Lo
que está viviendo el país es una metamorfosis muy parecida al paso entre una
crisálida y una mariposa, una verdadera transformación de forma, carácter y
naturaleza, este tipo de cambios son por lo general traumáticos, dolorosos y
espectaculares.
Por
mucho tiempo nuestro mundo político había iniciado un proceso de degeneración
paulatina que está terminando de eclosionar, y lo hace en medio de una tremenda
crisis nacional que implica un reventón de la economía y la demolición del
orden constitucional, esto a su vez trae como resultado un rasgamiento de la
fibra social de donde está surgiendo una nueva sociedad, golpeada, asustada,
pero mucho más clara y sensible a lo que le conviene y necesita para poder
sobrevivir, y con mucho trabajo y constancia, triunfar como país.
Nuestra
oposición llamada democrática, estamos descubriendo, estaba contaminada y
podrida, como nunca tuvo la fuerza y el ánimo de reinventarse, como no existían
los mecanismos para oxigenarse, la necrosis dentro de los partidos políticos
impidió que sangre e ideas nuevas pudieran renovar sus estructuras, las nuevas
generaciones lo que recibieron fue sangre enferma de clientelismo, de un
pragmatismo acomodaticio y de una cobardía supina que negaba todo tipo de
confrontación con los enemigos de la sociedad y la democracia.
Los
partidos políticos le robaron la iniciativa de participación al ciudadano, era
solamente con el partido que su voz podía ser escuchada, era solo con unas
elecciones cuando su voluntad decidía sobre algo, la relación entre los
partidos y los ciudadanos se hizo populista, pragmática y mediática, la gente
era vista y usada como estadística, como porcentaje, como tendencia.
Amoldaron
el orden legal y su interpretación a sus fines, que eran, sacrificar lo mínimo
con un máximo de ganancias, sobrevivir ellos, los jefes políticos, en medio de
victorias pírricas, nunca confrontando al monstruo de la corrupción y la
ignorancia, sino acariciándole el lomo y hablándole suave en la oreja para que
los dejara tranquilos, y así vivir un día más en aquel cubil de fieras que
habían convertido al país.
Pero
los animales feroces acabaron con todo, su hambre y su ceguera era superior a
su capacidad de sobrevivencia, y se quedaron encerradas en una cueva donde
desesperadas, atacándose entre ellas y a todo lo que se mueve, resuelven sus
últimos momentos, en ese trance, millones de venezolanos huyeron del país,
dejando atrás a otros muchos, que confían en el derrumbe final de los
depredadores o que venga de afuera alguien, con la capacidad de ponerle fin a
tanta calamidad.
De
esta alegoría a una selva oscura y peligrosa, debemos destacar la participación
de uno de los actores más importantes del drama de la caída del socialismo en
Latinoamérica, y es la empresa brasileña de construcción Oderbrecht, una
multinacional que extendió sus intereses por los principales países de la
región, ganando los contratos de obras más importantes por medio de la
corrupción, los sobornos y negociados que salpicaron a toda una clase política
que se prestó a este juego inmoral, cuyo resultado final fue la perdida de
millones de dólares en obras inconclusas, algunas inexistentes pero que igual,
fueron pagadas con fondos públicos.
Puentes,
represas, autopistas cuyos presupuestos aumentaban dos y tres veces su valor
real, contratos que se pagaban por adelantado o con inspecciones arregladas
sobre trabajos que nunca se realizaron y que tanta falta hacen en este momento,
con lo que quiero decir, que al final, los que pagan los platos rotos son la
gente, los pueblos, muchos de ellos en estado de necesidad y faltos de esos
recursos robados.
Oderbrecht
entendió que en su área de trabajo la política jugaba un papel muy importante,
y que los políticos podían convertirse en buenas inversiones para una empresa
que podía pagar elecciones, y una buena parte de los partidos en el patio, eran
de naturaleza clientelar, es decir, su sobrevivencia dependía de un constante
flujo de dineros públicos que se desviaban hacia las entrañas de las organizaciones
políticas para satisfacer las necesidades de vida de muchos compañeros de
partidos y miembros con carnet del partido.
Mantener
a estas organizaciones vivas costaba una gran cantidad de recursos, pero era
necesario para pagar las aún más costosas elecciones, que les darían las
gobernaciones y alcaldías, y el acceso a las arcas públicas para sacar el
dinero que necesitaban, y en algún momento, y con suerte, podía pegar el premio
gordo si algunos de estos partidos llegaba a la presidencia de la república,
ese era el sueño de la Oderbrecht, tener a una serie de presidentes de la
república en varios países de la región en su nómina, para ello había que
apostar, y fuerte, pero afortunadamente para la empresa, las cosas iban viento
en popa y disponían de capital para las apuestas.
La
empresa tenía su modus operandi, con diferentes cuentas en bancos off-shore en
el Caribe, Panamá, en cuentas secretas en Europa, había toda una ingeniería
financiera compleja y difícil de detectar por donde ese dinero se transformaba
en contribuciones legítimas para las diferentes campañas, y por el lado de los
partidos políticos en los diferentes países, había múltiples maneras de
disfrazar las operaciones como contribuciones de gremios, colectas, rifas,
galas, etc.
Un
político se cuidaba de jamás verse involucrado personalmente en estos negocios,
siempre habían otros que hacían el trabajo sucio y que podían ser sacrificados,
o si eran descubiertos en alguna trampa, podían enfriarlo por un tiempo para
luego reciclarlos, los candidatos siempre tenían la posibilidad de negar de
manera plausible su conocimiento y participación en estos negociados, siempre
había la manera de “escurrir el bulto” en caso de que algo saliera mal.
Pero
la Oderbrecht se confió demasiado, sus negocios eran imposible de ocultar, y
las circunstancias políticas cambiaron y cuando quedaron al descampado y fueron
confrontados por las evidencias, simplemente confesaron, fue así como las
investigaciones de los procesos en Brasil conocidos como Lava Jato, pusieron
contra la pared a un personaje que funcionó en nuestro país como
superintendente de la Oderbrecht en Venezuela, un tal Euzenando Azevedo, quien
confesó ante un tribunal en el año 2016,
entre otros muchos delitos, que había dado dinero a políticos venezolanos,
entre los que mencionó a Henrique Capriles con una contribución para su campaña
electoral de 15 millones de dólares.
La
estrategia de la Oderbrecht era apostar a los principales candidatos, a los que
tenían alguna opción de triunfo, preferían cuidarse las espaldas y tener
garantizado la continuidad de sus contratos en caso de que su principal opción
perdiera, por eso repartía recursos en el tablero, y en el caso específico de
Venezuela, dada la naturaleza del régimen, sabían de la sed de recursos de la
oposición y Capriles era una opción a tomar en cuenta.
Pues
vistos estos expedientes por la Fiscal General de Venezuela en el exilio y
revisados por el TSJ, también en el exilio, decidieron investigar a quienes
fueron mencionados en las declaraciones del funcionario de la Oderbrecht, como
pueden entender, no hacía falta que la persona manejara directamente o
indirectamente contratos con la empresa,
los candidatos políticos eran sus apuestas y a ellos se dirigían sus
contribuciones, para asegurar la corrupción en el tiempo.
No
sabemos si Capriles las aceptó o no, pero algo les digo, 15 millones de dólares
son difíciles de ocultar y la campaña de Capriles costó un dineral ¿De dónde
salieron los fondos?, espero que sus cuentas y libros estén bien llevados
porque lo lógico, lo que debería ser, es que ante una sospecha tan terrible en
su contra, demuestre que no sólo desconocía de esa contribución, sino que nunca
manejó esos dineros.
Pero
lo sorprendente es como se han desarrollado el curso de los eventos desde el
momento en que esta decisión de investigarlo se tornó más seria y posible, lo
han manejado muy mal para ser inocente, descalificando a los órganos de
justicia y haciendo parecer la investigación en ciernes como una conspiración
en contra de la persona de Capriles, es lo que haría alguien culpable.
Primero
Justicia, desde que Borges fue su operador político y manager, siempre supo
cómo utilizar los medios de comunicación a su ventaja y propósitos, contratando
y teniendo una serie de periodistas en nómina, a los que soltaban como perros
de ataque cuando se sentían inseguros, entiendo que haya gente que lo admiraba
de sus días como gobernador del Edo. Miranda y aún como congresista.
Supo
utilizar los medios para promoverse como líder y hombre del pueblo, su
presencia mediática era lo más cercana a un bondadoso benefactor y magnánimo
pastor de muchedumbres: joven, carísmático, de buen verbo y noble cuna, se
vendió como el prototipo del socialista paternalista que todo el mundo quería
como conductor del estado, pero no pudo “cobrar” su triunfo y no supo defender
la aspiración de sus seguidores.
Me
imagino que el gobierno le tenía un expediente de cosas que lo comprometían y
bajo amenaza lo obligaron a aceptar una derrota preparada, supongo que en algún
momento nos enteraremos de la verdad y parte de esa verdad tiene que ver con
una cantidad de irregularidades que se cometieron en el campo de la oposición
democrática, en los partidos miembros de la MUD, los cuales estaban todos
involucrados en oscuros manejos para poder sobrevivir ante un sindicato del
crimen que era el que gobernaba, y aún gobierna el país.
Capriles
se había alejado del foco público en una especie de autoexilio, pero éste escándalo
lo pone de nuevo en la palestra pública, esta vez develando una conspiración
internacional en su contra, que ha copado los medios y distraído al país de los
verdaderos y angustiantes problemas que nos acogotan.
Pero
repito, sus fans, viudas y colegas de la extinta MUD, alegan una despiadada
cacería de brujas en su contra, un sabotaje en contra de la irrealizable unidad
de la vieja política con las fuerzas emergentes de una nueva Venezuela, tratan
desesperadamente de vendernos el episodio como el fin de toda esperanza,
aparentemente, con el ánimo de distraer lo que ha debido enfocarse de otra
manera, mucho más civilizada, institucional e inteligente.
Si
Capriles es inocente de esas declaraciones en su contra en los juicios en
Brasil, que espero sea así aunque no me guste para nada el personaje,
simplemente debe esperar a que lo llamen a declarar y a deponer las pruebas,
que imagino debe tener, para limpiar su nombre de tales acusaciones y probar
con hidalguía su conducción impecable durante la campaña.
Si
Capriles es culpable, simplemente le está haciendo caso a sus abogados que le
dicen que lo niegue, que no se auto incrimine, que primero que él está Maduro,
y mientras Maduro siga en el poder, nada de lo que se haga en este caso puede
prosperar en su contra, el problema es que si Maduro tiene las pruebas de su
participación en éste escabroso asunto, Capriles no es confiable políticamente
porque puede ser chantajeado y manipulado.
Y aún
si resultare culpable, hay maneras, otras, que la de convertir su caso en una
“olla” y desatar la histeria en la oposición que lo acompaña, que sería aceptar
su culpa en la medida que supo de aquella contribución, alegar las
extraordinarias circunstancias políticas que rodearon el momento y aceptar que
fue tocado por el dinero de la corrupción, creo que la gente entendería y que
si bien tendría su costo político, no implica llevarse a un gentío con él hacia
los infiernos.
De
modo que mi recomendación para Capriles y su combo, es, como decía uno de mis
suegros, mucho juicio (en el sentido de que prive el equilibrio y la
sindéresis), que se haya equivocado pasa, pero que haya convertido su caso en
escándalo de tintes chavista y en el peor momento en la vida de la república,
es imperdonable. – saulgodoy@gmail.com
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