martes, 10 de diciembre de 2019

El Gran Juego



Para quienes estudiamos la historia del espionaje y la inteligencia, el capítulo correspondiente a los que en occidente conocemos como el Gran Juego, trata del enfrentamiento y conflictos que surgieron entre Gran Bretaña y Rusia en el inmenso tablero de Asia Central y el Próximo Oriente entre los años 1828-1878, estas fechas son aproximadas ya que hay unos antecedentes y unas consecuencias que cubren casi todo el siglo XIX, y se extienden de manera importante al siglo XX y XXI.
Para algunos estudiosos se trata de una verdadera Guerra Fría de la época Victoriana, de hecho la Primera y Segunda guerra Anglo-Afgana, la guerra Ruso-Persa y la Ruso-Turca las guerras Anglo-Sikhs y muchos otros sangrientos enfrentamientos, incluyendo la terrible guerra de Crimea considerada por algunos estudiosos como la primera gran guerra moderna, fueron consecuencia directa de aquella compleja situación de enfrentamientos imperialistas, tanto de los ingleses como de los rusos, quienes chocaron en sus intentos por extender sus fronteras e influencias, y en el caso de los ingleses, por proteger su mayor triunfo colonial, la India.
Ambos imperios, se pusieron los pantalones largos en espionaje, en operaciones clandestinas, en atentados, asesinatos selectivos, golpes de estado, guerra de comandos, chantajes, sobornos, y sobre todo, en una diplomacia agresiva en la que los embajadores se jugaban la vida en parajes tan lejanos como exóticos.
Se fundaron la Royal Geographical Society (1830) y la Sociedad Geográfica Rusa (1845) como unidades de exploración, cartografía, geología, de estudios prospectivos sobre recursos naturales, y conjuntamente con arqueólogos y antropólogos, sirvieron de fachada para una de las operaciones de espionaje científico de mayor envergadura en el mundo, durante aquellas correrías por el Asia Central tanto británicos como rusos se hicieron con importantes botines arqueológicos y tesoros para sus museos y colecciones privadas.
Aquellas remotas regiones que aparte de los misioneros que iban en su trabajo evangelizador no habían visto a un europeo desde los tiempos de Marco Polo, se vieron concurridas por escritores, científicos, exploradores, comerciantes, la mayor parte de ellos espías al servicio de una de las coronas europeas; las arenosas y pedregosas rutas de la seda se vieron de nuevo transitadas por caravanas y convoyes militares.
El termino el Gran Juego (the Great Game) fue acuñado por Arthur Conally (1807-1842), un agregado militar y espía británico que sirvió a su país en Rusia, Persia, los Himalaya, el Cáucaso, era un hombre de profundas ideas religiosas y de la creencia que, al Imperio Británico, le correspondía el deber de civilizar a esos pueblos bárbaros y rescatarlos para el cristianismo, hasta que fue capturado y ejecutado por el Emir de Bokhara, Nusrullah Khan, quien lo mandó a decapitar.
El Gran Juego se popularizó gracias a las obras literaria como las de Rudyard Kippling quien relata estas aventuras de la época,  y posteriormente, cuando entra en el juego el Imperio Alemán, el término adquiere relevancia gracias al autor de novelas de espionaje John Buchan, que en sus novelas Greenmantle (1916) y Los 39 escalones, que fueron bestsellers en su tiempo, descubre para el gran público lo que sucedía en el oriente; los rusos conocen el período como la “Competencia de las Sombras”.
El enorme éxito que tuvo Inglaterra en anexarse inmensos territorios en el planeta como colonias desató el apetito terrófago y por recursos de los demás imperios, sobre todo de parte de Francia quien competía con su armada colonizando el Pacífico, Asia y el Caribe, Rusia por su parte, en plena expansión, temía que desde el norte de la India los británicos pudieran controlar los espacios cercanos a sus fronteras e impedir que pudieran avanzar en establecer puertos en aguas más cálidas para beneficio de sus rutas comerciales.
Inglaterra tuvo un importante revés en su política expansionista y fue con la perdida de las colonias en Norteamérica, razón que la impulsó a dirigir su atención sobre Asia en la que los rusos empezaban a establecer sus avanzadas, acercándose peligrosamente a la India, sobre todo si tomaban posesión del Emirato de Afganistán desde donde podrían lanzar una ofensiva.
Pero fue cuando aparece Napoleón Bonaparte de pronto en Egipto, al frente de 40.000 tropas, en 1797, que los ingleses enloquecieron temerosos de que los franceses se movilizaran hacia la India, intenciones que fueron posteriormente confirmadas por los contactos que se hicieron entre los embajadores de Francia y Rusia, la peor pesadilla posible para sus intereses, sus dos principales enemigos coaligados para arrebatarles su principal colonia.
Los franceses tomaron la iniciativa de proponerle a los rusos unas operaciones conjuntas para penetrar esos territorios y le propusieron al Zar Paul I que utilizara a sus cosacos para tomar los kanatos del Asia Central donde los Ingleses no tendrían la menor oportunidad de detenerlos, pero el emperador Paul fue asesinado y la invasión no se realizó, Napoleón no se dio por vencido y envió una misión de alto nivel a Persia para preparar el terreno.
Whitehall, la sede del gobierno en Londres, envió a uno de sus diplomáticos estrellas, el embajador Mountstuart Elphinstone quien logró detener aquella iniciativa, y en 1810 envían al Teniente Henry Pottinger y el Capitán Charles Christie, en nombre de la East India Company, para que levantaran la cartografía y las condiciones del terreno en Beluchistán, esto lo hicieron disfrazados como si fueran musulmanes.
Todo el esfuerzo francés por crear junto a los rusos una alianza en contra de Inglaterra, se viene abajo cuando Napoleón decide invadir a Rusia en la desastrosa campaña de 1812, donde pierde la mayor parte de su ejército, por un momento, los ingleses respiraron aliviados.
El Zar Nicolás I previendo las intenciones de sus primos ingleses, de mal poner a  Afganistán y Persia en su contra, planificó en establecer posesiones en el Mar Negro y el Mar Caspio, entre 1824 y 1895 avanzó progresivamente sobre Kazakstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirgizstán, and Tayikistán, poniendo nerviosos no solo a los británicos, sino también a los chinos y a los turcos.
Debemos recordar que el Imperio Otomano estaba en decadencia, sus tiempos de gloria  y poder mundial habían pasado, los turcos tuvieron una serie de gobernantes que se distinguieron por su fundamentalismo islámico, limitando seriamente su posibilidad de convivencia con otras culturas y creencias que convivían bajo su imperio, a pesar de la pérdida de poder del imperio Otomano y de sus problemas internos, Constantinopla se había convertido en un centro neurálgico de la región, paso obligado ente oriente y occidente, por lo que era el centro de espionaje e intrigas de las potencias mundiales
Jerusalén y Palestina se habían convertido en un hervidero de peregrinos, principalmente rusos y griegos ortodoxos, que querían convertirse en los dueños y señores de dos iglesias principales y tenidas como importantes referencias cristianas; la confluencia del islam, el cristianismo y el judaísmo daban cuenta del polvorín religioso que se estaba creándose sobre la región, y que daría cuenta de uno de los principales precursores de la violencia por venir.
Por su parte los ingleses temían que la verdadera intención de los rusos fuera arrebatarle parte o toda India, de modo que el gobierno ordenó se hicieran unas expediciones secretas para determinar las posibles rutas de entrada de los rusos hacia la India, con la intención de detenerlos si esto resultare un hecho, los británicos aprovecharon el momento para conquistar nuevos territorios en el subcontinente, y establecer contactos con reinos cercanos para tenerlos como aliados, y hacer de ellos una barrera de contención para el avance ruso.
No tomó mucho para que ambos imperios se pusieran paranoicos, y en medio de conspiraciones y jugadas diplomáticas, se dieran algunos enfrentamientos militares midiendo sus compromisos en la región así como sus fuerzas desplegadas, aunque el verdadero conflicto se daba en las sombras, entre agentes secretos, expediciones científicas que servían como fachada para verdaderas fuerzas de penetración, y con una serie de alianzas con reinos y tribus que terminaban siendo más bien pago de tributos a distintos señores de la guerra, repartidos por aquellos enormes y escabrosos paisajes que iban desde los Himalaya hasta el Punjab.
En cuanto al tema específico del desarrollo de un aparato de inteligencia en la región, comparto la opinión del historiador Malcolm Yapp de la Universidad de Londres, que a lo interno en la India, los británicos habían logrado desarrollar un sistema de vigilancia policial bastante eficaz, que les permitió manejar con éxito los intentos independentistas de los indios, contaban con un buen servicio de información contraterrorista y de manejo del orden interno, pero en cuanto a un sistema de inteligencia exterior, la historia era muy diferente.
Si bien es cierto que una serie de aventureros, hombres valientes arriesgaron sus vidas internándose en territorios desconocidos y que este esfuerzo les valió contar con mapas bastante precisos del terreno, no fue lo mismo con la inteligencia al día que se necesitaba para crear estrategias y políticas que disminuyeran los riesgos y peligros de aquellas movilizaciones y actividades de sus enemigos, no contaban con buenos informantes nativos y los que tenía no eran muy confiables, sus espías eran detectados con rapidez y neutralizados, se enteraban de los hechos cuando ya habían ocurrido, como fueron los casos, ocurridos en diversas ocasiones, que les ejecutaran a toda la delegación diplomática antes alguno de aquellos emires y califas, y se enteraban cuando ya no podía hacer nada por ayudarlos.
La fuente más confiable de información que tenían eran los periódicos rusos que sus embajadas traducían en San Petersburgo o en Constantinopla, sobre anuncios y noticias de los movimientos y nuevos tratados que se hacían entre los gobernantes, a pesar de la fama histórica que tenían de un espionaje continuo y eficiente, la realidad era otra, los espías, que sí existieron y fueron legión, no les duraban ni les servía de mucho, debido a las dificultades culturales, de transporte y comunicaciones.
Esta situación de tensión y constante peligro de una guerra o la temida invasión de los rusos a la India, terminó con la firma de los Protocolos de Pamir, que convertía el emirato de Afganistán en una zona neutral entre la India Británica y Rusia, esto fue en 1895.
Pero esto fue solo el principio de un Gran Juego que se hizo más duro y violento, cuando al poco tiempo, Alemania se interesa por extender su poder hacia el oriente justo antes de la Primera Guerra Mundial, para luego, en un ininterrumpido conflicto, los soviéticos invaden Afganistán en diciembre de 1979, pero esa, es otra historia… y el circulo aún no se cierra.
Aunque no les he dado el panorama completo del Gran Juego, pero lo iré haciendo a su debido tiempo, lo que sí quiero que vayan pensando mis estimados lectores es en la siguiente pregunta ¿No estará Venezuela y Latinoamérica toda, cayendo en un Gran Juego, diseñado y a la medida de nuestras circunstancias y tiempos? ¿No estarán los EEUU empujados a un nuevo tablero de riesgos y negociaciones con sus archienemigos tradicionales?
Ya obligaron a Norteamérica a involucrarse en Afganistán y le están preparando una trampa en Venezuela, y quiero recordarles que el Imperio Británico, el más grande y poderoso de su tiempo, empezó su declive indetenible, porque no supo detener la amenaza que significaban unos famélicos pastores de cabras mirando con odio, desde Kandahar, el boato y el lujo de unos imperialistas victorianos que se creían invencibles y dueños del mundo.  -    saulgodoy@gmail.com




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