viernes, 7 de septiembre de 2018

Remember Munich





Lo que sucedió en las Olimpíadas de Múnich en aquel fatídico Setiembre de 1972, fue una tragedia de la que el mundo fue testigo por los medios de comunicación de manera global y al instante; este pasado 5 de septiembre se rememoró éste hecho, que vistió de luto al estado de Israel, y fue causa de bochorno y pena ajena para los cuerpos de seguridad alemanes del momento.
Se trata de uno de esos casos de estudios que utilizo en mis clases de contraterrorismo, cuando la política barata  e irresponsable se confunde con un operativo de seguridad, y los profesionales del área permiten, que sus planes y acciones sean manejadas por unos payazos, que lo que hacen es poner vidas en peligro y hacen que el prestigio de una nación quede en duda.
El contraterrorismo es un juego de ligas mayores en el campo de la seguridad y de la inteligencia principalmente por lo letal de sus componentes, los márgenes de maniobra en este tipo de situaciones son muy ajustados dada la naturaleza del perpetrador, casi todos los escenarios del terrorismo son inesperados, planificados al detalle, con gran número de víctimas, y con un fuerte componente suicida.
Para ilustrar este caso hice un apretado resumen de los hechos descritos en el libro Brothers in Blood, (1977) del escritor e investigador, Ovid Demaris
A las 4:30 de la madrugada un grupo de hombres escalaron la cerca de la Villa Olímpica y se dirigieron al edificio de apartamentos de la Connollystrasse 31, lugar asignado al equipo olímpico de Israel, estaban armados con rifles de asalto AK-47, en una rápida y violenta operación mataron a dos atletas y capturaron a otros nueve, otros diez atletas tuvieron la fortuna de escapar tan pronto se produjo el tiroteo.
Las acciones tomaron por sorpresa al gobierno alemán, a pesar del clima de inseguridad que se vivía en Europa, apenas hacía tres meses que se había producido la masacre en el aeropuerto de Lod, por parte del Ejército Rojo Japonés, los encargados de la seguridad del equipo israelita habían detectado fallas graves en la seguridad de las instalaciones olímpicas y había reclamado ante las autoridades, pero estas estaban más comprometidas con los resultados mediáticos y de propaganda del evento y no hicieron caso a los señalamientos puntuales que les hicieron.
Los alemanes querían usar las Olimpíadas como un evento mundial de relaciones públicas (las últimas olimpíadas en Alemania habían sido los Juegos de Berlín, en 1936, que Hitler usó para fines propagandísticos de los Nazis) y en esta oportunidad, bajo el lema "los Juegos de la Paz y la Alegría", querían dar una imagen renovada y positiva de la nueva Alemania.
Expresamente, las medidas de seguridad se redujeron a un mínimo. No habría perros policías en las calles, ni vehículos blindados, ni ametralladoras, ni cercas de púas en lugares públicos, la presencia de uniformados se redujo a lo necesario y siempre en plan de relaciones públicas.
Por su parte, los árabes integrantes del grupo que se conocería como "Septiembre Negro", actuaban con toda la intención de venganza, se habían preparado con antelación. Cinco de ellos empezaron su viaje en Trípoli y se dirigieron hacia Escandinavia para entrarle a Múnich desde el norte. Los otros tres ya estaba basados en Múnich desde hacía algún tiempo, uno de ellos había trabajado como arquitecto en la planificación de la Villa Olímpica y los otros dos se emplearon como asistentes en la cocina de los juegos.
Múnich, para ese momento tenía de visita a los medios de comunicación masiva más importantes del mundo, periodistas internacionales, cámaras de televisión de los cinco continentes, era el escenario ideal para un golpe terrorista.
Los terroristas entregaron un manifiesto que decía: "No le hará ningún daño a las juventudes del mundo conocer de nuestras pretensiones aunque sea por unas pocas horas. Nosotros le pedimos que conozcan que existe un pueblo con una causa desde hace 24 años. Nosotros no estamos en contra de ninguna nación del mundo, pero entonces ¿porqué nuestra tierra ha sido ocupada por la bandera del extranjero?. ¿Por qué el resto del mundo está gozando de diversiones y entretenimientos, y mientras nosotros sufrimos porque nadie nos escucha? "
A las 7:00 am el edificio de la delegación israelí estaba acordonado por una fuerza de 500 policías, a mando de Manfred Schreiber Jefe de la Policía de Munich. El Canciller alemán Willy Brandt despachó a su Ministro del Interior Hans-Dietrich Genscher para coordinar las actividades con la policía bávara, a quienes correspondía por ley la responsabilidad de las decisiones. El Ministro del Exterior inmediatamente se puso en contacto con los diferentes países árabes para que ayudaran con las posibles negociaciones.
Ya el "Septiembre Negro" había hecho sus pedimentos: liberar a 200 prisioneros árabes de las cárceles israelitas, conjuntamente con el terrorista japonés Kozo Okamoto, del Ejército Rojo Japonés, y los terroristas alemanes Andreas Baader y Ulrike Meinhof, prisoneros en Frankfurt. Todos volarían hacia una capital de un país árabe que se escogería en el último momento, si algo fallaba los rehenes serían ajusticiados en el acto. Tenían hasta el mediodía para cumplir con las demandas.
En Israel la Primera Ministro Golda Meir había rechazado la idea de enviar comandos a Múnich, según la propuesta del Ministro de la Defensa Moshe Dayan, en cambio decidió enviar al jefe del Mossad, Zwi Zamir y le entregó al gobierno de Alemania sus tres directrices: 1) No habría ninguna negociación con "Septiembre Negro", un canje de prisioneros estaba fuera de la discusión. 2) Israel haría responsable al gobierno Alemán de las operaciones de rescate. 3) Israel no objetaría si Alemania ofrecía un salvo-conducto a los terroristas a un país árabe en intercambio por los rehenes, los cuales debían ser liberados antes de la salida de los terroristas. Bajo ninguna circunstancia debía permitirse que los árabes se llevaran a los rehenes de Alemania.
A las doce del mediodía una comisión negociadora logró hablar con el líder de los terroristas Mohammed Masalhad, un arquitecto libio y poligloto, quien les dio hasta la una de la tarde de plazo.
El Gobierno Alemán preparó una oferta a los terroristas, si liberaban a los rehenes la República Federal les pagaría un rescate, lo que ellos quisieran, sólo tenían que fijar la cantidad, y la garantía de llevarlos a salvo al lugar que ellos quisieran; para asegurar el trato, oficiales alemanes tomarían el lugar de los rehenes como garantía de que se les permitiría salir del país. Los terroristas rechazaron la oferta y extendieron el plazo de la liberación de los prisioneros hasta las tres de la tarde, Mohammed expresó de manera lapidaria: "Nosotros sabemos que los israelitas jamás liberarán esos prisioneros, por lo que estos rehenes ya están muertos."
En Israel, Golda Meir defendía su dura posición diciendo: "Un gobierno honorable no puede permitir que los rehenes sean empacados vía área como animales hacia un destino desconocido, este gobierno es responsable por las vidas de esa gente."
Mohammed accedió a una nueva prórroga ante la insistente negociación de Genscher, que le mentía diciendo que los israelitas estaban revisando las listas de prisioneros y tomaba un tiempo localizarlos en las cárceles. El plazo se corrió hasta las cinco, y sería el último "No permitiremos que nos agoten, no dormimos la pasada noche y conocemos nuestros límites. Haremos nuestro trabajo hoy. Al momento de expirar el plazo empezaremos a ejecutar a los rehenes."
A todas estas, los juegos continuaron ante la indignación del gobierno de Israel, pero ya con el ultimátum  por cumplirse el Comité Olímpico decidió suspender los juegos por 24 horas.
El Comité de Crisis, el Kisenstab, al agotar todas sus instancias negociadoras se preparó para el enfrentamiento.  Quince policías voluntarios ocuparon posiciones de asalto en el edificio, algunos de ellos con notable sobrepeso y fuera de entrenamiento. Cuando el comité negociador se aproximó, al filo de las cinco, para tratar de conseguir un nuevo plazo, fueron sorprendidos con una nueva propuesta de los terroristas.
Mohammed quería un avión para que su comando y los rehenes pudieran viajar al Cairo, en caso contrario matarían a los prisioneros y tomarían otros, a Genscher se le permitió constatar el buen estado de los prisioneros; cuando les preguntó si estarían dispuestos a viajar al Cairo le contestaron que sí, creyendo que su gobierno iba adelante con el intercambio de prisioneros.
Cuando el Jefe del Mossad llegó finalmente a Múnich a las 7:00 de la noche, le presentaron el plan de rescate. Habría tres grupos de francotiradores para emboscar a los terroristas, en tres diferentes sitios de la ruta de Connollystrase hasta la Base Aérea militar de Fürstenfeldbruck a las afueras de Múnich.
Willy Brandt conversó telefónicamente con la señora Meir sobre la posibilidad de que los prisioneros volaran al Cairo, ella aceptó en principio siempre y cuando tuviera seguridades del gobierno de Egipto de que los rehenes serían liberados al tocar suelo en El Cairo. Brandt trató de conversar con el presidente Sadat, pero no pudo; en su lugar habló con el Canciller de Egipto, quien le comunicó que era un asunto delicado en el que el gobierno no quería involucrarse.
El primer equipo de francotiradores estaba apostado alrededor del edificio de apartamentos en la Villa; a las 10:00 de la noche llegó un autobús del ejército alemán, el grupo salió, estaban todos atados y en un compacto grupo de terroristas y rehenes, los cinco policías no tuvieron la menor posibilidad de hacer sus disparos.
En uno de los extremos de la Villa Olímpica los terroristas fueron recogidos por dos helicópteros Bell Huey pertenecientes a la Guardia de Fronteras; un tercer helicóptero, con el grupo negociador, los acompañaba; el segundo equipo de francotiradores, apostados cerca de los helicópteros tampoco pudo abrir fuego.
A las 10:30 pm llegaron a la base aérea; el grupo negociador se apostó en la torre de control, los helicópteros con los terroristas y los rehenes quedaron a unos 30 metros de la torre de control en un área bien iluminada. Antes de que las naves se detuvieran Mohammed saltó y con su fusil de asalto se dirigió al avión de Lufthansa 727 que estaba a unos 90 metros a la derecha de los helicópteros, otros dos terroristas saltaron de cada uno de los dos helicópteros que tenían a los rehenes y obligaron a la tripulación a bajar, Mohammed había prometido no tomar como rehenes a la tripulación; mintió.
Mohammed entró al avión mientras un compañero hacía guardia, el avión estaba frío, sin acondicionamiento para ningún vuelo, no había ni siquiera la tripulación para llevarlos; al Jefe de la Policía de Múnich sólo le quedaban cinco francotiradores que habían sido colocados de manera de que dispararan en fuego cruzado contra sus blancos. Tres estaban en el techo de la torre de control y dos acostados en la pista detrás de los helicópteros. La orden fue disparar contra el mayor número de blancos en la mira.
A las 10:44 de esa noche, el líder de los francotiradores tuvo a Mohammed en la mira mientras volvía  de regreso a los helicópteros, disparó y falló. Los otros tiradores abrieron fuego, los dos árabes que estaban fuera de los helicópteros cayeron muertos. El compañero de Mohammed cayó muerto en la segunda ronda de disparos, Mohammed se ocultó detrás de uno de los helicópteros y devolvió el fuego, los otros cuatro terroristas dentro de los helicópteros también dispararon.
La policía estaba en desventaja, los francotiradores disparaban con rifles de precisión de un sólo tiro por disparo y carga de cerrojo de palanca. Las ráfagas de los AK-47 de los terroristas destruyeron la radio de la torre y desactivaron el sistema eléctrico, las luces se apagaron.
Un policía de Múnich que salió del edificio para ver lo que pasaba, recibió un tiro en la cabeza; el intercambio de disparos duró seis minutos, los traductores árabes del grupo negociador les gritaban a los terroristas que se rindieran y estos respondían con más fuego.
A las 11:00 de la noche el gobierno alemán recibió la noticia de que la operación de rescate había procedido de acuerdo al plan; sin verificarla, el portavoz del gobierno la anunció al gobierno de Israel, éstos a los familiares de los rehenes; a la prensa se le informó que la operación de rescate había sido un éxito.
12:04 de la noche, uno de los terroristas lanzó una granada de mano en contra del segundo helicóptero, una explosión convirtió la nave en una bola de fuego. Los árabes salieron corriendo del helicóptero hacia la pista mientras camiones de bomberos y vehículos blindados se acercaban al lugar. Los terroristas les dispararon a los bomberos, quienes enfilaron sus camiones en contra de las figuras que se recortaban en la noche, querían atropellarlos.
Ya los tiradores de la policía habían herido a dos terroristas, que se rindieron, un tercero se había hecho el muerto sobre la pista, también fue hecho prisionero.  Mohammed había caído en la carrera.
Una autopsia reveló que todos los rehenes habían sido  asesinados por disparos de los terroristas al momento en que empezó la refriega.
El periodista Iton Gadol nos deja un comentario que resume las malas prácticas del grupo antiterrorista alemán que actuó en el evento, y que aún hoy en día es estudiado como ejemplo de una operación mal manejada y peor ejecutada:

Las groseras falencias del operativo también incluyeron: los francotiradores -que no eran tales y estaban mal equipados- no tenían sistema de radio para comunicarse con sus superiores ni entre sí, al punto que quedaron enfrentados y sólo de casualidad no se mataron entre ellos; muy tarde supieron que los captores eran bastante más de lo que se les había dicho; los helicópteros no habrían aterrizado como debían, ello explicaría por qué los tiradores en la pista quedaron desguarnecidos, incluso uno de ellos no habría disparado casi hasta el final, preocupado por protegerse de los disparos de propios y extraños; el comité de crisis tuvo más políticos que expertos; los policías que abandonaron el avión ni siquiera fueron sumariados, quizás a cambio de que no hablaran con la prensa.

El mundo no salía de su asombro cuando horas después se enteraron de la verdad, la crisis terrorista había estallado en las manos de las fuerzas de seguridad alemana, se demostró que no estaban preparados y que el manejo de la crisis había sido un fracaso.   -   saulgodoy@gmail.com




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