martes, 9 de octubre de 2018

La bestia anda suelta



El régimen de Maduro es como un animal salvaje que ha probado carne humana, en nuestro caso, esta cebado de vidas de venezolanos, ya le es imposible detenerse en la cacería de sus presas, son fáciles de capturar, sabe donde están y está acostumbrado a la débil defensa que le pone en la captura, ya hasta juegan con sus víctimas, les hacen creer que pueden escapar, para capturarlos de nuevo y atormentarlos hasta que les llega su hora.
La bestia de la que hablo es la que encarna el Socialismo del siglo XXI, que llegó a tener el poder de quitar y poner presidentes en la región, ante el beneplácito de sus alcahuetes y financistas, que hicieron fiesta cuando Hugo Chávez se hizo con el poder, prometiendo un mundo más justo e incluyente.
Pero mírennos ahora: ante la barbarie, lo único que nos queda es hablar y escribir, tratar de negociar con los predadores porque en este corto camino de democracia que hemos recorrido, nunca nadie nos enseñó cómo sobrevivir si éramos atacados por una manada de bichos asesinos y locos, de hecho, cultivamos a una clase social perversa y traidora como fueron nuestros militares, y a quienes arrojábamos gruesas tajadas de bistecs para entretenerlos, pero cuando les llegó el macho alfa, no aguantaron dos pedidas, he hicieron lo que habían aprendido encerrados en sus cuarteles, violar y asesinar gente indefensa y pacífica, a nosotros.
Ya le es imposible dejar de matar, están ahora en constante cacería, ya ni siquiera necesita tener hambre, lo hace por placer, por ver a sus víctimas caer ante su poder, oler su miedo, disfrutar su angustia y finalmente acallar sus gritos de dolor y terror, eso los estimula, les eleva su estima como depredadores, y más todavía, si sus presas son mujeres, como fue el caso de la enfermeras capturadas recientemente por protestar por mejores condiciones en sus trabajos, que no es otro que atender a los más necesitados brindándoles alivio a sus dolores y padecimiento, una de las acciones más cobardes que se han producido en nuestra historia patria.
Pero es algo que a nuestras bestias les encanta, atacar a mujeres jóvenes e indefensas a quienes violar y aterrorizar, como las decenas de jóvenes estudiantes capturadas durante las acciones de calle en protestas, en las famosas “guarimbas”, y entregadas a los esbirros de la Guardia Nacional para que se entretuvieran.
Ya ni siquiera miden sus acciones, nuestras bestias se han hecho más atrevidas porque saben que sus acciones no tienen castigo ni consecuencias, ya les importa poco si los ven asesinando, ya lo hacen por gusto, ni siquiera es por hambre, ni por avaricia de tener mayores botines, ni más territorio, actúan por el placer de matar, de acabar con un ciudadano, y luego otro, y otro… su idea es imponer el terror en la comarca, porque cuando no están matando, se echan al sol a descansar, se le ven las enormes barrigas, ahítos de carne.
Las nuevas generaciones de venezolanos no saben defenderse, por entender mal lo que era la democracia, se les olvidó como confrontar al enemigo, prefieren el pacifismo suicida a confrontar a la bestia con las armas; el contar con una provisión tan abundante de potenciales presas es parte del gusto que se dan tanto la directiva del PSUV como la del Estado Mayor de las FFAA, los mandantes de La Habana, le están enviando un mensaje al mundo, ellos son intocables, ellos son el futuro, y prevalecerán sobre la enferma civilización occidental, ya ni siquiera la carnicería conmueve el espíritu de los guerreros norteamericanos ni de los europeos, impávidos presencia la mortandad.
Pero todavía hay venezolanos que creen que podrán ser salvados por los cazadores expertos de tierras lejanas, conservan la esperanza de que la justicia y el honor significan todavía algo importante para algunas personas civilizadas, que ven con horror lo que nos está sucediendo, que les rechinan los dientes de coraje y desean acabar con aquella pesadilla, porque saben que si la toleran, si dejan que las bestias prosigan en aquella faena de sangre y vísceras expuestas al sol, otras bestias, en otros lados pueden sentirse tentadas a probar la carne humana, pudiera incluso pasar que sus propias bestias, las que habitan domesticadas en las ciudades y campos del mundo occidental, pudieran pensar que los guerreros perdieron el valor, o el instinto de sobrevivencia, o algo todavía más importante, la piedad.
