El
problema fundamental de nuestros políticos agrupados en la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) y que pretenden arrogarse el privilegio y el derecho a
conducir a ese pueblo democrático, libre y entusiasta en cuanto al futuro del
país, es que la mayor parte de esos hombres y mujeres que hacen vida en los partidos
políticos viven en una gran confusión de ideas y conceptos, no tienen regla,
metodología, consenso, sobre cuáles son los problemas principales del país,
cuales sus prioridades y como establecer un plan de acción político unitario.
Esta
falta de orden mental les ha hecho imposible conectar sus acciones con su
pensamiento, y es la raíz fundamental de sus repetidas incoherencias y contradicciones,
los discursos, variados, multisápidos y de diferente carga ideológica van por
un lado, y sus programas, estrategias y actividades van por otro.
Esta
falta de rigor, de conexión entre realidad y acción los hace presa fácil de
equivocaciones, de errores que los llevan a mostrase como gente que no sabe lo
que hace, o peor, que le hace daño al público a quienes se deben y dicen
representar, e incluso a hacerse daño a sí mismo.
Muchos
de ellos son profesionales, principalmente del derecho, especialidad académica
de la que abusan para imponer un punto de vista normalista y regulador de la
vida en sociedad, basados en jerarquías o sistemas exegéticos a los que atribuyen
origen divino o por lo menos exigen de su público pleitesía, como si sus
opiniones fueran el de unos iluminados y sus documentos se trataran de unas
tablas de la Ley otorgadas a ellos por Dios, pero la realidad es, que en el
aspecto político de sus discursos, sobre el cual despliegan sus conocimientos
forenses, y hacen gala de los fines últimos de sus recetas e interpretaciones
constitucionales y demás leyes orgánicas, no pasan de ser marcos referenciales,
basados principalmente en clichés y lugares comunes, pobrísimas ideas sobre las
causas del comportamiento humano, primitivas concepciones de las relaciones
sociales y enriquecida con unas precarias interpretaciones de la historiografía
venezolana.
El
conjunto parece una reunión de cabezas parlantes que constantemente reproducen
memes sacados de panfletos políticos venidos de otros lares y épocas, algunos
de carácter tan primitivo y básico, que lo que dan es lástima, empezando por la
naturaleza de sus pulsiones como figuras públicas: “Soy político porque quiero
servir a la gente”.
Parecieran
no darse cuenta que sus vidas privadas y sus comportamientos en el foro, son de
dominio público, que están bajo el escrutinio de los medios que constantemente
recogen sus declaraciones, que la gente los ve en la calle haciéndole frente a
las situaciones que están llamados a resolver o las que deciden ignorar por no
ser de su “competencia”; su arrojo y cobardía, su inteligencia o estupor, su
habilidad o incompetencia, resaltan como si fueran intensos focos de luz, sobre
todo en las redes sociales y en otros medios digitales, donde hasta sus vidas
privadas son merecedoras de una no siempre bienvenida atención.
Nuestros
políticos pertenecen a muy básico “star
system” tal y como existía en el Hollywood que conocieron Gary Grant y
Marylin Monroe, todos tienen una imagen pública que cuidan, alimentan, que
depende de la exposición y el “centimetraje” que ocupen en los diarios, de sus
apariciones pontificadoras o supuestamente casuales y amistosas ante las
cámaras de televisión, de sus twitters reveladores,
de sus páginas web manejadas por firmas de publicistas, de los cientos de selfis que se toman con sus seguidores
haciendo proselitismo, aunque también tienen que convivir con esa exposición
imprudente, morbosa, mal intencionada y la mayor parte de las veces accidental,
de sus actuaciones en familia, con sus estilos de vida, en sus viajes o en la
cárcel.
Contratan
periodistas y politólogos para que los asesoren y cubran sus proezas que muchas
veces resultan en provocaciones al régimen, que intolerante y sin ningún
recato, lanza sus hueste en su contra y termina el día con los ojos morados, la
nariz rota o la escandalosa herida en el cuero cabelludo y la abundante sangre
que queda registrada para historia.
Como
dice el dicho popular, “Venezuela es un pañuelo”, aquí todo el mundo se conoce
y saben donde están enterrados los pecados de cada quien, y aunque dicen que el
venezolano tiene una memoria corta, yo no lo creo, se hace el pendejo, eso es
otra cosa.
A lo
que voy es lo siguiente, nuestro público, la gente, ese mundo que vive de la
política no es una audiencia muy sofisticada, no entiende de abstracciones ni
de escenarios muy complicados, lo que les importa es el día a día, que en sus
neveras haya comida, que tengan trabajo y techo, que no le hagan daño la
delincuencia, que puedan disfrutar la vida en los ratos libres, que les alcance
el sueldo para vivir, con ese público no hay que ser un mago sacando conejos de
la chistera para impresionarlos, basta ser simpático, hablar bien, ser más o
menos coherente y tener una vida “normal”.
Para
un político profesional en la Venezuela actual, bastaría estar asociado a un
buen partido, que por lo menos el 10% de lo que promete lo cumpla y tener una
mediana exposición en los medios, para tener éxito y cierta popularidad que le
garanticen los votos eso de andar visitando barrios o liderando marcha es
opcional, pertenece a las medidas desesperadas que buscan la popularidad a toda
costa.
Pero
con el chavismo, otros atractores se
hicieron presentes en el condumio nacional y propiciaron el caos y la entropía
acelerada que hoy vivimos, y hacerle frente a esas circunstancias y a un
enemigo tan taimado como el chavismo y sus socios castrocomunistas, requiere de
otras herramientas y disposiciones, en resumen, con la irrupción del chavismo
en Venezuela, la manera de hacer política cambió de manera radical, nuestra
cultura política no estaba acostumbrada a esta forma “habanera” de
relacionarse, de entender el poder y aplicarlo en la práctica, de modo que
aquellas maneras y formas tradicionales de la política venezolana del pasado
siglo, no sirvieron para nada, y la prueba es que llevamos 18 años viendo a
nuestro políticos demócratas, tratando de lidiar con la nueva situación y no
han podido.
La
gran pregunta es: ¿Hasta cuando el pueblo de Venezuela, sus ciudadanos que son
quienes sufren las consecuencias de este fracaso, va a seguir aguantando que
este grupo de políticos ineptos sigan haciéndole la vida más difícil?
Hay
quienes opinan que la pregunta debería ser ¿Hasta cuando el pueblo de Venezuela
a aguantar a los chavistas? Por aquello de que ¿No es el gobierno el verdadero
enemigo? Y obviar al intermediario, al político, que actualmente trata de
negociar con el verdugo, de conseguir una salida electoral, y esto amerita una
explicación.
Los
políticos son necesarios en toda respuesta social, que por cierto, yo no creo
que exista ninguna respuesta del cuerpo social que sea espontánea y surja de la
nada, todo movimiento social, así sean los más anárquicos y desordenados han
tenido sus causales y causantes, el que estos precursores no hayan venido del
cuerpo político, o que no estuvieran organizados, eso es otra cosa, todo
estallido social, sea este revolucionario o no, tiene sus orígenes bien definidos.
El
problema fundamental de nuestros políticos es que se han acostumbrado a actuar
irresponsablemente, han convertido a sus partidos en una aspiradora de nuestros
derechos de participación, nos han suplantado en las decisiones políticas, y
cuando no hay dolientes, no importa el resultado, ellos tienen su permanencia
garantizada en el ruedo, se deben a sus organizaciones, a los operadores
políticos no a los votantes, ni a quienes supuestamente dicen representar, la
situación podría resumirse al responder la pregunta: ¿De dónde viene el dinero
que financia a los partidos políticos?, responda usted a esta interrogante y
sabrá a quien o quienes se deben.
Y
como no tiene sentido del pundonor, de hacerse responsables de sus actos y
sentir vergüenza por las trampas y chapucerías que hacen, obedeciendo a sus
papeles de actuación pública, simplemente se hacen los locos, ponen su cara de
yo no fui, y prosiguen en sus actuaciones.
Esto
es muy peligroso, entre otras cosas porque el papel de los políticos es el de
mediar entre el poder y la gente, articular estrategias de acción, perfilar los
contenidos de los discursos, llevar la relación coordinada entre pensamiento y
acción, son los políticos quienes deberían convertirse en catalizadores de los
cambios, de las actitudes, de los grandes movimientos sociales, pero
justamente, porque los tenemos allí taponeando el pasaje que a la gente con el
poder, le hacen un flaco servicio a las fuerzas democráticas y un inmenso favor
a la tiranía.
La
mayoría de nuestros políticos, a pesar de que están enterados y conocen de las
necesidades y esperanza de los votantes, lo que hacen es jugar con ellos,
utilizarlos como ficha en una negociación perversa por favores y dinero, como
tienen miedo y no quieren perder sus privilegios como representantes del
pueblo, lo que hacen es alargar el sacrificio del país, esperando las
condiciones propicias para, con el mínimo riesgo y esfuerzo, poder ellos cobrar
y darse el vuelto, en una situación que sea ganar sólo para ellos.
Pero
no se meta usted con ellos, no los critique, ni les exija responsabilidades,
porque entonces se vuelven unos energúmenos, o se hacen las víctimas de las
maquinaciones de la anti-política, de esos grupos de conspiradores de cafetín
en El Doral o en La Romana, lejos del país y del peligro de verse arroyados por
la maquinaria fascista del chavismo (aquí es cuando sacan las fotos del bulling del que fueron víctimas por los
rojos rojitos).
Por
todas estas razones es que vemos a nuestros políticos democráticos desvariar,
mentir, contradecirse, abusar de la buena fe de los votantes, llevarlos como
ganado al matadero con el solo fin de acrecentar sus egos y el valor que tienen
como piezas en un tablero que ni siquiera manejan, son manipulados por el
régimen.
Si
tuvieran algo de vergüenza, de amor propio, hace tiempo que hubieran renunciado
para que otros, quizás con mejores ideas y voluntad los sustituyeran, pero hay
interese muy poderosos allá afuera que les conviene esta situación en
Venezuela, y prefieren mantenerlos en sus puestos para que el pueblo se le haga
mucho más difícil manifestarse y solucionar sus ingentes problemas.
Todo
el sistema político en Venezuela está distorsionado y funcionando de manera
errática, los factores de oposición que pretendan hacer algo diferente, bien
sea utilizando la violencia o posiciones más radicales, simplemente son
entregados al enemigo para que los despedacen y los masacren, pero ellos,
siguen llamando a la unidad, a participar en las elecciones, a mantenerlos en
sus puestos de trabajo, como “políticos” al servicio del poder, de la hegemonía
de un pensamiento y una acción única,
A
quienes podemos darnos cuenta de este espectral escenario lo único que nos
queda es denunciarlo, descubrirlo para que otros lo entiendan y quizás, sólo
quizás, con la suma de conciencias, pueda en algún momento producirse un
cambio, mientras tanto, sólo me queda registrar estos anales para la historia,
para que no se olvide jamás este vergonzoso episodio. –
saulgodoy@gmail.com
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