Ya
tengo como costumbre llevar conmigo un pequeño libro para leer mientras espero
en las largas colas para tomar el transporte público en la Venezuela
socialista, donde el 60% del parque automotor está fuera de servicio, y nos
obliga a los usuarios, a padecer una injusta pero igualitaria angustia para
poder llegar a nuestros destinos, con las pocas unidades que todavía operan en
Caracas.
En
esta oportunidad me leí el Ensayo Sobre
El Origen de Las Lenguas (1781, publicada póstumamente), de J.J. Rousseau,
una de sus obras menos conocidas pero que cada día gana mayor aceptación entre
lingüistas y antropólogos, sobre todo, luego que Jacques Derrida le dedicara el
tercer capítulo de su Gramatología
(1967) a criticarla.
El
ensayo es bien potable y de fácil digestión, indudablemente Jean-Jacques era un
hombre inteligente y muy bien informado para su época, y demás está decir, que
las comunicaciones era uno de los tópicos que más le interesaban, estuvo al
tanto de los principales estudios sobre la lingüística, conoció a sus más
insignes investigadores, sobre todo a egiptólogos que descifraban las
inscripciones en los templos, sus estudios sobre música y la fisiología de la
audición y el habla lo llevaron a desarrollar sus propias teorías sobre el
papel de la música en la cultura, su curiosidad era inmensa, tuvo contactos con
médicos que enseñaban el lenguaje por signos a personas mudas y maestros
fonólogos que investigaban sobre el aprendizaje del lenguaje en los niños.
No en
vano fue el autor del artículo sobre El
Lenguaje que apareció en la Enciclopedia, y de la cual, el mismo Denis
Diderot escribió unas reflexiones bastantes polémicas, el tema era importante
para la Ilustración europea, y las ideas de Rousseau impactaron definitivamente
la opinión de la época, sobre todo porque dijo algo novedoso, a contracorriente
de lo que la intelligentzia sostenía,
y era que las emociones y las pasiones fueron las que motivaron al uso de la
palabra, antecedían con mucho a la razón y la escritura como precursores del
lenguaje.
Decía
Rousseau:
Los simples sonidos salen naturalmente
del gaznate, la boca está naturalmente más o menos abierta; pero las
modificaciones de la lengua y la del paladar, que hacen articular, exigen
atención y ejercicio; no se hacen sin querer hacerlas, todos los niños
necesitan aprenderlas y muchos no lo consiguen fácilmente. En todas las lenguas
las exclamaciones más vivas son inarticuladas; los gritos, los gemidos, son
simples voces; los mudos, es decir, los sordos, no lanzan más que sonidos
inarticulados.
Pero aún antes de los gritos, estaba el gesto, la
acción del movimiento, “lo que de más
profundo, decían los antiguos, no lo expresaban con palabras sino con signos;
no lo decía, lo mostraban”.
Y nos da una serie de ejemplos de la historia
antigua, cuando Darío invadió Escitia con su ejército, recibe de parte del jefe
escita un mensajero que le presenta una rana, un pájaro, un ratón y cinco
flechas, sin decir palabras se retira, y Darío, entendiendo el mensaje ordena
la retirada inmediata, el mensaje era, si Darío no se iba tan rápido como un
pájaro o no se ocultaba como un ratón, perecería por aquella flechas.
Cuando el levita Efraín quiso vengar la muerte de su
mujer, no escribió a las Tribus de Israel; dividió el cuerpo en doce trozos y
se los envió, todos salieron corriendo con sus armas dispuestos a cobrar tal
afrenta, con aquel simbolismo fue como la Tribu de Benjamín fue exterminada.
Pasar el dedo índice por la garganta era señal de
muerte, las flores de colores significaban mucho entre las órdenes de los
caballeros, bastó que Frine se abriera su vestido para enseñarle su
espectacular cuerpo a los jueces que la procesaban, para que excitados,
perdonaran su crimen, en los harenes del antiguo oriente los Salams, objetos
comunes, como frutas, prendas o cintas de colores tenían su propio lenguaje
pasional sólo entendido por los amantes.