El espectáculo deplorable y peligroso que se está dando en Venezuela trata de ser ignorado por muchos- no es asunto nuestro, ellos se lo buscaron- dirán, pero el horror es de tal magnitud que no salimos de ser noticia de primera página, las bestias no solo comen niños, ancianos, mujeres, jóvenes, periodistas, artistas, intelectuales, obreros… quiebran petro-estados, inundan los mercados de dinero sucio, se burlan del orden y la ley en el mundo, no respetan a nadie, porque su plan es quedar ellos como los amos del mundo, y se han confabulado con otras bestias, y ya en España se preparan para entrampar, primero a la familia real y luego al pueblo.
La mesa está servida en Bolivia, en Nicaragua, en Centroamérica, en México, en Cuba por supuesto, allí empezó todo, allí entrenan a los más violentos, allí enseñan como arruinar a los países con su socialismo trasnochado, por su intermedio actúan rusos y chinos para mantener a las bestias con hambre, prometiéndoles jugosos pedazos de carne humana, allí está el partido demócrata en los EEUU, que si no fuera por Donald Trump estuvieran hoy cultivando a sus depredadores y lanzándoselos a la gente, la gran diferencia es que los norteamericanos están armados y sí saben defenderse,  fue por esta elección que se evitó el desastre mundial de llevar al poder a un grupo de socialistas que le hacen el juego a los amos de las bestias, todavía hoy hay representantes de este grupo, diciéndonos que en los EEUU no hay ningún interés en detener la escabechina que estamos sufriendo, que no hay voluntad política…
Pero yo soy de los que creo que los EEUU y una buena parte de los países latinoamericanos entienden a cabalidad nuestra calamitosa situación, no tanto por el precio que ha pagado nuestra sociedad de confiarle nuestro gobierno a las bestias, sino mas bien, porque están sintiendo que ya la sangre y el hedor los salpica, que las enfermedades y epidemias pudieran esparcirse, porque notan que sus propias bestias se pasean nerviosas en sus jaulas y algunas que se han escapado han probado la carne de sus nacionales.
Nuestras bestias permitieron que abrevaran en nuestros ríos las alimañas del fundamentalismo del islam, las peligrosas fieras del narcotráfico, las insaciables hienas de la guerrilla castro-comunista, los machos alfa de Cuba que procrean y procrean, mas y mas bestias, y nadie los toca ni con un pétalo.
Lamentablemente tenemos a las bestias lujuriosas rondando por el Vaticano de quienes tenemos que salir antes de que le den la estocada final y corrompan definitivamente nuestra fuente espiritual, occidente no puede aceptar irse hacia la oscuridad de la muerte en silencio, sin dar la pelea en contra de estas alimañas, que no quieren ser desalojadas de nuestro mundo.
Confío en un hombre que se encuentra en Washington y que sabe mejor que nadie de los peligros que confronta el planeta, que por fortuna tiene simpatía por nuestra causa y sé que hará lo posible por ayudarnos, aunque es difícil saber cuánto más podremos aguantar, la gente que queda está huyendo despavorida ante la crueldad del bestiario alojado en nuestro país.
Ganó la presidencia de Brasil un hombre que no le teme a las bestias y que quiere acabar con ellas, en él también radica nuestra esperanza, admiro y reconozco en el valor de Luis Almagro en la OEA a un cazador de fieras de gran valentía, así como tenemos fe nuestros hermanos de Colombia, que han sufrido por tanto tiempo los destrozos de una manada irredenta de bichos furiosos.
¡Cazadores de bestias de todo el mundo, uníos! en Venezuela los están esperando retadores unos animales que lucirán muy bien como trofeos en sus bibliotecas (los estamos esperando las víctimas que quedamos, mientras tanto nos siguen dando de baja… apresúrense por favor).  -   saulgodoy@gmail.com





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