miércoles, 17 de octubre de 2018

¿En qué creen los chavistas?



Es una pregunta cuya respuesta ni los mismos chavistas pueden responder, creen en tantas cosas, de distinta naturaleza,  están llenos de tantos memes y consignas, unas más superficiales que las otras, que al final, es como si no creyeran en nada; ninguno de ellos, aun los más racionales y mejor preparados, pueden alegar que son marxistas sin soltar la carcajada, porque estoy seguro que el 99.9 % de los chavistas, no sabe que es el marxismo leninismo, y la gente que está en los puestos directivos, todos, sin excepción, son multimillonarios en divisas extranjeras, y llevan una vida de ricos y famosos.
Y cuando digo que su tren de vida es la de un multimillonario, no hablo del multimillonario emprendedor, que dedica su vida a sus empresas, que invierte su dinero en investigaciones científicas arriesgadas o que realiza labores de altruistas para mejorar el mundo, no es un Branson tratando de hacer de los viajes al espacio un negocio lucrativo, ni un Gates dedicando su fortuna al mejoramiento de la educación en el mundo o un Musk apostando al transporte movido por energía limpia, ni siquiera es la vida de nuestros millonarios locales como un Mendoza empeñado en brindar una mejor alimentación a los venezolanos, o un Escotet que trata de sostener un sistema bancario moderno y eficiente para el país.
Esto se explica por una razón fundamental, todas esas fortunas recién adquiridas por los chavistas fueron producto del robo y la corrupción, a muchos no les ha dado tiempo de legitimar esos capitales y se encuentran en plena operación de lavado de esos activos, y dadas las circunstancias provocadas por las sanciones internacionales en su contra, mover esas cantidades de dinero es un riesgo, de modo que la mayoría, el 99.9 % de los multimillonarios chavistas solo se ocupan de desarrollar una única actividad que les proporciona un gran placer son: CONSUMISTAS.
Los más proactivos compran a precio de gallina flaca industrias y comercios, les encanta una televisora o un periódico, les gustan las entidades financieras por aquello de que dinero llama a dinero, mueren por tiendas por departamentos, no se pelan un centro gourmet o expendio de delicatesen, todo esto en las plazas locales, los más arriesgados, utilizando abogados y testaferros mantienen jugosos portafolios de inversiones en el exterior, pero es un negocio arrisgado y muy vigilado.
Gastan sus fortunas mal habidas en darse gustos caros, viajes (cuando podían), inversiones inmuebles de alta gama (cuando podían), costosos vehículos, joyas, ropa, licor, comida y vicios costosos, secos y húmedos, es la razón principal de que muchos de ellos aparezcan tan gordos y otros padezcan de enfermedades crónicas o terminales, la buena vida mata.
Para estos chavistas multimillonarios en el tope de la cadena alimenticia, es importante mantener viva la ilusión de aquella revolución primigenia que los impulsó en esta aventura política, primero para poder justificarse, pero principalmente para mantener a sus seguidores creyendo en algo y manteniendo la fe en la revolución, o sea, en ellos.
De allí esa elaborada trama del Comandante Eterno, de Hugo Rafael Chávez Frías, el santo revolucionario que desbancó la creencia en Cristo Redentor, una figura mesiánica que en vida hacía milagros y la multitud lo seguía, no sólo aquí, en el mundo entero, aprovechaban las cumbres mundiales de los países y sus reuniones para hacer anti-cumbres, con nuestro dinero y recursos.
Movilizaban ríos enormes de gente y los metían en estadios o en parques y allí esperaban al maravilloso hombre de la chequera petrolera para financiar escuelas, urbanizaciones, autopistas, hospitales, centrales eléctricas… que con su sola palabra podía hace que el gobierno de Venezuela comprara toda la producción excedente de papas peruanas para llevárselas a Venezuela para que se pudrieran en instalaciones militares, o quesos uruguayos para competir deslealmente con la producción nacional, o barcos completos de reses en pie del Brasil, para que se ahogaran en las riveras de nuestros ríos.
Y aquel discurso !Hay, señores! aquel discurso, que movía la gente a las lágrimas porque por fin los que no tenían voz, tenían a un campeón que si se las cantaba claro a los países imperialistas, poderosos, explotadores y capitalistas, aquel hombre zambo en sus elegantes fatigas militares chinas, y con todo el despliegue de fanfarrias, luces, efectos especiales, cámaras y coros que le daban la vuelta al mundo, con la bendición de Fidel Castro, con la cruz en la mano, y el grito de la multitud al unísono de ¡Milagro, por fin, la Justicia Social llevaba a los pobres al poder!
Para hacerles la historia corta, aquella cantidad de sinsentidos, de retazos ideológicos, de párrafos del Nuevo Testamento, de consignas de Nelson Mandela, de arengas del Libertador Simón Bolívar y de notas de Gramsci, terminaron convertidas en libros azules, rojos, biografías, panfletos, biopics, comics, antologías de dichos y frases, discursos, planes de la patria y memorias… aquel pastiche de ideas, a manera de un amuleto, constituyen el núcleo de la fe en los que los chavistas creen, algunos hasta se memorizaron algunas fechas, hechos y dichos para impresionar a los incautos… ¡Chávez, vive!
¿En qué creen los populistas? En lo mismo que cree el chavismo, en el engaño, en el crimen, en el abuso de poder, en echarle siempre la culpa al enemigo de todo lo malo, en decirle al pueblo que la felicidad se encuentra a la vuelta de la esquina, que ser rico es malo, que un mundo mejor los espera donde ellos, los desposeídos, reinarán con el padre Chávez en la Tierra.
De resto, se la pasa inventando, improvisando, destruyendo, desmontando, quebrando, arruinando, robando y haciéndose ricos, para comprar cachivaches costosos, yates, jets privados, limusinas, mansiones con caballerizas, mujeres hinchadas de botox  e implantes de silicona, marcas costosas, y comiendo en los restaurantes más caros del mundo sin resistir la tentación de enseñarlo todo por las redes sociales, exhibiéndose, mientras el pueblo se muere de hambre  y desahucio.
Quien los ve no sabe diferenciarlos de aquellos nuevos ricos de la cuarta república, amigos de los gobernantes de turno, que hicieron crecer fortunas instantáneas a la vera de un buen arrime a alguno de los ministros de la democracia, creo que la única diferencia fundamental radica, en que los revolucionarios tienen menos vocabulario que los otros.
Cosa extraña y contradictoria, Marx y Lenin, creían que la mayor parte del mundo capitalista, se la pasaba en un permanente consumo conspicuo de símbolos de estatus, por ejemplo ropa de marca o productos de diseñadores famosos, no como el camarada Mao que se obligó a sí mismo y a su pueblo a vestir en pijamas, todas iguales, o como el camarada Fidel que impuso entre los revolucionarios el traje de campaña militar, el chavismo, por su parte,  rompió con la tradición, es un desfile permanente de moda, un poco maltrecho y con algunos fenómenos vistiendo y oliendo aquellos afeites parisinos o newyorkinos, pero donde se aprecia el poder adquisitivo de la nomenclatura.
Marx y Lenin creían que las sociedades comunitaristas sería pobres, pero no sabría que lo eran, pues no habría propiedad privada, y estaría impuesta una igualdad, sería al contrario, una gente rica en términos de satisfacción humana, es decir, no habría deseos insatisfechos, y no los habría porque la envidia y la vanidad, que distinguen el capitalismo, no existiría.
El comunismo erradicaría la propiedad privada que era la causa por las que las personas se ocupaban más de ellas que del prójimos, la propiedad privada era la razón de las guerras y de la competencia económica, esos sentimientos bajos, que incitaban al consumo y a los excesos, serían erradicados en un estado socialista.
Como dije al principio, para los chavistas, la ignorancia sobre el comunismo es una excusa que sólo se le puede permitir al buen revolucionario, sus estilos de vida, sus, a veces, indecorosa falta de pudor, tacto y buen gusto, nada tiene que ver con su “ethos” socialista, basta mandarle a los cubanos su impuesto colonial para que estos pequeños pecadillos de forma, sean excusados por el comunismo internacional, fue suficiente darles concesiones petroleras y dinero para que fundaran al partido PODEMOS, para que los socialistas españoles, aún más consumistas que sus pares venezolanos, excusaran esta ligera manera de ser, y se convirtieran en los defensores número uno de los excesos chavistas, y parece, que esta nueva forma de ser socialista, tan parecida al estilo “capitalista salvaje”, se está convirtiendo en una tendencia mundial.
Quizás nos estemos devanando los sesos sin motivo y lo que los chavistas creen, es algo más sencillo, brutal y primitivo, que no acarrea elucubraciones ideológicas, y es la tesis de que los chavistas son criminales natos, regidos por el principio darwiniano de la sobrevivencia del más fuerte y violento, y simplemente, se trate de unos predadores sin consciencia moral que únicamente atienden a sus necesidades y pulsiones más básicas, y para auto-complacerse, no reparan en el daño o sufrimiento que pudieran provocar, los cual explicaría la destrucción que todavía llevan a cabo tratando de mantenerse en el poder.
Sea la razón que sea, a ellos les gusta publicitarse como socialistas revolucionarios, y a pesar de las grandes contradicciones que existen entre lo que dicen y lo que hacen, que no critiquen, los “socialistas venezolanos” sí saben hacer la revolución con estilo.      saulgodoy@gmail.com







No hay comentarios:

Publicar un comentario