Hay una frase retrata uno de los aspectos menos
explorados de las ideologías y que
aparece en el artículo Political
Ideology: Its structure, functions and elective affinities, publicado por
la Annual Review of Psychology, NY, 2009, por los doctores J.T. Jost, C.M. Federico
y J.L. Napier, que nos informa: “Se dice
que la gente escoge las ideas, pero también es importante saber, y en un
sentido de reciprocidad, que las ideas escogen a las personas.”
Y es perfecto para explicar que la ideología trabaja
en ambos sentidos, porque en una buena parte de los casos, la ideología atrapa
a la gente igual que una red de pesca de arrastre, llevándosela por delante sin
necesidad de que piense mucho, basta algunos lugares comunes, dos o tres frases
hechas, para que una persona se crea un militante de una ideología que apenas
conoce; con algunas nociones básicas de la doctrina y un puñado de frases
hechas, la persona está lista para la acción, perteneciente a un grupo
compacto, con una dirección, un liderazgo y una misión.
Es como si unas fuerzas de atracción mutuas jugaran
el papel de casamentera entre idea e individuo, o grupo, o masa… hay por un
lado un proceso de socialización que baja desde arriba, de los controladores y
líderes, y hay toda una psicología de predisposición hacia esas ideas, que
suben de abajo hacia arriba.
En el mismo artículo nos definen ideología como: “… una estructura de modelos mentales
compartidos, que proveen, ambas, una interpretación del ambiente y una
prescripción de cómo ese ambiente debería estar estructurado… si uno acepta que
la ideología es compartida, que nos ayuda a interpretar el mundo social y que
sus normas específicas nos sirven para enfrentar de la manera más apropiada los
problemas de la vida”.
Pero hay mucho más que solamente el aspecto
psicológico, de hecho, el concepto de ideología es uno de los más elusivos de
la política y la sociología, aunque su relevancia es indiscutible al momento de
analizar cualquier comportamiento político en el individuo o las
organizaciones.
Decía
el politólogo e historiador Isaíah Berlin, en su libro The Crooked Timber of
Humanity: Chapters in the History of Ideas (New York: Vintage Books, 1992),
que aparte del aspecto tecnológico, el siglo XX será recordado por:
…
las grandes tormentas ideológicas que alteraron la vida de toda la humanidad:
la Revolución Rusa y sus consecuencias- tiranías totalitarias de ambas, derecha
e izquierda y la explosión de nacionalismo, racismo, y, en algunos lugares, las
trampas religiosas, que es interesante, ninguno de los grandes pensadores del
siglo XIX pudieron predecir… es claro que estos grandes movimientos empezaron
con ideas en la cabeza de la gente: ideas acerca de cómo ha sido, es, será y
debería ser, la relación entre los hombres; de cómo pudieron ser transformados
en el nombre de una visión, de metas supremas en la mente de sus líderes, y
sobre todo, de los profetas con sus ejércitos siguiéndolos.
A
principio de ese mismo siglo XX, Venezuela se siente conmovida por vientos de cambio,
ha muerto el Benemérito, el General Juan Vicente Gómez, el que por más de
veinte años fue el dueño absoluto del país; un grupo de líderes políticos,
jóvenes, ya con experiencia en cárceles y exilios, organizan sus partidos
políticos para darle forma a un nuevo sistema de gobierno, la democracia, un
viejo sueño varias veces pospuesto por asonadas militares, guerras civiles y
luchas fratricidas entre facciones políticas.
Para
uno de ellos, el tema ideológico es de suma importancia, viene de una inmersión
total en las tesis marxistas, sabe de la importancia que tienen las ideas
inspiradoras para los movimientos políticos, de la emoción detrás del discurso,
de lo peligroso que resultan las ideas equivocadas; como historiador aficionado
sabe a profundidad de las ideas bolivarianas, liberales algunas, conservadoras
otras que animaron la gesta independentista y la creación de Nueva Granada y
Venezuela, entiende de los socialismos que se desprendieron de la Segunda
Internacional en Alemania, sobre todo de las ideas social demócratas, que
rechazaron la revolución como única vía para acceder al poder.
Ese
joven se llama, Rómulo Betancourt, es un demócrata de corazón y razón, sabe que
en su país, sin pueblo que lo respalde en la aventura de hacerse gobierno, se hace
imposible la misión, sin apoyo de los otros partidos no hay manera de encontrar
estabilidad en democracia, sin darle su lugar a los militares y un ámbito que
los mantenga ocupados cualquier intento de crear un gobierno es una ilusión; la
empresa política que se propone parece imposible, debe encontrar no sólo una
forma de gobierno, sino una idea que la acompañe y que emocione al pueblo, de
allí, que le diera tanta importancia a la ideología.
La
ideología tiene una larga historia en la civilización humana, era un fenómeno
que venía siendo observado desde hacía siglos, había algo en el discurso de la
gente y en las razones que los impulsaban a actuar que eran atribuidos a
ciertos “fantasmas”, ideas que tenían que ver las creencias de la tribu o los
valores de la ciudad y que impulsaba a la gente, incluso a tomar las armas y
ofrendar sus vidas.
Pero
fue en Francia, durante los tumultuosos años de 1801 a 1815, que salen
publicados los cinco volúmenes de Destutt de Tracy, Les éléments d’idéologie, de
Tracy era parte de un grupo de educadores reformistas quienes creían en una
“ciencia de las ideas”, decía haber encontrado un sistema que podían hacer que
el individuo, por medio de cultivar su propio interés, enseñarlo a ser
productivo y preservando su libertad, pudiera actuar de cierta manera en el
mundo para hacerlo un lugar más harmónico y feliz.
Este grupo de educadores, encabezado por de Tracy
elaboró todo un programa de educación pública basado en esta “ideología” o
principios rectores del hombre, Napoleón simplemente los rechazó cuando se lo
presentaron, convencido como estaba, de que el mundo no estaba gobernado por
ideas abstractas, sino por la imaginación.
Pero de Tracy no había sido el primero en observar
que ciertas ideas fijas en el individuo jugaban un papel fundamental en las
acciones humanas, el profesor chileno Jorge Larrain, en su libro, El
Concepto de Ideología, Volúmen 1: Marx, LOM Ediciones, 2007, Santiago de
Chile, nos dice:
Nicolo
Maquiavelo (1469-1527), un representante de la burguesía temprana, es tal vez
el primer autor en tratar materias directamente conectadas con fenómenos
ideológicos. Sus agudas observaciones sobre la práctica política de los
príncipes, y en general, sobre la conducta humana en política, anticiparon
ulteriores desarrollos del concepto, aunque Maquiavelo no empleó el término
“ideología”. Algunos elementos del concepto aparecen, por ejemplo, cuando
vincula la parcialidad de los juicios humanos con los apetitos y los intereses.
Preguntándose por qué los hombres son a menudo parciales al criticar el
presente.
Es por todos
conocido que durante la Revolución Francesa, en la sala de reuniones de la
Asamblea, los que se sentaban a la derecha eran los defensores del status quo,
o “conservadores”, los que lo hacían a la izquierda eran los reformistas o
“liberales”, esta costumbre se transmitió a la mayoría de los parlamentos, de
allí que se denominen de “izquierda” o “derecha” a quienes propugnan por los
cambios sociales o quienes preferían la permanencia de las tradiciones, lo que
muchas veces llevaba a apoyar o a rechazar las desigualdades, el progresismo o
los derechos instituidos.
Estas denominaciones que en un principio
identificaban bandos opuestos en las discusiones de gobierno, se fueron
constituyendo en importantes referentes políticos ideológicos, es decir, estos
bandos luchaban por sus propios intereses, por las formas de vida de donde sus
miembros hacían vida, la nobleza y la burguesía tenían sus propios privilegios,
maneras de producción, creencias que querían conservar y defender de aquellos
que no estaban de acuerdo con su mundo,
De igual manera estaban aquellos que creían en un
mundo más justo e igualitario, con un gobierno al servicio del pueblo todo, y
no sólo de una clase social que por ser diferentes, con valores e intereses
opuestos a la manera de vida de los artesanos y del pueblo llano, pretendían
arrogarse todos los beneficios y privilegios para su grupo, esos conflictos se
discutían en la Asamblea y de ellos debían surgir las políticas públicas que de
alguna manera satisficiera ambas expectativas.
Este fue el origen de las ideologías de la derecha
y de la izquierda que aún hoy atormenta a las sociedades, en próximos artículos
veremos la evolución de estas dos direcciones ideológicas, opuestas y aún hoy,
enfrentadas en la política mundial.
- saulgodoy@gmail.com
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