Me
sorprende la actitud de algunos analistas políticos que pretenden poner la
política por encima de la ética, como si para ellos la palabra moral fuera algo
accesorio al hecho de participar en elecciones al precio que sea, de obtener
resultados en la gestión pública sin importar si hacen bien o mal, de
justificar candidatos así tengan prontuarios criminales o de obtener
estadísticas de participación o victorias en comicios totalmente amañados, así
signifiquen perdidas de libertades y burlas a la democracia.
Para
ellos la política es el juego supremo en las relaciones humanas, la consecución
del poder y la posibilidad de ordenar la vida en sociedad no tiene parangón, ni
siquiera con la búsqueda de Dios o con las causas primeras del la vida y el
universo; están tan involucrados en los sistemas de ideologías, de formas de
gobierno, de políticas públicas, de predicciones a boca de urnas, de tendencias
y preferencias partidistas, composición de los circuitos electorales y el
fortalecimiento de una supuesta unidad, que ninguna otra cosa tiene valor o
preponderancia.
Este
tipo de animal político, quizás porque se gana la vida sirviéndoles a los
políticos, porque respira, come y duerme pensando sólo en política, en fórmulas
ganadoras en la carrera por cualquier oficina pública, en presupuestos para la
campaña y en los posibles cargos en el alto gobierno que pudieran ofrecerle por
un buen “arrime” al mingo, pretende que todos veamos el mundo según el color de
sus lentes y las ansias de su querencia.
Este
tipo de personas es sumamente pragmática, solo creen en resultados tangibles,
en resoluciones del CNE, en designaciones en Gaceta Oficial, en juramentos ante
el TSJ o ante una Asamblea Nacional, poco le importa que sean legítimos o en el
exilio, todo se resume a cuantas alcaldías, gobernaciones o si se llega a la
presidencia de la república, puede obtener una organización política en la puja
por el poder, la conexión tiene que ser con el cable vivo del poder, sin eso,
todo lo demás es una fantasía.
Estos
analistas políticos, casi todos ellos, tienen conflictos de intereses al
momento de opinar sobre una determinada “realidad” o situación política, esto
debido a que son políticos en ejercicio, pertenecen a alguna de las organizaciones
políticas que compiten en las contiendas electorales o están afiliados como
consultores a estos grupos, o tienen a sus candidatos como clientes a quienes
reportan con algún tipo de inteligencia para que tomen decisiones, ya los hemos
vistos en las fotografías con sus sonrisas de triunfo, siendo parte del
liderazgo de muchas de estas organizaciones, de modo, que la mayor parte de sus
apreciaciones son definitivamente poco objetivas, ya que están signadas por
perjuicios o tienen una direccionalidad interesada.
Hay
una posición adoptada por los llamados políticos realistas, que aseguran que la
ética no tiene nada que ver con la política, debido precisamente por la
naturaleza mundana, de necesidades colectivas e individuales, por los
conflictos entre grupos de interés y presiones de distintos círculos de poder
(nacionales e internacionales), un político eficaz no puede atender a los
imperativos éticos si quiere solucionar problemas en el “mundo real” pues
interrumpe su labor de conciliación y hasta pueden poner en peligro la búsqueda
de soluciones.
Pero
es indudable, que siempre que un político realista trata de justificar sus
políticas, porque si es responsable y democrático debe hacerlo,
irremediablemente cae en consideraciones de carácter ético, tratan de ignorarla
a priori, pero a posteriori siempre le son útiles los principios y valores que
justificaron su accionar.
Pero
teniendo los dos sombreros, los de analista y el de político, su versión de los
hechos no son los más fidedignos, tomando en cuenta su interés fundamental, que
existan elecciones, que haya votantes y que sus clientes, que son los partidos
políticos, compitan con oportunidad de lograr algún triunfo en la contienda,
para eso les pagan, o por lo menos, para eso les ofrecen un cargo en la nómina
del gobierno (municipal, estadal o nacional) si ganan los partidos a los que
están afiliados.
Pero
seamos realistas, Venezuela no es un país del primer mundo donde los analistas
políticos trabajan para las universidades, para Think Tanks privados, para grupos consultores y medios de
comunicación especializados en política, que les permite la añorada
objetividad, pero si el analista político es bueno, si tiene el olfato y la
perspectiva para avizorar un escenario o unos resultados, vale su opinión en
medio de tanta oscuridad y desinformación.
