domingo, 4 de noviembre de 2018

Post-morten



A raíz de la muerte de Teodoro Petkoff he caído en cuenta de la cantidad de venezolanos que todavía, a pesar de las circunstancias devastadoras del chavismo sobre el país, conservan sus corazoncitos socialistas, venezolanos que yo consideraba de la oposición, es decir, ideológicamente opuestos a una idea de un gobierno, de una política y de un sentimiento que fue el precursor del actual deslave de Venezuela; en ese grupo hay una cantidad grande de intelectuales, empresarios y venezolanos comunes que veían en la figura de Teodoro a un líder, una referencia moral para nuestra nación.
Muchos de ellos, estoy conteste, eran sus amigos personales, otros le debían favores, los más sentían la simple admiración por el hombre de acción que militó en el socialismo, en sus diversas escalas, desde la posición más radical a la más conservadora, pero siempre dentro de la ideología socialista, a la cual jamás renunció.
Supongamos, sólo por un instante, que este grupo de dolientes del socialismo benigno se trate de los que llaman Socialistas del Champagne, o los gauche caviar, como le dicen los franceses, esos socialistas privilegiados, tanto de fortuna como en cultura, producto acabado de las ventajas de clase que nadie más puede ostentar, excepto los burgueses mejor acomodados, lo que para los socialistas de a pie pudiera ser un sector de hipócritas y confundidos, son ahora, después de la quemazón, los que siguen añorando el socialismo.
He leído los innumerables elogios, desde los que hablan de un hombre que supo rectificar, pasando por la del político comprometido, que supo adaptarse a las diversas circunstancias del país, hasta la del eficiente estadista, protagonista de un liderazgo incuestionable en todas las circunstancias que le tocó vivir, la mayor parte de estos in memoriam resaltan características que debería ser parte de todo ciudadano, como su participación en los asuntos públicos, su confiabilidad, disciplina en el trabajo, patriotismo, pero que en nuestra sociedad desvencijada por el socialismo no figuran en el común, por lo que hacen ver lo ordinario como extraordinario.
Efectivamente Teodoro tuvo una vida rocambolesca, llena de aventuras, de espectaculares fugas, de una vida como guerrillero, de candidato a la presidencia de la república… siempre se lució como orador competitivo, como organizador y, cuando abordó su tarea como ministro de Cordiplan de Rafael Caldera, muchos lo recuerdan como un eficiente burócrata, que supo darle orden a un estado desbordado por la ineficiencia.
Pero su vida como periodista fue la más interesante, fundó un periódico y fungió como su editor hasta casi el final de su ciclo vital; en lo personal, me gustaba como escribía, muchos de sus editoriales eran retratos maestros de nuestra actualidad; fue premiado en diversas ocasiones, siempre por organizaciones socialistas internacionales, que lo tenían como ejemplo del buen revolucionario.
Con el chavismo tuvo su relación de amor y odio, apoyándolo, cuando creía que era necesario, y atacándolo cuando se salía de los límites de lo que consideraba aceptable; terminó su vida perseguido y demandado por el gobierno de Maduro.
Fue un hombre público, con una enorme influencia dentro de los medios de comunicación, por lo que sus opiniones ayudaron a moldear el pensamiento opositor, sobre todo antes de que se retirara, aquejado por la enfermedad de la que fue víctima.
Dejó tras de sí una enorme estela de amistades y detractores, admiradores y enemigos, como correspondía a una personalidad tan combativa y gregaria como la suya; esto en cuanto al personaje, pero hay algo que su desaparición despertó en el público y es la gran cantidad de personas que no sólo sentían simpatía por el hombre, sino identificación por el proyecto que suscribía, por la socialdemocracia en la que creía, tan adeca, copeyana y primero justicialista como la de los principales partidos socialistas de nuestro entorno político… he allí lo preocupante.
Me parece verdaderamente asombroso que, a pesar de todos los agravios, desastres, manipulaciones y crímenes cometidos por el actual régimen, existan todavía personas, a las que consideraba medianamente inteligentes, que son incapaces de hacer la conexión entre socialismo y chavismo, entre socialdemocracia y castrocomunismo, entre la izquierda “light” o centro izquierda y los extremismos totalitarios y fascistas.
Es cierto, la derecha igualmente pudiera tener estas conexiones, pero son menos posibles debido a que la derecha cultiva la prosperidad para una clase media fuerte y amplia, no le gusta la pobreza y la combate; las dictaduras de derecha se han dado en las naciones más como reacciones a los gobiernos de izquierda que a un proceso de acomodo y evolución de sus instituciones (excepto en el caso de los militarismos, que nacen del seno de las Fuerzas Armadas); igual que la izquierda, la derecha es un estado mental donde impera la racionalidad y no los sentimientos, como en la izquierda.
Si Teodoro hubiera llegado a la presidencia de la república y hubiera desarrollado ese socialismo benigno y eficiente que tenía en la cabeza, estoy seguro que más temprano que tarde habría llegado un radical de izquierda y hubiera llevado al país al mismo desastre que el actual, porque, sencillamente, lo uno es consecuencia de lo otro; y no es porque lo diga yo, la historia nos da incontables ejemplos de este paso, casi que obligatorio de gobiernos moderados y reformistas de izquierda, que lleva a las revoluciones sangrientas y destructivas, empezando por la misma Revolución Francesa, y siguiendo con la Rusa, la China, las del sureste asiático, las del este de Europa, la cubana, etc.
David North uno de los marxistas más completos y experto en esta ideología, Director del Partido Igualdad Socialista en los EEUU, expresaba en reciente entrevista (2017) con Adam Stromme, editor en jefe de la publicación St. Andrews Economist, de Escocia, lo siguiente:

Nuestra meta es reemplazar el actual sistema capitalista en los EEUU y el mundo, con el control democrático sobre los medios de producción y la introducción de la planificación científica. Es nuestra creencia que de esta manera la clase trabajadora establecerá un sistema económico basado no en la competencia de individuos por riquezas y ganancias, pero en la erradicación de la pobreza y la creación de los medios para una genuina democracia. Haciendo esto, la clase trabajadora también eliminará las causas de la guerra, de la opresión política, y de todas las otras formas de supresión de genuinos y humanitarios valores y principios… la primera vez que se usó la palabra socialismo, fue en 1820 por Lorenz Stein. Lo definió como – una ciencia sistemática de la igualdad social… Nosotros no juzgamos al régimen venezolano por los títulos que se da a sí mismo, especialmente el de socialista. En muchos países, donde la burguesía es extremadamente débil y se encuentra entre dos poderosas fuerzas: la clase obrera y el imperialismo internacional, grupos de la clase dirigente tienden a adoptar la fraseología socialista para mantener apoyo popular. El programa de Chávez fue financiado temporalmente por los precios del petróleo. Pero, con el tiempo, su programa pseudo-socialista probó ser una ilusión.

Justamente, otro de los graves problemas del socialismo, cuando fracasa, que lo hace siempre, es que jamás se responsabiliza por sus acciones, siempre le echa la culpa a los otros, a los farsantes, a quienes nunca fueron realmente socialistas, ni aplicaron la receta correcta, es por ello que, tanto el socialismo como el comunismo, son tareas siempre en desarrollo y nunca culminadas.
Este pensamiento débil y sin cuajar se refleja claramente en la vida de Petkoff; probó todas las recetas que habían en la despensa socialista y ninguna le funcionó; pero, de seguro, murió esperanzado, con fe en que, en algún momento, alguien lo lograría.
Mi pregunta ¿Qué hay que admirar de los utopistas fracasados? Aún cuando embarcan a sus sociedades en experimentos sociales sin sentido, en revoluciones y recetas de cambios traumáticos, no lo hacen con la razón como guía, sino con esas puntadas, esas fantasías, esos sentimientos de bondad con el prójimo y, como cruzados de la justicia social, obligan a todos a seguirlos. Bueno, el asunto es que hay mucha gente que quedó al descubierto en su admiración incondicional por el “socialista bueno” que encarnaba Teodoro; aparentemente, hay venezolanos masoquistas de closet, a los que les encanta que los martiricen y le hagan daño a los suyos. ¿Dígame usted, amigo lector, si esto no es un indicio de una demencia incurable?   -    saulgodoy@gmail.com

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