Cuando
los países adoptan un sistema democrático se enfrenta a un primer problema a
resolver, y es el de las dos exigencias fundamentales del sistema que son:
limitar el poder del estado y por el otro lado, distribuirlo.
Es un
asunto delicado ya que lo que está en juego es la libertad del individuo,
veamos por qué, Benjamin Constant (1767-1830) señalaba con mucho tino que la
libertad de los antiguos, de las sociedades que levantaban las primeras formas
de estado para gobernar los destinos de sus naciones, basaban su libertad en
una continuada participación activa en los asuntos públicos ya que el gobierno
era colectivo, la libertad moderna estaba basada en el gozo pacífico de la
independencia privada protegida y tutelada por las leyes.
De la
necesaria participación en el foro público, se pasó a la institución del
derecho privado, e hizo de la vida de los ciudadanos algo mucho más productivo
y útil, se pudieron dedicar a sus asuntos profesionales, comerciales, de
industria, de estudio e investigación con la seguridad de que sus derechos
estaban protegidos, ya no era necesario acudir a las asamblea populares a
defender sus derechos violados por terceros, incluyendo al mismo estado.
Pero
un contemporáneo de Constant, Jean-Jacques Rousseau, inspirado por el
pensamiento de los antiguos, en su obra El
Contrato Social, propuso que una República estaba constituida por el Poder
Soberano que era la expresión de la voluntad general, y le otorgó a este poder
soberano una condición de infalibilidad, es decir, nunca se equivocaba, y como
poder máximo en una sociedad dada: “No
tiene necesidad de proporcionar garantías a los súbditos, porque es imposible
que el cuerpo quiera perjudicar a todos sus miembros’’.
Como
podemos ver claramente en este constructo ideológico, Rousseau conservaba para
el Estado el poder absoluto utilizando como excusa la prevalencia del cuerpo
político sobre el resto de la sociedad, de nuevo se ponía en juego el delicado
asunto de los límites del poder y como distribuirlo, es decir, la libertad
individual estaba de nuevo en la picota.
Esta
ha sido la lucha entre el Estado Liberal y el Estado Absoluto y que todavía en
el siglo XXI lo estamos dando en Venezuela, esto, a pesar de que ya desde hace
mucho tiempo han sido elaborados y puesto en vigor los Derechos del Hombre, de
acuerdo con los cuales, todos los hombres indistintamente, tienen por
naturaleza, y por tanto sin importar su voluntad, mucho menos la voluntad de
unos cuantos o de uno solo, algunos derechos fundamentales, como el derecho a
la vida, a la libertad, a la seguridad, a la felicidad, que el Estado, o más
concretamente aquellos que en un determinado momento histórico detentan el
poder legitimo de ejercer la fuerza para obtener la obediencia a .sus mandatos,
deben respetar no invadiéndolos y garantizarlos frente a cualquier intervención
posible por parte de los demás.
Esa
entelequia de gobierno, a veces socialista, a veces monarquía absoluta cuando
no gobierno militar, que tenemos bajo la denominación socialismo del siglo XXI,
no es más que una colcha de retazos, un híbrido monstruoso que se quiere hacer
pasar por democracia y representante de la voluntad popular, utilizando no solo
una retórica barata y disfuncional, sino todos las trampas de los tahúres en
los juegos de cartas marcadas que se conocen.
Este
gobierno chavista que trata de ubicarse en todos los estilos de política, que
habla del respeto de los derechos humanos practicando masacres, torturando a
gente inocente, persiguiendo judicialmente a quienes piensan diferente, con sus
cárceles llenas de políticos presos y con el pueblo pasando hambre y miseria,
ha pretendido y pretende hacerse pasar por un estado liberal, aún cuando su
objetivo claro y expresado públicamente es conservar el poder indefinidamente.
Este
“salto atrás” en nuestro proceso de civilización dado por unos militares
comunistas en nuestro país, siguiendo el modelo creado por Fidel Castro para la
isla de Cuba, se está cayendo a pedazos, no es viable y de hecho nos arropa la
peor crisis económica y social que el país haya conocido en su historia
reciente, lo importante en medio de esta vorágine es no perder de vista el
ideal político por el que los venezolanos hemos venido luchando por lustros, el
de un país libre y democrático.