En
nuestro país, el principal empleador de los analistas políticos es el gobierno,
con sus manos metidas en el erario público es casi el único que tiene la
posibilidad de pagar los elevados costos de una columna de opinión, o de un
estudio estadístico y su análisis, o de sondeos, encuestas y proyecciones de
sesudos analistas que tratan por todos los medios de manipular la opinión
pública, porque de eso se trata, de influenciarla, de dirigirla, antes que de
informarla.
¿Qué
debe hacer un público crítico y que busque información con valor? Pues lo que
nos queda es coleccionar todos estos artículos de opinión y balancear las
posiciones de una buena parte de los analistas políticos, confrontarlas las
unas contra las otras, y hacer una síntesis, aplicar el método dialéctico,
porque todas esas opiniones, incluso las que buscan desinformar, tienen una
intención que puede ser descubierta por el ánimo y la manera como están
presentadas, y todas parten de una realidad que se quiere ocultar, deformar o
informar.
¿Quiere hacer política? Contrate
a un pistolero.
Por
ejemplo, un analista que me gusta leer mucho los fines de semana por lo ácido
de sus comentarios y la manera arrogante como se sitúa entre sus competidores,
manejándose como si fuera el dueño de la verdad, con giros mordaces e hirientes en contra de sus adversarios,
trata de presentarnos una realidad política inexistente en el país, nos habla de
una democracia que no se ve por ninguna parte, de un gobierno que es otra cosa
que una tiranía, de unas instituciones políticas, totalmente subyugadas y en
control del partido de gobierno, de una oposición debilitada e infiltrada por
el gobierno, de unas elecciones altamente manipuladas, de un electorado que le
perdió la fe al sistema existente, porque lo obliga a ser parte de un mega
fraude, y aún así, nos quiere vender la idea de que nuestro voto decide, de que
los muelles y resortes de las instituciones funcionan, y de que es posible
solucionar nuestros problemas participando con nuestro voto.
Nuestro
analista político de marras es definitivamente un socialista, sus ideales y
gustos, su visión del mundo tiene importantes conexiones con esa ideología, que
es básicamente la que el país ha vivido desde su independencia, con breves
intervalos de gobiernos conservadores, Venezuela ha sido un reducto de los
llamados liberales, o sea los socialistas de su época, que se presentaban como
emancipadores del pueblo y en contra de una monstruosa oligarquía de godos que
eran los enemigos del común.
Pero
en opinión de Carlos Rangel esta ilusión de que se reviste la izquierda
decimonónica , que se tratan de unos políticos innovadores y audaces, que
estaban creando la verdadera democracia en Venezuela, no era sino un canto de
sirenas, nos dice en su obra Del Buen
Salvaje al Buen Revolucionario (1976) recordando como los gobiernos
socialistas distaban mucho del ideal que vendían: “… a la vuelta de unos años, se habían convertido en evidente mentira,
y la omnipotente voluntad del gobernante de turno no solamente ahogaba
cualquier intento de autonomía regional, sino también toda manifestación de
vitalidad colectiva en cualquier otra actividad pública. La libertad de prensa
(que antes existía) había desaparecido y bastaba que cualquier opositor al
gobierno fuera bautizado como godo o reaccionario para que su vida y sus bienes
quedaran a merced del gobernante.”
Y
cita a continuación a Augusto Mijares, de quien toma su recuento de aquel
socialismo (liberalismo) originario: “El
sufragio había llegado a ser así mismo una farsa y hasta la propia Constitución
de la República era modificada o derogada, sin intervención alguna del pueblo…
La pena de muerte por delitos políticos, cuya abolición en las leyes se
proclamaba como una gran conquista del liberalismo (pasó a ser aplicada) en las
cárceles, sin juicio previo, discrecionalmente En las haciendas se pagaba con
fichas a los jornaleros, lo cual, en otra forma, los hacía tan esclavos como
antes… A pesar de estas realidades se seguía (y se ha seguido) voceando las
grandes conquistas de la revolución liberal; la Federación fue (y sigue siendo) equiparada con Dios en un lema
que debía usarse en todas las comunicaciones oficiales; y el pobre pueblo que
permanecía despotizado, ignorante, hambriento y plagado de enfermedades, se
decía que por fin había obtenido la igualdad. ”
El
pragmatismo entendido como oportunismo, no acepta la existencia de principios
absolutos, estos analista políticos no reconocen una realidad objetiva o una
verdad permanente, cualquier cosa, opinión o situación se convalida sólo si
obtiene el favor y el consenso de las masas, el cual es inestable y cambiante.
Para
estos profesionales de la política de fuerte tendencia negociadora y
electorera, si la subjetividad colectiva dice que hay que sacarse el carnet de
la patria, hay que hacerlo, si unos gobernadores electos por el voto opositor
se juramentan ante la Asamblea Comunal cubana, hay que aceptarlo, si vociferan
que hay que ir a votar, porque votar es la única manera de hacer política,
entonces ellos se encargan de manipular, de sembrar esa necesidad imperiosa en
la opinión pública, sin importar quién controla las instituciones y quien
cuenta los votos, entonces la verdad se impone y lo ideal para ellos, sería que
saliéramos todos, como borregos, a manifestar nuestra voluntad en unos comicios
cuyos resultados ya están arreglados para legitimar la tiranía.
Dice
Ayn Rand en su libro Capitalismo, el
ideal desconocido, que ninguna sociedad es mejor que el pensamiento
filosófico sobre la que está fundada, y si nuestro fundamento es la credulidad,
el voto automático y programado, la conducta del rebaño, entonces ya sabemos
cuál es el resultado.
Una
buena parte de nuestros analistas políticos, con honrosas excepciones, fueron
educados en los conceptos del gobierno por consenso, cuya fórmula mágica es el
“compromiso”, que no es otra cosa que el gobierno de bandas organizadas para la
toma del poder por cualquier medio, para así explotarlo a su favor.
En
economías mixtas como lo era la venezolana antes de que llegaran los chavistas
al poder, los partidos del stablishment pretendía tomar todas las variables que jugaban
en una economía mixta, incluyendo intereses privados y estadales, y por medio
de la fuerza bruta imponer un criterio desde el gobierno utilizando controles,
regulaciones, prohibiciones y alcabalas para dirigir no solo la planificación
centralizada, sino su desarrollo competitivo en los mercados internacionales,
era una forma de fascismo al que se acostumbró al país a los largos de 50 años,
pero que el chavismo lo profundiza con una oleada de estatizaciones,
nacionalizaciones e invasiones a predios e infraestructuras, acorralando al
sector privado, nacional e internacional, obligándolos a abandonar sus
actividades o entregárselas al estado, para que sea sólo el gobierno el dueño
absoluto de los medios de producción .
A
esos treinta años de supuesta democracia (por lo menos fue un período mucho más
democrático que lo que estamos viendo hoy), es lo que la señora Rand llamaba,
gobierno por consenso, donde los ciudadanos quedábamos excluidos de las
decisiones importantes excepto en las elecciones generales cuando los partidos
solicitaban nuestro voto ¿Qué fue en realidad el Pacto de Punto Fijo, sino una
negociación entre bandas organizadas para la toma del poder, repartiéndose los
turnos y los puestos del gobierno entre ellos, prescindiendo absolutamente de
los ciudadanos?
¿Éramos demócratas y no lo
sabíamos? O nunca lo fuimos.
A
pesar de lo que nos dicen algunos analistas políticos, los venezolanos hemos
vivido en una democracia chucuta, más que imperfecta fue una democracia de
organizaciones políticas no de ciudadanos, como individuos no hemos
participados en las decisiones claves para la vida del país, todo ha sido hecho
de manera delegada y consensuada, muchas veces a nuestras espaldas, incluso
aquellas decisiones que nos afectaban localmente, siempre fueron los partidos
quienes hablaban por nosotros, siempre fueron ellos los que nos confiscaban
nuestro derecho a ser parte de la conducción de la sociedad, eran ellos quienes
levantaban la mano y firmaban las leyes en nuestro nombre.
