miércoles, 8 de agosto de 2018

Consciencia a la carta



Se llama Max Tegmark, y es cosmólogo y profesor del MIT en Boston, escribió un importante libro cuyo título es Nuestro Universo Matemático, y el siguiente artículo lo confeccioné de una traducción libre del artículo aparecido en Abril del 2014 en la publicación NewScientist, el mismo está disponible en internet, y como muchos otros científicos está interesado en cuál es la naturaleza de la conciencia y de que está hecha la realidad, pertenece a ese privilegiado número de personas que investiga en los límites de la ciencia actual y empuja, con sus teorías y observaciones, esas fronteras, haciendo de nuestro universo un lugar mucho más interesante y asombroso.
Tegmark nos dice que el cuerpo humano está compuesto, aproximadamente, por unos 1029 de electrones y quarks que existen obedeciendo unas leyes físicas elementales, o como bien dice el filósofo Daniel Benet: “no hay una sola célula de las que forman parte de nosotros que sepa quiénes somos, o a la que le importa saberlo.”
Y son una cantidad enorme de células que regulan complejas funciones en nuestros cuerpos casi que de manera automática, equilibrando nuestros intercambios de gases con el entorno, asistiendo a los procesos digestivos, haciendo posible la reparación de células dañadas y recuperando funciones en nuestros órganos cuando estos fallan, manteniéndonos con vida, haciendo su trabajo sin tener conciencia de lo que hacen, ni contar con un director de orquesta que los dirija.
Ninguna de nuestras células, ni siquiera las neuronas en nuestro cerebro son más inteligentes que las células en la levadura que usamos para hacer pan, y un pan, sabemos, no tiene conciencia, ni un punto de vista, ni sabe que existe, nosotros sí… y las grandes preguntas son, cómo y porqué.
Hay una corriente del pensamiento llamada dualismo, entre las que figuran las categorías cartesianas siendo las más famosas las de cuerpo-mente, que asegura la existencia de un factor que se encuentra fuera de nuestra biología al cual le atribuyen los atributos de la conciencia, le dicen alma o espíritu, el problema es que es inubicable, al no ser material no tiene residencia fija en nuestro cuerpo, pero dicen del alma que somos nosotros, cada uno tiene una y en ella se resume nuestro ser, nuestro yo, y es por su intermediación que conocemos.
El espíritu- dicen sus promotores- no es producto de la mecánica de nuestros órganos, sistemas neurales o está sujeto a leyes físicas alguna, se trata de algo inmaterial, un elemento extra a nuestro cuerpo biológico, que jamás ha sido demostrado, ni enseñado ni hay la menor prueba científica que la haya logrado ubicar, medir, pesar o estudiar su composición, es la solución perfecta al misterio ontológico de nuestro ser, el problema, es que requiere de un acto de fe, y así como la ciencia ha demostrado que las hadas, los duendes, las ánimas, los demonios, los ángeles no existen, así de pretenciosos son algunos científicos, cada día más de ellos, aseguran que el alma no existe.
En su libro La Mente Consciente, el autor y filósofo australiano David Chalmer expresaba que la consciencia es un proceso biológico igual que la digestión o la fotosíntesis, que podía explicarse por sin tener que recurrir al expediente del espíritu en control de nuestras vidas.
“Imagine toda la cantidad de comida que ha consumido en su vida- nos dice Tegmark- y considere que simplemente usted es parte de esa comida, recompuesta. Esto nos enseña que su conciencia no es simplemente producto de esos átomos que usted comió, pero sí depende de unos patrones complejos de cómo esos átomos han sido reorganizados”.
Para Tegmark es un hecho que no existe un alma empujando a esas partículas fundamentales para hacer su voluntad, si esto fuera así, habría que tomarla como otra de los elementos físicos capaces de ejercer fuerza y movimiento sobre esa materia, y estudiarla para ver a qué tipo de leyes físicas obedece.
Los científicos han estudiado lo que sucede cuando un gran número de átomos se juntan, y el orden que resulta de este conjunto depende más de la forma como están ordenados que de sus características individuales, es así como la materia puede presentarse como líquida, sólida o gaseosa, de la misma manera, para Tegmark, hay varios tipos de conciencia, la conciencia es un estado de la materia.
La conciencia es un orden en la información que produce el arreglo combinatorio adoptado por los elementos constitutivos, es como si se tratara de una ola en un lago, la ola se desempeña con independencia de los elementos que la conforman, es una onda que viaja a una velocidad y tiene un tamaño que nada tienen que ver con los moléculas que simplemente suben y bajan cuando la ola los afecta, la ola existe, tiene dirección y puede ser descrita matemáticamente.
Sucede con los personajes en los videojuegos, sus actuaciones en la pantalla no tienen nada que ver con la composición de los materiales del hardware, ni si fueron desarrollados para una Apple o una PC, lo que importa es la información de procesamiento que a un nivel superior de abstracción, los hace ejecutar sus rutinas con cierta naturalidad, y mientras más complejo sea el programa y mas alto el nivel de abstracción, pudieran llevarlos a tener conciencia de sí mismos.
El neurocientífico Giulio Tononi ha desarrollado una fórmula matemática conocida como Teoría de la Información Integrada (IIT, en inglés) que exige de un sistema de procesamiento, que toda la información sea integrada dentro de un todo unificado, que sea imposible de descomponer en partes independientes, solo entonces se obtendrá algo parecido a la conciencia.
Nuestro cerebro contiene varias partes que procesan información pero no están conscientes, tal es el caso del cerebelo, que ayuda en el proceso de la información pero aparentemente no obtiene feedback de todo el sistema, sólo canaliza información, como lo hacen mucho de los programas más avanzados hasta el momento, son inteligentes pero no están conscientes, necesitan de ese sistema integrador.
Gracias a esta fórmula, los científicos han logrado elaborar un índice de actividad cerebral que les indica si el sistema está trabajando a niveles de conciencia, lo que es útil para detectar si un paciente en estado comatoso (parálisis total) está o no consciente, utilizando electroencefalogramas mientras estimulan determinadas áreas del cerebro.
En los laboratorios de Inteligencia Artificial del mundo sigue empecinados en la labor de producir estados de conciencia en las máquinas, y de acuerdo a Tegmark, hay 4 principios que deben existir en orden de obtener consciencia, el principio de información (gran capacidad para guardar data), principio de independencia (debe ser independiente del resto del mundo), principio de integración (no puede consistir de partes independientes únicamente) y el principio dinámico (suficiente capacidad de procesamiento integral), en algunos laboratorios están emulando al cerebro humano integrando dos computadoras con miras a obtener una solo consciencia.
El día que esto ocurra la concepción de la naturaleza humana dará un vuelco de 180˚, no sólo se responderán unas importantes preguntas, sino que abrirán nuevas interrogantes, algunas de ellas las menciona Tegmark en su obra: ¿Qué papel juega el observador en la apreciación de la realidad? ¿Por qué nuestro universo aparece ser tan ordenado? ¿Por qué el tiempo favorece la dirección hacia adelante? ¿Por qué el tiempo fluye del todo?
Voy a terminar con una reflexión que hizo Max Tegmark en una entrevista que le hizo Eduard Puncet en el 2011 para el sitio Redes para la Ciencia, y dijo lo siguiente:

La existencia de universos paralelos nos ayuda explicar por qué todo nuestro universo parece haber tenido tanta suerte, porque hay muchos otros universos en el espacio que están  completamente muertos. Y nosotros habitamos en una de las regiones mágicas favorables a la vida del multiverso en las que se puede vivir. Pero no es suerte: ¡la vida encuentra la manera de prosperar siempre que puede! Si hay un espacio infinito, con algunas regiones que son como un oasis, en las que las condiciones son las idóneas para la vida, ¡es inevitable que en esos lugares sea donde se encuentre la vida y que nosotros estemos en uno de ellos! Y deberíamos estar agradecidos por ello sin perder de vista que todo parece indicar que el precio que debemos pagar por la fortuna de existir es que tenemos que ser un poco humildes y aceptar que no somos el centro de todo, ¡y que la realidad es mucho más grande de lo que pensábamos! 


-           saulgodoy@gmail.com






No hay comentarios:

Publicar un comentario