martes, 4 de septiembre de 2018

La opción militar



Cuando comunidades completas van a la Guerra- Grandes grupos de gentes, especialmente gente civilizada- la razón se encuentra en alguna causa política, y la ocasión siempre se debe a algún objetivo político. La guerra por tanto es un acto político. Lo político… permeará en toda la operación militar, y, a pesar de su naturaleza violenta, la influenciará. La guerra no es solamente un acto político pero el verdadero instrumento de la política, una continuación de las relaciones políticas pero por otros medios. El objetivo político es la meta a alcanzar y ningún recurso puede ser considerado ajeno a este propósito.

 Carl von Clausewitz, Sobre la Guerra.

Cuando se contempla una intervención militar, cualquiera que sea el caso, local, regional o global, bien sea por eliminar peligros dentro de una nación, amenazas entre países, o en una conflagración internacional entre grandes fuerzas y movilizaciones, llegar a esa decisión tiene que ser una acción muy bien pensada o desesperada, en el sentido que ya otras soluciones pacíficas al conflicto se deben haber agotado.
Cuando la política debe asumir su más descarnado uso del poder, cuando la diplomacia y las negociaciones han fracasado, cuando el enemigo prosigue en su ruta hacia un enfrentamiento negándose a cambiar su proceder o insistiendo en engañar, mentir y prometer medidas que sólo le dan la ventaja en lograr sus objetivos, la carta militar suele ser la definitiva.
El gran filósofo chino Confucio predicaba su ideal sobre los gobernantes para la paz, decía: “El hombre superior, elevado en los clásicos como el producto de la educación disciplinada, debe obtener sus fines sin violencia… Para el Emperador, el recurrir a la violencia es una admisión de que su conducta como sabio, empeñado en el arte de gobernar, ha fracasado. El que haya recurrido a la guerra (wu) ha admitido su fracazo en obtener la paz (wen). Consecuentemente debe utilizarla como último recurso, y requerirá justificación ante la posteridad y la historia”.
Una vez decidida la opción militar, aún siendo la victoria rápida, contundente y con pocas bajas, habrá personas muertas, propiedades destruidas, orgullos golpeados, prisioneros y procesos de justicia, reconstrucción, reconciliación, y amargos agravios.
El conflicto militar siempre ha sido visto como una solución heroica a una confrontación insalvable, algo así como amputarle al hombre un miembro para poder salvarle la vida, no sólo es costosa y peligrosa, sino que trae sus secuelas indeseables.
La mayor parte de los líderes sensatos rehúyen de barajarla como posible solución a los conflictos, muchos ni siquiera la mencionan, al menos que… y aquí, pienso que se trata del proceso de decisión más difícil en el mundo de la política, se sopesen los pros y los contras, y prive la sobrevivencia, la paz y la cordura.
Este proceso de análisis consiste fundamentalmente en balance de costos y ganancias, empezando porque nadie se mete en un conflicto armado, al menos que esté seguro de poder ganarlo, pero si se tiene la fuerza, la preparación, el apoyo y la capacidad para una victoria fulminante, la posibilidad que da la opción militar se hace atractiva debido, entre otras cosas, porque tiende a ser definitiva.
Es sumamente enojoso y perturbador tener una amenaza latente y viva respirando sobre nuestro cuello, puede que no nos perjudique de manera notable pero nos impide llevar una vida normal, nos desgasta, perjudica nuestras relaciones con los demás, y solamente estar atento a su desarrollo, implica una cantidad de recursos y esfuerzo que pudiéramos ocuparlo en otros asuntos, sobre todo el de nuestro desarrollo y poder competir para tener una mejor productividad.
Si la amenaza es contenida o desaparece, entonces las oportunidades de tener mejores relaciones con otros pueblos y vecinos se incrementa, y más todavía, cuando hay un elemento liberador en la fórmula, es decir, si el enemigo los es también de su propio pueblo y la acción militar también ayuda a otras naciones a ser libres y vivir sin temor.
Un régimen de oprobio, que tortura , asesina y encarcela a sus connacionales, que viola sistemáticamente la ley interna de esa nación, que se burla del orden internacional, que su sistema económico no reconoce la propiedad privada, que destruye su propio tejido industrial, comercial y de consumo por medio de expropiaciones, controles de precios, controles de cambio, con una política financiera y monetaria de circo, inventando monedas, produciendo dinero sin respaldo, obligando a los productores a vender a perdida solo para complacer sus metas políticas, no es solamente un ente perturbador en la región sino que se está convirtiendo en una pesada carga para la comunidad de naciones vecinas.
No contento con esto imaginemos que un gobierno de esta naturaleza, despótico y violador de los derechos humanos, deteriore la calidad de vida de su propio país al punto que obliga a una buena parte de su población a huir a otros países para poder sobrevivir, para poder encontrar los elementos básicos de la subsistencia como es la comida, las medicinas y los servicios básicos (luz, agua, seguridad, educación, seguridad jurídica) y hace esto, justo en el momento en que sus vecinos tratan por todos los medios posibles de atraer inversiones, consolidar sus economías en la región y en el mundo, de mejorar las condiciones sanitarias en el área para que no existan peligros epidemiológicos o contaminaciones, y ese país hipotético lo que hace es fomentar el contagio de enfermedades peligrosas e incrementar los riesgos de desastres ecológicos.
Visto desde afuera pudiera parecer como los efectos de un gobierno irresponsable y errático, de un poder sin brújula y de un torpe desempeño, pero visto desde adentro, desde las entrañas del monstruo, aparece la mala intención, el objetivo de perjudicar a la región y países vecinos, se descubre la intención dolosa de causar daño y hacer de ese abuso de poder interno, un arma para debilitar a otros países y llevar el caos y el horror hasta sus propios territorios.
Porque hay ideologías y países que solo pueden vivir del conflicto y del dominio, exportan sus conflictos a otros lugares para crear el ambiente propicio para revoluciones y cambios violentos, preparan el terreno alimentando la subversión y desestabilizan extensos territorios y poblaciones para luego hacerse con el poder y reinar entre las ruinas.
Cuando se detecta un foco de este tipo hay que acabarlo lo más pronto posible para que no haya peligro de propagación y contagio, porque si se permite que viva y realice su labor de destrucción, penetrará inevitablemente en las instituciones, en la política y lo más probable es que se haga con el poder y destruya a esa nación desde adentro.
Cuando esto es así, se hace necesario cortar por lo sano y detener la gangrena, si por escrúpulos o principios el gobernante es débil, si a pesar de la evidencia que el peligro es inminente y real los líderes no toman la decisión correcta, y le dan largas al asunto, pretendiendo resolver el conflicto por medios civilizados y legales, simplemente están cavando su propia tumba, hay ideologías y gobiernos con los que son imposible convivir.
En el momento en que se llega a esa encrucijada, el momento más propicio para atacar y vencer al enemigo es cuando el pueblo no apoya al gobierno, cuando el pueblo oprimido es víctima de sus abusos y mentiras, cuando los nacionales de ese país son explotados inmisericordemente para mantener a la élite tiránica viviendo entre privilegios, lujos y grandes fastos, cuando los ciudadanos son humillados y atropellados.
Imaginemos que este supuesto transgresor convierta su territorio en asilo y guarida para todo tipo de mafia criminal, de terroristas, de guerrillas y subversión, de lacras sociales de toda calaña, sobre todo de comunistas y radicales violentos, que su gobierno mienta, no ocasionalmente, sino que tenga por política de estado el engaño y la desinformación, el insulto, y una vocación por victimizarse, aún cuando es el agresor y haga de la agresión un negocio.
Consideremos que se trate de un gobierno que pida respeto, que haga valer su derecho a ser soberano, que constantemente esté predicando la no intervención en los asuntos internos de ese país, pero se complace en apoyar candidaturas en otros países, financiarlas, en auxiliar a partidos que son afines con sus propósitos de desestabilización, cómplices de su ideología totalitarista, que compre periodistas y políticos para que lo defiendan, que le proporcione armas, sustento y dinero a las fuerzas subversivas que operan en la región, y alegue la soberanía y la libre determinación de los pueblos como excusa para seguir abusando.
Pensemos que un país con estas características no está actuando solo, sino sustentado por una red de apoyos internacionales, de gobiernos revolucionarios, de dictaduras, de organizaciones estructuradas para rendir continentes completos en el caos, y así aprovechar el momento para avanzar en sus planes de dominación mundiales.
Porque en nuestra realidad del siglo XXI, todavía existen personas, programas e ideas milenaristas, utopías que deben ser impuestas a sangre y fuego, doctrinas que no soportan competencias y líderes que creen que los demás somos unos idiotas.
Pero debemos traer a colación un importante elemento, estos grupos y naciones rapaces y antidemocráticas, no hacen su trabajo a la luz y al descubierto, ocultan sus verdaderas intenciones, se hacen pasar por gobiernos humanistas, se trata de regímenes que se autocalifican de pacíficos aunque estén armados hasta los dientes, y subrayo la palabra armado, supuestamente con sistemas de armas de última generación otorgadas por sus secuaces internacionales, con unas fuerzas armadas dispuestas a todo (aunque se estén muriendo de hambre y no cuenten con los servicios básicos como la  electricidad, ni su equipamiento esté en las mejores condiciones de operatividad, y que no tengan ni logística).
Posiblemente se trate de un país que está a punto de quedarse sin combustible y en quiebra financiera,  y que para colmo, sus efectivos militares jamás en sus vidas hayan visto combate, excepto cuando asesinan estudiantes desarmados en las calles, todo es parte de un bluf publicitario, de una pose, pero que infligen un daño real y mesurable en la paz y el orden de la región, y que si se les permite avanzar en su misión destructiva, van a seguir penetrando e infiltrando los sectores sociales más vulnerables.
Lo que si tienen, y allí radica el peligro, es que no cejan en sus propósitos de subvertir el orden, su tarea es la de descomponer a la sociedad por medio de un discurso violento, de odio de clases, de un resentimiento por injusticias fantasiosas, por un discurso corrosivo que no respeta la naturaleza humana y cuyo propósito final es arruinar a toda sociedad que sea libre y productiva.
Un enemigo de esa naturaleza se nutre de tiempo, tiempo para maniobrar, para acomodarse, para ganar adeptos, para crear confusión, para envenenar las mentes de la juventud, y como los grandes movimientos terroristas, si no son desarticulados en su momento, pueden mutar, desaparecer momentáneamente de la escena y aparecer cuando menos se le espere; dejarlo activo es lo más peligroso, hay que neutralizarlo, y de manera definitiva.
Para lograr este propósito, sólo la opción militar es la más efectiva; se corta, se cauteriza y se espera por una pronta recuperación del paciente, cualquier otra vía, por más civilizada y de acuerdo a la justicia que sea, se corre un riesgo muy grande, primero por que ganan el tiempo que quieren, segundo, porque no se garantiza el resultado de un proceso judicial, tercero por que les gusta manipular el derecho y los procesos judiciales mientras preparan una contraofensiva.
Es mucho más peligroso esperar y darles tiempo que tomarlos por sorpresa cuando están más débiles, y creo que no hay mejor momento que cuando se sienten triunfadores luego de abusar de sus ciudadanos de mayor edad, dejándolos en la inopia para que mueran de desahucio, y se encuentren festejando que están vaciando al país de opositores.
Una medida de fuerza luego de décadas de opresión y complicidad con los enemigos de las sociedades abiertas, pondrán una clara señal de alerta en la región, un claro y contundente mensaje de que en estos lares no hay piedad para quienes quieren hacer fiesta con la felicidad y la prosperidad de la gente que quiere trabajar y que desea seguridad para sus familias, sus hogares y empresas.
La opción militar puede que sea dura y difícil, pero bien realizada ahorra vidas, recursos y tiempo que es algo que ninguno de nosotros tenemos para regalárselo a ellos, a los enemigos de la humanidad.   -   saulgodoy@gmail.com 




No hay comentarios:

Publicar un comentario