sábado, 26 de mayo de 2018

Arte y complejidad



Lo actual nos bombardea sin misericordia con representaciones y estímulos proveniente de los lugares y cosas de nuestra cotidianidad, lo que antes era simple rutina y lugares comunes, ahora son vehículos de expresiones artísticas, de lenguajes, de códigos, modas, tendencias, mercadeo, data mining, vigilancia remota y otras formas de expresiones hightech que impactan nuestras vidas y apenas nos damos cuenta.
Estamos irremediablemente atrapados en una red de comunicaciones cada vez más complejas de la que muchas veces es imposible escapar, el día de hoy acumula más información, más capas temáticas, mas conexiones que ayer, aún en países tan deprimidos como Venezuela, el torbellino de imágenes que nos envuelve es abrumador, tomando en cuenta que el gobierno totalitario de Maduro está obligado a bombardear a la población de información a cada instante, para poder mantener la ilusión de un país que no existe, sino en las redes de las telecomunicaciones chavistas.
La complejidad se ha tornado supercompleja a decir de Lev Manovich en su artículo Complejidad y Abstracción, cuantas imágenes por hora captan nuestros ojos en los teléfonos inteligentes, laptops, tabletas, televisores, en la calle mientras conducimos nuestros autos, en nuestras oficinas y hogares… el lenguaje abstracto ha migrado de los talleres de los artistas y museos a las oficinas corporativas, logos, hoteles, cuartos, bolsas, muebles, ropa…
El lenguaje visual se ha vuelto más abstracto, las imágenes son ahora interactivas, se puede navegar en espacios virtuales, los diagramas, mapas, diseños, planos arquitectónicos se pueden ahora manipular a nuestro gusto verlos con la música que escojamos, con los colores que nos placen, en la resolución que queramos y vistos desde el ángulo más extremo.
Nos encontramos inmersos en el mundo de imágenes 3D sin percatarnos de ello, empezamos jugando los juegos en nuestras computadoras donde nos sentíamos a gusto y ya los tenemos en el ambiente urbano, en nuestros lugares de trabajo, en simuladores, en la industria cinematográfica, en las imágenes médicas de nuestros cuerpos, en maquetas para modelos, en scanner y fotocopias.
El llamado “arte viejo”, procesado por medio de nuevas tecnologías ha dado a lugar a sorprendentes imágenes híbridas que circulan ahora en llamativas franelas, gorras, botones, portadas de compac disk, calcomanías, postales, vallas de publicidad.
Y detrás de toda esta magia, se encuentra una tecnología asombrosa, basada en manipulaciones matemáticas y algoritmos, en filtros y programas cada uno especializado en ciertos vectores o texturas, en imágenes sintéticas de un detalle increíble y realizadas por un equipo técnico trabajando horas, días y meses hasta lograr la perfección requerida, suficiente para que el espectador no sepa diferenciarla de la realidad.
Como bien lo expresó el filósofo venezolano José Rafael Herrera en su artículo Imaginación y Representación: “A wonderfull world-: el mundo de lo fenoménico frente a lo nouménico, sustentado sobre la base de una cada vez más sorprendente, poderosa y eficiente racionalidad instrumental: la ratio técnica.”
Pues bien, esta ratio técnica ha sido de una influencia notable en los estilos artísticos del pasado reciente, y el fenómeno que hemos observado en los artistas ante tal complejidad ha sido lo contrario de lo esperado, se han ido por el paradigma de la reducción. Escribe Manovich:
En el contexto del arte, la abstracción de Mondrian, Kandinsky, Delaney, Kupka, Malevich, Arp, y otros, representan la conclusión lógica de un desarrollo gradual de las décadas precedentes. En Manet, impresionismo, postimpresionismo, del simbolismo al fauvismo, y al cubismo, los artistas metabolizaban progresivamente y abstraían la realidad visible de manera que todos rasgos reconocibles de la apariencia del mundo eran obviados. Esta reducción de la experiencia visual en el arte moderno fue un proceso muy gradual que empezó al principio del siglo XIX, pero al principio del siglo XX vemos todo el proceso desarrollado en una sola década- como en las pinturas de Mondrian de un árbol que realizó entre 1908 y 1914.  Mondrian  lo inicia con una detallada y realista imagen del árbol. Para el momento en que termina, ha realizado una increíble compresión, solo la esencia, la idea, la ley, el genotipo del árbol es lo que queda.
Al igual que ocurría en el mundo de la tecnología y las ciencias, había un proceso de deconstrucción hacia los elementos más básicos de la estructura, pero las cosas empezaron a cambiar cuando interviene un nuevo elemento en la cultura (moderna o postmoderna, lo dejo a su elección) y fue la complejidad.
Ya la fórmula estructuralista no resultaba satisfactoria, sobre todo porque esa ratio técnica empezó a buscar en la teoría del caos, la inteligencia artificial, los sistemas complejos y no lineales, la autopoiesis y las redes neurales otros caminos para explicar el orden espontáneo, la alteridad no programada, los vórtices aleatorios y creadores de estabilidades momentáneas, necesitaba entender las nuevas propiedades que observaba en los sistemas en interconexión, atribuibles a fenómenos que nada tenía que ver con la naturaleza de sus componentes.
Hay un arte que se está desarrollando utilizando software y exhibiéndolos on line, son trabajos basados en una complejidad que nace de la posibilidades gráficas de trabajar con retículas y clústeres de altísima resolución, construcciones sumamente abstractas ya que no tiene referencias externas, aunque parecen formas alienígenas o mapas genéticos de elaboradas filigranas, de las cosas que llamaron mi atención es que los autores, o los artistas, son talleres de alta tecnología, grupos de investigación o laboratorios de cibernética.
Y aunque se puede conseguir de todo en la producción de este arte basado en software, hay que buscar con cuidado las joyas esparcidas entre el diseño industrial, el arte comercial, las versiones sintéticas de las grandes obras, abunda el arte geométrico, los experimentos cromáticos, el arte urbano, mucho animé y fotografía manipulada, pero siempre aparecen las obras que destacan y son llevadas a las galerías.
Algunas de ellas son formas simbólicas que asemejan elementos biológicos expuestos a un microscopio electrónico ¿Cuál sería su explicación o relación con la sociedad contemporánea? Este nuevo arte elaborado por humanos utilizando máquinas, softwares e interfases, no es del todo artificial ni ajeno a nuestro mundo, todo lo contrario, en su monumental complejidad hay cierta vulnerabilidad y una belleza elusiva que nos recuerda que nuestra realidad es porosa, llena de huecos como un queso gruyere, donde todo es posible simultáneamente, ser y no ser, como el gato de Schrödinger.    -    saulgodoy@gmail.com







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