Lo
que sucedió en las Olimpíadas de Múnich en aquel fatídico Setiembre de 1972,
fue una tragedia de la que el mundo fue testigo por los medios de comunicación
de manera global y al instante; este pasado 5 de septiembre se rememoró éste
hecho, que vistió de luto al estado de Israel, y fue causa de bochorno y pena
ajena para los cuerpos de seguridad alemanes del momento.
Se
trata de uno de esos casos de estudios que utilizo en mis clases de
contraterrorismo, cuando la política barata e irresponsable se confunde con un operativo
de seguridad, y los profesionales del área permiten, que sus planes y acciones
sean manejadas por unos payazos, que lo que hacen es poner vidas en peligro y
hacen que el prestigio de una nación quede en duda.
El
contraterrorismo es un juego de ligas mayores en el campo de la seguridad y de
la inteligencia principalmente por lo letal de sus componentes, los márgenes de
maniobra en este tipo de situaciones son muy ajustados dada la naturaleza del
perpetrador, casi todos los escenarios del terrorismo son inesperados,
planificados al detalle, con gran número de víctimas, y con un fuerte
componente suicida.
Para
ilustrar este caso hice un apretado resumen de los hechos descritos en el libro
Brothers in Blood, (1977) del
escritor e investigador, Ovid Demaris
A
las 4:30 de la madrugada un grupo de hombres escalaron la cerca de la Villa
Olímpica y se dirigieron al edificio de apartamentos de la Connollystrasse 31,
lugar asignado al equipo olímpico de Israel, estaban armados con rifles de
asalto AK-47, en una rápida y violenta operación mataron a dos atletas y
capturaron a otros nueve, otros diez atletas tuvieron la fortuna de escapar tan
pronto se produjo el tiroteo.
Las
acciones tomaron por sorpresa al gobierno alemán, a pesar del clima de
inseguridad que se vivía en Europa, apenas hacía tres meses que se había
producido la masacre en el aeropuerto de Lod, por parte del Ejército Rojo
Japonés, los encargados de la seguridad del equipo israelita habían detectado
fallas graves en la seguridad de las instalaciones olímpicas y había reclamado
ante las autoridades, pero estas estaban más comprometidas con los resultados
mediáticos y de propaganda del evento y no hicieron caso a los señalamientos
puntuales que les hicieron.
Los
alemanes querían usar las Olimpíadas como un evento mundial de relaciones
públicas (las últimas olimpíadas en Alemania habían sido los Juegos de Berlín,
en 1936, que Hitler usó para fines propagandísticos de los Nazis) y en esta
oportunidad, bajo el lema "los Juegos de la Paz y la Alegría",
querían dar una imagen renovada y positiva de la nueva Alemania.
Expresamente,
las medidas de seguridad se redujeron a un mínimo. No habría perros policías en
las calles, ni vehículos blindados, ni ametralladoras, ni cercas de púas en
lugares públicos, la presencia de uniformados se redujo a lo necesario y
siempre en plan de relaciones públicas.
Por
su parte, los árabes integrantes del grupo que se conocería como
"Septiembre Negro", actuaban con toda la intención de venganza, se
habían preparado con antelación. Cinco de ellos empezaron su viaje en Trípoli y
se dirigieron hacia Escandinavia para entrarle a Múnich desde el norte. Los
otros tres ya estaba basados en Múnich desde hacía algún tiempo, uno de ellos
había trabajado como arquitecto en la planificación de la Villa Olímpica y los
otros dos se emplearon como asistentes en la cocina de los juegos.
Múnich,
para ese momento tenía de visita a los medios de comunicación masiva más
importantes del mundo, periodistas internacionales, cámaras de televisión de
los cinco continentes, era el escenario ideal para un golpe terrorista.
Los
terroristas entregaron un manifiesto que decía: "No le hará ningún daño a las juventudes del mundo conocer de
nuestras pretensiones aunque sea por unas pocas horas. Nosotros le pedimos que
conozcan que existe un pueblo con una causa desde hace 24 años. Nosotros no estamos
en contra de ninguna nación del mundo, pero entonces ¿porqué nuestra tierra ha
sido ocupada por la bandera del extranjero?. ¿Por qué el resto del mundo está
gozando de diversiones y entretenimientos, y mientras nosotros sufrimos porque
nadie nos escucha? "
A
las 7:00 am el edificio de la delegación israelí estaba acordonado por una
fuerza de 500 policías, a mando de Manfred Schreiber Jefe de la Policía de
Munich. El Canciller alemán Willy Brandt despachó a su Ministro del Interior
Hans-Dietrich Genscher para coordinar las actividades con la policía bávara, a
quienes correspondía por ley la responsabilidad de las decisiones. El Ministro
del Exterior inmediatamente se puso en contacto con los diferentes países
árabes para que ayudaran con las posibles negociaciones.
Ya
el "Septiembre Negro" había hecho sus pedimentos: liberar a 200
prisioneros árabes de las cárceles israelitas, conjuntamente con el terrorista
japonés Kozo Okamoto, del Ejército Rojo Japonés, y los terroristas alemanes
Andreas Baader y Ulrike Meinhof, prisoneros en Frankfurt. Todos volarían hacia
una capital de un país árabe que se escogería en el último momento, si algo
fallaba los rehenes serían ajusticiados en el acto. Tenían hasta el mediodía
para cumplir con las demandas.
En
Israel la Primera Ministro Golda Meir había rechazado la idea de enviar
comandos a Múnich, según la propuesta del Ministro de la Defensa Moshe Dayan,
en cambio decidió enviar al jefe del Mossad, Zwi Zamir y le entregó al gobierno
de Alemania sus tres directrices: 1) No habría ninguna negociación con
"Septiembre Negro", un canje de prisioneros estaba fuera de la
discusión. 2) Israel haría responsable al gobierno Alemán de las operaciones de
rescate. 3) Israel no objetaría si Alemania ofrecía un salvo-conducto a los
terroristas a un país árabe en intercambio por los rehenes, los cuales debían
ser liberados antes de la salida de los terroristas. Bajo ninguna circunstancia
debía permitirse que los árabes se llevaran a los rehenes de Alemania.
A
las doce del mediodía una comisión negociadora logró hablar con el líder de los
terroristas Mohammed Masalhad, un arquitecto libio y poligloto, quien les dio
hasta la una de la tarde de plazo.
El
Gobierno Alemán preparó una oferta a los terroristas, si liberaban a los
rehenes la República Federal les pagaría un rescate, lo que ellos quisieran, sólo
tenían que fijar la cantidad, y la garantía de llevarlos a salvo al lugar que
ellos quisieran; para asegurar el trato, oficiales alemanes tomarían el lugar
de los rehenes como garantía de que se les permitiría salir del país. Los
terroristas rechazaron la oferta y extendieron el plazo de la liberación de los
prisioneros hasta las tres de la tarde, Mohammed expresó de manera lapidaria: "Nosotros sabemos que los israelitas
jamás liberarán esos prisioneros, por lo que estos rehenes ya están
muertos."
En
Israel, Golda Meir defendía su dura posición diciendo: "Un gobierno honorable no puede permitir que los rehenes sean
empacados vía área como animales hacia un destino desconocido, este gobierno es
responsable por las vidas de esa gente."
Mohammed
accedió a una nueva prórroga ante la insistente negociación de Genscher, que le
mentía diciendo que los israelitas estaban revisando las listas de prisioneros
y tomaba un tiempo localizarlos en las cárceles. El plazo se corrió hasta las
cinco, y sería el último "No
permitiremos que nos agoten, no dormimos la pasada noche y conocemos nuestros
límites. Haremos nuestro trabajo hoy. Al momento de expirar el plazo
empezaremos a ejecutar a los rehenes."
A todas
estas, los juegos continuaron ante la indignación del gobierno de Israel, pero
ya con el ultimátum por cumplirse el Comité Olímpico decidió
suspender los juegos por 24 horas.
El
Comité de Crisis, el Kisenstab, al
agotar todas sus instancias negociadoras se preparó para el
enfrentamiento. Quince policías
voluntarios ocuparon posiciones de asalto en el edificio, algunos de ellos con
notable sobrepeso y fuera de entrenamiento. Cuando el comité negociador se
aproximó, al filo de las cinco, para tratar de conseguir un nuevo plazo, fueron
sorprendidos con una nueva propuesta de los terroristas.
Mohammed
quería un avión para que su comando y los rehenes pudieran viajar al Cairo, en
caso contrario matarían a los prisioneros y tomarían otros, a Genscher se le
permitió constatar el buen estado de los prisioneros; cuando les preguntó si
estarían dispuestos a viajar al Cairo le contestaron que sí, creyendo que su
gobierno iba adelante con el intercambio de prisioneros.
Cuando
el Jefe del Mossad llegó finalmente a Múnich a las 7:00 de la noche, le
presentaron el plan de rescate. Habría tres grupos de francotiradores para
emboscar a los terroristas, en tres diferentes sitios de la ruta de
Connollystrase hasta la Base Aérea militar de Fürstenfeldbruck a las afueras de
Múnich.
Willy
Brandt conversó telefónicamente con la señora Meir sobre la posibilidad de que
los prisioneros volaran al Cairo, ella aceptó en principio siempre y cuando
tuviera seguridades del gobierno de Egipto de que los rehenes serían liberados
al tocar suelo en El Cairo. Brandt trató de conversar con el presidente Sadat,
pero no pudo; en su lugar habló con el Canciller de Egipto, quien le comunicó
que era un asunto delicado en el que el gobierno no quería involucrarse.
El
primer equipo de francotiradores estaba apostado alrededor del edificio de
apartamentos en la Villa; a las 10:00 de la noche llegó un autobús del ejército
alemán, el grupo salió, estaban todos atados y en un compacto grupo de
terroristas y rehenes, los cinco policías no tuvieron la menor posibilidad de
hacer sus disparos.
En
uno de los extremos de la Villa Olímpica los terroristas fueron recogidos por
dos helicópteros Bell Huey pertenecientes a la Guardia de Fronteras; un tercer
helicóptero, con el grupo negociador, los acompañaba; el segundo equipo de
francotiradores, apostados cerca de los helicópteros tampoco pudo abrir fuego.
A
las 10:30 pm llegaron a la base aérea; el grupo negociador se apostó en la
torre de control, los helicópteros con los terroristas y los rehenes quedaron a
unos 30 metros de la torre de control en un área bien iluminada. Antes de que
las naves se detuvieran Mohammed saltó y con su fusil de asalto se dirigió al
avión de Lufthansa 727 que estaba a unos 90 metros a la derecha de los
helicópteros, otros dos terroristas saltaron de cada uno de los dos
helicópteros que tenían a los rehenes y obligaron a la tripulación a bajar,
Mohammed había prometido no tomar como rehenes a la tripulación; mintió.
Mohammed
entró al avión mientras un compañero hacía guardia, el avión estaba frío, sin
acondicionamiento para ningún vuelo, no había ni siquiera la tripulación para
llevarlos; al Jefe de la Policía de Múnich sólo le quedaban cinco
francotiradores que habían sido colocados de manera de que dispararan en fuego
cruzado contra sus blancos. Tres estaban en el techo de la torre de control y
dos acostados en la pista detrás de los helicópteros. La orden fue disparar
contra el mayor número de blancos en la mira.
A
las 10:44 de esa noche, el líder de los francotiradores tuvo a Mohammed en la
mira mientras volvía de regreso a los
helicópteros, disparó y falló. Los otros tiradores abrieron fuego, los dos
árabes que estaban fuera de los helicópteros cayeron muertos. El compañero de
Mohammed cayó muerto en la segunda ronda de disparos, Mohammed se ocultó detrás
de uno de los helicópteros y devolvió el fuego, los otros cuatro terroristas
dentro de los helicópteros también dispararon.
La
policía estaba en desventaja, los francotiradores disparaban con rifles de
precisión de un sólo tiro por disparo y carga de cerrojo de palanca. Las
ráfagas de los AK-47 de los terroristas destruyeron la radio de la torre y
desactivaron el sistema eléctrico, las luces se apagaron.
Un
policía de Múnich que salió del edificio para ver lo que pasaba, recibió un tiro
en la cabeza; el intercambio de disparos duró seis minutos, los traductores
árabes del grupo negociador les gritaban a los terroristas que se rindieran y
estos respondían con más fuego.
A
las 11:00 de la noche el gobierno alemán recibió la noticia de que la operación
de rescate había procedido de acuerdo al plan; sin verificarla, el portavoz del
gobierno la anunció al gobierno de Israel, éstos a los familiares de los
rehenes; a la prensa se le informó que la operación de rescate había sido un
éxito.
12:04
de la noche, uno de los terroristas lanzó una granada de mano en contra del
segundo helicóptero, una explosión convirtió la nave en una bola de fuego. Los
árabes salieron corriendo del helicóptero hacia la pista mientras camiones de
bomberos y vehículos blindados se acercaban al lugar. Los terroristas les
dispararon a los bomberos, quienes enfilaron sus camiones en contra de las
figuras que se recortaban en la noche, querían atropellarlos.
Ya
los tiradores de la policía habían herido a dos terroristas, que se rindieron,
un tercero se había hecho el muerto sobre la pista, también fue hecho
prisionero. Mohammed había caído en la
carrera.
Una
autopsia reveló que todos los rehenes habían sido asesinados por disparos de los terroristas al
momento en que empezó la refriega.
El
periodista Iton Gadol nos deja un
comentario que resume las malas prácticas del grupo antiterrorista alemán que
actuó en el evento, y que aún hoy en día es estudiado como ejemplo de una
operación mal manejada y peor ejecutada:
Las
groseras falencias del operativo también incluyeron: los francotiradores -que
no eran tales y estaban mal equipados- no tenían sistema de radio para
comunicarse con sus superiores ni entre sí, al punto que quedaron enfrentados y
sólo de casualidad no se mataron entre ellos; muy tarde supieron que los
captores eran bastante más de lo que se les había dicho; los helicópteros no
habrían aterrizado como debían, ello explicaría por qué los tiradores en la
pista quedaron desguarnecidos, incluso uno de ellos no habría disparado casi
hasta el final, preocupado por protegerse de los disparos de propios y
extraños; el comité de crisis tuvo más políticos que expertos; los policías que
abandonaron el avión ni siquiera fueron sumariados, quizás a cambio de que no
hablaran con la prensa.
El
mundo no salía de su asombro cuando horas después se enteraron de la verdad, la
crisis terrorista había estallado en las manos de las fuerzas de seguridad
alemana, se demostró que no estaban preparados y que el manejo de la crisis
había sido un fracaso. - saulgodoy@gmail.com
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