Se
llama Max Tegmark, y es cosmólogo y profesor del MIT en Boston, escribió un
importante libro cuyo título es Nuestro
Universo Matemático, y el siguiente artículo lo confeccioné de una
traducción libre del artículo aparecido en Abril del 2014 en la publicación NewScientist, el mismo está disponible
en internet, y como muchos otros científicos está interesado en cuál es la
naturaleza de la conciencia y de que está hecha la realidad, pertenece a ese
privilegiado número de personas que investiga en los límites de la ciencia
actual y empuja, con sus teorías y observaciones, esas fronteras, haciendo de
nuestro universo un lugar mucho más interesante y asombroso.
Tegmark
nos dice que el cuerpo humano está compuesto, aproximadamente, por unos 1029 de electrones y quarks que
existen obedeciendo unas leyes físicas elementales, o como bien dice el
filósofo Daniel Benet: “no hay una sola
célula de las que forman parte de nosotros que sepa quiénes somos, o a la que
le importa saberlo.”
Y son
una cantidad enorme de células que regulan complejas funciones en nuestros
cuerpos casi que de manera automática, equilibrando nuestros intercambios de
gases con el entorno, asistiendo a los procesos digestivos, haciendo posible la
reparación de células dañadas y recuperando funciones en nuestros órganos
cuando estos fallan, manteniéndonos con vida, haciendo su trabajo sin tener
conciencia de lo que hacen, ni contar con un director de orquesta que los
dirija.
Ninguna
de nuestras células, ni siquiera las neuronas en nuestro cerebro son más
inteligentes que las células en la levadura que usamos para hacer pan, y un
pan, sabemos, no tiene conciencia, ni un punto de vista, ni sabe que existe,
nosotros sí… y las grandes preguntas son, cómo y porqué.
Hay
una corriente del pensamiento llamada dualismo, entre las que figuran las categorías
cartesianas siendo las más famosas las de cuerpo-mente, que asegura la
existencia de un factor que se encuentra fuera de nuestra biología al cual le
atribuyen los atributos de la conciencia, le dicen alma o espíritu, el problema
es que es inubicable, al no ser material no tiene residencia fija en nuestro
cuerpo, pero dicen del alma que somos nosotros, cada uno tiene una y en ella se
resume nuestro ser, nuestro yo, y es por su intermediación que conocemos.
El
espíritu- dicen sus promotores- no es producto de la mecánica de nuestros
órganos, sistemas neurales o está sujeto a leyes físicas alguna, se trata de
algo inmaterial, un elemento extra a nuestro cuerpo biológico, que jamás ha
sido demostrado, ni enseñado ni hay la menor prueba científica que la haya
logrado ubicar, medir, pesar o estudiar su composición, es la solución perfecta
al misterio ontológico de nuestro ser, el problema, es que requiere de un acto
de fe, y así como la ciencia ha demostrado que las hadas, los duendes, las
ánimas, los demonios, los ángeles no existen, así de pretenciosos son algunos
científicos, cada día más de ellos, aseguran que el alma no existe.
En su
libro La Mente Consciente, el autor y
filósofo australiano David Chalmer expresaba que la consciencia es un proceso
biológico igual que la digestión o la fotosíntesis, que podía explicarse por
sin tener que recurrir al expediente del espíritu en control de nuestras vidas.
“Imagine toda la cantidad de
comida que ha consumido en su vida-
nos dice Tegmark- y considere que
simplemente usted es parte de esa comida, recompuesta. Esto nos enseña que su
conciencia no es simplemente producto de esos átomos que usted comió, pero sí
depende de unos patrones complejos de cómo esos átomos han sido reorganizados”.
Para
Tegmark es un hecho que no existe un alma empujando a esas partículas
fundamentales para hacer su voluntad, si esto fuera así, habría que tomarla
como otra de los elementos físicos capaces de ejercer fuerza y movimiento sobre
esa materia, y estudiarla para ver a qué tipo de leyes físicas obedece.
Los
científicos han estudiado lo que sucede cuando un gran número de átomos se
juntan, y el orden que resulta de este conjunto depende más de la forma como
están ordenados que de sus características individuales, es así como la materia
puede presentarse como líquida, sólida o gaseosa, de la misma manera, para
Tegmark, hay varios tipos de conciencia, la conciencia es un estado de la
materia.
La
conciencia es un orden en la información que produce el arreglo combinatorio
adoptado por los elementos constitutivos, es como si se tratara de una ola en
un lago, la ola se desempeña con independencia de los elementos que la
conforman, es una onda que viaja a una velocidad y tiene un tamaño que nada
tienen que ver con los moléculas que simplemente suben y bajan cuando la ola
los afecta, la ola existe, tiene dirección y puede ser descrita
matemáticamente.
Sucede
con los personajes en los videojuegos, sus actuaciones en la pantalla no tienen
nada que ver con la composición de los materiales del hardware, ni si fueron
desarrollados para una Apple o una PC, lo que importa es la información de
procesamiento que a un nivel superior de abstracción, los hace ejecutar sus
rutinas con cierta naturalidad, y mientras más complejo sea el programa y mas
alto el nivel de abstracción, pudieran llevarlos a tener conciencia de sí
mismos.
El
neurocientífico Giulio Tononi ha desarrollado una fórmula matemática conocida
como Teoría de la Información Integrada (IIT, en inglés) que exige de un
sistema de procesamiento, que toda la información sea integrada dentro de un
todo unificado, que sea imposible de descomponer en partes independientes, solo
entonces se obtendrá algo parecido a la conciencia.
Nuestro
cerebro contiene varias partes que procesan información pero no están conscientes,
tal es el caso del cerebelo, que ayuda en el proceso de la información pero
aparentemente no obtiene feedback de
todo el sistema, sólo canaliza información, como lo hacen mucho de los
programas más avanzados hasta el momento, son inteligentes pero no están
conscientes, necesitan de ese sistema integrador.
Gracias
a esta fórmula, los científicos han logrado elaborar un índice de actividad
cerebral que les indica si el sistema está trabajando a niveles de conciencia,
lo que es útil para detectar si un paciente en estado comatoso (parálisis
total) está o no consciente, utilizando electroencefalogramas mientras
estimulan determinadas áreas del cerebro.
En
los laboratorios de Inteligencia Artificial del mundo sigue empecinados en la
labor de producir estados de conciencia en las máquinas, y de acuerdo a Tegmark,
hay 4 principios que deben existir en orden de obtener consciencia, el principio de información (gran
capacidad para guardar data), principio
de independencia (debe ser independiente del resto del mundo), principio de integración (no puede
consistir de partes independientes únicamente) y el principio dinámico (suficiente capacidad de procesamiento integral),
en algunos laboratorios están emulando al cerebro humano integrando dos
computadoras con miras a obtener una solo consciencia.
El
día que esto ocurra la concepción de la naturaleza humana dará un vuelco de 180˚,
no sólo se responderán unas importantes preguntas, sino que abrirán nuevas
interrogantes, algunas de ellas las menciona Tegmark en su obra: ¿Qué papel
juega el observador en la apreciación de la realidad? ¿Por qué nuestro universo
aparece ser tan ordenado? ¿Por qué el tiempo favorece la dirección hacia
adelante? ¿Por qué el tiempo fluye del todo?
Voy a
terminar con una reflexión que hizo Max Tegmark en una entrevista que le hizo
Eduard Puncet en el 2011 para el sitio Redes
para la Ciencia, y dijo lo siguiente:
La existencia de universos paralelos nos
ayuda explicar por qué todo nuestro universo parece haber tenido tanta suerte,
porque hay muchos otros universos en el espacio que están completamente muertos. Y nosotros habitamos
en una de las regiones mágicas favorables a la vida del multiverso en las que
se puede vivir. Pero no es suerte: ¡la vida encuentra la manera de prosperar
siempre que puede! Si hay un espacio infinito, con algunas regiones que son
como un oasis, en las que las condiciones son las idóneas para la vida, ¡es
inevitable que en esos lugares sea donde se encuentre la vida y que nosotros
estemos en uno de ellos! Y deberíamos estar agradecidos por ello sin perder de
vista que todo parece indicar que el precio que debemos pagar por la fortuna de
existir es que tenemos que ser un poco humildes y aceptar que no somos el
centro de todo, ¡y que la realidad es mucho más grande de lo que
pensábamos!
-
saulgodoy@gmail.com
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