He
expresado reiteradamente mis serias reservas de que la unidad en la oposición
sea una posibilidad real, eficiente, constructiva y factible, empezando porque
la oposición es un ente informe, lleno de partidos de maletín sin ninguna
representación popular, de organizaciones políticas manejadas desde el
chavismo, de grupos de interés oportunistas, donde resaltan una serie de
personalidades que, sin tener nada que aportar para solucionar nuestros graves
problemas, insisten en ser parte de la supuesta solución, donde ellos jueguen
algún papel, pero cuyo interés primordial radica, en continuar con la política
clientelar, y de ocupar espacios burocráticos que tengan presupuestos.
Han
pasado casi veinte años sin la posibilidad de muchos de estos “políticos” de
gobernar, tienen una sed de poder que no pueden ocultar, todavía piensan que la
política en Venezuela es el mejor negocio del mundo, están hambreados de
figuración, de manejo de recursos, de privilegios, de mando… algunos de ellos
ya están en una edad avanzada y cada día que pasa se les aleja la oportunidad
de participar en el banquete de los pordioseros, lo que más quieren es estar
allí cuando el gobierno de Maduro se derrumbe, y para todos es obvio, que tiene
sus días contados.
La
oposición política venezolana es un saco de escombros socialistas, la mayor
parte de sus organizaciones están comprometidas, desde sus documentos
fundacionales, con esa ideología basura del socialismo, que cada día que pasa
es más obvio que se trata del gran desfalco político de la modernidad, una
rémora aparentemente inerte e inofensiva del comunismo, pero que conserva su
aguijón totalitario, y que en Venezuela estamos ya cansado que nos agreda y
amenace en nombre de la justicia social.
¿Cómo
van hacer los socialistas “buenos” para salvarnos de los socialistas “malos”?
¿Cómo van a sostener a un estado benefactor en un país donde su gente perdió
hasta el derecho a respirar? ¿Qué van a distribuir entre las clases
depauperadas cuando no hay nada que regalar y todo el mundo está depauperado?
Pero
estos políticos socialistas de la oposición venezolana son gente tozuda,
insisten en su moral comunista de igualdad en la adversidad, de perdón y
reconciliación, de ese perverso cristianismo de las catacumbas romanas de
tomarnos de las manos y cantar Cumbayá, de ilusionarnos con una unidad que es
imposible porque todavía hay una desconfianza hacia el capitalismo, no les
gustan los emprendimientos exitosos y menos todavía gente que se hace rica con
su ingenio y su trabajo, le tienen pavor a la globalización, aman el
colectivismo, le tienen urticaria a la propiedad privada y el consumismo es un
anatema.
Pero
este desastre que el socialismo realizó en nuestro país, dejó sembrada una
semilla liberal que cree en el esfuerzo individual, en las libertades, nuestros
empresarios que han sobrevivido esta ordalía,
verdaderos héroes épicos de nuestro gentilicio, están seguros que con un
mercado con mínimas regulaciones, con un estado que se abstenga de intervenir
para sabotear sus esfuerzos en crear riqueza, que desean una sociedad abierta y
en paz para poder prosperar y crecer, para crear puestos de trabajo dignos,
todos los venezolanos que creemos en la libre competencia, en el trabajo duro y
eficiente, en buenas remuneraciones, que no odian el dinero ganado honestamente,
que les gusta la buena vida, con calidad, con seguridad.
Esta
semilla ha germinado y hay en Venezuela una creciente multitud de personas que
están dispuestas a darle una oportunidad al capitalismo, a que se creen las
condiciones de libertad para que la economía de mercado funcione, para que se
instaure un gobierno mínimo y permitirle a la sociedad civil que evolucione,
que se organice y construya el país.
Uno
de los problemas que impide la unidad política que tanto se anhela, es
precisamente lo antagónico que resulta la visión socialista del mundo, de la de
los liberales que como yo, y la legión que todavía queda en el país, sostenemos
sobre nuestro futuro inmediato; hay demasiado trabajo por hacer para estar
desperdiciándolo en mesas de trabajo, negociaciones, pactos de gobernabilidad
con una gente que lo único que sabe hacer y ser, es un funcionario público, y
no tengo nada en contra de los funcionarios públicos, mientras estén allí para
servir a los ciudadanos y no para convertirse en reyezuelos de sus oficinas y
despachos, que trabajen duro para asistir al sector privado a triunfar, para
que ningún individuo se quede sin las oportunidades y garantías que ofrecen
nuestras leyes.
En lo
personal, y debo recalcar, no soy un político profesional, no tengo el estómago
para sentarme con gente como Henry Falcón, o Eduardo Fernández, Claudio Fermín,
Barbosa o Timoteo Zambrano, o Julio Borges, Henrique Capriles o Ramos Allup, entre
otros muchos, para buscar acuerdos de convivencia con sus intereses personales,
son gente que no representan a nadie, con un comportamiento oscuro durante
estos años de dictadura, tener algún tipo de unidad con ellos me harían sentir
enfermo, estaría mirando sobre mis hombros a cada momento, no son personas
consistentes ni de fiar, y se les ve el hambre en la mirada.
Si no
hay compatibilidad en una visión del país, es mejor no unirnos, son diferencias
que son resueltas de manera efectiva en unas elecciones libres y limpias, que
la gente decida si lo que quieren es esa vieja política que nos ha encallado a
estos arrecifes, o un cambio sustancial de perspectiva y dirección para el país.
Muchos
de esos partidos y políticos justamente tienen temor de quedar fuera del juego
si los ciudadanos tienen la oportunidad de elegir, pero elegir uninominalmente,
un gran número de estos camaleones están allí por carambolas, por cuestiones
internas de sus organizaciones, por conveniencia con los chavistas y arreglos con
el CNE, por los laberintos normativos de
la llamada unidad, tarjetones y listas únicas, pasan coleados porque nadie los
reconoce y se vota en cambote, esa es la unidad que ellos quieren.
Por
eso es que nos hemos llenado de tanto lastre, de jarrones chinos, de gente que
no aporta nada y nos cuesta un ojo de la cara, luego de las elecciones en
“unidad” muchos votantes se sorprenden de quienes son sus representantes, no tienen
la menor idea de donde salieron.
En un
artículo anterior expresé que la unidad puede darse en ciertos asuntos, no en
todos, por ejemplo, en atender la crisis humanitaria, para eso se requiere de
un esfuerzo nacional donde nadie sobra, todos somos necesarios para que la
ayuda internacional llegue a donde realmente se necesite y de manera oportuna,
en controlar el peliagudo problema de la seguridad en el país, el de reactivar
los servicios básicos con planes de racionamiento y rescate de las
instalaciones, la unidad debe darse en buscar información confiable de cuántos
somos y el estado en que nos encontramos, acopiando inteligencia ciudadana para
los planes de emergencia.
A
nivel de las regiones la unidad es de vital importancia para poder equilibrar
con justeza los escasos recursos de que vamos a disponer con las necesidades
urgentes de las comunidades, dándole prioridad a la producción alimentaria y a
la distribución del agua potable, debemos tener unidad al momento de controlar
esas inversiones y donaciones, que no se desperdicie ni un centavo.
Necesitamos
unidad para enfrentar la crisis epidemiológica y sanitaria que confronta el
país, tender los cordones sanitarios y de cuarentena que fueran necesarios,
organizar el poco transporte público con el que aún contamos para hacerlo más
eficiente, debemos atender nuestra crisis educativa, es urgente reactivar las
escuelas y universidades, ese sí es un esfuerzo unitario.
Pero
perder el tiempo en tratar de conciliar lo irreconciliable es un costoso error
en medio de esta megacrisis, en política no puede haber unidad, tendríamos que
tener unidad de criterios en la manera de salir del gobierno de Maduro y
castigar a los responsables de este desastre, pero en eso vamos a tener
diferencias insalvables, habrá quienes quieran pasar la página, otros se
inclinarán por la reconciliación, incluso permitiéndoles la participación
política, otros, como yo, me gustaría aplicarles la pena de muerte a esos
monstruos e ilegalizar el PSUV.
Mi
propuesta, vamos a trabajar en la unidad posible sobre asuntos importantes para
atender nuestra precaria condición, si ya el socialismo se ha hecho imposible
de practicar, dejémoslo por un tiempo a un lado y exploremos el capitalismo y
la globalización, creemos riqueza para luego tener que repartir.
Los
que ahora están pidiendo unidad política, debería acceder a que la dupla María
Corina Machado y Antonio Ledezma, quienes son los que mejor chance tiene de
generar un consenso nacional, ellos sí pueden ponerse de acuerdo y construir
una plataforma unitaria, una ingeniero y un abogado, él en el exilio y ella en
el país, un político de raza y una luchadora tenaz, ambos con visiones del
mundo y de una Venezuela diferentes de dos generaciones distintas pero que
juntas, pudieran significar la diferencia para enfrentar este difícil momento
de la patria.
Y
hasta se podría pensar en nominarlos y aclamarlos sin elecciones, o en todo
caso por un referéndum, para así evitarnos la distracción de una campaña
electoral y sus gastos en medio de tanta desgracia, darles la buena pro para
que gobiernen en capitalismo y reconstruyan la democracia en el país, esa sí
sería una unidad factible y hasta atractiva, aparte de que sería un ejemplo al
mundo de coherencia y madurez del pueblo de Venezuela. -
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario