Tengo
tiempo queriendo escribir una artículo sobre esta película que tanto me
impresionó cuando la vi por primera vez hace unos 15 años atrás, de las
películas de ciencia ficción que he coleccionado en estos años, Stalker es la que menos tiene que ver
con la ciencia ficción, esto, a pesar que la historia viene de un cuento
clásico de la ciencia ficción rusa moderna, como lo es Picnic junto al camino (Roadside picnic) de los hermanos Arcadi y
Boris Strugatski (1977), y que para el momento que adquiero el DVD en los
pasillos de la UCV (cuando se vendían los grandes clásicos del séptimo arte en
aquel recinto), lo único que sabía de Tarkovsky era que fue el director de esa
otra gran película del cine de la ciencia ficción Soviética, Solaris
(1972), la primera versión cinematográfica
de la novela del escritor de ciencia ficción polaco Stanislaw
Lem, de quien ya hemos escrito una reseña en este blog, que en la opinión de
Lem, a quien no le gustó la película, era más bien una versión de Crimen y Castigo, que de su relato.
Stalker (1979) no es una
película fácil, definitivamente no es comercial, pero tenía lo suficiente para
convertirse en un clásico del cine, lo sorprendente es que en muy poco tiempo,
escaló en un objeto de culto, con seguidores (fans) en todo el mundo y que en cada festival de cine donde la exhiben,
la función es a casa llena; se han escrito una enorme cantidad de libros sobre
la película, tratando de interpretarla, se ha convertido en una referencia
obligada para fotógrafos y directores de cine por lo original de su técnica, y
no dudo que sea una de las películas más discutidas y estudiadas en las
escuelas de cine del orbe.
Pero lo advierto, no es para todo el mundo, no es un caramelo
fácil de masticar, de hecho no todos pasan de los primeros quince minutos del
film y desisten de verla, y los que la ven completa, al final muchos quedan en
blanco, no saben qué fue lo que vieron.
La razón principal de la complejidad de la obra radica en su
autor, Tarkosvky era uno de los últimos directores de la escuela romántica rusa
e influenciado por el cine moderno europeo, sobre todo por el italiano, en la
figura de un Antonioni, del cine francés representado por Bresson y del estilo críptico
del director sueco Bergman; quienes conocieron al director soviético dicen que
era un megalómano insufrible, un tirano en el set de filmación, pero un artista
altamente sensible, de una estética muy particular ligada a los elementos de la
tierra y el agua, un verdadero poeta de lo visual (su trabajo como fotógrafo
está reconocido mundialmente) y como buen ruso, un gran bebedor.
Tarkosvky tiene en su haber nueve películas, de las que solamente
he visto dos y está considerado en su Rusia natal como uno de los grandes
artistas del cine contemporáneo, en su juventud y durante su carrera cosechó
importantes premios internacionales y se convirtió en uno de los creadores
favoritos y mimados del régimen.
Buscando un tema para escribir sobre cine, me topé con el libro de
Geof Dyer, Zona (2012), un recuento
pormenorizado de la película que me lo leí de un solo tirón, lo recomiendo
altamente, Dyer es un escritor de múltiples recursos, sabe muchísimo de cine y
no menos de literatura, ésta crítica a la cinta, es un verdadero viaje por la
cultura cinematográfica de la modernidad, le encanta el elemento étnico
recogiendo varias anécdotas del cine turco y de la literatura africana, y tiene
un estilo lleno de cinismo y de humor negro, muy británico, como su autor.
Luego de leer Zona, vi
la película de Stalker por tercera
vez, y en esta oportunidad, descubrí un mundo que me había pasado inadvertido y
que me hizo reconocer que, efectivamente, estaba ante una de las obras de arte
de la cinematografía mundial, Stalker
bajo la lupa de Dyer es otra película, mucha más rica en detalles y
significados.
La sola empresa de filmar la película es una historia por sí
misma, muchos de los técnicos y personas involucradas en hacerla, dejaron sus
impresiones para la posteridad, incluyendo los diarios del mismo Tarkosvky, es
por ellos que nos enteramos como fue que se escogieron esas impresionantes
locaciones donde se filmó la obra, resultando una de ellas, una planta
hidroeléctrica abandonada en Estonia desde la Segunda Guerra Mundial, en donde
gastaron casi todo el presupuesto que tenían, y no llegaron a rodar ni la mitad
de la película (sucede a menudo con los directores muy perfeccionistas).
Pero lo más grave fue que descubrieron, demasiado tarde, que
muchas de las tomas realizadas en una película experimental de la Kodak que
estaban utilizando, bien porque la película estaba defectuosa, la almacenaron
mal o la procesaron equivocadamente, pocas escenas quedaron registradas y con
defectos, el esfuerzo se había perdido, estaban sin dinero y sin película, y de
pronto, sin aviso, una dolencia cardíaca saca a Tarkosvky del juego.
Nadie apostaba un rublo por aquel emprendimiento, el equipo estaba
desmoralizado y lo creían todo perdido, pero aquel tiempo en convalecencia,
fuera del set, hizo recapacitar a Tarkosvky sobre la naturaleza de su proyecto,
y una vez recuperado y nuevamente inspirado, consiguió un financiamiento fresco
de la Goskino, que era el Comité
Central para la Producción Cinematográfica de la URSS, y convenció a Arkadi
Strugatsky, uno de los escritores ya harto de reescribir el guión, que para el
reinicio de la película, volviera sobre el guión una vez más, pero sacando
todos los elementos de ciencia ficción de su historia, el protagonista del
cuento, que originalmente es un ladrón, lo instó a convertirlo ahora en un
creyente, en un hombre de fe.
Y poco a poco el milagro se fue construyendo, e hicieron
prácticamente una nueva película sobre una nueva historia, se dice muy parecida
cinematográficamente a la primera, cuyos rollos defectuosos conservó su editora,
hasta que un incendio la consumió a ella y a las tortas de película para
siempre.
Stalker es una película
extraña, por decir lo menos, su estética ha sido considerada la pionera en la
visualización de esas escenas postmodernas de desastres industriales como el de
la planta nuclear de Chernóbil o el de los atentados de las torres gemelas en
New York, hay mucho de esa idea rusa sobre los Gulags que tanta presencia tiene
en esa cultura, para el filosofo y cinéfilo Slavoj Žižek hay imágenes en esta
película que son íconos del subconsciente colectivo y nos afectan a todos de
alguna manera, porque la zona, que está prohibida, no está fuera de los límites
porque contiene elementos extraños que nos afectan, sino que nos afectan por el
sólo hecho de estar prohibida.
Para Robert Bird, crítico cinematográfico, el punto fuerte en la
construcción espacial de Tarkosvky, es el movimiento de cámara, que sería uno
de los puntos de atención que aconsejaría vigilar durante la película, es
extraordinario el pulso y los planos que se logran, igualmente, hay que ponerle
atención a la música de Eduard Artemiev, precisamente porque no se nota, está
tan bien hecha y se amalgama de tal modo a la imagen, que hay que hacer un
esfuerzo consciente para diferenciarla y escucharla.
En la película es notable las cantidades de basura industrial,
desechos tóxicos, contaminantes y emanaciones químicas que son parte del
paisaje, y la razón de esta presencia se ve claramente en las texturas y
colores que se logran en la fotografía, tonos iridiscentes, efectos de prisma
de las burbujas en las fosas de desechos, la niebla pesada y opaca que se
libera de la descomposición de elementos, los montones de espuma sucia que
flotan en los charcos, contrastados estos a su vez, con paisajes prístinos de
bosques, riachuelos vírgenes entre la maleza, praderas de colores pasteles, gruesas
alfombras de musgos éntrelas piedras, la película es una extraordinaria mezcla,
muy bien lograda de tomas a color, blanco y negro, escenas sepias que se funden
sin previo aviso y de manera casi imperceptible.
Hay que ver la película porque es la obra de un director-poeta a
quien no le gustaba la ciencia ficción, pero que su obra fundamental la
construyó gracias a lo mejor de la literatura de ciencia ficción al este de
Europa.
Esta costumbre de buscar escenario postindustriales, decadentes y
tóxicos, dicen algunos biógrafos del director, fue la causa de que Tarkosvky,
su mujer y varios miembros de su equipo de producción murieran de cáncer por la
exposición a los mismos, una razón más para ver esta obra de arte.
La Zona, es una película que
hay que ver, está incluida en todos los listados y cánones de cine que se
tienen como serios en el mundo, no es difícil encontrarla en DVD o BlueRay, y
aunque todavía no la veo en cine (no es fácil encontrarla en los festivales de
cine en Latinoamérica), como la recomendaba verla su autor, para asumir toda la
experiencia que él creó, pienso que se trata de una película muy especial, que
no hay que perderse. - saulgodoy@gmail.com
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