martes, 25 de septiembre de 2018

El pequeño problema de la unidad



Y digo pequeño porque es casi inexistente, yo veo y siento unidad en el país, en diversos sectores, grupos y regiones están muy claros en lo que son y lo que quieren, son los socialistas los que están orinando fuera del perol, son sus líderes los que están llorando y pidiendo participación por medio de unos show mediáticos, como fue el del Frente Amplio en la UCV.
En Venezuela hay unidad en cuanto a que ya la gente se cansó del chavismo, está obstinada del socialismo, en cualquiera de sus formas, pero sobre todo en las lamentos de los buró sindicales que son todos de origen marxista, estructurados para funcionar en socialismo, medrando de las empresas privadas y contando con un estado paternalista que lo que hace es darle reivindicaciones a cambio de nada, inflando el valor del trabajo por encima de cualquier cuota razonable de productividad.
Todos esos gremios, conducidos por marxistas, creen que la clase obrera existe y que el paraíso será de ellos, que no puede haber gobernabilidad sin sindicatos, y que los trabajadores son la mies de la tierra, creo que tienen que hacerse un reality check, porque los tiempos son otros.
Hemos descubierto por la vía más dura y penosa, que Dios no era socialista, sino un banquero que le gusta ver sus ganancias multiplicadas,  de igual manera estamos ante la disyuntiva existencial de escoger socios y aliados en un mundo globalizado y altamente integrado, para unos pocos venezolanos, la escogencia se resume entre los chinos o los rusos, porque son comunistas y ven en estos dos poderes el futuro de la humanidad.
Hay otros que comulgan con ese espíritu de independencia, con esa peligrosa fantasía de que los Latinoamericanos somos una raza cósmica, y que somos nosotros, quienes lideraremos el mundo, a éste grupo le basta con seguir la conducción de Cuba y quedar rezagados del progreso mundial con tal de llamarnos falsamente “hombres libres”.
Pero somos una gran mayoría de venezolanos los que creemos en el dicho: “Si a buen árbol te arrimas, buena sombra te cobija” y nos hemos educado y absorbido, por el simple hecho de ser su vecino, la cultura y el modo de vida de los norteamericanos, que para nuestra fortuna o desgracia, es la nación más poderosa y rica del planeta.
Para esa gran mayoría de venezolanos que hemos vivido en carne propia la experiencia fatal, producto de una enorme estupidez socialista, de asociarnos con otras potencias con las cuales no tenemos ninguna conexión ni empatía, de tratar de cambiar nuestro modelo económico que iba tan bien, de desconectarnos de USA y convertirnos en sus enemigos, y terminar como un país de parias y mal vivientes, pensando que somos algún tipo de ejemplo moral para el mundo, es una necesidad volver al seno de naciones aliadas a Washington.
Para este grupo de venezolanos, que repito, somos mayoría, no hay otra vía para nuestro desarrollo que ser socios y amigos de los Estados Unidos de América, con quienes compartimos intereses y estilos de vida, que es nuestra mejor opción para salir de este marasmo en que hemos caído, y que en nuestro caso, que sabemos seremos bien recibidos de nuevo, entre otras cosas, porque tenemos mucho que ofrecerle y la relación sería de mutuo beneficio, que son las mejores relaciones posibles.
Ya la imagen del trabajador con la llave para apretar tuercas en la mano y vestidos de braga manchadas de aceite, con la mirada perdida en el futuro, tal y como lo glorificaban en enormes monumentos, en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, son un anacronismo.
La supuesta clase obrera venezolana fue la primera en caer bajo el embrujo de Hugo Chávez, y fueron también los primeros en ser violados por la Revolución Bolivariana, siguiendo como zombis al militar desquiciado, coadyuvaron en la destrucción del aparato productivo nacional, siguiendo como ratones al flautista de Hamelin, pensaron que su turno para hacerse con las empresas y los mercados había llegado.
Ese voluntarismo ciego e ilusorio, los condujo a cortarse con cuchillo sus propias gargantas, y fueron ellos mismos, los sindicatos, los que incendiaron sus fábricas hasta los cimientos, con la idea de destruir el viejo orden para construir el comunismo vivificador, ahora no tienen trabajo, ni sustento, y pretenden ahora, volver a ser lo que eran, una clase parasitaria de la economía nacional.
Han pasado veinte años de un pavoroso régimen que nos ha dejado como si una guerra hubiera desolado al país, destruyeron hasta la industria petrolera, el orgullo del país que creía en un porvenir de abundancia, sólida, altamente tecnificada, muy bien montada y productiva, al punto de que estaba considerada una de las mejores empresas del mundo.
Ahora pretenden volver al juego político con sus caras bien lavadas y de yo no fui ¿Para qué? ¿Para repetir el desastre? Porque la verdad es que sus discursos no han cambiado, siguen pensando en que van a ser explotados, que necesitan a papá estado para discutir sus contrataciones colectivas, exigen una serie de prerrogativas, días libres y con paga, servicios de primera línea para ustedes y sus familias, planes vacacionales, bonificaciones, seguros, plan de retiro y pensiones, comisariatos, aumentos progresivos de sueldo, liquidaciones generosas, prestamos para vivienda y otras prebendas ¿A cambio de qué?
No se han visto en un espejo, huelen a esclavos, parecen esclavos y piensan como esclavos, son incapaces de darse cuenta que el país está destruido y en ruinas, que ustedes ayudaron a desmontarlo, fueron utilizados por el peor de los comunismos, el mismo que les decía que tenían un presidente obrero, un chofer de autobús que ustedes pusieron en Miraflores porque creyeron que les había llegado la hora feliz, y los obligaron a practicarle fellatio a los cubanos por unas cajas CLAP.
Se están muriendo de hambre y todavía se niegan a reconocer que pusieron la gran torta, que les inculcaron la falsa creencia que el capitalismo era el infierno, que los empresarios eran unos demonios y que el trabajo podía dignificarlos, prefirieron irse por la ruta fácil, le entregaron su futuro a unos burócratas, mucho  más ignorantes que ustedes.
Esa dirigencia que todavía se atreve a poner canciones de Alí Primera en un acto de una supuesta oposición democrática, en donde entregaban “planes” para salir de este hueco en que estamos metidos, que quiere formar parte del esfuerzo de reconstrucción, le están telegrafiando al resto del país que ustedes todavía no aterrizan en la realidad… señores, el país está en escombros, no tenemos ni con qué comer al menos, que otras naciones, por un gesto humanitario, nos alimenten y nos den medicinas.
Están también los partidos políticos tradicionales, que no son otra cosa que cofradías del socialismo, clubes clientelares que buscan imponer sus intereses en las instituciones presionando a legisladores, jueces, negociadores, ONG’s, y otras organizaciones políticas, con actitudes mafiosas, que se han ganado un doctorado en colaboracionismo con el régimen de Nicolás Maduro y cuyos líderes se niegan a reconocer sus responsabilidades en la debacle de la llamada oposición democrática.
Partidos que mantienen una representación en los principales cargos en la Asamblea Nacional y no pierden oportunidad en robar cámara y recordarnos que sin ellos no somos nada, que la anti política está al acecho, y que tienen el secreto de la felicidad que develarán en las próximas elecciones, que están a un tirito de producirse.
Y algo muy interesante, un oxímoron viviente, el chavismo descontento, que según algunos analistas políticos, sin ellos no podemos ir a ningún lado, son importantes, tienen una masa crítica que si no participan no será posible el futuro, las preguntas de las sesenta mil lochas: ¿Con que parte del chavismo están descontentos y cuál es la parte del legado de Chávez con el que se identifican?
Ponerse de acuerdo con unos comunistas militaristas, amante de la doctrina de Fidel Castro, es pedir como mucho ¿No? Y más si se lo que se pretende es levantar a Venezuela de la postración que esa doctrinas y prácticas produjeron.
Por último pero no menos interesante, una cohorte de los llamados intelectuales (ver las firmas en depósito en su documento declarativo) que nadie sabe quiénes son, pero que todos tememos, que tengan su corazoncito en el lado izquierdo, donde debe estar.
Y en última fila, casi hechos los tontos, como quien no quiere la cosa, la administración de la UCV, los que permitieron que esa casas de estudios se convirtiera en la cuna de la ideología que nos entrampó, y ahora se presta para que el socialismo tenga su segundo o tercer debut.
A mí me da la impresión, de que todo este chiripero, sabe que viene un tren, quizás el último tren que tendrá el país hacia un futuro de progreso, y que la comunidad internacional nos envía para que no perdamos la esperanza, y que todos estos cabezas de rúcano, con sus ideas prehistóricas y sus sueños de una utopía del “verdadero socialismo” que sólo ellos saben cómo logarlo.
Pareciera que no se han dado cuenta que la gente está harta de la injerencia del estado en asuntos que no le atañen, de que sea el estado el dueño de todos los recursos y de las empresas más importantes, que sea el principal empleador, el que decide todo sin consultar a los ciudadanos, de que gaste nuestro dinero y no rinda cuentas, que sea el primer transgresor de las normas y que existan personas y organizaciones políticas que pretendan dirigir a ese estado anormal y perpetuarse en el poder hasta el fin de los tiempos.
Están dando la impresión que quieren no sólo ser parte de la gran cruzada nacional, sino que quieren volver a dirigirla, ser ellos los maquinistas de ese gran estado, de esa locomotora que arrastrará al resto del país hacia un horizonte de justicia social, de igualdad y de solidaridad…
Vamos a comenzar esto de nuevo, porque creo que no han comprendido de que se trata, si estos grupos de comunistas disfrazados de demócratas quieren participar en la reconstrucción del país, la buena noticia es que no va a ser bajo la égida de un plan socialista, la mala noticia, es que van a tener que trabajar, y muy duro, van a tener que competir con países que nos llevan una morena de ventaja y a quienes tenemos que superar.
Que éste nuevo país que vamos a levantar, va a contar con la dirección de sus ciudadanos libres y demócratas organizados, dentro de un sistema de libre mercado, con un estado mínimo, con un respeto absoluto por la propiedad privada, donde se reconozca el mérito, el conocimiento y la inventiva, con libertad de pensamiento y de expresión y en un estado de derecho, con normas claras y oportunidad para todos.
Y esto no es un plan impuesto, o una hegemonía de pensamiento, o una ideología triunfante, se trata de la única forma práctica de poder retomar una vida de trabajo y rescatar nuestra dignidad, sin recurrir al veneno del colectivismo, para volver a empantanarnos y quedarnos pegados en los lodos de la miseria más absoluta, es una fórmula probada que funciona.
Por primera vez en nuestra historia vamos a actuar con absoluta responsabilidad individual, sin cargarle a los otros, nuestras carencias y necesidades, sin esperar que el estado venga en nuestro auxilio, sin convertirnos en parásitos, eso es un pasado que no vamos a repetir.
Ya la oposición democrática venezolana está testeando a los pocos líderes visibles que nos quedan luego del deslave del chavismo, vienen tiempos duros, de definiciones y sacrificios, no nos podemos poner a inventar fórmulas salvadoras o salidas mágicas, necesitamos políticos realistas y planes concretos, es una necesidad limpiar nuestra casa y sacar la basura que nos incomoda.
Bajo esos términos, y sin música de Alí Primera, creo que se puede conversar.     -   saulgodoy@gmail.com






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