoyo popular.
Pero continuando con nuestro tema de la defensa de la libertad ciudadana bajo la fórmula de un estado de derecho y un estado mínimo, el estado mínimo se opone al estado bienestar; en una democracia liberal la principal función del estado debería ser velar por la protección de los derechos del hombre, por brindarle las condiciones necesarias para que se desarrolle en su personalidad e intereses y evitar que sus derechos sean violados por los demás, incluyendo al mismo estado, pero desde el mismo instante en que los ciudadanos caen bajo el embrujo de la llamada Justicia Social, que no es sino la excusa del totalitarismo para avanzar y apoderarse de todas las parcelas de la acción política, dejando a los ciudadanos como meros invitados de piedra, como recipiendarios de las bondades del régimen, entonces la libertad se encuentra en peligro.
Contrario a los anarquistas que piden la abolición del estado, los que creemos en un estado mínimo y que somos legión, estamos convencidos que el estado se ha convertido en un mal necesario, hay que conservarlo en su mínima estructura y con las funciones esenciales, es la única garantía para que la libertad individual no sea reclamada como trofeo por un gobierno totalitario, por un Leviatán recrecido, arrogante y despótico como el gobierno chavista.
Alexis de Toqueville (1805-1859) nos lo había advertido al final de su obra Democracia en América:
Quiero imaginar bajo que rasgos nuevos el despotismo podría darse a conocer en el mundo; veo una multitud de hombres iguales o semejantes, que giran sin cesar sobre sí mismos para procurarse placeres ruines y vulgares, con los que llenan su alma. . . Sobre estos se eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga solo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, regular, advertido y benigno. . .



saulgodoy@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario