¿Quién
dijo que una mujer no podía escribir novelas de espionaje? No conozco muchas,
pero la novela de Margaret Truman, Murder
in the CIA (1987) es un excelente relato lleno de intrigas con mucha acción
y romance, su personaje principal Collet Cahill es una agente de la CIA
sirviendo en la embajada de los EEUU en Budapest, justo en el momento que su
mejor amiga Barrie Mayer muere misteriosamente en pleno aeropuerto Hearthrow en
Londres, ella estaba sirviendo de correo y traía un maletín a las manos de
Collet; su amiga muere de un supuesto ataque al corazón y el maletín desparece.
Esta
era una novela que tenía años esperando su turno, en una inmensa pila de libros
que tengo de obras por leer, el pasado lunes amanecí sin electricidad en mi
montaña, y estuve sin luz por casi 48 horas, fue un árbol que cayó encima de
las líneas debido a la tormenta de la noche anterior, gracias a Dios tenemos
entre los vecinos a un eficiente grupo de tarea, acostumbrado a estos avatares,
y se dieron a la ruda labor de despejar el sitio y reconectar los cables, sin
la ayuda de Corpoelec, que lo único
que ahora hace, es quitarnos la luz mientras duran los trabajos y volverla a
poner cuando todo está listo.
Empecé
a leer la novela de Margaret y no pude dejarla, me la leí de siete de la mañana
a siete de la noche, la terminé a luz de una vela, y lo único que puedo decir
por Margaret es ¡Bravo!
Sabía
que Margaret era una de estas damas del crimen en Norteamérica, que se
especializaba en novelas policíacas de las cuales tiene cerca de treinta
publicadas, todas con el título Asesinato en…, la más famosa es Asesinato en la Casa Blanca, y Asesinato en la CIA, pareciera, es su
única novela de espionaje.
Hay
quienes opinan que en realidad se trata de una novela de crimen enmarcada en
una operación de la CIA, pero opino lo contrario, la trama es espionaje, con
todas sus letras y puntos, y del bueno.
Y
Margaret Truman tiene con qué escribir de espionaje, su padre, el expresidente
de los EEUU Harry S. Truman fue el creador de la CIA y durante su mandato, tuvo
una posición ambivalente ante la criatura que dirigiría el espionaje y las
operaciones encubiertas del gobierno de los EEUU, terminó sus días desconfiando
de la autonomía y el despliegue que, posteriores presidentes, le dieron a la
organización, temía, que con el poder que había adquirido con los años, pudiera
desviarse de su objetivo que era garantizar la seguridad de la nación, e ir en
contra de la independencia y las libertades de su país.
Margaret
heredó esa desconfianza y la presenta en su novela en la actitud de la agente
Cahill, una abogada, buena ciudadana y por encima de todo patriota, quien quiso
hacer carrera en la CIA para servir a su país y se ve involucrada en una
pesadilla de informantes y desertores comunistas, en una enredada componenda
entre el espionaje británico, el ruso y el de su país por descubrir a un doble
agente, investigación que la lleva a peligrosos encuentros en Washington, y
posteriormente a las Islas Vírgenes en el Caribe, para regresar a la exótica Hungría cuando los
soviéticos todavía tenían el control del gobierno.
Margaret
se vale de uno de los episodios más oscuros y publicitados de la CIA que fueron
el Proyecto Libro Azul y el MK-ultra, del que ya he hecho referencia en sus
aristas, no mencionadas en la novela, que hablan de la conspiración para
ocultar contactos con alienígenas.
Margaret se basa en los aspectos del control mental y los experimentos
en que se embarcaron tanto rusos como norteamericanos, en controlar a las
personas con drogas de diseño, hipnotismo, lavado de cerebros y otras técnicas
de manipulación mental, y lo hicieron a gran escala, en poblaciones completas.
Para
algunos lectores de la novela esto los incomoda ya que se trata de episodios
que pertenecen a la historia antigua de la Agencia y le resta vigencia a la
trama, de hecho en la novela aparece la mención a Pan Am, la desparecida línea
área, y la tecnología de la época más avanzada trata de unos venenos como el
ácido prúsico y pistolas hechas todas de plástico para burlar los rayos X en
los aeropuertos, sin duda la CIA de hoy está a años luz de esos adelantos, pero
situándonos en aquella década, la novela nos ubica perfectamente en aquellos
locos 80 de una manera realista.
No
tuve ningún problema con la agente Cahill como personaje principal en la trama,
sus actuaciones, muy femeninas, llenaban las exigencias de un buen operativo
clandestino, me parecieron refrescantes sus consideraciones sobre la ropa, los
muebles, la comida, el ambiente y los escenarios, me identifiqué con sus
apreciaciones sobre la psicología de sus colegas y enemigos; fácil para el
romance y con una mente rápida para sacarla de apuros en conversaciones
comprometedoras, Cahill, a pesar de su aspecto, sabe su oficio.
Esta
joven agente involucrada en una peligrosa aventura del contraespionaje, nunca
pierde su garbo y estilo aún en situaciones donde peligra su vida; en la novela
sólo se dispara un tiro y no fue mortal, pero hay mucho derroche de buena vida,
el ambiente es harto cosmopolita y los valores que se despliegan es la de esa
clase media profesional en ascenso, donde el trabajo es lo primero, y cuando
hay angustia y peligro lo enfrenta con mucho glamur, le tomé afecto a Cahill.
Uno de
los personajes de la trama es un psiquiatra, me gustan los psiquiatras cuando
son malignos, porque tienen una ventaja sobre todos los demás humanos, y es que
juegan con la mente de sus contrarios, sus conocimientos del comportamiento
humano, sus trucos retóricos, el manejo que hacen de las emociones, los llevan
a querer controlar todas las situaciones e inclinarlas a su favor, en Venezuela
hemos tenido algunos de estos pequeños geniecillos del mal haciendo de las
suyas, y generalmente sólo se les puede detener cuando ya han hecho un enorme
daño, desenmascarar a psiquiatras criminales se ha convertido en uno de mis
hobbies, y el que nos ofrece Margaret en su novela, vale su peso en oro.
Margaret
Truman era una mujer de excepción, la única descendiente de la pareja
presidencial, fue cantante lírico de cierta fama en su país, fue periodista y
ancla en varios programas de noticias nacionales, incursionó con buen pie en
televisión, se hizo muy popular en programas de concursos; vivió buena parte de
su vida en la ciudad de New York donde se casó con el reportero del New York
Times Clifton Daniels quien terminaría como el editor de este importante medio,
Margaret y Clifton se convirtieron en destacadas figuras de la élite de la
ciudad.
Margaret
se encumbró como historiadora, fue biógrafa de su padre y luego de su madre,
escribió sobre la historia menuda de la Casa Blanca, su libro sobre las
mascotas de la residencia presidencial fue muy bien acogido por el público, pero
fueron sus novelas negras las que la llevaron a la fama mundial, aunque anda
por allí un pequeño escándalo con un escritor llamado William Harrington quien
hacía de escritor fantasma (gosthwritter),
es decir, escribía libros y pasajes de libros para otros escritores, que
aparentemente trabajó para sus primeras novelas, pero son solo habladurías del
mundo editorial.
Margaret
murió en la ciudad de Chicago en el 2008, a la venerable edad de 83 años.
Asesinato en la CIA, es una novela de espionaje
auténtica, con conocimiento del oficio (tanto de espía como de escritora),
entretenida, de una acción continua y muy bien llevada, para los que gustan de
una buena novela de aventuras y espionaje, la recomiendo sin ninguna reserva. -
saulgodoy@gmail.com
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