jueves, 1 de febrero de 2018

El laberinto de la oposición



El problema fundamental de nuestros políticos agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y que pretenden arrogarse el privilegio y el derecho a conducir a ese pueblo democrático, libre y entusiasta en cuanto al futuro del país, es que la mayor parte de esos hombres y mujeres que hacen vida en los partidos políticos viven en una gran confusión de ideas y conceptos, no tienen regla, metodología, consenso, sobre cuáles son los problemas principales del país, cuales sus prioridades y como establecer un plan de acción político unitario.
Esta falta de orden mental les ha hecho imposible conectar sus acciones con su pensamiento, y es la raíz fundamental de sus repetidas incoherencias y contradicciones, los discursos, variados, multisápidos y de diferente carga ideológica van por un lado, y sus programas, estrategias y actividades van por otro.
Esta falta de rigor, de conexión entre realidad y acción los hace presa fácil de equivocaciones, de errores que los llevan a mostrase como gente que no sabe lo que hace, o peor, que le hace daño al público a quienes se deben y dicen representar, e incluso a hacerse daño a sí mismo.
Muchos de ellos son profesionales, principalmente del derecho, especialidad académica de la que abusan para imponer un punto de vista normalista y regulador de la vida en sociedad, basados en jerarquías o sistemas exegéticos a los que atribuyen origen divino o por lo menos exigen de su público pleitesía, como si sus opiniones fueran el de unos iluminados y sus documentos se trataran de unas tablas de la Ley otorgadas a ellos por Dios, pero la realidad es, que en el aspecto político de sus discursos, sobre el cual despliegan sus conocimientos forenses, y hacen gala de los fines últimos de sus recetas e interpretaciones constitucionales y demás leyes orgánicas, no pasan de ser marcos referenciales, basados principalmente en clichés y lugares comunes, pobrísimas ideas sobre las causas del comportamiento humano, primitivas concepciones de las relaciones sociales y enriquecida con unas precarias interpretaciones de la historiografía venezolana.
El conjunto parece una reunión de cabezas parlantes que constantemente reproducen memes sacados de panfletos políticos venidos de otros lares y épocas, algunos de carácter tan primitivo y básico, que lo que dan es lástima, empezando por la naturaleza de sus pulsiones como figuras públicas: “Soy político porque quiero servir a la gente”.
Parecieran no darse cuenta que sus vidas privadas y sus comportamientos en el foro, son de dominio público, que están bajo el escrutinio de los medios que constantemente recogen sus declaraciones, que la gente los ve en la calle haciéndole frente a las situaciones que están llamados a resolver o las que deciden ignorar por no ser de su “competencia”; su arrojo y cobardía, su inteligencia o estupor, su habilidad o incompetencia, resaltan como si fueran intensos focos de luz, sobre todo en las redes sociales y en otros medios digitales, donde hasta sus vidas privadas son merecedoras de una no siempre bienvenida atención.
Nuestros políticos pertenecen a muy básico “star system” tal y como existía en el Hollywood que conocieron Gary Grant y Marylin Monroe, todos tienen una imagen pública que cuidan, alimentan, que depende de la exposición y el “centimetraje” que ocupen en los diarios, de sus apariciones pontificadoras o supuestamente casuales y amistosas ante las cámaras de televisión, de sus twitters reveladores, de sus páginas web manejadas por firmas de publicistas, de los cientos de selfis que se toman con sus seguidores haciendo proselitismo, aunque también tienen que convivir con esa exposición imprudente, morbosa, mal intencionada y la mayor parte de las veces accidental, de sus actuaciones en familia, con sus estilos de vida, en sus viajes o en la cárcel.
Contratan periodistas y politólogos para que los asesoren y cubran sus proezas que muchas veces resultan en provocaciones al régimen, que intolerante y sin ningún recato, lanza sus hueste en su contra y termina el día con los ojos morados, la nariz rota o la escandalosa herida en el cuero cabelludo y la abundante sangre que queda registrada para historia.
Como dice el dicho popular, “Venezuela es un pañuelo”, aquí todo el mundo se conoce y saben donde están enterrados los pecados de cada quien, y aunque dicen que el venezolano tiene una memoria corta, yo no lo creo, se hace el pendejo, eso es otra cosa.
A lo que voy es lo siguiente, nuestro público, la gente, ese mundo que vive de la política no es una audiencia muy sofisticada, no entiende de abstracciones ni de escenarios muy complicados, lo que les importa es el día a día, que en sus neveras haya comida, que tengan trabajo y techo, que no le hagan daño la delincuencia, que puedan disfrutar la vida en los ratos libres, que les alcance el sueldo para vivir, con ese público no hay que ser un mago sacando conejos de la chistera para impresionarlos, basta ser simpático, hablar bien, ser más o menos coherente y tener una vida “normal”.
Para un político profesional en la Venezuela actual, bastaría estar asociado a un buen partido, que por lo menos el 10% de lo que promete lo cumpla y tener una mediana exposición en los medios, para tener éxito y cierta popularidad que le garanticen los votos eso de andar visitando barrios o liderando marcha es opcional, pertenece a las medidas desesperadas que buscan la popularidad a toda costa.
Pero con el chavismo, otros atractores se hicieron presentes en el condumio nacional y propiciaron el caos y la entropía acelerada que hoy vivimos, y hacerle frente a esas circunstancias y a un enemigo tan taimado como el chavismo y sus socios castrocomunistas, requiere de otras herramientas y disposiciones, en resumen, con la irrupción del chavismo en Venezuela, la manera de hacer política cambió de manera radical, nuestra cultura política no estaba acostumbrada a esta forma “habanera” de relacionarse, de entender el poder y aplicarlo en la práctica, de modo que aquellas maneras y formas tradicionales de la política venezolana del pasado siglo, no sirvieron para nada, y la prueba es que llevamos 18 años viendo a nuestro políticos demócratas, tratando de lidiar con la nueva situación y no han podido.
La gran pregunta es: ¿Hasta cuando el pueblo de Venezuela, sus ciudadanos que son quienes sufren las consecuencias de este fracaso, va a seguir aguantando que este grupo de políticos ineptos sigan haciéndole la vida más difícil?
Hay quienes opinan que la pregunta debería ser ¿Hasta cuando el pueblo de Venezuela a aguantar a los chavistas? Por aquello de que ¿No es el gobierno el verdadero enemigo? Y obviar al intermediario, al político, que actualmente trata de negociar con el verdugo, de conseguir una salida electoral, y esto amerita una explicación.
Los políticos son necesarios en toda respuesta social, que por cierto, yo no creo que exista ninguna respuesta del cuerpo social que sea espontánea y surja de la nada, todo movimiento social, así sean los más anárquicos y desordenados han tenido sus causales y causantes, el que estos precursores no hayan venido del cuerpo político, o que no estuvieran organizados, eso es otra cosa, todo estallido social, sea este revolucionario o no, tiene sus orígenes bien definidos.
El problema fundamental de nuestros políticos es que se han acostumbrado a actuar irresponsablemente, han convertido a sus partidos en una aspiradora de nuestros derechos de participación, nos han suplantado en las decisiones políticas, y cuando no hay dolientes, no importa el resultado, ellos tienen su permanencia garantizada en el ruedo, se deben a sus organizaciones, a los operadores políticos no a los votantes, ni a quienes supuestamente dicen representar, la situación podría resumirse al responder la pregunta: ¿De dónde viene el dinero que financia a los partidos políticos?, responda usted a esta interrogante y sabrá a quien o quienes se deben.
Y como no tiene sentido del pundonor, de hacerse responsables de sus actos y sentir vergüenza por las trampas y chapucerías que hacen, obedeciendo a sus papeles de actuación pública, simplemente se hacen los locos, ponen su cara de yo no fui, y prosiguen en sus actuaciones.
Esto es muy peligroso, entre otras cosas porque el papel de los políticos es el de mediar entre el poder y la gente, articular estrategias de acción, perfilar los contenidos de los discursos, llevar la relación coordinada entre pensamiento y acción, son los políticos quienes deberían convertirse en catalizadores de los cambios, de las actitudes, de los grandes movimientos sociales, pero justamente, porque los tenemos allí taponeando el pasaje que a la gente con el poder, le hacen un flaco servicio a las fuerzas democráticas y un inmenso favor a la tiranía.
La mayoría de nuestros políticos, a pesar de que están enterados y conocen de las necesidades y esperanza de los votantes, lo que hacen es jugar con ellos, utilizarlos como ficha en una negociación perversa por favores y dinero, como tienen miedo y no quieren perder sus privilegios como representantes del pueblo, lo que hacen es alargar el sacrificio del país, esperando las condiciones propicias para, con el mínimo riesgo y esfuerzo, poder ellos cobrar y darse el vuelto, en una situación que sea ganar sólo para ellos.
Pero no se meta usted con ellos, no los critique, ni les exija responsabilidades, porque entonces se vuelven unos energúmenos, o se hacen las víctimas de las maquinaciones de la anti-política, de esos grupos de conspiradores de cafetín en El Doral o en La Romana, lejos del país y del peligro de verse arroyados por la maquinaria fascista del chavismo (aquí es cuando sacan las fotos del bulling del que fueron víctimas por los rojos rojitos).
Por todas estas razones es que vemos a nuestros políticos democráticos desvariar, mentir, contradecirse, abusar de la buena fe de los votantes, llevarlos como ganado al matadero con el solo fin de acrecentar sus egos y el valor que tienen como piezas en un tablero que ni siquiera manejan, son manipulados por el régimen.
Si tuvieran algo de vergüenza, de amor propio, hace tiempo que hubieran renunciado para que otros, quizás con mejores ideas y voluntad los sustituyeran, pero hay interese muy poderosos allá afuera que les conviene esta situación en Venezuela, y prefieren mantenerlos en sus puestos para que el pueblo se le haga mucho más difícil manifestarse y solucionar sus ingentes problemas.
Todo el sistema político en Venezuela está distorsionado y funcionando de manera errática, los factores de oposición que pretendan hacer algo diferente, bien sea utilizando la violencia o posiciones más radicales, simplemente son entregados al enemigo para que los despedacen y los masacren, pero ellos, siguen llamando a la unidad, a participar en las elecciones, a mantenerlos en sus puestos de trabajo, como “políticos” al servicio del poder, de la hegemonía de un pensamiento y una acción única,
A quienes podemos darnos cuenta de este espectral escenario lo único que nos queda es denunciarlo, descubrirlo para que otros lo entiendan y quizás, sólo quizás, con la suma de conciencias, pueda en algún momento producirse un cambio, mientras tanto, sólo me queda registrar estos anales para la historia, para que no se olvide jamás este vergonzoso episodio. 
saulgodoy@gmail.com
  







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