miércoles, 12 de septiembre de 2018

La ética en el mundo real



Los venezolanos estamos aprendiendo a ser ciudadanos “a los carajazos” como se dice en buen criollo, es decir, a medida que la realidad nos impone sus límites y restricciones, y de acuerdo a los golpes que nos llevamos tratando de responder a nuestras circunstancias para sobrevivir.
Quienes no tienen formación moral y ética, quienes no practican el examen de sí mismo y conocen hasta dónde puede llegar sin traicionarse, ni hacer daño a los demás, son los que más sufren en este proceso que es tan vital y necesario, como lo son el comer o tomar agua, se le llama, adquirir experiencia, y es la manera más ruda y dolorosa de hacerlo, aunque mucha gente no se da cuenta de ello.
Hay otras manera de adquirir esa misma experiencia de manera segura, que sería por medio de la educación, aprendiendo a utilizar el raciocinio y la prudencia, recibiendo una formación en la familia donde se aprenden valores y principios necesarios para enfrentar el mundo, incluso hay instituciones como la Iglesia que imponen dogmáticamente unas reglas de comportamiento que supuestamente son “virtuosas” y quienes las practiquen, tienen asegurado un buen vivir, por lo general exigen, que sean sus normas y no otras las que deben seguirse con obediencia ciega.
Pero basta que un conocido, un familiar o amigo, o una figura pública, “meta la pata”, se equivoque en su desempeño en sociedad y su conducta quede registrada para la posteridad como la de un patán, o peor, en el caso de la política, como un colaboracionista a regímenes infaustos e inhumanos, para darnos cuenta de que la moral existe y tiene consecuencias, y más todavía, en los tiempos que nos ha tocado vivir, en el reino de la maldad, la mentira y abuso.
Pero hay quienes piensan que la moral no existe, y si existe, no pasa de ser algo sin importancia, una serie de reglas inútiles, obsoletas, ridículas y absolutamente relativas, que varían de persona en persona, de cultura en cultura, de circunstancia a circunstancia.
Para los marxistas, por ejemplo, creen que la moral y la ética son meras supersticiones impuestas por la clase dominante, mayormente burguesa, que justifican un estilo de vida y de ser alienados por los medios de producción, por una economía y una cultura que ellos suponen, son parte de una superestructura ideológica que le da sentido a sus vidas capitalistas y explotadoras.
Estas reglas del buen vivir, existen, indudablemente tienen diversas fuentes de origen, y en general tienden a hacer la vida menos riesgosa y evitarnos caer en comportamientos indeseables como podría ser una vida criminal, viciosa y llena de actos que nos dañan y perjudican a los demás.
Por alguna razón que no llego a comprender, los políticos en general, debido a la naturaleza de sus acciones y del trabajo que realizan en la sociedad, pretenden sustraerse de toda regla moral, basados en un principio de necesidad y oportunidad, necesitan no estar constreñidos por ninguna atadura de carácter ético para poder encontrar la mejor fórmula de negociación, y encontrar las maneras de poner de acuerdo a grupos de interés, personas e instituciones en la consecución de lo que ellos llaman el interés general.
Debido a esta actitud, la clase política es la que mayormente se distingue por ser corrupta, ladrona, mentirosa, acomodaticia y banal, al no tener ningún vínculo con valores, examen de consciencia, honor, prudencia y estar desvinculados con la verdad, en aras de un pragmatismo y de unos resultados, son los más propensos a caer en error, a que los usen para fines innombrables, y que sean, al final del camino, los que paguen los platos rotos de todos los desaguisados en los asuntos de estado y públicos de una sociedad.
A los venezolanos nos ha tocado vivir una circunstancia histórica excepcional, absolutamente anormal, que habla mucho de un fracaso en nuestra educación y formación ciudadana, quisimos jugar el juego democrático, sin tener el menor idea de cómo se movían las fichas, ni cuáles eran las reglas, lo peor del asunto, le dejamos todo el juego a una clase política compuesta en su mayor parte de idiotas, de oportunistas y de corruptos.
Para ponérselos más claro todavía, a los venezolanos nos ha tocado enfrentar al mismísimo demonio, sin fe, sin preparación sobre lo que es bueno o malo, sin la menor idea de lo que significa pudor, medida, o disciplina, sin capacidad de reflexión, sin consciencia de lo que es responsabilidad por nuestros actos. Por supuesto, como buenos venezolanos creíamos que nos las sabíamos todas, que podíamos escabullirnos por cualquier huequito, y que como Tío Conejo, en aquellos famosos cuentos de niños, podíamos burlarnos de Tío Tigre todo el tiempo.
Pero nos tocaron los chavistas, que también son venezolanos, pero clonados con cubanos, chinos y rusos, y son malos a la enésima potencia, no son como el Tío Tigre de la fábula del que pudiéramos escabullirnos y salir de su trampa gracias a nuestra sagacidad, los chavistas son malvados, tienen pesuñas, cola puntiaguda, cuernos en la cabeza y huelen a azufre, para derrotarlos hay que tener entereza y una virtud a prueba de fuego.
Los chavistas creen que la maldad absoluta es buena para sus fines, les encanta el poder, el poder totalitario que no es poca cosa y que trata de convertirnos a cada uno de nosotros en sus esclavos, nosotros en cambio, los venezolanos de a pié, creemos que la bondad absoluta es la esencia de nuestro ser, somos absolutamente sentimentales, poco racionales, compasivos y el resultado lo tenemos a la vista, nos quedamos sin país y convertidos en esclavos de nuestra propia ignorancia.
Todavía existen millones de venezolanos que se tienen por incapaces de emitir un juicio moral o una crítica ética por aquello de ¿Quién soy yo para juzgar? El que esté libre de culpas que tire la primera piedra, ves la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio, y tantos otros memes de carácter bíblico o de pureza crítica, cuando la verdad es, que todos nos la pasamos juzgando todo el tiempo, todos tenemos una opinión sobre las actuaciones propias y la de los demás, por el simple hecho de que es imposible no tenerlas.
Lo que sucede es que como no tenemos una preparación ética, como fue de la conveniencia de nuestra clase política que no tuviéramos ese tipo de educación, eliminaron las clases de formación ciudadana de los pensum de estudio de las escuelas, sus discursos estuvieron desligados de todo llamado a la responsabilidad ciudadana y la participación en la política, para ser ellos, los partidos políticos de masas los únicos gestores y actores en la política del país, llamándonos solamente en las elecciones para solicitar nuestro voto.
La mayor parte de nuestras opiniones morales son absolutamente egoístas, duras con los demás pero leves con nosotros mismos, condenatorias con los extraños pero solidarias con los amigos, permisivas con los débiles pero exigentes con los fuertes, no hay equilibrio, la palabra equidad es simplemente obviada por no saber qué significa, nuestra consciencia responde más a nuestros sentimientos que a la razón, y el resultado es que siempre terminamos cediendo terreno, declarándonos incapaces de tomar una posición y sostenerla, sacrificando espacio y libertades antes que defender la verdad en que creemos y de la cual somos parte, aunque para ser justos, muchas veces desconocemos esa verdad porque jamás nos lo hemos preguntado.
Sócrates, el filósofo griego, decía que una vida sin examen no valía la pena ser vivida ¿Qué quería decir con esta frase? Que un hombre o mujer para llevar una vida digna y equilibrada debía someter sus acciones y pensamiento a constantes revisiones, a conocer lo que pienso sobre el bien y el mal, sobre si soy o no un ser libre, si tengo o no los conocimientos suficientes para ocupar un puesto y hacerlo medianamente bien, si puedo hacer lo correcto aún cuando nadie me esté viendo, si soy honesto conmigo mismo en mis acciones y pensamientos, o sólo hago y pienso lo que a los otros les gusta.
Los diablos del chavismo están muy claros, a ellos le gusta el oro y el dinero, la vida buena pero sin trabajar, hacerle daño a los demás si eso implica una ganancia material, cometer cualquier crimen si alguien no está de acuerdo con ellos o los critica, torturan y asesinan a la gente que ellos creen les puede hacer daño a ellos, o a sus fortunas mal habidas, desprecian al hombre honesto y les encantan los depravados, viven para satisfacer sus más bajos instintos hasta quedar saciados y al recuperarse, buscan más, porque es la única manera que creen poder ser felices.
Para llevar el tipo de vida, engañan a la gente, les fabrican fantasías y sus discursos están llenos de mentiras y contradicciones, pero a ellos les importa un pito, porque al que no le gusta, lo violan, al que los critique, lo meten preso, y al que les diga que no pueden, lo desaparecen, pero si aceptas su yugo, si te haces cómplice de sus crímenes, entonces te premian, te dan dinero, comida, documentos de identidad, te permiten viajar, robar, violar la ley sin consecuencias, si eres de ellos cuentas con la impunidad.
Para poder hacer lo que hacen, los chavistas deben esclavizar a su prójimo, para explotarlos, para que trabajen para ellos, para que los admiren, para corromperlos, para utilizarlos como si fueran cosas, pero como a la mayoría de la gente no les gusta que los utilicen como cosas, se rebelan y para los que se rebelan, tienen unas ergástulas, unas oprobiosas cárceles, donde practican cualquier cantidad de torturas y violaciones a la dignidad humana, pues les encanta ver y saber que su poder es absoluto sobre el resto del país.
La mayoría de los venezolanos vivíamos en una fantasía que llamábamos democracia, en un mundo constitucional donde imperaba la legalidad, en un país socialista donde todos éramos más o menos iguales, éramos gente chévere y vivíamos en el país más bello del mundo, nos gustaban unas elecciones, pues eran un tipo de fiesta donde la gente se reunía para aupar candidatos como si fueran reinas de la belleza, poco importaba su discurso y sus ideas mientras nos asegurara que todo iba a seguir igual, trabajar lo menos posible cobrando la más que se pueda, somos unos consumidores natos, no nos gusta leer pero si ver mucha televisión, comunicarnos por Guasop y tener el último celular en nuestro bolsillo
Volamos como mariposas y creemos que tenemos el piquete de una abeja, nos gustan los derechos pero le sacamos el cuerpo a las obligaciones, siempre esperamos a que alguien haga lo que debemos hacer nosotros, nuestra fe en los líderes es ciega, y cuando los chavistas le caen a palos o les roban las elecciones, esperamos que nuestros candidatos se batan en la arena hasta morir, y nosotros desde las gradas, dispuestos siempre a levantar el pulgar para que los dejen vivir.
No es extraño entonces el llamado de políticos pragmáticos y oportunistas al diálogo con los energúmenos chavistas, que estén dispuestos a negociar en sus términos, que reciban dinero de la corrupción, que le pidan al pueblo que se inscriban en el carnet de la patria, que reciban las cajas CLAP, que renuncien a su deber de luchar en contra del opresor, que sean pacifistas, que pongan la otra mejilla, que perdonen a los diablos del chavismo y se revuelquen en la cama con ellos porque es lo que hubiera querido Bolívar.
Nos faltó fibra moral, nunca nos dieron directrices éticas y ahora estamos pagando nuestros errores, y en medio de esta desolación no es extraño ver todavía a la gente preguntando qué debe hacer, buscando líderes que les arregle el desastre de sus vidas, buscando salvadores que no vienen, hay gente que se niega a aprender la lección, que es lo único que nos va a quedar de esta terrible experiencia, ningún idiota moral puede ocupar un cargo de gobierno, ningún político corrupto es digno de nuestra confianza, y que cuando cometemos un error debemos hacernos responsables de sus consecuencias y tratar de repararlo.      -      saulgodoy@gmail.com






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