lunes, 16 de julio de 2018

La María Corina de verdad, verdad



Ha surgido una polémica en los medios sociales sobre unas declaraciones del veterano periodista Rafael Poleo, que ha criticado a los asesores de imagen de María Corina Machado por destacar en su imagen, como posible candidata (espero que a la Presidencia de la República), su proveniencia de una familia “aristocrática”, de que se trata de una mujer culta, profesional, que sabe comer con cubiertos, que puede sostener una conversación inteligente, que monta a caballo, que habla varios idiomas… en fin, como un atípico espécimen de la llamada burguesía venezolana, una persona con prestaciones que muy pocos en el país poseen y, menos aún, en ese mundo de la política, que desde hace ya varias décadas se ha visto degradado por una fauna política que, en aspecto y formación, deja mucho que desear.
Me extrañó de Poleo, a quien considero un buen analista político; soy admirador de su estilo conciso y al grano cuando le toca explicar complejos escenarios en sus editoriales, su posición discriminatoria y prejuiciada por resaltar estos atributos de María Corina, probablemente con la buena intención de que se corrija lo que él considera un error estratégico en su campaña por posicionarla como candidata nacional.
En este caso, ya estoy en las antípodas de esa opinión de Poleo; creo que en ese sentido está equivocado y que, justamente, es necesario un elemento diferenciador que la haga destacar entre la manada de “más de lo mismo” que nos presenta el panorama actual para unas posibles elecciones presidenciales.
María Corina ha venido, con mucho esfuerzo y valentía, rompiendo con ese paradigma impuesto por el populismo, primero, y luego por el comunismo, de que lo que Venezuela necesita es un “pata en el suelo”, como los que nos han venido gobernando desde hace más de veinte años.
Todavía resuenan en mi memoria los memes de “Jaime es como tú”, que se derivan de esa ilusión de llevar a un Juan Bimba al gobierno, o la del candidato que destacaba su raigambre llanera, del hombre simple y común como primer mandatario; ese populismo que construyó ese ideal de venezolano, totalmente manipulado y desfasado de la realidad política y del sentido común, de candidatos cuya principal característica era el igualitarismo, el folklorismo  y la simpleza de carácter, ha sido desde entonces una constante, y es una de las causales de nuestra desgracia como pueblo y nación.
Pareciera que estuviera escrito en nuestros genes que nos gobierne alguien muy parecido a lo que convenientemente se ha presentado como común de los venezolanos: simplote, ignorante, superficial, medio idiota y de mal gusto; - “eso es lo que le gusta al pueblo”- diría una generación de asesores de imagen de viejo cuño, que lograron importantes victorias políticas a medida que el pueblo se envilecía y bajaba sus expectativas sobre el destino de su país, hasta que bajamos el baremo casi al sótano de las expectativas, y elegimos a un golpista, militar y engatusador profesional como presidente… y luego fue imposible quitarnos su estirpe de encima.
Hoy estamos viviendo los resultados de esa visión equivocada y perruna de lo que significa un líder político para nuestro país; más que un administrador y conciliador de nuestros intereses grupales, nos dijeron que queríamos un macho alfa de la manada, más que una persona educada en principios y demócrata, que queríamos un abusador de mujeres y un ignorante, alguien igual al peor de nosotros: violento, impositivo, uniformado y mentiroso, que nos recordara diariamente que éramos el pueblo elegido, viviendo en un país potencia y que nuestra misión era salvar al mundo, cuando en realidad ni siquiera podíamos hacernos cargo de nuestra propia sobrevivencia.
Las consecuencias las tenemos frente a nuestros ojos cada mañana al levantarnos; allí está la Venezuela que tanta igualdad, simpleza, ordinariez, ignorancia, nos ha traído, esa era la misión a desempeñar por aquellos asesores de imagen que pregonaban para que un hombre común estuviera en Miraflores, mandándonos…
Por supuesto, alguien como María Corina, choca de frente en contra de esa tendencia; ella no se va hacer pasar por lo que no es, ella no va a ocultar sus verdaderos dotes, ni va a encarnar el papel de una doñita con rollos en la cabeza, rodeada de tripones a quienes quiere ver algún día vistiendo el uniforme militar. Por eso es que todos estos años de paciencia y labor están rindiendo sus frutos, María Corina está llegando al corazón de cada venezolano con su presencia optimista, voluntariosa, inteligente, como de verdad somos o podemos ser los venezolanos; no se ha doblegado ni al comunismo amenazante e insidioso, ni a una cultura impuesta desde Cuba, donde la quieren ver derrotada por el tremedal de la miseria y los vicios de la ignorancia.
Las multitudes que día a día se vuelcan al paso de sus caravanas, de sus visitas sorpresa, de sus actos de heroísmo frente a los cancerberos del régimen, que la persiguen y la asedian, de sus declaraciones valientes y contundentes, son una clara señal de que María Corina está siendo aceptada por lo que es, una mujer de coraje, una venezolana indomable, que no conoce la palabra rendición… ella ha encarnado nuestra lucha aún cuando muchos no se han dado cuenta.
Díganme, luego de estos difíciles años, de estas persecuciones, donde ha estado tan cerca del peligro y las agresiones, donde la han golpeado, insultado, amenazado ¿Cuántos de nosotros hubiéramos retrocedido, buscado taima, un momento de resuello? María Corina, no, ella ha seguido su lucha, que es personal, que sale del alma de Venezuela porque ella es hija de esta tierra caribeña, porque no es como quisiera Poleo y tanta gente, para que bajara la guardia, para que “pidiera cacao”, para que depusiera su actitud de campeona, para que se sentara a negociar… ella pudo elegir una vida tranquila, de comodidades, pero escogió la ruta del sacrificio y la lucha; escogió a una Venezuela entrampada y necesitada; y para aquellos que no pueden concebir a una venezolana sin distingo de clase, estatus o rango social, esa dignidad y don de gente es lo que admiro de esta criolla y mantuana, bella y con un corazón inmenso.
Respeto mucho a María Corina, la siento como mi hermana, la admiro como mujer, porque ha resuelto mucho en su vida, porque ha manejado crisis personales que la han hecho crecer, la he visto madurar como político; ella no es la venezolana común, pero es como muchas venezolanas han querido y sabido ser; ella no está dispuesta a que alguien le dé una oportunidad, ella se gana esa oportunidad tal y como fue educada, a punta de esfuerzo y trabajo, de riesgos e inteligencia. María Corina representa a esa nueva camada de políticos en el mundo que es capaz ella solita de armar su propio gobierno, de llevarse muy bien con otros mandatarios, de llegar a acuerdos, de hacer amigos, de tenderle la mano al pueblo necesitado y halarlo hacia arriba, sacarlo de la pobreza y darle una mejor vida, que es la que ella quiere para todos.
De modo, Sr. Poleo, que creo que esta vez se equivocó, no es tiempo de seguir corriendo la arruga buscando a Juan Bimbas que nos resuelvan los problemas, hombres del pueblo que, supuestamente, quieren y saben lo que el pueblo quiere; en medio de este desastre, lo único que nos queda es cambiar, y María Corina nos ofrece un cambio de verdad, todos para arriba, para que nadie se quede abajo, sufriendo.
Si algo le diría a los asesores de imagen de María Corina, es que insistan en diferenciarla; ella es única, es el patrimonio de la gente decente y que quiere superarse, ella es el cambio que necesitamos; basta de simplones y analfabetas funcionales en el gobierno, por eso es que choca, por eso es que levanta tanta roncha. Conozco gente que no la soporta, porque creen estar compitiendo con ella, sobre todo mujeres machistas, eso es un error, ella representa una oportunidad que no se repite, sobre todo en la gente más frustrada y sin oportunidades, que todavía anda escuchando los cantos de sirenas de los comunistas y populistas. Venezuela será otro país el día que todos tengamos un poquito del coraje y del amor por Venezuela de María Corina.  -   saulgodoy@gmail.com



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