Los
venezolanos estamos aprendiendo a ser ciudadanos “a los carajazos” como se dice
en buen criollo, es decir, a medida que la realidad nos impone sus límites y
restricciones, y de acuerdo a los golpes que nos llevamos tratando de responder
a nuestras circunstancias para sobrevivir.
Quienes
no tienen formación moral y ética, quienes no practican el examen de sí mismo y
conocen hasta dónde puede llegar sin traicionarse, ni hacer daño a los demás,
son los que más sufren en este proceso que es tan vital y necesario, como lo
son el comer o tomar agua, se le llama, adquirir experiencia, y es la manera
más ruda y dolorosa de hacerlo, aunque mucha gente no se da cuenta de ello.
Hay otras
manera de adquirir esa misma experiencia de manera segura, que sería por medio
de la educación, aprendiendo a utilizar el raciocinio y la prudencia,
recibiendo una formación en la familia donde se aprenden valores y principios
necesarios para enfrentar el mundo, incluso hay instituciones como la Iglesia
que imponen dogmáticamente unas reglas de comportamiento que supuestamente son “virtuosas”
y quienes las practiquen, tienen asegurado un buen vivir, por lo general
exigen, que sean sus normas y no otras las que deben seguirse con obediencia
ciega.
Pero
basta que un conocido, un familiar o amigo, o una figura pública, “meta la pata”,
se equivoque en su desempeño en sociedad y su conducta quede registrada para la
posteridad como la de un patán, o peor, en el caso de la política, como un
colaboracionista a regímenes infaustos e inhumanos, para darnos cuenta de que
la moral existe y tiene consecuencias, y más todavía, en los tiempos que nos ha
tocado vivir, en el reino de la maldad, la mentira y abuso.
Pero
hay quienes piensan que la moral no existe, y si existe, no pasa de ser algo
sin importancia, una serie de reglas inútiles, obsoletas, ridículas y
absolutamente relativas, que varían de persona en persona, de cultura en
cultura, de circunstancia a circunstancia.
Para
los marxistas, por ejemplo, creen que la moral y la ética son meras
supersticiones impuestas por la clase dominante, mayormente burguesa, que
justifican un estilo de vida y de ser alienados por los medios de producción,
por una economía y una cultura que ellos suponen, son parte de una
superestructura ideológica que le da sentido a sus vidas capitalistas y
explotadoras.
Estas
reglas del buen vivir, existen, indudablemente tienen diversas fuentes de
origen, y en general tienden a hacer la vida menos riesgosa y evitarnos caer en
comportamientos indeseables como podría ser una vida criminal, viciosa y llena
de actos que nos dañan y perjudican a los demás.
Por
alguna razón que no llego a comprender, los políticos en general, debido a la
naturaleza de sus acciones y del trabajo que realizan en la sociedad, pretenden
sustraerse de toda regla moral, basados en un principio de necesidad y
oportunidad, necesitan no estar constreñidos por ninguna atadura de carácter ético
para poder encontrar la mejor fórmula de negociación, y encontrar las maneras
de poner de acuerdo a grupos de interés, personas e instituciones en la
consecución de lo que ellos llaman el interés general.
Debido
a esta actitud, la clase política es la que mayormente se distingue por ser
corrupta, ladrona, mentirosa, acomodaticia y banal, al no tener ningún vínculo
con valores, examen de consciencia, honor, prudencia y estar desvinculados con
la verdad, en aras de un pragmatismo y de unos resultados, son los más
propensos a caer en error, a que los usen para fines innombrables, y que sean,
al final del camino, los que paguen los platos rotos de todos los desaguisados
en los asuntos de estado y públicos de una sociedad.
A los
venezolanos nos ha tocado vivir una circunstancia histórica excepcional,
absolutamente anormal, que habla mucho de un fracaso en nuestra educación y
formación ciudadana, quisimos jugar el juego democrático, sin tener el menor
idea de cómo se movían las fichas, ni cuáles eran las reglas, lo peor del
asunto, le dejamos todo el juego a una clase política compuesta en su mayor
parte de idiotas, de oportunistas y de corruptos.
Para
ponérselos más claro todavía, a los venezolanos nos ha tocado enfrentar al
mismísimo demonio, sin fe, sin preparación sobre lo que es bueno o malo, sin la
menor idea de lo que significa pudor, medida, o disciplina, sin capacidad de
reflexión, sin consciencia de lo que es responsabilidad por nuestros actos. Por
supuesto, como buenos venezolanos creíamos que nos las sabíamos todas, que
podíamos escabullirnos por cualquier huequito, y que como Tío Conejo, en
aquellos famosos cuentos de niños, podíamos burlarnos de Tío Tigre todo el
tiempo.
Pero
nos tocaron los chavistas, que también son venezolanos, pero clonados con
cubanos, chinos y rusos, y son malos a la enésima potencia, no son como el Tío
Tigre de la fábula del que pudiéramos escabullirnos y salir de su trampa gracias
a nuestra sagacidad, los chavistas son malvados, tienen pesuñas, cola
puntiaguda, cuernos en la cabeza y huelen a azufre, para derrotarlos hay que
tener entereza y una virtud a prueba de fuego.
Los
chavistas creen que la maldad absoluta es buena para sus fines, les encanta el
poder, el poder totalitario que no es poca cosa y que trata de convertirnos a
cada uno de nosotros en sus esclavos, nosotros en cambio, los venezolanos de a
pié, creemos que la bondad absoluta es la esencia de nuestro ser, somos absolutamente
sentimentales, poco racionales, compasivos y el resultado lo tenemos a la
vista, nos quedamos sin país y convertidos en esclavos de nuestra propia
ignorancia.
Todavía
existen millones de venezolanos que se tienen por incapaces de emitir un juicio
moral o una crítica ética por aquello de ¿Quién soy yo para juzgar? El que esté
libre de culpas que tire la primera piedra, ves la paja en el ojo ajeno pero no
la viga en el propio, y tantos otros memes de carácter bíblico o de pureza
crítica, cuando la verdad es, que todos nos la pasamos juzgando todo el tiempo,
todos tenemos una opinión sobre las actuaciones propias y la de los demás, por
el simple hecho de que es imposible no tenerlas.
Lo
que sucede es que como no tenemos una preparación ética, como fue de la
conveniencia de nuestra clase política que no tuviéramos ese tipo de educación,
eliminaron las clases de formación ciudadana de los pensum de estudio de las
escuelas, sus discursos estuvieron desligados de todo llamado a la responsabilidad
ciudadana y la participación en la política, para ser ellos, los partidos
políticos de masas los únicos gestores y actores en la política del país,
llamándonos solamente en las elecciones para solicitar nuestro voto.
La
mayor parte de nuestras opiniones morales son absolutamente egoístas, duras con
los demás pero leves con nosotros mismos, condenatorias con los extraños pero
solidarias con los amigos, permisivas con los débiles pero exigentes con los
fuertes, no hay equilibrio, la palabra equidad es simplemente obviada por no
saber qué significa, nuestra consciencia responde más a nuestros sentimientos
que a la razón, y el resultado es que siempre terminamos cediendo terreno,
declarándonos incapaces de tomar una posición y sostenerla, sacrificando
espacio y libertades antes que defender la verdad en que creemos y de la cual
somos parte, aunque para ser justos, muchas veces desconocemos esa verdad
porque jamás nos lo hemos preguntado.
Sócrates,
el filósofo griego, decía que una vida sin examen no valía la pena ser vivida
¿Qué quería decir con esta frase? Que un hombre o mujer para llevar una vida
digna y equilibrada debía someter sus acciones y pensamiento a constantes
revisiones, a conocer lo que pienso sobre el bien y el mal, sobre si soy o no
un ser libre, si tengo o no los conocimientos suficientes para ocupar un puesto
y hacerlo medianamente bien, si puedo hacer lo correcto aún cuando nadie me
esté viendo, si soy honesto conmigo mismo en mis acciones y pensamientos, o
sólo hago y pienso lo que a los otros les gusta.
Los
diablos del chavismo están muy claros, a ellos le gusta el oro y el dinero, la
vida buena pero sin trabajar, hacerle daño a los demás si eso implica una
ganancia material, cometer cualquier crimen si alguien no está de acuerdo con
ellos o los critica, torturan y asesinan a la gente que ellos creen les puede
hacer daño a ellos, o a sus fortunas mal habidas, desprecian al hombre honesto
y les encantan los depravados, viven para satisfacer sus más bajos instintos hasta
quedar saciados y al recuperarse, buscan más, porque es la única manera que
creen poder ser felices.
Para
llevar el tipo de vida, engañan a la gente, les fabrican fantasías y sus
discursos están llenos de mentiras y contradicciones, pero a ellos les importa
un pito, porque al que no le gusta, lo violan, al que los critique, lo meten
preso, y al que les diga que no pueden, lo desaparecen, pero si aceptas su
yugo, si te haces cómplice de sus crímenes, entonces te premian, te dan dinero,
comida, documentos de identidad, te permiten viajar, robar, violar la ley sin
consecuencias, si eres de ellos cuentas con la impunidad.
Para
poder hacer lo que hacen, los chavistas deben esclavizar a su prójimo, para
explotarlos, para que trabajen para ellos, para que los admiren, para
corromperlos, para utilizarlos como si fueran cosas, pero como a la mayoría de
la gente no les gusta que los utilicen como cosas, se rebelan y para los que se
rebelan, tienen unas ergástulas, unas oprobiosas cárceles, donde practican
cualquier cantidad de torturas y violaciones a la dignidad humana, pues les
encanta ver y saber que su poder es absoluto sobre el resto del país.
La
mayoría de los venezolanos vivíamos en una fantasía que llamábamos democracia,
en un mundo constitucional donde imperaba la legalidad, en un país socialista
donde todos éramos más o menos iguales, éramos gente chévere y vivíamos en el
país más bello del mundo, nos gustaban unas elecciones, pues eran un tipo de
fiesta donde la gente se reunía para aupar candidatos como si fueran reinas de
la belleza, poco importaba su discurso y sus ideas mientras nos asegurara que
todo iba a seguir igual, trabajar lo menos posible cobrando la más que se
pueda, somos unos consumidores natos, no nos gusta leer pero si ver mucha
televisión, comunicarnos por Guasop y
tener el último celular en nuestro bolsillo
Volamos
como mariposas y creemos que tenemos el piquete de una abeja, nos gustan los
derechos pero le sacamos el cuerpo a las obligaciones, siempre esperamos a que
alguien haga lo que debemos hacer nosotros, nuestra fe en los líderes es ciega,
y cuando los chavistas le caen a palos o les roban las elecciones, esperamos
que nuestros candidatos se batan en la arena hasta morir, y nosotros desde las
gradas, dispuestos siempre a levantar el pulgar para que los dejen vivir.
No es
extraño entonces el llamado de políticos pragmáticos y oportunistas al diálogo
con los energúmenos chavistas, que estén dispuestos a negociar en sus términos,
que reciban dinero de la corrupción, que le pidan al pueblo que se inscriban en
el carnet de la patria, que reciban las cajas CLAP, que renuncien a su deber de
luchar en contra del opresor, que sean pacifistas, que pongan la otra mejilla,
que perdonen a los diablos del chavismo y se revuelquen en la cama con ellos porque
es lo que hubiera querido Bolívar.
Nos
faltó fibra moral, nunca nos dieron directrices éticas y ahora estamos pagando
nuestros errores, y en medio de esta desolación no es extraño ver todavía a la
gente preguntando qué debe hacer, buscando líderes que les arregle el desastre
de sus vidas, buscando salvadores que no vienen, hay gente que se niega a
aprender la lección, que es lo único que nos va a quedar de esta terrible
experiencia, ningún idiota moral puede ocupar un cargo de gobierno, ningún político
corrupto es digno de nuestra confianza, y que cuando cometemos un error debemos
hacernos responsables de sus consecuencias y tratar de repararlo. -
saulgodoy@gmail.com
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