Norberto
Bobbio uno de los granes pensadores políticos italianos, nos habla de los límites
del poder en un estado liberal y democrático en su libro Liberalismo y Democracia (1985), dice Bobbio:
El
liberalismo es una doctrina del Estado limitado tanto con respecto a sus
poderes como a sus funciones. La noción común que sirve para representar al
primero es el estado de derecho; la noción común para representar el
segundo es el estado mínimo... Por estado de derecho se entiende en
general un Estado en el que los poderes públicos son regulados por normas
generales (las leyes fundamentales o constitucionales) y deben ser ejercidos en
el ámbito de las leyes que los regulan, salvo el derecho del ciudadano de
recurrir a un juez independiente para hacer reconocer y rechazar el abuso o
exceso de poder. Entendido así, el estado de derecho refleja1a vieja doctrina,
que se remonta a los clásicos y que fue transmitida por las doctrinas políticas
medievales, de la superioridad del gobierno de las leyes sobre el gobierno de
los hombres… Los más importantes de estos mecanismos son: 1) el control del
poder ejecutivo por parte del poder legislativo o más exactamente del gobierno
al que corresponde el poder ejecutivo de parte del parlamento al que toca en última instancia el poder legislativo y la orientación política, 2) el control
eventual del parlamento en el ejercicio del poder legislativo ordinario por
parte de una corte jurisdiccional a la que se pide el establecimiento de la constitucionalidad
de las leyes, 3) una relativa autonomía del gobierno local en todas sus formas
y grados frente al gobierno central, 4)
un poder judicial independiente del poder político.
Como todos sabemos porque lo hemos sufrido en carne
propia, el chavismo se niega al control del poder central que ejerce el
presidente; para domesticar los órganos de control de los que nos habla Bobbio,
ha impuesto la Asamblea Constituyente cubana que no es otra cosa que un
apéndice del partido único de gobierno el PSUV (elegida solo por los votos de
los militantes de ese partido) para sustituir a la verdadera y legítima
Asamblea Nacional elegida en votaciones universales por 14 millones de
venezolanos, igualmente tiene secuestrado al poder judicial e igual, es
absolutamente dócil a los requerimientos de poder absoluto del extranjero que
tiene usurpado el cargo de Presidente de la República, el indocumentado Nicolás
Maduro Moros.
Cuando comenté que el
gobierno chavista trata de jugar en todos los estilos políticos para ocultar su
absolutismo, la constante propaganda de que en Venezuela existe un estado de
derecho queda constantemente descalificada ante el ejercicio irracional,
violento y abusivo del poder por parte del dictador, quien trata a la mejor usanza
de lo que denunciaba Emanuel Kant en su obra, Escritos Políticos y de Filosofía de la Historia del Derecho (1793)
de jugar al tirano paternalista:
…un
gobierno basado en el principio de la benevolencia hacia el pueblo, como el
gobierno de un padre sobre los hijos, es decir, un gobierno paternalista (imperium
paternale), en el que los súbditos, como hijos menores de edad que no
pueden distinguir lo que les es útil o dañoso, son constreñidos a comportarse
tan solo pasivamente, para esperar que el jefe de Estado juzgue la manera en
que ellos deben ser felices, y a esperar que por su bondad él lo quiera, es el
peor despotismo que pueda imaginarse.
Esta
actitud bastarda y malintencionada por parte del chavismo-madurismo, para desde
el poder aplicarle a la población controles biopolíticos que violan los más
elementales derechos humanos, como el de no permitir que las personas se
provean de los medios básicos de subsistencia como la alimentación, la salud,
la seguridad, la vivienda… hacen del régimen los dueños de la vida de sus súbditos
como si nos hubiéramos retrotraído la feudalismo más rancio y cruel, de allí
esa enorme cantidad de becas, ayudas, loterías (la adjudicación de viviendas,
vehículos y enseres del hogar), las bolsas CLAP, los diversos programas de
asistencia social, que constituyen un enorme gasto público para sostener a un
sector clientelar privado del PSUV, ya que de eso dependen para contar con
algún apoyo popular.
Pero
continuando con nuestro tema de la defensa de la libertad ciudadana bajo la
fórmula de un estado de derecho y un estado mínimo, el estado mínimo se opone
al estado bienestar; en una democracia liberal la principal función del estado
debería ser velar por la protección de los derechos del hombre, por brindarle
las condiciones necesarias para que se desarrolle en su personalidad e
intereses y evitar que sus derechos sean violados por los demás, incluyendo al
mismo estado, pero desde el mismo instante en que los ciudadanos caen bajo el
embrujo de la llamada Justicia Social, que no es sino la excusa del
totalitarismo para avanzar y apoderarse de todas las parcelas de la acción política,
dejando a los ciudadanos como meros invitados de piedra, como recipiendarios de
las bondades del régimen, entonces la libertad se encuentra en peligro.
Contrario
a los anarquistas que piden la abolición del estado, los que creemos en un
estado mínimo y que somos legión, estamos convencidos que el estado se ha
convertido en un mal necesario, hay que conservarlo en su mínima estructura y
con las funciones esenciales, es la única garantía para que la libertad
individual no sea reclamada como trofeo por un gobierno totalitario, por un
Leviatán recrecido, arrogante y despótico como el gobierno chavista.
Alexis
de Toqueville (1805-1859) nos lo había advertido al final de su obra Democracia en América:
Quiero
imaginar bajo que rasgos nuevos el despotismo podría darse a conocer en el
mundo; veo una multitud de hombres iguales o semejantes, que giran sin cesar
sobre sí mismos para procurarse placeres ruines y vulgares, con los que llenan
su alma. . . Sobre estos se eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga
solo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, regular,
advertido y benigno. . .
saulgodoy@gmail.com
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