Es
una pregunta cuya respuesta ni los mismos chavistas pueden responder, creen en
tantas cosas, de distinta naturaleza,
están llenos de tantos memes y consignas, unas más superficiales que las
otras, que al final, es como si no creyeran en nada; ninguno de ellos, aun los
más racionales y mejor preparados, pueden alegar que son marxistas sin soltar
la carcajada, porque estoy seguro que el 99.9 % de los chavistas, no sabe que
es el marxismo leninismo, y la gente que está en los puestos directivos, todos,
sin excepción, son multimillonarios en divisas extranjeras, y llevan una vida
de ricos y famosos.
Y cuando digo que su tren de vida es la de un multimillonario, no hablo del multimillonario emprendedor, que dedica su vida a sus empresas, que invierte su dinero en investigaciones científicas arriesgadas o que realiza labores de altruistas para mejorar el mundo, no es un Branson tratando de hacer de los viajes al espacio un negocio lucrativo, ni un Gates dedicando su fortuna al mejoramiento de la educación en el mundo o un Musk apostando al transporte movido por energía limpia, ni siquiera es la vida de nuestros millonarios locales como un Mendoza empeñado en brindar una mejor alimentación a los venezolanos, o un Escotet que trata de sostener un sistema bancario moderno y eficiente para el país.
Y cuando digo que su tren de vida es la de un multimillonario, no hablo del multimillonario emprendedor, que dedica su vida a sus empresas, que invierte su dinero en investigaciones científicas arriesgadas o que realiza labores de altruistas para mejorar el mundo, no es un Branson tratando de hacer de los viajes al espacio un negocio lucrativo, ni un Gates dedicando su fortuna al mejoramiento de la educación en el mundo o un Musk apostando al transporte movido por energía limpia, ni siquiera es la vida de nuestros millonarios locales como un Mendoza empeñado en brindar una mejor alimentación a los venezolanos, o un Escotet que trata de sostener un sistema bancario moderno y eficiente para el país.
Esto
se explica por una razón fundamental, todas esas fortunas recién adquiridas por
los chavistas fueron producto del robo y la corrupción, a muchos no les ha dado
tiempo de legitimar esos capitales y se encuentran en plena operación de lavado
de esos activos, y dadas las circunstancias provocadas por las sanciones
internacionales en su contra, mover esas cantidades de dinero es un riesgo, de
modo que la mayoría, el 99.9 % de los multimillonarios chavistas solo se ocupan
de desarrollar una única actividad que les proporciona un gran placer son:
CONSUMISTAS.
Los
más proactivos compran a precio de gallina flaca industrias y comercios, les
encanta una televisora o un periódico, les gustan las entidades financieras por
aquello de que dinero llama a dinero, mueren por tiendas por departamentos, no
se pelan un centro gourmet o expendio de delicatesen, todo esto en las plazas
locales, los más arriesgados, utilizando abogados y testaferros mantienen
jugosos portafolios de inversiones en el exterior, pero es un negocio arrisgado
y muy vigilado.
Gastan
sus fortunas mal habidas en darse gustos caros, viajes (cuando podían),
inversiones inmuebles de alta gama (cuando podían), costosos vehículos, joyas,
ropa, licor, comida y vicios costosos, secos y húmedos, es la razón principal
de que muchos de ellos aparezcan tan gordos y otros padezcan de enfermedades
crónicas o terminales, la buena vida mata.
Para
estos chavistas multimillonarios en el tope de la cadena alimenticia, es
importante mantener viva la ilusión de aquella revolución primigenia que los
impulsó en esta aventura política, primero para poder justificarse, pero
principalmente para mantener a sus seguidores creyendo en algo y manteniendo la
fe en la revolución, o sea, en ellos.
De
allí esa elaborada trama del Comandante Eterno, de Hugo Rafael Chávez Frías, el
santo revolucionario que desbancó la creencia en Cristo Redentor, una figura
mesiánica que en vida hacía milagros y la multitud lo seguía, no sólo aquí, en
el mundo entero, aprovechaban las cumbres mundiales de los países y sus
reuniones para hacer anti-cumbres, con nuestro dinero y recursos.
Movilizaban
ríos enormes de gente y los metían en estadios o en parques y allí esperaban al
maravilloso hombre de la chequera petrolera para financiar escuelas,
urbanizaciones, autopistas, hospitales, centrales eléctricas… que con su sola
palabra podía hace que el gobierno de Venezuela comprara toda la producción
excedente de papas peruanas para llevárselas a Venezuela para que se pudrieran
en instalaciones militares, o quesos uruguayos para competir deslealmente con
la producción nacional, o barcos completos de reses en pie del Brasil, para que
se ahogaran en las riveras de nuestros ríos.
Y
aquel discurso !Hay, señores! aquel discurso, que movía la gente a las lágrimas
porque por fin los que no tenían voz, tenían a un campeón que si se las cantaba
claro a los países imperialistas, poderosos, explotadores y capitalistas, aquel
hombre zambo en sus elegantes fatigas militares chinas, y con todo el
despliegue de fanfarrias, luces, efectos especiales, cámaras y coros que le
daban la vuelta al mundo, con la bendición de Fidel Castro, con la cruz en la
mano, y el grito de la multitud al unísono de ¡Milagro, por fin, la Justicia
Social llevaba a los pobres al poder!
Para
hacerles la historia corta, aquella cantidad de sinsentidos, de retazos
ideológicos, de párrafos del Nuevo Testamento, de consignas de Nelson Mandela,
de arengas del Libertador Simón Bolívar y de notas de Gramsci, terminaron
convertidas en libros azules, rojos, biografías, panfletos, biopics, comics,
antologías de dichos y frases, discursos, planes de la patria y memorias… aquel
pastiche de ideas, a manera de un amuleto, constituyen el núcleo de la fe en
los que los chavistas creen, algunos hasta se memorizaron algunas fechas,
hechos y dichos para impresionar a los incautos… ¡Chávez, vive!
¿En
qué creen los populistas? En lo mismo que cree el chavismo, en el engaño, en el
crimen, en el abuso de poder, en echarle siempre la culpa al enemigo de todo lo
malo, en decirle al pueblo que la felicidad se encuentra a la vuelta de la
esquina, que ser rico es malo, que un mundo mejor los espera donde ellos, los
desposeídos, reinarán con el padre Chávez en la Tierra.
De
resto, se la pasa inventando, improvisando, destruyendo, desmontando,
quebrando, arruinando, robando y haciéndose ricos, para comprar cachivaches
costosos, yates, jets privados, limusinas, mansiones con caballerizas, mujeres
hinchadas de botox e implantes de
silicona, marcas costosas, y comiendo en los restaurantes más caros del mundo
sin resistir la tentación de enseñarlo todo por las redes sociales,
exhibiéndose, mientras el pueblo se muere de hambre y desahucio.
Quien
los ve no sabe diferenciarlos de aquellos nuevos ricos de la cuarta república,
amigos de los gobernantes de turno, que hicieron crecer fortunas instantáneas a
la vera de un buen arrime a alguno de los ministros de la democracia, creo que
la única diferencia fundamental radica, en que los revolucionarios tienen menos
vocabulario que los otros.
Cosa
extraña y contradictoria, Marx y Lenin, creían que la mayor parte del mundo
capitalista, se la pasaba en un permanente consumo conspicuo de símbolos de
estatus, por ejemplo ropa de marca o productos de diseñadores famosos, no como
el camarada Mao que se obligó a sí mismo y a su pueblo a vestir en pijamas,
todas iguales, o como el camarada Fidel que impuso entre los revolucionarios el
traje de campaña militar, el chavismo, por su parte, rompió con la tradición, es un desfile
permanente de moda, un poco maltrecho y con algunos fenómenos vistiendo y
oliendo aquellos afeites parisinos o newyorkinos, pero donde se aprecia el
poder adquisitivo de la nomenclatura.
Marx
y Lenin creían que las sociedades comunitaristas sería pobres, pero no sabría
que lo eran, pues no habría propiedad privada, y estaría impuesta una igualdad,
sería al contrario, una gente rica en términos de satisfacción humana, es
decir, no habría deseos insatisfechos, y no los habría porque la envidia y la
vanidad, que distinguen el capitalismo, no existiría.
El
comunismo erradicaría la propiedad privada que era la causa por las que las
personas se ocupaban más de ellas que del prójimos, la propiedad privada era la
razón de las guerras y de la competencia económica, esos sentimientos bajos,
que incitaban al consumo y a los excesos, serían erradicados en un estado
socialista.
Como
dije al principio, para los chavistas, la ignorancia sobre el comunismo es una
excusa que sólo se le puede permitir al buen revolucionario, sus estilos de
vida, sus, a veces, indecorosa falta de pudor, tacto y buen gusto, nada tiene
que ver con su “ethos” socialista, basta mandarle a los cubanos su impuesto
colonial para que estos pequeños pecadillos de forma, sean excusados por el
comunismo internacional, fue suficiente darles concesiones petroleras y dinero
para que fundaran al partido PODEMOS, para que los socialistas españoles, aún
más consumistas que sus pares venezolanos, excusaran esta ligera manera de ser,
y se convirtieran en los defensores número uno de los excesos chavistas, y
parece, que esta nueva forma de ser socialista, tan parecida al estilo “capitalista
salvaje”, se está convirtiendo en una tendencia mundial.
Quizás
nos estemos devanando los sesos sin motivo y lo que los chavistas creen, es
algo más sencillo, brutal y primitivo, que no acarrea elucubraciones
ideológicas, y es la tesis de que los chavistas son criminales natos, regidos
por el principio darwiniano de la sobrevivencia del más fuerte y violento, y
simplemente, se trate de unos predadores sin consciencia moral que únicamente
atienden a sus necesidades y pulsiones más básicas, y para auto-complacerse, no
reparan en el daño o sufrimiento que pudieran provocar, los cual explicaría la
destrucción que todavía llevan a cabo tratando de mantenerse en el poder.
Sea
la razón que sea, a ellos les gusta publicitarse como socialistas
revolucionarios, y a pesar de las grandes contradicciones que existen entre lo
que dicen y lo que hacen, que no critiquen, los “socialistas venezolanos” sí
saben hacer la revolución con estilo. – saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario