¿Qué
diferencia una ideología, de la filosofía política?, como ejemplo de ésta
última pondría a obras como La República
de Platón, el Contrato Social de
Rousseau, o El Capital de Marx, obras
extensas y muy tramadas que no están escritas para la masa, por lo que sus
postulados, debido a su complejidad y abstracción, no intenta llevar a las
personas a la acción, sino a la profunda reflexión sobre las causas últimas de
la naturaleza humana.
Los
ideólogos, filósofos y otros intelectuales que sí se nutren de estas obras, lo
que hacen es simplificarlas, llevarlas a sus expresiones mínimas para dársela a
la gente como ideología, en la forma de unos manifiestos, panfletos,
pronunciamientos que resumen en puntos muy básicos y digeribles para el común,
para que se enteren del porque de las barricadas, de las huelgas, de la lucha
por sus derechos y de los sacrificios que le exigen sus posiciones políticas.
Algo
parecido sucede con las mayoría de las religiones, estas se ocupan de la vida
espiritual, del mundo después de la muerte, por supuesto, hay un interés en controlar
por medio de sus preceptos, ritos y congregaciones, la forma de vida que llevan
los hombres en esta vida, su principal propósito es crear para sus adeptos un
mundo que les permita la entrada y la gloria en el próximo, y hay ideologías
que derivan de las creencias religiosas extremistas como la de ISIS, y la
refundación de un califato con pretensiones de dominar el mundo, o el renacer
de tesis racistas como las que se están produciendo en los llamados “supremacistas”, en el conocido
“cinturón de la Biblia” al sur de los EEUU, que creen en la doctrina de la
revelación de las sagradas escrituras donde designa al hombre blanco,
anglosajón y cristiano, creado a la
imagen y semejanza con Dios, como el dueño y conductor de los destinos del
mundo.
Las
religiones no han perdido su apetito político de dominación de la sociedad, su
propósito final es hacerse gobierno tal y como lo hicieron en el pasado los papados
o los califatos, ahora son teocracias de nuevo cuño como la que ejerce el poder
en Irán, o la que pretende el actual Papa Francisco, por medio de la red de
gobiernos socialistas en el mundo, que conforman su protectorado, sobre todo en
Latinoamérica, o la enorme influencia del Sanedrín en la política del estado de
Israel.
Pero
a estas ideologías de corte religioso funcionando en la política, son
confrontadas por una fórmula mucho más general y extendida, que en occidente es la de
la secularización, tomamos la palabra del sociólogo y filósofo francés Jacques
Ellul en su obra Los Nuevos Poseídos
(1978), quien dice: “La secularización
es, pues, el hecho histórico según el cual la sociedad ha dejado de ser religiosa. El mundo abandona efectivamente los símbolos
sagrados… Además, se advierten inmediatamente las confusiones: Se relega la
religión al dominio privado… Hemos
entrado pues en una época nueva: la del descreimiento que se caracteriza de
hecho, por cierto estado del espíritu, una actitud del hombre hacia la sociedad…
Todo lo cual es muy simple. El hombre
moderno está sediento de acción, de eficacia, juzga todo en función de los
resultados y de las posibilidades de acción.”
La
época que describe Ellul es la de las ideologías seculares que son las que
dominan el mundo de hoy.
Ningún
partido político puede vivir sin ideología, y cuando lo afirmo incluyo a
aquellos que predican el fin de las ideologías, la inoperancia de la
categorización entre izquierda y derecha, esa posición pragmática que hizo
famosa el presidente norteamericano Obama al expresar, que lo que funciona es
lo que sirve, sin importar de donde provenga, esto es muy peligroso porque las
ideas tienen consecuencias.
En
el transcurso del desarrollo histórico del período democrático en nuestro país,
se ve claramente como los políticos que fundaron los partidos democráticos
estaban claros que sin ideología no había como aglutinar a los seguidores, sin
ideología no había posibilidad de desarrollar un plan de gobierno coherente, de
tener horizontes de desarrollo y progreso, son las ideologías las que otorgan
las visiones de país, las que señalan los caminos, las oportunidades y las
maneras de aprovecharlas.
Las
ideologías son el cemento que mantiene unido los bloques de la estructura
política de un país y por lo tanto hay que batirlo constantemente para tenerlo
fresco para seguir levantando las paredes, para que no se endurezcan, a las
ideologías hay que renovarlas a medida que el edificio político se levanta del
suelo.
Una
de las causas de la degeneración ideológica del sistema de partidos en
Venezuela, fue justamente la pereza mental de nuestros líderes, políticos que
al igual que Obama se contentaban con lo que funcionaba, por eso la gran
mayoría de estas organizaciones se plegaron al socialismo, del cual había
surgido un modelo clientelar que satisfacía las expectativas de las
organizaciones y de sus militantes: cargos en el gobierno por votos, una
fórmula que les había funcionado desde mediado del siglo pasado ¿Por qué
cambiarla?
Este
esquema de mutua retribución, de apoyo electoral por cargos en la
administración pública, por beneficencia pública, por carnets del partido para
conseguir un favor, creó a una dirigencia corrupta, macilenta y confiada, y un
electorado sin conciencia política, sin formación ciudadana, sin participación
en los asuntos de estado que no fueran unas elecciones movidas por pura
propaganda, sin una pizca de ideología.
Todavía
hoy tenemos lamentables ejemplos de líderes, digo lamentable porque muchos son
jóvenes que no quieren o no pueden quitarse de la mente esa cultura política
que ha dado como resultado el país que hoy tenemos, son políticos de salón, de
discursos fatuos, que piensan que unas elecciones van a solucionar el enorme
problema que institucionalidad, gobernabilidad, seguridad, de quiebra económica
y moral luego de veinte años de implacable tiranía comunista.
Líderes
venidos a menos, muchos de ellos viviendo en el exilio, arrogándose para sí una
representatividad inexistente, tratando de salvaguardar el único medio de vida
que han conocido, cargos públicos desde los cuales brindar favores para
cobrarlos en votos, para sostener sus vidas parasitarias en la política,
interviniendo a favor de la continuidad del régimen chavista, pidiendo a otros
mandatarios que no intervengan militarmente en nuestro país porque eso sería
fatal para sus planes de “negociar” con los asesinos y torturadores para
conseguir ventajas y cofres del tesoro, ¿Y que le ofrecen a cambio al país? Más
socialismo, más clientelismo político, más fiestas electorales.
El
chavismo por su parte, es una organización política que nació signada por un
infantilismo ideológico de logias secretas y aventuras revolucionarias su
pretensión de querer abarcar en su ideario demasiadas ideologías diferentes,
muchas de ellas contradictorias, han creado una atomización de grupos de
interés en pugna, triunfando hasta los momentos, un remedo ideológico de culto
a la personalidad de Chávez, un nacionalismo ramplón y sin sentido, algunas
trazas de comunismo primitivo cristiano, pero dominado por una pragmatismo y un
capitalismo salvaje, sustentado por las armas.
La
mezcla es definitivamente defectuosa en origen, demasiados ingredientes y sin
aglutinamiento, el pensamiento de Simón Bolívar que supuestamente iba a
cohesionar la propuesta ha caído en flagrante oposición con la realidad, de
modo que para estos grupos y seguidores, si no hay gratificación financiera, un
premio que los motive (beca, bolsa de comida, carnet de privilegios,
otorgamiento de bienes, etc.) no hay acción por parte de sus seguidores, el
clientelismo es mucho más explícito en su cultura organizacional.
Hay
un grupo dentro del chavismo que quiero destacar por su objetivo de transformar
la ideología del partido PSUV en una ideología religiosa, rindiéndole culto a
la personalidad de Hugo Chávez, queriendo elevarlo a la categoría de un Cristo
Redentor, tratando de aglutinar una masa crítica de seguidores, brindando una
imaginería, ritos, lugares de adoración, fechas a celebrar, reliquias sagradas,
etc.
Y
mientras esto sucede a nivel local, en el mundo se está dando un poderoso
fenómeno con el proceso de globalización, portadora de una ideología que es la
de más rápido crecimiento y aceptación en el orbe, y de la cual, ni el mismo
chavismo se ha escapado a su influencia.
La globalización es entendida
como un proceso transplanetario o combinación de procesos que involucran una
creciente liquidez y crecimiento de corrientes multidireccionales de personas,
objetos, capitales e información, también de estructuras utilizadas para frenar
o acelerar este proceso.
Este
concepto tomado del libro Globalización,
lo esencial, editado por George Ritzer (2011), me sirve para explicar uno
de los principales errores del chavismo y su confusa ideología, que los
extravió en sus extravagantes acciones en el mundo y por las cuales, todos los
venezolanos estamos pagando un fracaso anunciado.
Tanto
Chávez como Maduro quisieron aprovecharse de las ventajas de la globalización
para consolidar su proceso revolucionario en Venezuela, y luego para exportarlo
a otros países, en ambos propósitos tuvieron un cierto éxito, se aprovecharon
de las instituciones multilaterales y organizaciones con alcances
internacionales y las utilizaron como vehículo de propaganda y ocultamiento de
sus errores, se valieron de los mercados internacionales para cambiar de socios
y clientes tradicionales a unos nuevos, que respondía más a sus expectativas
ideológicas (comunistas).
El
chavismo había heredado de los gobiernos democráticos en Venezuela una
industria petrolera insertada en los mercados mundiales y jugando en las
grandes ligas del negocio energético global, la utilizaron para algunos de sus
crímenes y corruptelas, para canalizar ayudas a grupos terroristas y gobiernos
aliados, la diplomacia del petróleo fue su palanca de fuerza para comprar
lealtades, votos en foros mundiales, silencios cómplices y ocultamiento de
financiamientos para campañas electorales.
Se
valieron del sistema financiero internacional para blanqueo de capitales de
dudoso origen, aprovecharon la globalización para comprar empresas, bienes
raíces, ocultar transacciones que eran del estado y las hacían pasar como
propias, tramitaron nacionalidades y residencias en otros países, hicieron de
nuestros documentos de identidad salvoconductos para gente indeseable y buscada
por organismos policiales, se aprovecharon de la prensa mundial para adelantar
sus estrategias y planes de dominación, ocultando sus verdaderas intenciones.
Pero
al momento de que se les exigía responsabilidades, entonces utilizaban el
expediente de la soberanía absoluta de los estados, de la independencia y
autodeterminación de los pueblos, ocultaban sus desfalcos, nacionalizaciones y
robos a las empresas transnacionales en turbios manejos de los intereses del
estado, validos de la errada idea de que los estados son inembargables y nunca
quiebran, hicieron sus más gigantescos negociados tras la mampara de bienes de
la nación.
Quisieron
estafar al mundo, y el mundo, pacientemente, esperó a que su burbuja de abuso
de poder y agresividad les estallara para cobrar en libras de carne, como en el
Mercader de Venecia, de Shakespeare, de una deuda mal adquirida; lo malo es que
todos salimos perjudicados y de manera severa.
Esta
actitud ventajista, criminal y deshonesta ha marcado nuestra historia con la
globalización, que justamente es insertándonos en ella que finalmente
pudiéramos tener una oportunidad de salir del hueco en donde nos encontramos,
vamos a necesitar de la ayuda del mundo para poder enderezar el curso de
nuestro destino, y tenemos como hacerlo, porque tenemos lo principal, la gente.
Ahora
les pido que reflexionen conmigo, ¿Cree ustedes que Venezuela estará en
capacidad de insertarse en el proceso de globalización con personajes como
Capriles, Falcón, Fernández, Rosales, Borges o Ramos Allup? Por mencionar a
unos pocos, personas sin ideología conocida y con la única tarea de
retrotraernos a 1999, para seguir con las fiestas electorales y los gobiernos
socialistas, ¿Ven a ustedes a estos señores, sentados con dignatarios del mundo
negociando empréstitos para proyectos de desarrollo, sin que quede la menor
sospecha de que no habrán de por medio comisiones, mordidas, sobre precios? La
pregunta es eminentemente retórica pues estoy seguro que eso no sucederá.
Quien
vaya a asumir la conducción ejecutiva del país tiene que estar muy claro que
necesita de la sociedad civil organizada como sustituto del estado, agrupada en
instituciones civiles, empresas, asociaciones, ONG’s, fundaciones,
corporaciones o la forma legal que escojan, para ocupar todos los espacios que
deja vacío el estado ineficiente y absurdo que destruyó al país.
Esta
persona debe tener como norte iniciar un proceso de reconstrucción de las bases
productivas de la nación y que esto es posible solamente en un ambiente de
libre mercado, con el concurso de las inversiones extranjeras, con el respeto
absoluto por la propiedad privada, sin controles innecesarios de las
actividades y fomentando la eficiencia, la transparencia y la competencia a
todo nivel.
Venezuela
está por iniciar una nueva etapa en su historia, como todo renacimiento será un
pasaje rudo, con muchas incertidumbres, con la necesidad de avocarnos al
trabajo y aceptar los sacrificios con miras a un mejor futuro, podemos hacerlo,
a pesar de todo lo que nos ha ocurrido, con una buena mano en el timón, con una
ideología clara, estoy convencido que podemos lograrlo.
Es
el momento de dejar mi alegato sobre el valor de las ideología para que sea
sopesado por ustedes, en estos últimos tres artículos les he dado mis
argumentos sobre la necesidad que tiene el país de dejar atrás su pasado
socialista y embarcarnos sin temores en el proceso de globalización, le toca a
usted decidir si tengo algo de razón. -
saulgodoy@gmail.com
Básicamente estás en lo cierto. Sin embargo, el proceso de globalización no ha resultado la panacea que muchos esperábamos. Por ejemplo, dicho proceso ha servido para que crezca una economía como la de la China, que ha sido exitosa por su mano de obra esclava y barata, que solo sirve para una oligarquía y para ser una amenaza a la libertad en el mundo.
ResponderEliminarEstá claro que debemos integrarnos, pero solo con aquellos que comparten nuestros principios, y no con cualquiera.
Excelente artículo.