jueves, 9 de agosto de 2018

La deshonestidad postmodernista



En 1996, el profesor de Física de la Universidad de New York, Alan Sokal, tratando de desenmascarar el fraude continuo que venían cometiendo algunos intelectuales de la izquierda norteamericana, copiando los estilos enrevesados y la escritura críptica, a la manera de los escritores de moda europeos, entre los que se encontraban Derrida, Virilio, Lacan, Deleuze, Guattari y otros muchos, cuyas publicaciones no solo abundaban sino que eran tenidas como serias en importantes colegios y universidades, urdió un plan para provocar un escándalo y dejar al descampado a un montón de colegas deshonestos.
Lo que hizo fue preparar un ensayo sobre como la ciencia había desacreditado la idea de la Ilustración sobre una realidad objetiva que podía ser conocida, y como los últimos avances de la física cuántica le daban la razón al pensamiento político de la extrema izquierda. El artículo estaba no sólo lleno de incoherencias, afirmaciones absurdas, referencias a muchos párrafos de los escritores de moda que no tenían ningún sentido, había contradicciones y muchas palabras traducidas del francés de manera libérrima, todo eso lo empaquetó en una estructura que parecía a la de una disertación académica, lo envió con su nombre a la redacción de la revista Social Text, que para el momento era la publicación de mayor categoría y peso en el mundo académico en Norteamérica, y esperó.
No pasó mucho tiempo en que obtuvo una respuesta favorable, la iban a publicar, y había gustado de tal manera, que la estaban incluyendo en un número especial que saldría en la primavera de ese año sobre Las Guerras de la Ciencia. Para ese momento el Consejo de Redacción de la revista contaba con luminarias como Frederick Jameson y Andrew Ross, el título de éste histórico trabajo era “Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity”
Para que su trampa estuviera lista, se las agenció para que simultáneamente con la publicación de su artículo apareciera en otra revista, Lingua Franca, la revista más leída por el personal de las universidades, otro artículo de su autoría explicando lo que acababa de hacer y porqué. El escándalo que se armó fue sin paralelos en el mundo académico de los EEUU y de Europa, el tiraje de ambas revistas se agotaron en un instante, y el caso pasó a la historia como el escándalo Sokal sobre el que se han escrito ríos de tinta.
Sokal fue acusado de deshonesto por los intelectuales de la izquierda, y le hubieran arruinado su carrera docente ni no fuera por el interés de muchos de ellos, de no echarle combustible al fuego, el escándalo pasaba ahora a lo político, pero este episodio le sirvió a la cultura norteamericana para ventilar otros muchos casos que permanecían en la oscuridad, descubrieron que la deshonestidad académica era un mal recurrente y muchas veces aceptado por cuestiones de ideológicas, de amistad o se simple flojera intelectual.
Pero el escándalo Sokal dejó al descubierto una realidad mucho más compleja y difícil de abarcar, y es el sentido que el lenguaje tiene para los postmodernistas, que en su gran mayoría son de la izquierda radical y que tienen como tarea deconstruir la razón, la posibilidad de acceder a la realidad del mundo por medio del lenguaje.
En este sentido vamos a permitir que el filósofo Stephens Hicks nos ilustre sobre este delicado punto, tomamos su argumentación de su libro, Explicando el Postmodernismo (2014).

Para el modernista, la funcionalidad del lenguaje es complementaria a ser cognitivo. Un individuo observa una realidad por medio de la percepción, se forma unas creencias y conceptos de la realidad en base a esas percepciones, y actúa en la realidad sobre la base de esas percepciones y conceptos elaborados por su cognición. Algunas de esas acciones en el mundo son interacciones sociales, y en ellas el lenguaje asume una función comunicativa. Comunicándose el uno con el otro, el individuo narra, argumenta o trata de pasar su creencia cognitiva del mundo con los otros. La Retórica, entonces, es un aspecto de la función comunicativa del lenguaje, referida a aquellos métodos que auxilian al lenguaje en ser más efectivo durante la comunicación. Para el postmodernista, el lenguaje no puede ser cognitivo porque no se conecta con la realidad, bien sea con la naturaleza externa o con el yo interior. El lenguaje no es para estar atentos al mundo, o para distinguir lo que falso o verdad, ni siquiera sirve para argumentar en el sentido tradicional de sea de manera valida, concreta y con probabilidad de certeza. De esta manera, los postmodernistas han transformado la retórica, en persuasión, pero sin conocimiento.

El postmodernista tiene una marcada tendencia a negar la realidad que le es adversa a su ideología, suplantándola con todo tipo de acciones y motivos que suplantan el mundo con ideales no realizados, muchos de ellos utopías, piensa que todo es relativo, por lo tanto, la verdad no existe sino solo puntos de vistas subjetivos, tiene una marcada predilección por la violencia como método para cambiar la realidad y en este sentido utiliza el lenguaje no como medio de comunicación sino como arma, este tipo de personas cuando expresan sus ideas no lo hacen de manera clara y abierta sino que buscan complicar su lenguaje hasta hacerlo incomprensible, y basta escuchar o leer a los chavistas para darse cuenta de que es un patrón común en este tipo de cultura.
No quiero ponerles extractos del artículo para que ustedes lo juzguen, ya que tendría que traducirlo del inglés que ya viene con traducciones de textos en francés, con palabras y contenidos bastantes abstractos, y lo peor, sin ningún sentido, estaría haciendo una traducción, de una traducción de una traducción, de conceptos que Sokal denuncia ya vienen mal traducidos, lo que si les digo es que si pueden conseguir el artículo en internet no se lo pierdan, no hay manera de entrarle al texto.
Pero volvamos a nuestro caso, en el fabuloso artículo del profesor francés Jean Briemont, un físico teórico de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, titulado El Postmodernismo y su problema con la Ciencia (2002) parte del caso Sokal para denunciar otros graves intentos de fraude académico, entre ellas unas explicaciones de Jaques Derrida sobre las Teorías General y Especial de la Relatividad de Einstein, donde de manera alocada y sin explicaciones habla del impacto de las mismas en la crítica literaria.
En una conferencia que el psiquiatra Jacques Lacan dio en Baltimore en 1966, a quien le gustaba jugar con el álgebra mientras explicaba su complicada teoría de comunicaciones con los pacientes, se dio una enredada con una alegoría sobre la Cinta de Möbius (que para su mala suerte quedó grabada y luego publicada) y que al final tuvo que negar y decir que nunca se había referido a Möbius.
Julia Kristeva, la famosa semióloga, en su primer y más famosos libro, Semiotike, tratando de construir una “lógica” para el lenguaje poético, utilizando la Teoría de Conjunto, expone unas formulaciones absurdas desde el punto de vista de las matemáticas, que remata con unas explicaciones muy mal planteadas de las “Observaciones de Gödel” sobre la imposibilidad de probar la ausencia de contradicciones en los axiomas de un sistema desde adentro de ese sistema.
El libro fue aclamado mundialmente y su autora distinguida como una revelación de la teoría del lenguaje, al punto que el mismísimo Roland Barthes (1970), uno de los grandes gurúes del postmodernismo, le escribió: “Julia Kisteva cambia el orden de las cosas: ella siempre destruye las últimas preconcepciones, las que pensábamos pudieran darnos confort, de las que nos pudiéramos sentir orgullosos; lo que ella ha desalojado es lo que se ha dicho, quiero decir, la existencia de lo significado; lo que ella subvierte es la autoridad de la ciencia monológica y de la filiación”. Quien haya entendido éste comentario, que me lo explique.
Paul Virilio, un arquitecto convertido en filósofo de la política, creador del término “dromocracia”, obsesionado igualmente por La Teoría Especial de la Relatividad, por la luz y la velocidad, hace un verdadero e incomprensible pastiche de física e historia, mezcla sin ninguna vergüenza concepto de espacio y tiempo en la física cuántica con la historia de las ciudades, al final uno de pregunta si Virilio entiende realmente lo que escribe, lo peor de este tipo de literatura oscurantista, es que tiene sus seguidores, la gente compra estos bodrios y los lee, y lo que es peor, los recomienda.
Pero mucha de la culpa la tienen los mismos editores y los críticos, que sin ningún remordimiento publicitan este tipo de obras, para el escrito de Virilio, el prestigioso diario Le Monde le dedica el siguiente halago (1984): “Con una sorprendente erudición, que combina espacio-distancia y tiempo-distancia, este investigador abre un importante campo de interrogantes filosóficas que él denomina “dromocracia” (del Griego dromos: velocidad)”.
El artículo de Briemont es mucho más extenso y rico en ejemplos de este tipo de fraude intelectual, donde personas taimadas buscan engrandecerse y cosechar palmas por pensamientos profundos que no tienen, pero lo disimulan con retórica, y hay gente que cae en el juego.
Nos despedimos con unas palabras de Kant que se encuentran en Crítica al Juicio, sobre este delicado asunto: “Uno no sabe si reír a todo dar del charlatán, quien siembra toda esta niebla… o a de la audiencia, que inocentemente imagina la razón por la que no puede entender y hacer suya esa inspiración maestra que les es brindada.”   -   saulgodoy@gmail.com






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