jueves, 31 de octubre de 2019

Lawrence Oliphant, un hombre extraordinario



Hay vidas estrambóticas que se salen de lo común, y que por lo general vienen con las épocas que permiten y celebran este particular tipo de anomalía, son vidas en donde sus actuantes ponen a prueba muchos de los valores y creencias de una sociedad en un momento particular de su historia.
Es el caso de nuestro invitado de hoy, el señor Laurence Oliphant (1829-1888), uno de esos dignos especímenes de la época victoriana en Inglaterra, en medio de un siglo XIX, una sociedad y una cultura debatiéndose entre las fuerzas del progreso, de un vigorosos impulso de las ciencias y una pacata moral, llena de prohibiciones y falsas posturas, de hipocresía, de muchas creencias espirituales, de búsquedas y de fraudes, de Imperio y gestas colonialistas, de mucho espionaje y aventuras.
Hay un libro que les recomiendo para quienes buscan la historia de las creencias espirituales, esa controvertida necesidad del hombre por paz y realización de anhelos que no son de este mundo, se trata de la obra de El Mandril de Madame Blavatsky de Peter Washington en el que nos expone la inquieta atmósfera de las creencias religiosas que asaltaron a la capital del más formidable imperio, en medio de teorías y descubrimientos que evidenciaban graves insuficiencias en las creencias espirituales establecidas, y que dieron pie a la aparición de lo que Washington llama “el Gurú Occidental”, o sea, al líder de una secta, movimiento religioso o sociedad secreta, que se reunía en torno a una persona, sus ideas y estilo de vida y que marcaron de manera definitiva a muchas vidas.
Pero este Gurú ya no era oriental o de otros exóticos lugares, se trataba ahora de hombres y mujeres surgidos de la sociedad occidental con propuestas y ofertas espirituales tan fantásticas o más que aquellas que venían de Jerusalén, el Lhasa, o de los fértiles valles del Indo, por primera vez teníamos a nuestros propios profetas y santones vendiendo la salvación desde la industrialización acelerada que afectaba al mundo.
Las religiones tradicionales estaban seriamente cuestionadas ante la aparición de las ideas evolucionistas de Charles Darwin, los adelantos en medicina, transporte, comunicaciones, así como el gran empujón económico producto de un intercambio comercial global, aparecieron estas propuestas de comunidades y órdenes, más bien sectas religiosas, que apartados del mundo, trataban de construir estilos de vidas muy diferentes a los que ofrecía la modernidad, allí contamos a las sociedades utópicas como Armonía fundada por Robert Owen, y hasta religiones para grandes masas como la de los Mormones.
Filosofías como la de Gurdjieff, Emmanuel Swedenborg y Franz Anton Mesmer, la corriente de médiums y espiritistas como las de las hermanas Fox, del celebrado Daniel Douglas Home, hicieron de sus ideas y artes que las sesiones de espiritistas fueran el entretenimiento por excelencia de la nobleza y las clases pudientes de Europa, incluso se llegó a desarrollar la idea de un “cristianismo científico”, de modo que nos encontramos en una época de contradicciones y contrastes, del que resultaron no solo interesantes experimentos sociales sino ideas religiosas descabelladas, por decir lo menos.
Perteneciente a una de las familias de alcurnia de Escocia, Lawrence nació en Suráfrica, mientras su padre cumplía con el cargo de Abogado del Imperio, luego fue trasladado a Ceilán como representante de la justicia Británica, allí, su padre, Sir Anthony Oliphant, introdujo por primera vez la planta del té a Ceilán, trayendo de China 30 arbustos que prendieron y conquistaron aquellas tierras para hacerse de un producto de fama mundial.
A partir de aquel momento empiezan los viajes y las aventuras para el joven Lawrence quien inicia su periplo como acompañante de una misión oficial al lejano Tibet, y con esta aventura inaugura su colección de libros como turista incidental, que según el escritor de libros de viajes canadiense Soren Guager, en su interesante artículo, On Laurence Oliphant: The Most Interesting and Banal Travel Writer of All Time (2016) nos informa que estos escritos apuntan más bien a informes para la burocracia colonial inglesa, una larga descripciones sobre producción agrícola, economía, el estado de los caminos y formas de transporte, descripción de los mercados, aunque de vez en cuando tenemos sus observaciones prejuiciadas, sobre formas de vida más primitivas que la de los británicos, con las que mide toda manifestación cultural y mercantil, siempre saliendo perdedores los nativos que lo acogen como visitante.
Por ejemplo, en el libro de Oliphant Las costas Rusas en el Mar Negro (1853) nuestro personaje se traslada por lugares que para le época, era como ir de visita al lado oscuro de la Luna, nombres como Dubrovka, Novo Tcherkask, Taganrog, Kerch, nos descubren una Rusia totalmente extraña para occidente e inconcebible para la época en que estuvo allí.
Pero no contento con esto, se inició en las actividades diplomáticas del Imperio y se involucró en misiones de inteligencia para la corona británica, Peter Washington resume el cúmulo de situaciones de la que fue parte:

Entre las aventuras de Oliphant figuran: Asistente del conde de Elgin cuando este noble fue gobernador general de Canadá; formo parte de la primera misión británica al Japón (en la cual varios miembros del grupo fueron asesinados a golpes de hacha por fanáticos antioccidentales); tomó parte en la expedición de 1857 contra los chinos (también capitaneada por Elgin), durante la cual se incendió el Palacio de Verano como represalia por la negativa china a permitir el escandaloso comercio de opio del gobierno británico; interfirió en los planes de Napoleón III para unificar Italia; informó de la guerra francoprusiana desde el cuartel general alemán; intervino en una docena de intrigas menores, financieras y diplomáticas, en los Balcanes y Europa Central; en la construcción de los ferrocarriles en Oriente Medio; en la financiación de un cable submarino transatlántico; en conspiraciones contra el Imperio Otomano; en los intentos de arreglo para la sucesión española. Y, la tarea más ambiciosa, el establecimiento de una patria judía en Palestina. Fuera del cerrado círculo de la alta sociedad, Oliphant adquirió fama como periodista y autor de libros de viajes y novelas.

De su sangrienta aventura por Japón, donde unos Ronin querían rebanarlo con sus espadas samurái, fue malherido, de aquel encuentro perdió el uso de una de sus manos, motivo por el cual, cuando sintió que su gesta de aventurero había llegado a su fin, renunció a sus misiones y se postuló para el Parlamento y ganó su curul en la que sirvió a tiempo completo.
Fue cuando conoció al carismático líder religioso Thomas Lake Harris, un compatriota suyo que estaba fundando un nuevo movimiento religioso en los EEUU, y en el cual, hizo primero de profeta, y luego, en la apoteosis de su fama y poder, como representante divino de Dios en la Tierra.
Bart Casey publicó en el año 2015 su libro The Double Life of Laurence Oliphant, el cual no he tenido la oportunidad de leer, excepto por algunos extractos (ya lo tengo encargado y lo estoy esperando), y en el cual nos brinda un retrato fidedigno, hecho por gente que conoció a este irresistible personaje, de una personalidad autoritaria, un psicólogo natural, conocedor a profundidad de la naturaleza humana, un manipulador par excelence, y un estafador.
Harris había desarrollado un corpus religioso de complicados argumentos, Harris era un predicador de la Iglesia Universal, basada en la doctrina de Swedenborg a la que llevó más allá de lo que el filósofo sueco había pretendido, retomamos a Washigton en esta explicación:

La interpretación espiritual fue seguida de un buen número de curiosidades, como la descripción de la vida en otros planetas; la afirmación de que Harris era el hombre fundamental de quien dependía la salvación de la raza humana; la creencia en la respiración sincronizada como clave de la gracia (lo cual quizá provenga de la noción cabalística que establece que la Creación es el resultado de la inspiración y expiración divinas); un Dios bisexual… Pero fue la doctrina de los homólogos la que dio fama a Harris. Esta doctrina, que era la versión que Harris hizo de la Clave, procede de la noción swedenborgiana de Davis de los principios masculino y femenino unidos en el Hombre. Cuando escribió su Arcana, el pesar de Harris por la pérdida de su madre y de su esposa se había desvanecido gracias a su encuentro con lo que él llamaba su Reina Azucena o Reina Azucena del Conyugal, una inmortal novia espiritual con quien dormía por las noches, sin duda para sorpresa de Emily Waters, su segunda esposa ante el mundo. Habiendo encontrado su propio homólogo, Harris se dedicó con entusiasmo a ayudar a sus seguidores para que hicieran el mismo descubrimiento. Esto exigía que los adeptos se echaran en brazos de Harris. La fuerza que entonces fluía de él producía en ellos una visión del amor de Cristo de la que surgía la respectiva Reina Azucena, aunque mejor sería decir Rey Azucena, porque los seguidores a quienes Harris abrazaba, siempre eran mujeres.

Harris había fundado su primera comunidad en Virginia, pero sus seguidores le dieron un golpe de estado por déspota, y la comunidad se disolvió, luego fundó otra en New York, donde aprovechando las fortunas personales de algunas de sus seguidoras, pudo fundar una comunidad espaciosa, con comodidades y hasta lujo, obligaba a sus miembros a trabajar en negocios productivos, les permitía abandonar la comunidad para que se integraran al mundo y produjeran para la secta, inversiones como la crianza y venta de vinos finos, inversiones en la bolsa, los obligaba a brindarle a la comunidad períodos de trabajo manual, como la atención de los campos y jardines, mantenimiento y reparaciones de la mansión, atención a los establos, de modo que nunca sufrió por la falta de mano de obra esclava.
La relación de Lawrence y Thomas fue complicada, el escocés estaba buscando una manada y un macho alfa a quien entregarle su voluntad, estaba en un punto de su vida que necesitaba alguien que lo dominara, y Thomas Harris era el perfecto dictador, al punto que lo obligó por largas temporadas a realizar los trabajos más denigrantes y duros en la comunidad, al principio se resistió a admitirlo, pero finalmente cedió, Lawrence obtuvo un permiso y trabajó como reportero del The Times cubriendo la guerra Francoprusiana, luego fue corresponsal en París donde conoció a su esposa Alice le Strange, una joven solvente y de buena familia y tanto la madre como la nueva esposa de Oliphant, se mudaron a New York, con La Hermandad de la Nueva Vida, en Brocton, a orillas del lago Erie.
Lawrence se había casado pero no sostenía relaciones sexuales con su esposa, Harris lo había convencido que su esposa no era su pareja de vida, sino un espíritu de los cielos con quien hacía el amor, y esto es interesante, Harris tenía sesiones con sus adeptos a los que ponía a ejercitar unas respiraciones rítmicas y profundas hasta obtener el orgasmo con sus parejas espirituales, Harris se encargó de satisfacer sus apetencias con la esposa de Lawrence, lo que generó problemas.
Este tipo de relaciones homoeróticas que surgen en estas sectas son comunes en la historia política, de hecho, es la misma relación que surge entre Chávez y Fidel, en el caso venezolano, y la que se establece entre la plana mayor del partido socialista único y el Comandante Eterno; en los círculos políticos de nuestro país, es muy común esta relación de dominación de personas de carácter autoritario sobre otros que prefieren el rol femenino y sumiso.
Sobre todo en las nuevas generaciones este tipo de relaciones con los líderes de las organizaciones políticas es algo normal, es uno de los secretos a voces en nuestra cultura urbana, la diferencia radica que en la intervención de grupos de las Fuerzas Armadas, se han introducido elementos sadomasoquistas en algunos de sus ritos, incluyendo sacrificios humanos y tortura, tal y como corresponde a sectas afro caribeñas, visto en comparación con el caso de nuestro personaje Lawrence Oliphant y su relación con Thomas Harris, el escocés era un inocente ingenuo.
Llegado el momento de la ruptura de relaciones con Harris, entre otras cosas porque el líder de la secta había fundado otra comunidad, esta vez en California, y no quería que los Oliphants estuvieran con él, Lawrence reclamó las sumas de dinero y las joyas de su madre que le habían dado a Harris, el asunto se tornó desagradable, para pagar las deudas tuvo que vender a Brocton y llevarse su gente a la costa oeste.
Lawrence decide en 1879 iniciar su propio proyecto comunitario en Palestina, tenía en mente un desarrollo agrícola, pero visto el enorme problema de los judíos desplazados y refugiados de todos los rincones del mundo, antes de que nadie pensara en una reubicación y la fundación de un estado judío, Lawrence se puso en campaña para recolectar fondos y comprar tierras en Galilea.
Fue así como fundaron la comunidad de Monte Carmel que fue todo un éxito, el trabajo duro pareció inspirarlo pues escribió una gran cantidad de libros y material de índole espiritual, Lawrence estaba desarrollando su propia doctrina religiosa sobre las ideas de Harris; durante ese tiempo su secretaria fue nada menos que Naftali Herz Imber, quien daría la letra al actual himno de Israel y donde el matrimonio Oliphant influyó en la música, esto, mucho antes de que la canción se convirtiera en uno de los símbolos del futuro estado, de modo que la memoria de Lawrence es honrada en Israel como un cristiano sionista que fue fundamental en la historia de ese país.
Su esposa muere en 1886 y escribe uno de sus obras más famosas, Sympneumata, un libro que impactó a la mismísima reina Victoria y con quien se reunió para escucharle sus ideas de sostener relaciones sexuales con espíritus y establecer comunicaciones con hadas.
En 1888 vuelve a viajar a los EEUU y contrae nupcias con la nieta del gran utopista Robert Owen, pero ya su salud estaba resentida, Lawrence muere en Inglaterra camino hacia Haifa.
Este hombre extraordinario fue un autor famoso en su época, escribió la novela Piccadilly (1870) considerada por algunos entendidos como un auténtico best seller para la época, y aunque no es un personaje muy conocido para el público en general, el escritor de ciencia ficción William Gibson lo tuvo como personaje en una de sus más famosas novelas, The Difference Engine publicada hace más de veinte años, que trata del descubrimiento en aquellos tiempos victorianos, de unas tarjetas de computación perforadas y toda una cadena de homicidios que se desatan por este hallazgo. 
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