En la
historia de la humanidad ese grupo de personas, llamados intelectuales, se
distinguía, entre otras características, porque eran personas con una
preparación que les permitía no sólo trasmitir conocimiento, sino ser críticos
de los momentos fundamentales de sus tiempos y sociedades; y en este aspecto,
tenían la capacidad de evaluar, diseccionar eventos puntuales, en su mayor
parte traumáticos, decisivos, que afectaron o afectan la naturaleza y el
destino de las culturas de las que son parte.
Estos
análisis de hechos transformadores y decisivos tenían como objeto que el resto
de sus conciudadanos pudieran comprender el alcance y efectos de los mismos;
pero, principalmente, la intención era que no se olvidaran, registrarlos para
la posteridad.
El
compromiso del intelectual era tomar parte en la historia, no simplemente
narrarla, y esto lo hacían desde un punto de vista, desde unos valores y
principios que habían hecho suyos y por los cuales desmontaban los
acontecimientos, les daban una coherencia y los explicaban, para que la gente
comprendiera la importancia de los mismos, y para compartir esa experiencia,
que es lo que construye la memoria de los países y del mundo.
Las
guerras, los desastres naturales, las conmociones sociales, como revoluciones,
golpes de estado, magnicidios, holocaustos… los cambios ideológicos y los
grandes acontecimientos científicos y culturales, debían y tenían que ser
explicados por personas que tuvieran alguna comprensión de los mismos; lo
hacían escribiendo, opinando, utilizando los medios masivos de comunicación y,
hoy en día, las redes sociales y el internet.
Muchos
de esos asuntos eran complejos y necesitaban ser pensados, por ello la
importancia de la libertad y la responsabilidad de cada uno de esos
comentaristas (lo que, necesariamente, implica su silencio); pero todos, sin
excepciones, estaban, y estamos, sometidos a los imperativos de la ideología,
porque escribimos desde unas coordenadas, referenciados en el mapa del
pensamiento humano, que no inventamos, ni dominamos.
Pero
una cosa es escribir para un sistema de ideas que consideramos apropiados y que
encajan en nuestras circunstancias, y otra es ponernos al servicio de un
aparato de propaganda, ser pagados, mantenidos, sufragados y condicionados por
grupos de intereses, que “necesitan” que esa visión de los acontecimientos sea
expresada de una manera y no de otra, y que sean estos intelectuales arrendados
los encargados de proporcionarles las municiones.
Y es
lo que está sucediendo con La Feria
Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN) 2018, un evento en que el
régimen de Maduro no ha escatimado gastos para avanzar en su proceso hegemónico
de indoctrinación sobre el pueblo de Venezuela, con repercusiones en el
escenario regional, siendo su principal propósito demostrar que, efectivamente,
existe un “pensamiento” detrás de toda la destrucción de Venezuela;
justificarlo viene a ser la tarea de filósofos, historiadores, poetas,
novelistas e investigadores que se reunirán en Caracas para “echar el resto”
ante la eminente caída del régimen de Maduro.
Difícil
va a ser ocultarle a estos intelectuales traídos del extranjero, a costa del
precario presupuesto de la nación, la escasez de gasolina en un país que
alardea ser petrolero, las colas de los venezolanos para adquirir bienes
básicos, desde dinero, hasta comida y medicinas, las matanzas de que hacen a
traición la guerrilla del ELN de nuestros jóvenes pertenecientes a las FFAA.
Imposible
será maquillarles la desbocada inflación que convierte los sueldos en sal y
agua, el deterioro de la infraestructura, las fallas de los servicios básicos
(alerta a todas las alimañas saboteadoras del sistema eléctrico, prohibido que
se vaya la luz durante la feria), la pérdida de peso de los venezolano, la
gente comiendo basura en la calle.
Creo
que les tocará hacerse los ciegos, sordos y mudos ante la perturbadora
desolación del país y se contentarán en leer sus ponencias humanistas, de mucha
fe en el futuro del socialismo, en el progreso y la paz mundial, con el sumiso público
rojo rojito, aullando y aplaudiendo a rabiar, gritando consignas y demostrando
un contento y una alegría incontrolables, soñando con que, al final de la
jornada, podrán acceder a una de las cajas de alimentos CLAP, a un pernil, a
una transferencia bancaria a sus cuentas en bolívares soberanos, devaluados mil
veces, para poder comprar un cartón de huevos y no morir de hambre.
Por
todos lados verán las banderas y los afiches de los responsables de sostener el
socialismo en la América liberada; en las calles se disfrutará de maromeros y
circos de los barrios, montajes de titiriteros y otras expresiones del arte
corporal (mucho come candela y mimos en cada esquina); en las tarimas se
representará episodios de la independencia, de jóvenes disfrazados de héroes de
la patria, de músicos regetoneros y raperos con sus himnos al perreo y a la justicia social, cuando no
improvisadas representaciones míticas de la descolonización; muchos actos
oficiales condecorando luminarias del trotskismo, del leninismo y del
pensamiento libertario castrista.
Será
la ocasión de comprar libros sobre el comunismo a bajo costo, reimpresiones de
obras que nadie ha leído o de los clásicos que todo el mundo asegura haber
leído, veremos las obras completas del Comandante Chávez en sus versiones
impresas, digitales, en braille, en Mandarín, de audio, al lado de todos sus
videos, el compendio de sus leyes, podremos adquirir bustos, miniaturas,
escapularios, su correspondencia completa con Fidel Castro… será un
acontecimiento apoteósico y memorable.
Los
museos estarán abiertos para que el público vea lo que queda de ellos luego de
la razzia revolucionaria del patrimonio artístico de la nación, el centro de
Caracas se convertirá en una Disneylandia del socialismo del siglo XXI, las
noches se vestirán de nostalgia con la Nueva Trova Cubana y las hipnóticas
quenas bolivianas.
No
faltarán discursos recordando a los camaradas caídos, a los mártires de la
revolución y, en otros espacios, para un público más selecto, los
imperturbables investigadores sociales de los Think Tanks financiados por el
Foro de Sao Paulo analizarán, con rigor científico y en densos cuadros en Power
Point, sus alucinaciones de los Latinoamericanos, siempre más felices bajo los
gobiernos socialistas.
A mí
no me cabe la menor duda, que estamos en la presencia de uno de los actos de
colonialismo comunista más notorios, públicos y agresivos de la historia
contemporánea Latinoamericana, FILVEN es el avance manipulador de la cultura de
un país con más frentes y modalidades para inocular en la mente de los
venezolanos, con todo el poder mediático de la hegemonía chavista, utilizando
de manera concentrada todos los medios de comunicación, una visión
distorsionada de la realidad, una utopía corrupta y fracasada, y un odio de
clases propios del estalinismo más abyecto y grosero, nada de lo que sucederá
en su transcurso es inocente.
Por
cierto, será la oportunidad dorada para descargar ante las cámaras de TeleSur,
Al-Yasira, Globovisión, y otros importantes medios continentales todo el veneno
acumulado contra el recientemente electo presidente de Brasil, el Sr. Jair Bolsonaro,
encarnación de todas las pesadillas revolucionarias comunistas de estas últimas
décadas, hombre que , sin siquiera haber empezado a gobernar, ha recibido una
advertencia de la flamante defensora de los DDHH de la ONU, la Sra. Bachelet
que, en nombre del socialismo, le tiene el ojo puesto.
Esos
intelectuales, al servicio de la propaganda y de la opresión de la extrema
izquierda, inundarán nuestro país para condenar las sanciones de los EEUU
contra el pueblo de Venezuela (no hay manera de que admitan, porque en el fondo
entienden, que son medidas que sólo incumben a los ladrones, corruptos y
lavadores de dinero del régimen de Maduro, pero se trata de sus aliados) y nos
compararán con Cuba, la eterna agredida del capitalismo imperial, que no deja
de lucirse como virgen impoluta, a pesar de su injerencia y su provocación de violencia
armada en nuestro continente.
Vergüenza
le debería dar al ministro Villegas por prestarse a este terrible sainete
comunista, a los supuestos artistas, directores de cine, artistas plásticos y
escritores que se dicen venezolanos, y van a quedar registrados como
colaboracionistas del desastre nacional, tratando de ocultar los asesinatos,
torturas, con sus discursos sobre el arte en socialismo, porque esta Feria no
es otra cosa que la continuación del horror diseñado para nuestro país en Cuba.
Vamos
a presenciar, una vez más, cómo personas que tienen el saber hacer y las herramientas
para la crítica se pliegan a los regímenes más sanguinarios y espantosos por
una bolsa de dinero ensangrentado; veremos su inmenso desprecio por la verdad y
la sensibilidad humana, mientras tratan de lavarle el rostro a una de las
tiranías más despreciables del planeta… pero, mientras estos artistas e
intelectuales hacen relaciones públicas y buscan financiamiento para sus
proyectos personales, en medio de brindis y canapés que los venezolanos pagamos
y a los que no tendremos acceso, recuerden, amigos latinoamericanos, que familias
enteras estarán, en ese preciso momento, tratando de huir del país e ingresando
en los suyos, buscando no morir de inanición o por la violencia gubernamental. -
saulgodoy@gmail.com
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