Esta
forma de entender y hacer democracia intramuros de los partidos políticos
Tenemos
ahora enfrente una nueva carnada que nos lanza el gobierno, otro anzuelo de
colores en las elecciones municipales, y los analistas políticos
colaboracionistas están locos porque piquemos y le demos trabajo, por ello es
que ahora denigran de la palabra dignidad y principios, saben que los
venezolanos hemos estado asimilando las lecciones de nuestras luchas por la
libertad y la verdadera democracia, y que si seguimos por la ruta de nuestra
oposición al totalitarismo, ellos no van a tener clientes.
Es mi
opinión que los venezolanos, por primera vez en nuestra historia estamos
experimentando con la verdadera política, estamos aprendiendo a jugar un juego
por nuestra cuenta, experimentando con acciones de calle, con las denuncias
sistematizadas de las organizaciones no gubernamentales en los foros
internacionales, con putshismo, con intentos fallidos de golpes, con tomas de
plazas, con vigilias enfrente de representaciones multilaterales, con trancas
de calles y avenidas, con guarimbas y cacerolazos , con huelgas, con marchas,
con boicots, con tomas simbólicas y reales, con manifiestos y cartas públicas,
con firmazos, con las denuncias (escrachin)
en redes sociales de colaboracionistas en el extranjero, y otras tantas formas
de lucha política no convencionales.
Son
todas manifestaciones políticas en contra del fascismo militarista, algunas
fueron muy efectivas en lograr la atención de la comunidad internacional, en
otras el precio pagado ha sido demasiado alto, pero sumadas van concretando una
salida, hubiera sido muy bueno si tuviéramos una dirigencia política a tono y
al frente de nuestra causa libertaria, pero como todo proceso de aprendizaje,
toma su tiempo, pero en su conjunto siguen siendo expresiones legítimas de
nuestra voluntad por restituir la república y el estado de derecho, y todavía
tenemos un camino que recorrer.
Pero
mucho hemos conseguido, el mundo ahora nos observa, ya no estamos solos, el
gobierno ha sido desnudado, y a pesar de
esos analistas políticos que nos recomiendan los métodos pacíficos,
constitucionales y democráticos, ¡oh sorpresa! como salir a votar en medio de
unas elecciones viciadas, y para volverle a entregar el poder a las bandas
organizadas de los partidos políticos tradicionales, el pueblo no se ha
doblegado y sigue en rebeldía, a eso lo llaman anti política.
Los
analistas políticos colaboracionistas, que promocionan la falsa esperanza de que
sólo el voto producirá un cambio de gobierno, aún cuando sabemos que el
gobierno de criminales que tenemos no tiene la menor intención de ceder un
ápice de su poder por vías pacíficas e institucionales, nos tildan de idiotas y
poco inteligentes porque nuestros argumentos son éticos.
Pues no
estamos de acuerdo con su concepto de realidad, la realidad de sus bolsillos e
intereses, de sus empresas y columnas de opinión que son sostenidas a la vera de
un camino, que nos ha costado sangre sudor y lágrimas, productode nuestra
rebelión en contra del yugo opresor.
Los
analistas sin ética, vacíos de toda regla moral, para los que todo vale,
siempre y cuando se trata de estar del lado del ganador, piensan que tienen algo parecido a una
patente de corso para manipular a la opinión pública, para hacernos conscientes
de nuestras debilidades, insuficiencias, ignorancia y creencias, y hacen todo
lo posible por llevarnos a jugar bajo sus normas, y su realidad.
La
política es un mundo complejo y dinámico, no hay fórmulas exitosas que puedan
ser aplicadas a maneras de recetas universales, la misma democracia es un
sistema de múltiples formas que se amolda a la idiosincrasia de cada pueblo o
nación, ninguna democracia es igual a otra, ningún camino a ella es parecido y
todos tienen sus particularidades.
Los
venezolanos estamos entrando en una etapa superior de la política, de
consciencia y participación ciudadana, y no debemos permitir que vendedores de
elíxires contra la calvicie nos embauquen en sus propuestas de partidos
socialistas de nuevo cuño, o salidas negociadas con mafias criminales, hay
otras maneras de hacer política, estamos apenas en la playa y en frente de un
inmenso océano de posibilidades. - saulgodoy@gmail.com
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