jueves, 23 de agosto de 2018

Asesinato en la CIA



¿Quién dijo que una mujer no podía escribir novelas de espionaje? No conozco muchas, pero la novela de Margaret Truman, Murder in the CIA (1987) es un excelente relato lleno de intrigas con mucha acción y romance, su personaje principal Collet Cahill es una agente de la CIA sirviendo en la embajada de los EEUU en Budapest, justo en el momento que su mejor amiga Barrie Mayer muere misteriosamente en pleno aeropuerto Hearthrow en Londres, ella estaba sirviendo de correo y traía un maletín a las manos de Collet; su amiga muere de un supuesto ataque al corazón y el maletín desparece.
Esta era una novela que tenía años esperando su turno, en una inmensa pila de libros que tengo de obras por leer, el pasado lunes amanecí sin electricidad en mi montaña, y estuve sin luz por casi 48 horas, fue un árbol que cayó encima de las líneas debido a la tormenta de la noche anterior, gracias a Dios tenemos entre los vecinos a un eficiente grupo de tarea, acostumbrado a estos avatares, y se dieron a la ruda labor de despejar el sitio y reconectar los cables, sin la ayuda de Corpoelec, que lo único que ahora hace, es quitarnos la luz mientras duran los trabajos y volverla a poner cuando todo está listo.
Empecé a leer la novela de Margaret y no pude dejarla, me la leí de siete de la mañana a siete de la noche, la terminé a luz de una vela, y lo único que puedo decir por Margaret es ¡Bravo!
Sabía que Margaret era una de estas damas del crimen en Norteamérica, que se especializaba en novelas policíacas de las cuales tiene cerca de treinta publicadas, todas con el título Asesinato en…, la más famosa es Asesinato en la Casa Blanca, y Asesinato en la CIA, pareciera, es su única novela de espionaje.
Hay quienes opinan que en realidad se trata de una novela de crimen enmarcada en una operación de la CIA, pero opino lo contrario, la trama es espionaje, con todas sus letras y puntos, y del bueno.
Y Margaret Truman tiene con qué escribir de espionaje, su padre, el expresidente de los EEUU Harry S. Truman fue el creador de la CIA y durante su mandato, tuvo una posición ambivalente ante la criatura que dirigiría el espionaje y las operaciones encubiertas del gobierno de los EEUU, terminó sus días desconfiando de la autonomía y el despliegue que, posteriores presidentes, le dieron a la organización, temía, que con el poder que había adquirido con los años, pudiera desviarse de su objetivo que era garantizar la seguridad de la nación, e ir en contra de la independencia y las libertades de su país.
Margaret heredó esa desconfianza y la presenta en su novela en la actitud de la agente Cahill, una abogada, buena ciudadana y por encima de todo patriota, quien quiso hacer carrera en la CIA para servir a su país y se ve involucrada en una pesadilla de informantes y desertores comunistas, en una enredada componenda entre el espionaje británico, el ruso y el de su país por descubrir a un doble agente, investigación que la lleva a peligrosos encuentros en Washington, y posteriormente a las Islas Vírgenes en el Caribe,  para regresar a la exótica Hungría cuando los soviéticos todavía tenían el control del gobierno.
Margaret se vale de uno de los episodios más oscuros y publicitados de la CIA que fueron el Proyecto Libro Azul y el MK-ultra, del que ya he hecho referencia en sus aristas, no mencionadas en la novela, que hablan de la conspiración para ocultar contactos con alienígenas.  Margaret se basa en los aspectos del control mental y los experimentos en que se embarcaron tanto rusos como norteamericanos, en controlar a las personas con drogas de diseño, hipnotismo, lavado de cerebros y otras técnicas de manipulación mental, y lo hicieron a gran escala, en poblaciones completas.
Para algunos lectores de la novela esto los incomoda ya que se trata de episodios que pertenecen a la historia antigua de la Agencia y le resta vigencia a la trama, de hecho en la novela aparece la mención a Pan Am, la desparecida línea área, y la tecnología de la época más avanzada trata de unos venenos como el ácido prúsico y pistolas hechas todas de plástico para burlar los rayos X en los aeropuertos, sin duda la CIA de hoy está a años luz de esos adelantos, pero situándonos en aquella década, la novela nos ubica perfectamente en aquellos locos 80 de una manera realista.
No tuve ningún problema con la agente Cahill como personaje principal en la trama, sus actuaciones, muy femeninas, llenaban las exigencias de un buen operativo clandestino, me parecieron refrescantes sus consideraciones sobre la ropa, los muebles, la comida, el ambiente y los escenarios, me identifiqué con sus apreciaciones sobre la psicología de sus colegas y enemigos; fácil para el romance y con una mente rápida para sacarla de apuros en conversaciones comprometedoras, Cahill, a pesar de su aspecto, sabe su oficio.
Esta joven agente involucrada en una peligrosa aventura del contraespionaje, nunca pierde su garbo y estilo aún en situaciones donde peligra su vida; en la novela sólo se dispara un tiro y no fue mortal, pero hay mucho derroche de buena vida, el ambiente es harto cosmopolita y los valores que se despliegan es la de esa clase media profesional en ascenso, donde el trabajo es lo primero, y cuando hay angustia y peligro lo enfrenta con mucho glamur, le tomé afecto a Cahill.
Uno de los personajes de la trama es un psiquiatra, me gustan los psiquiatras cuando son malignos, porque tienen una ventaja sobre todos los demás humanos, y es que juegan con la mente de sus contrarios, sus conocimientos del comportamiento humano, sus trucos retóricos, el manejo que hacen de las emociones, los llevan a querer controlar todas las situaciones e inclinarlas a su favor, en Venezuela hemos tenido algunos de estos pequeños geniecillos del mal haciendo de las suyas, y generalmente sólo se les puede detener cuando ya han hecho un enorme daño, desenmascarar a psiquiatras criminales se ha convertido en uno de mis hobbies, y el que nos ofrece Margaret en su novela, vale su peso en oro.
Margaret Truman era una mujer de excepción, la única descendiente de la pareja presidencial, fue cantante lírico de cierta fama en su país, fue periodista y ancla en varios programas de noticias nacionales, incursionó con buen pie en televisión, se hizo muy popular en programas de concursos; vivió buena parte de su vida en la ciudad de New York donde se casó con el reportero del New York Times Clifton Daniels quien terminaría como el editor de este importante medio, Margaret y Clifton se convirtieron en destacadas figuras de la élite de la ciudad.
Margaret se encumbró como historiadora, fue biógrafa de su padre y luego de su madre, escribió sobre la historia menuda de la Casa Blanca, su libro sobre las mascotas de la residencia presidencial fue muy bien acogido por el público, pero fueron sus novelas negras las que la llevaron a la fama mundial, aunque anda por allí un pequeño escándalo con un escritor llamado William Harrington quien hacía de escritor fantasma (gosthwritter), es decir, escribía libros y pasajes de libros para otros escritores, que aparentemente trabajó para sus primeras novelas, pero son solo habladurías del mundo editorial.
Margaret murió en la ciudad de Chicago en el 2008, a la venerable edad de 83 años.
Asesinato en la CIA, es una novela de espionaje auténtica, con conocimiento del oficio (tanto de espía como de escritora), entretenida, de una acción continua y muy bien llevada, para los que gustan de una buena novela de aventuras y espionaje, la recomiendo sin ninguna reserva.   -    saulgodoy@gmail.com




No hay comentarios:

Publicar un comentario