jueves, 29 de marzo de 2018

Construir una herejía



Acabo de terminar el libro Hacia una Crítica de la Razón Mítica (2008), del profesor de origen alemán Franz Hinkelammert, economista y sociólogo que ha estado viviendo en Latinoamérica por mucho tiempo, un hombre cultísimo y que escribe muy bien, es un comunista irredento, marxista hasta el tuétano, es de esos escritores de izquierda que me gusta leer con mucho cuidado, con una libreta al lado, desmontando sus argumentos y descubriéndole los trucos de retórica y discursivos para estudiarlos, desgranando sus posiciones y aprender a como neutralizarlas, no hay mejor maestro que un enemigo de cuidado, y Hinkelammert puede ser mortal.
El libro es denso y es una especie de compilación de diversos trabajos sobre el tema del mito en la postmodernidad, de hecho el subtítulo de la obra es El Laberinto de la Modernidad, materiales para la discusión, es más, es para mí un misterio como una persona tan inteligente pueda ser comunista, pero bueno, en la viña del señor hay de todo, y en la variedad está la aventura.
En este breve artículo sólo voy a referirme a la primera parte del libro que trata del mito de Prometeo y que el autor dice, es fundamental para la modernidad; primer misterio ¿Cómo un mito tan antiguo como el de Prometeo, uno de los clásicos griegos, puede tener algo que ver con la modernidad?
Lo primero que pensé es que debía tratarse de una de esas interpretaciones alocadas de los pensadores de izquierda que desde Heidegger han estado planteando sobre las obras del canon griego, relecturas le dicen, ejercicios de hermenéutica para poner al día algunas doctrinas ontológicas salpimentadas con el discurso marxista (a los comunistas creen que su doctrina es tan vieja como el hombre, si por ellos fuera Adam y Eva serían los primeros socialistas agremiados y carnetizados, y hacen todo lo posible por probarlo).
¡Bingo!, no estaba muy lejos de las intenciones de Franz, ya en la segunda página hace referencia al temprano joven Marx quien también se sintió impresionado por el mito prometeico y al que le dedicó seria atención, sobre todo por aquello de tratar de poner a la religión en su sitio, es decir, como una forma de dominación de los poderes fácticos sobre el hombre, un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable, esta descripción de atributos negativos del hombre se convertirá en un mantra durante toda la exposición de esta primera tesis.
Pero antes de entrar en materia sería bueno echarles el cuento de Prometeo, no todo el mundo lo conoce y hay variantes de variantes de la historia, como muy bien dice Franz, hay versiones de la Edad Media, del Renacimiento, de la Ilustración, del Idealismo Alemán, del Dadaismo, de la modernidad… no hay movimiento que haya surgido en la historia de la humanidad que no tenga su propia película sobre Prometeo.
Según la Enciclopedia Británica: Prometeo griego Prometheus En la mitología GRIEGA , uno de los TITANES y dios del fuego. Era un maestro artesano y un supremo embaucador, y estaba asociado a veces con la creación de la humanidad. Según la leyenda, Prometeo había robado el fuego a los dioses y se lo había entregado a los humanos. En venganza, ZEUS creo a PANDORA , quien se caso con el hermano de Prometeo y libero a todos los males del mundo. Otra historia dice que Zeus hizo encadenar a Prometeo a una montana y envió un águila a devorar su hígado, que se regeneraba cada noche para que sufriera el mismo tormento al día siguiente.
Una vieja enciclopedia holandesa sobre el mundo clásico, la Enseviers Encyclopedie Van De Antieke Wereld, que heredé de una de mis bibliotecas dice lo siguiente: Prometeo. (Gr, “el que piensa antes”), semidiós griego, uno de los Titanes, bienhechor de la humanidad. Por haberse atrevido a robar el fuego del cielo, y reírse del Zeus, se volvió el símbolo del orgullo humano que intenta oponerse al poder de los dioses hasta los límites de la hybris; se le atribuye también la creación del hombre (con barro): era venerado, particularmente en Atenas, por los artesanos como ceramistas quienes trabajaban con fuego y barro.
Es una historia compleja y que ya desde los tiempos de su creación nos viene en distintos empaques, como relato de la creación del hombre y como rebelión ante la autoridad divina, incluso, algunos alegan, como origen de la cultura.
Según Hinkelammert, Marx había expresado que la confesión de Prometeo: “En una palabra, odio con todas mis fuerzas todo y cualquier dios”, es la confesión propia (de la filosofía), su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra, que no reconoce la autoconciencia humana (el ser humano consciente de sí mismo) como la divinidad suprema, al lado de ella no habrá otro Dios…
No sé de qué autor, exégeta, traductor o estudioso de la literatura griega habrá venido tal comentario (pareciera de Esquilo pero no estoy seguro), pero es claro que el interés de Marx era sólo uno, desacreditar la religión, anular como falsa la creencia en entes sobrenaturales o metafísicos, e instaurar en el centro de la adoración, al hombre, en el afán materialista de borrar toda relación con lo divino, Hinkelammert, de manera interesada, nos prepara el escenario para introducirnos en su propia y sofisticada herejía.
De acuerdo a esta versión el joven Marx se inclina más por las impresiones de Epicuro, quien decía que los dioses son producto de la imaginación y el interés humano (Epicuro fue el que dijo: si los caballos tuvieran dioses, tendrían la forma de caballos).
Debemos entender que Hinkelammert está muy relacionado con la Teología de la Liberación, es de los que creen que el hombre nace en cadenas y que la vida que vale la pena, es una de liberación y emancipación, que sólo puede conseguirse por medio de la revolución y de la justicia social, es decir por la exaltación de aquellos seres humanos humillados, sojuzgados, abandonados y despreciables.
Toda su artillería argumental la va a enfocar a que la vida humana no tiene otro sentido sino liberar al otro, ser solidario con su sufrimiento, organizarlo, prepararlo para la lucha por su liberación y finalmente tomar el poder y hacer justicia, pero para que esta lucha tenga éxito, el hombre debe elevar a la categoría de Dios al mismo hombre.
Una buena razón para el fanatismo en las masas, los pobres y los obreros, el proletariado todo son más que hombres, son dioses, y si el hombre es Dios todo está permitido, una muy peligrosa pretensión que se acerca mucho al fundamentalismo islámico, por aquello que el paraíso será de los creyentes y los infieles deben ser destruidos, una buena parte de los marxistas convencidos piensan que su ateísmo es un humanismo pero soy de los que piensa que es todo lo contrario, los convierte en un ejército de asesinos y suicidas.
Esto me recuerda mucho al cuerpo élite de los ejércitos persas al mando de Xerxés, en los tiempos de las guerras del Peloponeso, Los Inmortales los llamaba, y eran eso, unos suicidas fanáticos dispuestos a morir por su Sátrapa y la promesa de un paraíso, que en el caso de los comunistas, es la sociedad perfecta, la utopía marxista, una sociedad sin gobierno, sin clases sociales, donde todo el mundo es feliz viviendo solidariamente y en condiciones de igualdad, de acuerdo a sus necesidades y capacidades, compartiéndolo todo, en un ambiente de armonía y justicia social.
Solamente de pensarlo se me revuelve el estómago, principalmente porque mi país, Venezuela, cayó en manos de esos embaucadores, vendedores de pócimas y elíxires para combatir la calvicie, y  ahora estamos en la inopia, lo que demuestra que las ideologías si matan, y pueden ser muy peligrosas, por lo que hay que aprender a defenderse de ellas.
Hinkelammert, aprovechando una digresión que hace sobre la diferencia entre idolatría y fe, apunta sus cañones en contra de lo que. en su opinión es la actual idolatría, el Dios falso del mercado, y no es extraño que trate de caerle a palos a un autor tan reputado como Friederich Hayek, que con su libro La fatal arrogancia, los errores del socialismo (1990), dejó al socialismo mundial pidiendo perdón por sus iniquidades, pero no contento con esto, arremete en contra de la globalización, del imperio Norteamericano, del sistema capitalista, del FMI, y toda esta retahíla de ataques empezó con una referencia inocente al mito griego de Prometeo que trata de hacer pasar como una apostilla intelectual al fenómeno de la mitología, cuando su objetivo real es indoctrinar y manipular a los lectores hacia el pantanoso terreno del comunismo como sustituto de la verdadera religión, que fue uno de los fines de la famosa Teología de la Liberación.
Esa mala costumbre que tienen los marxistas de verle la paja en el ojo ajeno pero son incapaces de sentir la viga que tienen en el propio es claramente expuesta cuando el autor nos dice: “también vuelven con fuerza los poderes monstruosos de la religión, que ahora se presentan en los diversos fundamentalismos, empezando por el fundamentalismo cristiano, que se ha impuesto en los EEUU, donde se ha unido a la estrategia de la globalización, que en buena parte vive de los mitos de este Dios de la dominación y la explotación”.
Pero es incapaz de reconocer que el marxismo y el comunismo soviético tiene como Dios al Estado, al Partido, a la explotación salvaje del pueblo por parte de dirigencia burocrática, que sus planificadores y ejércitos controlan y dirigen la vida de millones de seres humanos para explotarlos y hacerlos servir al ídolo más sangriento de todos, la revolución.
El comunista critica al mundo pero no acepta ser criticado porque es perfecto, el orgullo del izquierdista es que su ideología está al servicio de los humildes, su razón de ser es la justicia social ¿Cómo puede estar equivocado? ¿Quien puede oponerse a la bondad y al humanismo?
Luego de una serie de citas a Nietszche, a Cicerón, a Horacio, a Hegel, a Kant, para justificar sus posiciones supuestamente humanistas, cuando se refiere a la ética del sujeto, sustentada supuestamente en las lecciones de teología de Karl Barth, nos mete en el laberinto de unos dioses falsos que permiten el suicidio llegando a afirmar “el gran suicidio colectivo que está en curso con la aplicación de la estrategia de la globalización en el mundo entero”.
Pena le debería dar a Hinkelammert de obviar el proceso de globalización en el que están empeñados todos los factores mundiales del comunismo, encabezados por Rusia y China para apoderarse del mundo, “para liberarlo” del capitalismo como lo han hecho en Venezuela, convirtiendo a los países en tristes lugares, donde el hambre y la violencia campean.
Utilizando todo un repertorio de escritores y comentaristas cristianos relegados al olvido como lo son Alberto El Grande, Anselmo de Canterbury, Irineo de Lyon que trataron de suplantar a la divinidad por el ser humano, y que luego el malogrado Arzobispo Romero de El Salvador retomó en sus homilías, para poner de relieve el sufrimiento y la opresión del pueblo que los comunistas estaban levantando, para la revolución en contra del gobierno.
“La gloria de Dios es la vida del ser humano”, fue el grito de guerra la Teología de la Liberación en Centroamérica, el Papa Juan Pablo II reconoció de inmediato la herejía en formación y se lo advirtió a Romero, quien haciendo caso omiso a las instrucciones del Vaticano de aquella época, continuó levantando al pueblo en contra del orden, con el fatal resultado de su violenta muerte.
La iglesia ha tenido que luchar desde sus orígenes para defender la ortodoxia, todo el mundo se sentía con el derecho de opinar e interpretar los dogmas, las escrituras, las enseñanzas fundamentales, por ello se hizo fundamentales los concilios, las reuniones de los príncipes de la Iglesia, la participación de los doctores y filósofos para dilucidar complicados asuntos de la fe, el mundo estaba lleno de iluminados y sobraban los pueblos que declaraban su fe como la verdadera.
Pues este capítulo del libro de Hinkelammert es una apología a esa herejía, la de suplantar a una divinidad por un hombre; no hay manera dentro de la lógica metafísica, de la teología, que una entidad, una fuerza originaria y vital pueda ser suplantada con el hombre, la lectura de Prometeo, un semi-dios convirtiéndose en hombre, la interpretación de Cristo viniendo a la Tierra como hombre para redimirlo, no son los argumentos suficientes para hacer un “enroque” tan banal como pretenden los materialistas, el hombre es demasiado orgulloso, limitado y breve para jugar el papel de demiurgo, la discusión pierde su condición trascendental, espiritual y se convierte en otra cosa menos en religión.
Ya todos sabemos cuál es el interés del comunismo de elevar al hombre a una figura proteica, es el gusto por el poder, por la verdadera dominación totalitaria en un estado que pretende desfigurar horriblemente la naturaleza humana, convirtiendo al hombre en ganado, en ovejas incapaces de proveerse el sustento por sí mismas.
En lo personal, ¿que aprendí de la lectura de este libro? Lo principal, jamás leer a ningún comunista sin las herramientas críticas a punto y afiladas, pues siempre van a tratar de meternos argumentos adulterados, galimatías y simples manipulaciones conceptuales, para vendernos su utopía, que ha quedado demostrada mil veces, es un engaño.   -   saulgodoy@gmail.com





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