martes, 27 de marzo de 2018

La necesidad del mito (el caso Abreu)



El venezolano parece padecer de una necesidad mitológica, necesita creer en héroes, demiurgos, gente extraordinaria, fenómenos… y no espera un momento en hacer de alguien que más o menos destaque entre el común, elevarlo a un gigante y ejemplo a seguir; entiendo que épocas de barbarie y de oscurantismo, y en vista a tanta mediocridad y gente viciosa, la sociedad se proponga a crear grandes hombres del barro mas ordinario, de aquel molde donde los “vivos”, los pícaros, los que tienen esa facultad mediática de hacerse el centro de la atención, lo que en realidad indica es una carencia de madurez, no querer evolucionar hacia estadios del ser mucho más seguros y realistas, el venezolano ha quedado estacionado en una pre-adolescencia donde necesita creer en lo extraordinario.
Desde el momento que vi y leí los obituarios del fallecimiento del ciudadano José Antonio Abreu, conocido popularmente como “el maestro” y a quien se le atribuye sin lugar a ninguna duda la paternidad del Sistema de Orquestas de Venezuela, cuando la maquinaria de propaganda del gobierno de Maduro se empezó a mover para hacer de aquel hombre un “inmortal” otorgándole un funeral de estado, con todos los honores digno de un pro-hombre, cuando escuché los elogios a su vida y obra por parte de personas ligadas a la cultura en nuestro país, elevándolo a eso, a demiurgo, a un semidiós que ahora reposa en el Olimpo, me di cuenta que nuestra enfermedad es preocupante, necesitamos aún de los cuentos de hadas.
Y esto lo sabe una comunidad internacional, que entre el paisaje de desolación y falta de talento que sufre el país, si hay alguien que destaque, que haya compartido en algo los intereses de esa cultura cosmopolita, entonces vuelcan sus elogios, sobre todo si se trata del creador de esa banda-show en que ha convertido las orquestas sinfónicas de Venezuela, y a Caracas, en un centro bien pagado y confortable para temporadas de talleres, charlas y presentaciones fuera de temporadas de instrumentistas, directores, cantantes o compositores.
Conocí al ciudadano Abreu en varias de sus facetas, sobre el escenario y detrás de ellos, lo observé como administrador y motor de una iniciativa que ni siquiera fue de él, a pesar de todo ese trabajo que se propuso y logró,  la organización de familiares y amigos que creó a su alrededor, gente incondicional y fiel dispuesta a venderlo como lo que no era, un extraordinario gerente cultural, que a fuerza de millones de dólares, de un gran dispendio de recursos del estado y de varias empresas privadas, vendía como una labor social de inconmensurables alcances, una empresa cultural globalizada que dejó a su paso luminarias tan destacadas como el director de orquestas Dudamel, ahora ciudadano español, luego de cumplido con su encomienda de ser imagen internacional de una organización que tiene mucho de mafia y estafa.
Abreu logró a fuerza de dinero que no era suyo montar un sofisticado aparato de promoción y publicidad que sería la envidia de cualquier candidato a la presidencia de los EEUU, con decenas de periodistas en nómina, con amigos fieles en los principales networks de radio y televisión, periódicos del orbe a quienes agasajaba de manera fastuosa, con un pequeño ejército de relacionistas públicos en diferentes países con él a la cabeza, rompiendo resistencias, comprando voluntades, derrochando glamour, porque no olvidemos algo que Abreu tenía muy claro, estaba en el show bussiness, y quien está en el mundo del espectáculo debe obligatoriamente llamar la atención, y en lo posible, que se escriba y se hable bien de él y para eso tenía una bolsa que parecía inagotable.
Si hay algo por la que lo que me quitaría el sombrero ante Abreu era por su capacidad de levantar fondos, en eso no tenía competencia, de hecho, la detestaba, o él era el único beneficiario de la torta que se repartía, o se las arreglaba para sacar del juego a tantos otros músicos, directores, grupos, orquestas e iniciativas culturales, era como una aspiradora de contribuciones y donaciones, de hecho, todo gravitaba alrededor del llamado Sistema, era como un hueco negro del presupuesto cultural, primero nacional y luego internacional.
Por supuesto tenía una vida personal digno de un rico y famoso, que lo era, en ese sentido era una persona muy privada, cuidaba con esmero y altos muros su vida personal, que como todos, estaba profusamente manchada de claros oscuros, de abogados e intermediarios que solventaban cualquier reclamo o demanda en su contra.
Como ya otros críticos lo han señalado manejaba el Sistema de la manera más autoritaria y personalista posible, allá dentro, la palabra democracia era un eufemismo, se hacía su voluntad, consagraba o destruía carreras con solo levantar una ceja, y aunque sí es cierto, su emprendimiento tocó a muchos jóvenes, y les dio no solo una habilidad, sino un sueño, tampoco fue una empresa de tan grandes proporciones, sólo una pequeña fracción, muy pequeña, de jóvenes venezolanos fueron beneficiarios de este faraónico esfuerzo por montar un imperio musical de la envergadura del Sistema de Orquestas Juveniles Simón Bolívar.
Habría que sacar las cuentas, pero si usted reúne en una cifra todos los venezolanos que pertenecieron al Sistema y los divide por la cantidad de dólares gastados, se dará cuenta de la desproporción enorme en la relación gasto-beneficio, con lo que cada músico que salió de la institución ha debido ser el estudiante de música más costoso del mundo entero, y aquí entramos en un tema complejo y es el de la música como una de las bellas artes.
La música es la menos política de todas las artes, su contenido es absolutamente apolítico aunque hay piezas que son presentadas como revolucionarias por lo novedoso de sus arreglos, o que se ligan a algún hecho político, quienes apuestan a la música lo hacen desde un lugar “seguro”, no tienen el inconveniente de las otras artes que como la literatura, o el cine, si tienen una enorme posibilidad de tener marcadas visiones políticas, de tomar posición ante cualquier asunto humano y comprometer de alguna manera a sus promotores, es por ello que la música es favorita de bancos, corporaciones multinacionales y otras empresas, que no quieren caer en polémicas con el gobierno de turno y sus políticas públicas.
La música es además el vehículo más directo para establecer relación con las emociones de las personas, la música toca el alma de manera directa, maneja los sentimientos con pavorosa efectividad, no en vano Platón, en la Grecia antigua, mientras planificaba su estado perfecto, tenía a la música bajo estricto control del estado, algo que sacara a los ciudadanos de sus cabales solo escuchando música, insuflándoles tristeza o alegría de un momento a otro, era un arma muy peligrosa.
Abreu entendía esto a cabalidad, además sabía que el mundo de cultores de la música llamada clásica era reducido en el país y venía de los estratos más pudientes de la sociedad, sobre todo de las mujeres, a quienes manejaba como un experto instrumentista, pues hizo de su persona una referencia en el buen gusto, la alta cultura y se convirtió en símbolo del mecenazgo, al punto que no había reunión social importante que no estuviera convalidada por su presencia, aunque fuera por minutos, sus gestos y deferencias para su contribuyentes, un asiento privilegiado en la sala de conciertos, una invitación a la inauguración de algún evento, o un simple saludo, bastaban para marcar a esa persona como del círculo de privilegiados.
Pero tengo la impresión que dentro del mundo musical venezolano hizo más mal que bien al acaparar sin medida alguna todos los recursos para el Sistema, y los que no querían convertirse en un satélite de su organización, para que disfrutara de algunas prebendas, pues simplemente dejaba de existir.
Era un pésimo conductor de orquestas, las veces que lo vi en prácticas y en conciertos al mando de la batuta, se dejaba llevar por su fogoso temperamento, se involucraba en la música de manera muy personal, en varias ocasiones lo vi con rostro de poseso, absolutamente extasiado y sin control de sus emociones haciendo de Schubert, Beethoven o Rimsky-Korsakof una versión acelerada de sus partituras, hasta pequeños gemidos emitía cuando se emocionaba de sobremanera, pero eso le encantaba a la gente y le daban ovaciones de pié.
De temperamento muy corto, de actitud servil hacia sus potenciales donantes, tenía una mentalidad económica que lo hacía un prodigioso minero de las instituciones y personas que creían en su proyecto, cuando se pegaba a chupar recursos no soltaba hasta verlo seco, y cuando el donante ya no le servía, era capaz de ignorarlo de la manera más despectiva posible.
Sabía que era el estado su principal promotor y por ello siempre se aprovechó de los presidentes, los halagaba, los encumbraba, les hacía una puesta en escena digna de reyes, sin importar ideología o catadura, sus orquestas estaban siempre a punto para cualquier acto oficial que necesitara de su participación, sobre todo en eventos de pompa y circunstancia, su especialidad, en este sentido se me parecía mucho a Osmel Souza cuando manejaba el Miss Venezuela, hay bastante paralelismos.
Pero de las cosas que nunca podré perdonarlo es de la apropiación indebida de su proyecto, sueño o legado, como tanto le gusta a los cronistas culturales destacar, ese Sistema de Orquestas fue la creación y la generosa contribución de uno de los venezolanos más importantes en la cultura de Venezuela del siglo XX, se llamaba Luis Alberto Machado y fue Ministro de la Inteligencia durante el gobierno de Luis Herrera Campins, Machado fue el verdadero artífice del sistema pero no en los términos que le terminó dando Abreu, quien hizo todo lo posible para borrar de los créditos al Dr. Machado.
No desmerito a Abreu en su labor de empresario y relacionista del Sistema, fue en su gestión y por su actividad internacional que nos puso en el mapa del mundo como recurso importante de la música occidental, pudo concretar una especie de franquicia sobre el Sistema y un mercado importante para el mismo, pero lo hizo a costo inmenso que espero algún día se calcule, y siempre con su persona como elemento primordial.
Todos los demás supuestos beneficios de darle a los jóvenes una oportunidad de crecer en una actividad para su desarrollo humano, de no extraviarse en el camino de las drogas, de hacerlo responsable y trabajar en equipo, todo eso afectó a un reducido grupo de jóvenes en el país (en una entrevista en el 2011 alegaba que habían más de 350.000 niños y jóvenes dentro del sistema) y luego de gastarse un presupuesto, que no se comparecía con los resultados.
La otra cosa que no me puede tragar es su falta de moral ciudadana, de una pobreza absoluta en lo que se refiere a ser un demócrata, le puso música a 18 años de tiranía, con rumbas estrepitosas mientras nuestros estudiantes universitarios morían en las calles de Caracas, se convirtió en el embajador más eficaz de la revolución socialista bolivariana, utilizó a nuestros jóvenes como vanguardia de la felicidad socialista para mostrarle al mundo los beneficios del totalitarismo, le dio cierta dignidad y clase a un régimen de violadores de derechos humanos, y parece, que sembró varias generaciones de jóvenes con una manera de ser, apolítica, irresponsable, cobarde y meliflua, que hoy exhiben algunos de los jóvenes y fulgurantes estrellas que clonó de su sibilina personalidad.
La actitud promiscua y sin vergüenza de aparejarse con cualquier gobierno sin importar su sello ideológico, con tal de mantener vivo el Sistema, es visto por muchos venezolanos como positivo y loable, dicen de Abreu que para el “maestro”, lo prioritario eran los muchachos y la música, lo demás no importaba, esta sobrevivencia del Sistema a toda costa le ha valido el calificativo de héroe de la cultura y de las artes.
Permitió que por medio del Sistema, los mecanismos de alienación del régimen tanto en su aparato de indoctrinación, como en los servicios de inteligencia, penetraran a cientos de familias, extrayendo información para engrosar bases de datos falsas, para la introducción de mecanismos viles de manipulación como el carnet de la patria, las cajas CLAP y diversos premios que otorgaba el gobierno para ganar prosélitos como becas, organizaciones comunales y la implantación de los infames patriotas cooperantes.
La organización no será investigada por los momentos, protegida por el régimen, los cubanos la tienen como una avenida de buena voluntad para implantar sus tentáculos e influencias en otros países, lo que se escucha hasta el momento son loas y hasta ideas para elevar a beato a Abreu, como ejemplo de un humanista al servicio de la familia y la patria, pero estoy seguro que el Sistema no resistiría una auditoría medianamente profesional; quienes como yo exigimos una completa revisión de la institución y de la vida de su líder, nos tachan de radicales desalmados, enemigos de la cultura y de las instituciones exitosas que integran a los pueblos, pero los secretos de ese complejo laberinto irán apareciendo… y estoy seguro que los escándalos no serán pocos.   -    saulgodoy@gmail.com

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