miércoles, 6 de junio de 2018

La Unidad, trampa o solución



He expresado reiteradamente mis serias reservas de que la unidad en la oposición sea una posibilidad real, eficiente, constructiva y factible, empezando porque la oposición es un ente informe, lleno de partidos de maletín sin ninguna representación popular, de organizaciones políticas manejadas desde el chavismo, de grupos de interés oportunistas, donde resaltan una serie de personalidades que, sin tener nada que aportar para solucionar nuestros graves problemas, insisten en ser parte de la supuesta solución, donde ellos jueguen algún papel, pero cuyo interés primordial radica, en continuar con la política clientelar, y de ocupar espacios burocráticos que tengan presupuestos.
Han pasado casi veinte años sin la posibilidad de muchos de estos “políticos” de gobernar, tienen una sed de poder que no pueden ocultar, todavía piensan que la política en Venezuela es el mejor negocio del mundo, están hambreados de figuración, de manejo de recursos, de privilegios, de mando… algunos de ellos ya están en una edad avanzada y cada día que pasa se les aleja la oportunidad de participar en el banquete de los pordioseros, lo que más quieren es estar allí cuando el gobierno de Maduro se derrumbe, y para todos es obvio, que tiene sus días contados.
La oposición política venezolana es un saco de escombros socialistas, la mayor parte de sus organizaciones están comprometidas, desde sus documentos fundacionales, con esa ideología basura del socialismo, que cada día que pasa es más obvio que se trata del gran desfalco político de la modernidad, una rémora aparentemente inerte e inofensiva del comunismo, pero que conserva su aguijón totalitario, y que en Venezuela estamos ya cansado que nos agreda y amenace en nombre de la justicia social.
¿Cómo van hacer los socialistas “buenos” para salvarnos de los socialistas “malos”? ¿Cómo van a sostener a un estado benefactor en un país donde su gente perdió hasta el derecho a respirar? ¿Qué van a distribuir entre las clases depauperadas cuando no hay nada que regalar y todo el mundo está depauperado?
Pero estos políticos socialistas de la oposición venezolana son gente tozuda, insisten en su moral comunista de igualdad en la adversidad, de perdón y reconciliación, de ese perverso cristianismo de las catacumbas romanas de tomarnos de las manos y cantar Cumbayá, de ilusionarnos con una unidad que es imposible porque todavía hay una desconfianza hacia el capitalismo, no les gustan los emprendimientos exitosos y menos todavía gente que se hace rica con su ingenio y su trabajo, le tienen pavor a la globalización, aman el colectivismo, le tienen urticaria a la propiedad privada y el consumismo es un anatema.
Pero este desastre que el socialismo realizó en nuestro país, dejó sembrada una semilla liberal que cree en el esfuerzo individual, en las libertades, nuestros empresarios que han sobrevivido esta ordalía,  verdaderos héroes épicos de nuestro gentilicio, están seguros que con un mercado con mínimas regulaciones, con un estado que se abstenga de intervenir para sabotear sus esfuerzos en crear riqueza, que desean una sociedad abierta y en paz para poder prosperar y crecer, para crear puestos de trabajo dignos, todos los venezolanos que creemos en la libre competencia, en el trabajo duro y eficiente, en buenas remuneraciones, que no odian el dinero ganado honestamente, que les gusta la buena vida, con calidad, con seguridad.
Esta semilla ha germinado y hay en Venezuela una creciente multitud de personas que están dispuestas a darle una oportunidad al capitalismo, a que se creen las condiciones de libertad para que la economía de mercado funcione, para que se instaure un gobierno mínimo y permitirle a la sociedad civil que evolucione, que se organice y construya el país.
Uno de los problemas que impide la unidad política que tanto se anhela, es precisamente lo antagónico que resulta la visión socialista del mundo, de la de los liberales que como yo, y la legión que todavía queda en el país, sostenemos sobre nuestro futuro inmediato; hay demasiado trabajo por hacer para estar desperdiciándolo en mesas de trabajo, negociaciones, pactos de gobernabilidad con una gente que lo único que sabe hacer y ser, es un funcionario público, y no tengo nada en contra de los funcionarios públicos, mientras estén allí para servir a los ciudadanos y no para convertirse en reyezuelos de sus oficinas y despachos, que trabajen duro para asistir al sector privado a triunfar, para que ningún individuo se quede sin las oportunidades y garantías que ofrecen nuestras leyes.
En lo personal, y debo recalcar, no soy un político profesional, no tengo el estómago para sentarme con gente como Henry Falcón, o Eduardo Fernández, Claudio Fermín, Barbosa o Timoteo Zambrano, o Julio Borges, Henrique Capriles o Ramos Allup, entre otros muchos, para buscar acuerdos de convivencia con sus intereses personales, son gente que no representan a nadie, con un comportamiento oscuro durante estos años de dictadura, tener algún tipo de unidad con ellos me harían sentir enfermo, estaría mirando sobre mis hombros a cada momento, no son personas consistentes ni de fiar, y se les ve el hambre en la mirada.
Si no hay compatibilidad en una visión del país, es mejor no unirnos, son diferencias que son resueltas de manera efectiva en unas elecciones libres y limpias, que la gente decida si lo que quieren es esa vieja política que nos ha encallado a estos arrecifes, o un cambio sustancial de perspectiva y dirección para el país.
Muchos de esos partidos y políticos justamente tienen temor de quedar fuera del juego si los ciudadanos tienen la oportunidad de elegir, pero elegir uninominalmente, un gran número de estos camaleones están allí por carambolas, por cuestiones internas de sus organizaciones, por conveniencia con los chavistas y arreglos con el CNE, por los laberintos normativos  de la llamada unidad, tarjetones y listas únicas, pasan coleados porque nadie los reconoce y se vota en cambote, esa es la unidad que ellos quieren.
Por eso es que nos hemos llenado de tanto lastre, de jarrones chinos, de gente que no aporta nada y nos cuesta un ojo de la cara, luego de las elecciones en “unidad” muchos votantes se sorprenden de quienes son sus representantes, no tienen la menor idea de donde salieron.
En un artículo anterior expresé que la unidad puede darse en ciertos asuntos, no en todos, por ejemplo, en atender la crisis humanitaria, para eso se requiere de un esfuerzo nacional donde nadie sobra, todos somos necesarios para que la ayuda internacional llegue a donde realmente se necesite y de manera oportuna, en controlar el peliagudo problema de la seguridad en el país, el de reactivar los servicios básicos con planes de racionamiento y rescate de las instalaciones, la unidad debe darse en buscar información confiable de cuántos somos y el estado en que nos encontramos, acopiando inteligencia ciudadana para los planes de emergencia.
A nivel de las regiones la unidad es de vital importancia para poder equilibrar con justeza los escasos recursos de que vamos a disponer con las necesidades urgentes de las comunidades, dándole prioridad a la producción alimentaria y a la distribución del agua potable, debemos tener unidad al momento de controlar esas inversiones y donaciones, que no se desperdicie ni un centavo.
Necesitamos unidad para enfrentar la crisis epidemiológica y sanitaria que confronta el país, tender los cordones sanitarios y de cuarentena que fueran necesarios, organizar el poco transporte público con el que aún contamos para hacerlo más eficiente, debemos atender nuestra crisis educativa, es urgente reactivar las escuelas y universidades, ese sí es un esfuerzo unitario.
Pero perder el tiempo en tratar de conciliar lo irreconciliable es un costoso error en medio de esta megacrisis, en política no puede haber unidad, tendríamos que tener unidad de criterios en la manera de salir del gobierno de Maduro y castigar a los responsables de este desastre, pero en eso vamos a tener diferencias insalvables, habrá quienes quieran pasar la página, otros se inclinarán por la reconciliación, incluso permitiéndoles la participación política, otros, como yo, me gustaría aplicarles la pena de muerte a esos monstruos e ilegalizar el PSUV.
Mi propuesta, vamos a trabajar en la unidad posible sobre asuntos importantes para atender nuestra precaria condición, si ya el socialismo se ha hecho imposible de practicar, dejémoslo por un tiempo a un lado y exploremos el capitalismo y la globalización, creemos riqueza para luego tener que repartir.
Los que ahora están pidiendo unidad política, debería acceder a que la dupla María Corina Machado y Antonio Ledezma, quienes son los que mejor chance tiene de generar un consenso nacional, ellos sí pueden ponerse de acuerdo y construir una plataforma unitaria, una ingeniero y un abogado, él en el exilio y ella en el país, un político de raza y una luchadora tenaz, ambos con visiones del mundo y de una Venezuela diferentes de dos generaciones distintas pero que juntas, pudieran significar la diferencia para enfrentar este difícil momento de la patria.
Y hasta se podría pensar en nominarlos y aclamarlos sin elecciones, o en todo caso por un referéndum, para así evitarnos la distracción de una campaña electoral y sus gastos en medio de tanta desgracia, darles la buena pro para que gobiernen en capitalismo y reconstruyan la democracia en el país, esa sí sería una unidad factible y hasta atractiva, aparte de que sería un ejemplo al mundo de coherencia y madurez del pueblo de Venezuela.  -   saulgodoy@gmail.com



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