miércoles, 11 de julio de 2018

Stalker (La Zona), la película de Andrei Tarkovsky



Tengo tiempo queriendo escribir una artículo sobre esta película que tanto me impresionó cuando la vi por primera vez hace unos 15 años atrás, de las películas de ciencia ficción que he coleccionado en estos años, Stalker es la que menos tiene que ver con la ciencia ficción, esto, a pesar que la historia viene de un cuento clásico de la ciencia ficción rusa moderna, como lo es Picnic junto al camino (Roadside picnic) de los hermanos Arcadi y Boris Strugatski (1977), y que para el momento que adquiero el DVD en los pasillos de la UCV (cuando se vendían los grandes clásicos del séptimo arte en aquel recinto), lo único que sabía de Tarkovsky era que fue el director de esa otra gran película del cine de la ciencia ficción Soviética,  Solaris (1972), la primera versión cinematográfica de la novela del escritor de ciencia ficción polaco Stanislaw Lem, de quien ya hemos escrito una reseña en este blog, que en la opinión de Lem, a quien no le gustó la película, era más bien una versión de Crimen y Castigo, que de su relato.
Stalker (1979) no es una película fácil, definitivamente no es comercial, pero tenía lo suficiente para convertirse en un clásico del cine, lo sorprendente es que en muy poco tiempo, escaló en un objeto de culto, con seguidores (fans) en todo el mundo y que en cada festival de cine donde la exhiben, la función es a casa llena; se han escrito una enorme cantidad de libros sobre la película, tratando de interpretarla, se ha convertido en una referencia obligada para fotógrafos y directores de cine por lo original de su técnica, y no dudo que sea una de las películas más discutidas y estudiadas en las escuelas de cine del orbe.
Pero lo advierto, no es para todo el mundo, no es un caramelo fácil de masticar, de hecho no todos pasan de los primeros quince minutos del film y desisten de verla, y los que la ven completa, al final muchos quedan en blanco, no saben qué fue lo que vieron.
La razón principal de la complejidad de la obra radica en su autor, Tarkosvky era uno de los últimos directores de la escuela romántica rusa e influenciado por el cine moderno europeo, sobre todo por el italiano, en la figura de un Antonioni, del cine francés representado por Bresson y del estilo críptico del director sueco Bergman; quienes conocieron al director soviético dicen que era un megalómano insufrible, un tirano en el set de filmación, pero un artista altamente sensible, de una estética muy particular ligada a los elementos de la tierra y el agua, un verdadero poeta de lo visual (su trabajo como fotógrafo está reconocido mundialmente) y como buen ruso, un gran bebedor.
Tarkosvky tiene en su haber nueve películas, de las que solamente he visto dos y está considerado en su Rusia natal como uno de los grandes artistas del cine contemporáneo, en su juventud y durante su carrera cosechó importantes premios internacionales y se convirtió en uno de los creadores favoritos y mimados del régimen.
Buscando un tema para escribir sobre cine, me topé con el libro de Geof Dyer, Zona (2012), un recuento pormenorizado de la película que me lo leí de un solo tirón, lo recomiendo altamente, Dyer es un escritor de múltiples recursos, sabe muchísimo de cine y no menos de literatura, ésta crítica a la cinta, es un verdadero viaje por la cultura cinematográfica de la modernidad, le encanta el elemento étnico recogiendo varias anécdotas del cine turco y de la literatura africana, y tiene un estilo lleno de cinismo y de humor negro, muy británico, como su autor.
Luego de leer Zona, vi la película de Stalker por tercera vez, y en esta oportunidad, descubrí un mundo que me había pasado inadvertido y que me hizo reconocer que, efectivamente, estaba ante una de las obras de arte de la cinematografía mundial, Stalker bajo la lupa de Dyer es otra película, mucha más rica en detalles y significados.
La sola empresa de filmar la película es una historia por sí misma, muchos de los técnicos y personas involucradas en hacerla, dejaron sus impresiones para la posteridad, incluyendo los diarios del mismo Tarkosvky, es por ellos que nos enteramos como fue que se escogieron esas impresionantes locaciones donde se filmó la obra, resultando una de ellas, una planta hidroeléctrica abandonada en Estonia desde la Segunda Guerra Mundial, en donde gastaron casi todo el presupuesto que tenían, y no llegaron a rodar ni la mitad de la película (sucede a menudo con los directores muy perfeccionistas).
Pero lo más grave fue que descubrieron, demasiado tarde, que muchas de las tomas realizadas en una película experimental de la Kodak que estaban utilizando, bien porque la película estaba defectuosa, la almacenaron mal o la procesaron equivocadamente, pocas escenas quedaron registradas y con defectos, el esfuerzo se había perdido, estaban sin dinero y sin película, y de pronto, sin aviso, una dolencia cardíaca saca a Tarkosvky del juego.
Nadie apostaba un rublo por aquel emprendimiento, el equipo estaba desmoralizado y lo creían todo perdido, pero aquel tiempo en convalecencia, fuera del set, hizo recapacitar a Tarkosvky sobre la naturaleza de su proyecto, y una vez recuperado y nuevamente inspirado, consiguió un financiamiento fresco de la Goskino, que era el Comité Central para la Producción Cinematográfica de la URSS, y convenció a Arkadi Strugatsky, uno de los escritores ya harto de reescribir el guión, que para el reinicio de la película, volviera sobre el guión una vez más, pero sacando todos los elementos de ciencia ficción de su historia, el protagonista del cuento, que originalmente es un ladrón, lo instó a convertirlo ahora en un creyente, en un hombre de fe.
Y poco a poco el milagro se fue construyendo, e hicieron prácticamente una nueva película sobre una nueva historia, se dice muy parecida cinematográficamente a la primera, cuyos rollos defectuosos conservó su editora, hasta que un incendio la consumió a ella y a las tortas de película para siempre.
Stalker es una película extraña, por decir lo menos, su estética ha sido considerada la pionera en la visualización de esas escenas postmodernas de desastres industriales como el de la planta nuclear de Chernóbil o el de los atentados de las torres gemelas en New York, hay mucho de esa idea rusa sobre los Gulags que tanta presencia tiene en esa cultura, para el filosofo y cinéfilo Slavoj Žižek hay imágenes en esta película que son íconos del subconsciente colectivo y nos afectan a todos de alguna manera, porque la zona, que está prohibida, no está fuera de los límites porque contiene elementos extraños que nos afectan, sino que nos afectan por el sólo hecho de estar prohibida.
Para Robert Bird, crítico cinematográfico, el punto fuerte en la construcción espacial de Tarkosvky, es el movimiento de cámara, que sería uno de los puntos de atención que aconsejaría vigilar durante la película, es extraordinario el pulso y los planos que se logran, igualmente, hay que ponerle atención a la música de Eduard Artemiev, precisamente porque no se nota, está tan bien hecha y se amalgama de tal modo a la imagen, que hay que hacer un esfuerzo consciente para diferenciarla y escucharla.
En la película es notable las cantidades de basura industrial, desechos tóxicos, contaminantes y emanaciones químicas que son parte del paisaje, y la razón de esta presencia se ve claramente en las texturas y colores que se logran en la fotografía, tonos iridiscentes, efectos de prisma de las burbujas en las fosas de desechos, la niebla pesada y opaca que se libera de la descomposición de elementos, los montones de espuma sucia que flotan en los charcos, contrastados estos a su vez, con paisajes prístinos de bosques, riachuelos vírgenes entre la maleza, praderas de colores pasteles, gruesas alfombras de musgos éntrelas piedras, la película es una extraordinaria mezcla, muy bien lograda de tomas a color, blanco y negro, escenas sepias que se funden sin previo aviso y de manera casi imperceptible.
Hay que ver la película porque es la obra de un director-poeta a quien no le gustaba la ciencia ficción, pero que su obra fundamental la construyó gracias a lo mejor de la literatura de ciencia ficción al este de Europa.
Esta costumbre de buscar escenario postindustriales, decadentes y tóxicos, dicen algunos biógrafos del director, fue la causa de que Tarkosvky, su mujer y varios miembros de su equipo de producción murieran de cáncer por la exposición a los mismos, una razón más para ver esta obra de arte.
La Zona, es una película que hay que ver, está incluida en todos los listados y cánones de cine que se tienen como serios en el mundo, no es difícil encontrarla en DVD o BlueRay, y aunque todavía no la veo en cine (no es fácil encontrarla en los festivales de cine en Latinoamérica), como la recomendaba verla su autor, para asumir toda la experiencia que él creó, pienso que se trata de una película muy especial, que no hay que perderse.  -  saulgodoy@gmail.com





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