Cuando comunidades completas van
a la Guerra- Grandes grupos de gentes, especialmente gente civilizada- la razón
se encuentra en alguna causa política, y la ocasión siempre se debe a algún
objetivo político. La guerra por tanto es un acto político. Lo político…
permeará en toda la operación militar, y, a pesar de su naturaleza violenta, la
influenciará. La guerra no es solamente un acto político pero el verdadero
instrumento de la política, una continuación de las relaciones políticas pero
por otros medios. El objetivo político es la meta a alcanzar y ningún recurso
puede ser considerado ajeno a este propósito.
Carl von Clausewitz, Sobre la Guerra.
Cuando
se contempla una intervención militar, cualquiera que sea el caso, local,
regional o global, bien sea por eliminar peligros dentro de una nación,
amenazas entre países, o en una conflagración internacional entre grandes
fuerzas y movilizaciones, llegar a esa decisión tiene que ser una acción muy
bien pensada o desesperada, en el sentido que ya otras soluciones pacíficas al
conflicto se deben haber agotado.
Cuando
la política debe asumir su más descarnado uso del poder, cuando la diplomacia y
las negociaciones han fracasado, cuando el enemigo prosigue en su ruta hacia un
enfrentamiento negándose a cambiar su proceder o insistiendo en engañar, mentir
y prometer medidas que sólo le dan la ventaja en lograr sus objetivos, la carta
militar suele ser la definitiva.
El
gran filósofo chino Confucio predicaba su ideal sobre los gobernantes para la
paz, decía: “El hombre superior, elevado
en los clásicos como el producto de la educación disciplinada, debe obtener sus
fines sin violencia… Para el Emperador, el recurrir a la violencia es una
admisión de que su conducta como sabio, empeñado en el arte de gobernar, ha
fracasado. El que haya recurrido a la guerra (wu) ha admitido su fracazo en
obtener la paz (wen). Consecuentemente debe utilizarla como último recurso, y
requerirá justificación ante la posteridad y la historia”.
Una
vez decidida la opción militar, aún siendo la victoria rápida, contundente y
con pocas bajas, habrá personas muertas, propiedades destruidas, orgullos
golpeados, prisioneros y procesos de justicia, reconstrucción, reconciliación,
y amargos agravios.
El
conflicto militar siempre ha sido visto como una solución heroica a una
confrontación insalvable, algo así como amputarle al hombre un miembro para
poder salvarle la vida, no sólo es costosa y peligrosa, sino que trae sus
secuelas indeseables.
La
mayor parte de los líderes sensatos rehúyen de barajarla como posible solución
a los conflictos, muchos ni siquiera la mencionan, al menos que… y aquí, pienso
que se trata del proceso de decisión más difícil en el mundo de la política, se
sopesen los pros y los contras, y prive la sobrevivencia, la paz y la cordura.
Este
proceso de análisis consiste fundamentalmente en balance de costos y ganancias,
empezando porque nadie se mete en un conflicto armado, al menos que esté seguro
de poder ganarlo, pero si se tiene la fuerza, la preparación, el apoyo y la capacidad
para una victoria fulminante, la posibilidad que da la opción militar se hace
atractiva debido, entre otras cosas, porque tiende a ser definitiva.
Es
sumamente enojoso y perturbador tener una amenaza latente y viva respirando
sobre nuestro cuello, puede que no nos perjudique de manera notable pero nos
impide llevar una vida normal, nos desgasta, perjudica nuestras relaciones con
los demás, y solamente estar atento a su desarrollo, implica una cantidad de
recursos y esfuerzo que pudiéramos ocuparlo en otros asuntos, sobre todo el de
nuestro desarrollo y poder competir para tener una mejor productividad.
Si la
amenaza es contenida o desaparece, entonces las oportunidades de tener mejores
relaciones con otros pueblos y vecinos se incrementa, y más todavía, cuando hay
un elemento liberador en la fórmula, es decir, si el enemigo los es también de
su propio pueblo y la acción militar también ayuda a otras naciones a ser
libres y vivir sin temor.
Un
régimen de oprobio, que tortura , asesina y encarcela a sus connacionales, que
viola sistemáticamente la ley interna de esa nación, que se burla del orden
internacional, que su sistema económico no reconoce la propiedad privada, que
destruye su propio tejido industrial, comercial y de consumo por medio de expropiaciones,
controles de precios, controles de cambio, con una política financiera y
monetaria de circo, inventando monedas, produciendo dinero sin respaldo,
obligando a los productores a vender a perdida solo para complacer sus metas
políticas, no es solamente un ente perturbador en la región sino que se está
convirtiendo en una pesada carga para la comunidad de naciones vecinas.
No
contento con esto imaginemos que un gobierno de esta naturaleza, despótico y
violador de los derechos humanos, deteriore la calidad de vida de su propio
país al punto que obliga a una buena parte de su población a huir a otros
países para poder sobrevivir, para poder encontrar los elementos básicos de la
subsistencia como es la comida, las medicinas y los servicios básicos (luz, agua,
seguridad, educación, seguridad jurídica) y hace esto, justo en el momento en
que sus vecinos tratan por todos los medios posibles de atraer inversiones,
consolidar sus economías en la región y en el mundo, de mejorar las condiciones
sanitarias en el área para que no existan peligros epidemiológicos o
contaminaciones, y ese país hipotético lo que hace es fomentar el contagio de
enfermedades peligrosas e incrementar los riesgos de desastres ecológicos.
Visto
desde afuera pudiera parecer como los efectos de un gobierno irresponsable y
errático, de un poder sin brújula y de un torpe desempeño, pero visto desde
adentro, desde las entrañas del monstruo, aparece la mala intención, el
objetivo de perjudicar a la región y países vecinos, se descubre la intención
dolosa de causar daño y hacer de ese abuso de poder interno, un arma para
debilitar a otros países y llevar el caos y el horror hasta sus propios
territorios.
Porque
hay ideologías y países que solo pueden vivir del conflicto y del dominio,
exportan sus conflictos a otros lugares para crear el ambiente propicio para
revoluciones y cambios violentos, preparan el terreno alimentando la subversión
y desestabilizan extensos territorios y poblaciones para luego hacerse con el
poder y reinar entre las ruinas.
Cuando
se detecta un foco de este tipo hay que acabarlo lo más pronto posible para que
no haya peligro de propagación y contagio, porque si se permite que viva y
realice su labor de destrucción, penetrará inevitablemente en las
instituciones, en la política y lo más probable es que se haga con el poder y
destruya a esa nación desde adentro.
Cuando
esto es así, se hace necesario cortar por lo sano y detener la gangrena, si por
escrúpulos o principios el gobernante es débil, si a pesar de la evidencia que
el peligro es inminente y real los líderes no toman la decisión correcta, y le
dan largas al asunto, pretendiendo resolver el conflicto por medios civilizados
y legales, simplemente están cavando su propia tumba, hay ideologías y
gobiernos con los que son imposible convivir.
En el
momento en que se llega a esa encrucijada, el momento más propicio para atacar
y vencer al enemigo es cuando el pueblo no apoya al gobierno, cuando el pueblo oprimido
es víctima de sus abusos y mentiras, cuando los nacionales de ese país son
explotados inmisericordemente para mantener a la élite tiránica viviendo entre
privilegios, lujos y grandes fastos, cuando los ciudadanos son humillados y
atropellados.
Imaginemos
que este supuesto transgresor convierta su territorio en asilo y guarida para
todo tipo de mafia criminal, de terroristas, de guerrillas y subversión, de
lacras sociales de toda calaña, sobre todo de comunistas y radicales violentos,
que su gobierno mienta, no ocasionalmente, sino que tenga por política de
estado el engaño y la desinformación, el insulto, y una vocación por
victimizarse, aún cuando es el agresor y haga de la agresión un negocio.
Consideremos
que se trate de un gobierno que pida respeto, que haga valer su derecho a ser
soberano, que constantemente esté predicando la no intervención en los asuntos
internos de ese país, pero se complace en apoyar candidaturas en otros países,
financiarlas, en auxiliar a partidos que son afines con sus propósitos de
desestabilización, cómplices de su ideología totalitarista, que compre
periodistas y políticos para que lo defiendan, que le proporcione armas,
sustento y dinero a las fuerzas subversivas que operan en la región, y alegue
la soberanía y la libre determinación de los pueblos como excusa para seguir
abusando.
Pensemos
que un país con estas características no está actuando solo, sino sustentado
por una red de apoyos internacionales, de gobiernos revolucionarios, de
dictaduras, de organizaciones estructuradas para rendir continentes completos
en el caos, y así aprovechar el momento para avanzar en sus planes de
dominación mundiales.
Porque
en nuestra realidad del siglo XXI, todavía existen personas, programas e ideas
milenaristas, utopías que deben ser impuestas a sangre y fuego, doctrinas que
no soportan competencias y líderes que creen que los demás somos unos idiotas.
Pero debemos
traer a colación un importante elemento, estos grupos y naciones rapaces y
antidemocráticas, no hacen su trabajo a la luz y al descubierto, ocultan sus
verdaderas intenciones, se hacen pasar por gobiernos humanistas, se trata de
regímenes que se autocalifican de pacíficos aunque estén armados hasta los
dientes, y subrayo la palabra armado, supuestamente con sistemas de armas de
última generación otorgadas por sus secuaces internacionales, con unas fuerzas
armadas dispuestas a todo (aunque se estén muriendo de hambre y no cuenten con
los servicios básicos como la electricidad, ni su equipamiento esté en las
mejores condiciones de operatividad, y que no tengan ni logística).
Posiblemente
se trate de un país que está a punto de quedarse sin combustible y en quiebra
financiera, y que para colmo, sus
efectivos militares jamás en sus vidas hayan visto combate, excepto cuando
asesinan estudiantes desarmados en las calles, todo es parte de un bluf publicitario,
de una pose, pero que infligen un daño real y mesurable en la paz y el orden de
la región, y que si se les permite avanzar en su misión destructiva, van a
seguir penetrando e infiltrando los sectores sociales más vulnerables.
Lo
que si tienen, y allí radica el peligro, es que no cejan en sus propósitos de
subvertir el orden, su tarea es la de descomponer a la sociedad por medio de un
discurso violento, de odio de clases, de un resentimiento por injusticias
fantasiosas, por un discurso corrosivo que no respeta la naturaleza humana y
cuyo propósito final es arruinar a toda sociedad que sea libre y productiva.
Un
enemigo de esa naturaleza se nutre de tiempo, tiempo para maniobrar, para
acomodarse, para ganar adeptos, para crear confusión, para envenenar las mentes
de la juventud, y como los grandes movimientos terroristas, si no son
desarticulados en su momento, pueden mutar, desaparecer momentáneamente de la
escena y aparecer cuando menos se le espere; dejarlo activo es lo más
peligroso, hay que neutralizarlo, y de manera definitiva.
Para
lograr este propósito, sólo la opción militar es la más efectiva; se corta, se
cauteriza y se espera por una pronta recuperación del paciente, cualquier otra
vía, por más civilizada y de acuerdo a la justicia que sea, se corre un riesgo
muy grande, primero por que ganan el tiempo que quieren, segundo, porque no se
garantiza el resultado de un proceso judicial, tercero por que les gusta
manipular el derecho y los procesos judiciales mientras preparan una
contraofensiva.
Es
mucho más peligroso esperar y darles tiempo que tomarlos por sorpresa cuando
están más débiles, y creo que no hay mejor momento que cuando se sienten
triunfadores luego de abusar de sus ciudadanos de mayor edad, dejándolos en la
inopia para que mueran de desahucio, y se encuentren festejando que están
vaciando al país de opositores.
Una
medida de fuerza luego de décadas de opresión y complicidad con los enemigos de
las sociedades abiertas, pondrán una clara señal de alerta en la región, un
claro y contundente mensaje de que en estos lares no hay piedad para quienes quieren
hacer fiesta con la felicidad y la prosperidad de la gente que quiere trabajar
y que desea seguridad para sus familias, sus hogares y empresas.
La
opción militar puede que sea dura y difícil, pero bien realizada ahorra vidas,
recursos y tiempo que es algo que ninguno de nosotros tenemos para regalárselo
a ellos, a los enemigos de la humanidad.
- saulgodoy@gmail.com
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