Rousseau parte de un argumento geográfico y determinista sobre los orígenes
de la civilización humana, alega que fue en las zonas tórridas donde florecen
los asentamientos humanos, tanto el clima como la abundancia de recursos a la
mano, ayudan a mantener a las tribus sin muchos sacrificios, la misma molicie y
la vida fácil lo que hacen es despertar pasiones, prevalece la barbarie, el
egoísmo y por supuesto la violencia, en aquel ambiente el lenguaje que
prevalece es el de la emociones, buenas y malas, nace el lenguaje poético y
nace la amenaza, del amor y el odio vienen los enfrentamientos que obliga a los
grupos a separarse, algunos muy lejos de allí, buscando su propio lugar.
Fue así como se desplazan al norte donde el frío y
la escasez de recursos aumentan sus necesidades, y de ellas, las habilidades y
fortalezas que los hacen sobrevivientes y guerreros, el lenguaje se torna
explícito, libre de afeites y adornos.
Dice nuestro ensayista:
Los climas dulces, los países feraces y
fértiles han sido los primeros poblados y los últimos en que se han formado las
naciones, porque los hombres podían prescindir allí de las necesidades que
hicieron nacer la sociedad se hicieron sentir allí más tarde… Aunque el hombre
se acostumbra las intemperies del aire, al frío, al malestar, incluso al
hambre, hay, sin embargo un punto en que la naturaleza sucumbe. Presa de estas
crueles pruebas, todo lo que es débil perece; el resto se refuerza, y no hay
término medio entre el vigor y la muerte. De ahí es de donde viene que los
pueblos septentrionales sean tan robustos…deben tener los órganos menos
delicados, sus voces deben ser más ásperas y más fuertes… En estos horrorosos
climas donde todo está muerto durante nueve meses al año, donde el sol no
calienta el aire más que algunas semanas para enseñar a los habitantes de qué
bienes son privados y prolongar su miseria… la sociedad no se formó más que
para la industria, el continuo peligro de perecer no permitía limitarse a la
lengua el gesto, y la primera palabra entre ellos no fue amadme, sino ayúdame.
El capítulo más técnico del escrito es el que
corresponde a la prosodia moderna, donde nos brinda una clase magistral sobre
la puntuación, en espacial de los acentos, que hacen las grandes diferencias
entre los distintos vocablos, nos enseña la complejidad de proferir palabras
inteligibles entre miembros de una comunidad lingüística, nos refiere de cómo
la escritura tiende a permanecer en su forma pero difieren drásticamente en la
pronunciación con el transcurrir del tiempo.
El Ensayo sobre el origen de las lenguas de
Jean-Jacques es de muy reciente traducción a la lengua castellana, considerada
como uno de los eslabones fundamentales, imposible de soslayar, en la cadena de
conocimiento y teorías que apuntan a Saussure y el desarrollo de la lingüística
moderna.
Para finalizar esta breve reseña veamos lo que
Jacques Derrida tiene que decir de esta obra sobre el origen del lenguaje, a
todas luces a Derrrida le molesta la visión de Rousseau que la palabra escrita
sea subsidiaria al lenguaje oral, le parece una debilidad que Jean-Jacques no
sea más explícito en ilustrar el estado “natural” del lenguaje, y considera
esta obra un claro ejemplo de cómo los límites del aparato expresivo del
lenguaje impiden que Rousseau pueda explicar con claridad su propósito.
El que Rousseau haya antepuesto a las pasiones a la
estructura gramatical que permite el pensamiento abstracto, y que la escritura
haya sido relegada a un período posterior en su función organizadora del
pensamiento, es un trago demasiado amargo para Derrida, por lo que decide
deconstruir el discurso de Rousseau para demostrar los errores de articular el
lenguaje como simple acto vocal, sin el soporte de la estructura
lógico-gramatical que le da sentido al sistema.
Derrida no acepta ninguna aproximación a ningún
lenguaje, sin que se haya cristalizado en escritura, según su tesis, la
escritura articula al lenguaje, no es el hablarlo, hablarlo son solamente sonidos
que sin escritura no tienen soporte, hay quienes opinan que Derrida se
extralimitó con Rousseau y mal utilizó la herramienta deconstructivista para
acusarlo de logocentrista, el asunto está en discusión, mientras los expertos
lo resuelven, recomiendo la lectura de esta breve obra aunque solo sea para
explorar los albores de las ciencias que estudian el lenguaje. -
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario