El
venezolano parece padecer de una necesidad mitológica, necesita creer en
héroes, demiurgos, gente extraordinaria, fenómenos… y no espera un momento en
hacer de alguien que más o menos destaque entre el común, elevarlo a un gigante
y ejemplo a seguir; entiendo que épocas de barbarie y de oscurantismo, y en
vista a tanta mediocridad y gente viciosa, la sociedad se proponga a crear
grandes hombres del barro mas ordinario, de aquel molde donde los “vivos”, los
pícaros, los que tienen esa facultad mediática de hacerse el centro de la
atención, lo que en realidad indica es una carencia de madurez, no querer
evolucionar hacia estadios del ser mucho más seguros y realistas, el venezolano
ha quedado estacionado en una pre-adolescencia donde necesita creer en lo
extraordinario.
Desde
el momento que vi y leí los obituarios del fallecimiento del ciudadano José
Antonio Abreu, conocido popularmente como “el maestro” y a quien se le atribuye
sin lugar a ninguna duda la paternidad del Sistema de Orquestas de Venezuela,
cuando la maquinaria de propaganda del gobierno de Maduro se empezó a mover
para hacer de aquel hombre un “inmortal” otorgándole un funeral de estado, con
todos los honores digno de un pro-hombre, cuando escuché los elogios a su vida
y obra por parte de personas ligadas a la cultura en nuestro país, elevándolo a
eso, a demiurgo, a un semidiós que ahora reposa en el Olimpo, me di cuenta que
nuestra enfermedad es preocupante, necesitamos aún de los cuentos de hadas.
Y
esto lo sabe una comunidad internacional, que entre el paisaje de desolación y
falta de talento que sufre el país, si hay alguien que destaque, que haya
compartido en algo los intereses de esa cultura cosmopolita, entonces vuelcan
sus elogios, sobre todo si se trata del creador de esa banda-show en que ha
convertido las orquestas sinfónicas de Venezuela, y a Caracas, en un centro
bien pagado y confortable para temporadas de talleres, charlas y presentaciones
fuera de temporadas de instrumentistas, directores, cantantes o compositores.
Conocí
al ciudadano Abreu en varias de sus facetas, sobre el escenario y detrás de
ellos, lo observé como administrador y motor de una iniciativa que ni siquiera
fue de él, a pesar de todo ese trabajo que se propuso y logró, la organización de familiares y amigos que
creó a su alrededor, gente incondicional y fiel dispuesta a venderlo como lo
que no era, un extraordinario gerente cultural, que a fuerza de millones de dólares,
de un gran dispendio de recursos del estado y de varias empresas privadas,
vendía como una labor social de inconmensurables alcances, una empresa cultural
globalizada que dejó a su paso luminarias tan destacadas como el director de
orquestas Dudamel, ahora ciudadano español, luego de cumplido con su encomienda
de ser imagen internacional de una organización que tiene mucho de mafia y
estafa.
Abreu
logró a fuerza de dinero que no era suyo montar un sofisticado aparato de
promoción y publicidad que sería la envidia de cualquier candidato a la
presidencia de los EEUU, con decenas de periodistas en nómina, con amigos
fieles en los principales networks de
radio y televisión, periódicos del orbe a quienes agasajaba de manera fastuosa,
con un pequeño ejército de relacionistas públicos en diferentes países con él a
la cabeza, rompiendo resistencias, comprando voluntades, derrochando glamour, porque no olvidemos algo que
Abreu tenía muy claro, estaba en el show
bussiness, y quien está en el mundo del espectáculo debe obligatoriamente
llamar la atención, y en lo posible, que se escriba y se hable bien de él y
para eso tenía una bolsa que parecía inagotable.
Si
hay algo por la que lo que me quitaría el sombrero ante Abreu era por su
capacidad de levantar fondos, en eso no tenía competencia, de hecho, la detestaba,
o él era el único beneficiario de la torta que se repartía, o se las arreglaba
para sacar del juego a tantos otros músicos, directores, grupos, orquestas e
iniciativas culturales, era como una aspiradora de contribuciones y donaciones,
de hecho, todo gravitaba alrededor del llamado Sistema, era como un hueco negro del presupuesto cultural, primero
nacional y luego internacional.
Por
supuesto tenía una vida personal digno de un rico y famoso, que lo era, en ese
sentido era una persona muy privada, cuidaba con esmero y altos muros su vida
personal, que como todos, estaba profusamente manchada de claros oscuros, de
abogados e intermediarios que solventaban cualquier reclamo o demanda en su
contra.
Como
ya otros críticos lo han señalado manejaba el
Sistema de la manera más autoritaria y personalista posible, allá dentro,
la palabra democracia era un eufemismo, se hacía su voluntad, consagraba o
destruía carreras con solo levantar una ceja, y aunque sí es cierto, su
emprendimiento tocó a muchos jóvenes, y les dio no solo una habilidad, sino un
sueño, tampoco fue una empresa de tan grandes proporciones, sólo una pequeña
fracción, muy pequeña, de jóvenes venezolanos fueron beneficiarios de este
faraónico esfuerzo por montar un imperio musical de la envergadura del Sistema
de Orquestas Juveniles Simón Bolívar.
Habría
que sacar las cuentas, pero si usted reúne en una cifra todos los venezolanos
que pertenecieron al Sistema y los divide por la cantidad de dólares gastados,
se dará cuenta de la desproporción enorme en la relación gasto-beneficio, con
lo que cada músico que salió de la institución ha debido ser el estudiante de
música más costoso del mundo entero, y aquí entramos en un tema complejo y es el
de la música como una de las bellas artes.
La
música es la menos política de todas las artes, su contenido es absolutamente
apolítico aunque hay piezas que son presentadas como revolucionarias por lo
novedoso de sus arreglos, o que se ligan a algún hecho político, quienes
apuestan a la música lo hacen desde un lugar “seguro”, no tienen el
inconveniente de las otras artes que como la literatura, o el cine, si tienen
una enorme posibilidad de tener marcadas visiones políticas, de tomar posición
ante cualquier asunto humano y comprometer de alguna manera a sus promotores,
es por ello que la música es favorita de bancos, corporaciones multinacionales
y otras empresas, que no quieren caer en polémicas con el gobierno de turno y
sus políticas públicas.
La
música es además el vehículo más directo para establecer relación con las
emociones de las personas, la música toca el alma de manera directa, maneja los
sentimientos con pavorosa efectividad, no en vano Platón, en la Grecia antigua,
mientras planificaba su estado perfecto, tenía a la música bajo estricto
control del estado, algo que sacara a los ciudadanos de sus cabales solo
escuchando música, insuflándoles tristeza o alegría de un momento a otro, era
un arma muy peligrosa.
Abreu
entendía esto a cabalidad, además sabía que el mundo de cultores de la música
llamada clásica era reducido en el país y venía de los estratos más pudientes
de la sociedad, sobre todo de las mujeres, a quienes manejaba como un experto
instrumentista, pues hizo de su persona una referencia en el buen gusto, la
alta cultura y se convirtió en símbolo del mecenazgo, al punto que no había
reunión social importante que no estuviera convalidada por su presencia, aunque
fuera por minutos, sus gestos y deferencias para su contribuyentes, un asiento
privilegiado en la sala de conciertos, una invitación a la inauguración de
algún evento, o un simple saludo, bastaban para marcar a esa persona como del
círculo de privilegiados.
Pero
tengo la impresión que dentro del mundo musical venezolano hizo más mal que
bien al acaparar sin medida alguna todos los recursos para el Sistema, y los que no querían convertirse en un satélite de su
organización, para que disfrutara de algunas prebendas, pues simplemente dejaba
de existir.
Era
un pésimo conductor de orquestas, las veces que lo vi en prácticas y en
conciertos al mando de la batuta, se dejaba llevar por su fogoso temperamento,
se involucraba en la música de manera muy personal, en varias ocasiones lo vi
con rostro de poseso, absolutamente extasiado y sin control de sus emociones
haciendo de Schubert, Beethoven o Rimsky-Korsakof una versión acelerada de sus
partituras, hasta pequeños gemidos emitía cuando se emocionaba de sobremanera,
pero eso le encantaba a la gente y le daban ovaciones de pié.
De
temperamento muy corto, de actitud servil hacia sus potenciales donantes, tenía
una mentalidad económica que lo hacía un prodigioso minero de las instituciones
y personas que creían en su proyecto, cuando se pegaba a chupar recursos no
soltaba hasta verlo seco, y cuando el donante ya no le servía, era capaz de
ignorarlo de la manera más despectiva posible.
Sabía
que era el estado su principal promotor y por ello siempre se aprovechó de los
presidentes, los halagaba, los encumbraba, les hacía una puesta en escena digna
de reyes, sin importar ideología o catadura, sus orquestas estaban siempre a
punto para cualquier acto oficial que necesitara de su participación, sobre
todo en eventos de pompa y circunstancia, su especialidad, en este sentido se
me parecía mucho a Osmel Souza cuando manejaba el Miss Venezuela, hay bastante
paralelismos.
Pero
de las cosas que nunca podré perdonarlo es de la apropiación indebida de su
proyecto, sueño o legado, como tanto le gusta a los cronistas culturales
destacar, ese Sistema de Orquestas fue la creación y la generosa contribución
de uno de los venezolanos más importantes en la cultura de Venezuela del siglo
XX, se llamaba Luis Alberto Machado y fue Ministro de la Inteligencia durante
el gobierno de Luis Herrera Campins, Machado fue el verdadero artífice del
sistema pero no en los términos que le terminó dando Abreu, quien hizo todo lo
posible para borrar de los créditos al Dr. Machado.
No
desmerito a Abreu en su labor de empresario y relacionista del Sistema, fue en
su gestión y por su actividad internacional que nos puso en el mapa del mundo
como recurso importante de la música occidental, pudo concretar una especie de
franquicia sobre el Sistema y un
mercado importante para el mismo, pero lo hizo a costo inmenso que espero algún
día se calcule, y siempre con su persona como elemento primordial.
Todos
los demás supuestos beneficios de darle a los jóvenes una oportunidad de crecer
en una actividad para su desarrollo humano, de no extraviarse en el camino de
las drogas, de hacerlo responsable y trabajar en equipo, todo eso afectó a un
reducido grupo de jóvenes en el país (en una entrevista en el 2011 alegaba que
habían más de 350.000 niños y jóvenes dentro del sistema) y luego de gastarse
un presupuesto, que no se comparecía con los resultados.
La
otra cosa que no me puede tragar es su falta de moral ciudadana, de una pobreza
absoluta en lo que se refiere a ser un demócrata, le puso música a 18 años de
tiranía, con rumbas estrepitosas mientras nuestros estudiantes universitarios
morían en las calles de Caracas, se convirtió en el embajador más eficaz de la
revolución socialista bolivariana, utilizó a nuestros jóvenes como vanguardia
de la felicidad socialista para mostrarle al mundo los beneficios del
totalitarismo, le dio cierta dignidad y clase a un régimen de violadores de
derechos humanos, y parece, que sembró varias generaciones de jóvenes con una
manera de ser, apolítica, irresponsable, cobarde y meliflua, que hoy exhiben
algunos de los jóvenes y fulgurantes estrellas que clonó de su sibilina
personalidad.
La
actitud promiscua y sin vergüenza de aparejarse con cualquier gobierno sin
importar su sello ideológico, con tal de mantener vivo el Sistema, es visto por
muchos venezolanos como positivo y loable, dicen de Abreu que para el
“maestro”, lo prioritario eran los muchachos y la música, lo demás no
importaba, esta sobrevivencia del Sistema a toda costa le ha valido el
calificativo de héroe de la cultura y de las artes.
Permitió
que por medio del Sistema, los
mecanismos de alienación del régimen tanto en su aparato de indoctrinación,
como en los servicios de inteligencia, penetraran a cientos de familias,
extrayendo información para engrosar bases de datos falsas, para la
introducción de mecanismos viles de manipulación como el carnet de la patria,
las cajas CLAP y diversos premios que otorgaba el gobierno para ganar
prosélitos como becas, organizaciones comunales y la implantación de los
infames patriotas cooperantes.
La
organización no será investigada por los momentos, protegida por el régimen,
los cubanos la tienen como una avenida de buena voluntad para implantar sus
tentáculos e influencias en otros países, lo que se escucha hasta el momento
son loas y hasta ideas para elevar a beato a Abreu, como ejemplo de un
humanista al servicio de la familia y la patria, pero estoy seguro que el
Sistema no resistiría una auditoría medianamente profesional; quienes como yo
exigimos una completa revisión de la institución y de la vida de su líder, nos
tachan de radicales desalmados, enemigos de la cultura y de las instituciones
exitosas que integran a los pueblos, pero los secretos de ese complejo
laberinto irán apareciendo… y estoy seguro que los escándalos no serán pocos. -
saulgodoy@gmail.com
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