Para quienes estudiamos la historia del espionaje y la
inteligencia, el capítulo correspondiente a los que en occidente conocemos como
el Gran Juego, trata del enfrentamiento y conflictos que surgieron entre Gran Bretaña
y Rusia en el inmenso tablero de Asia Central y el Próximo Oriente entre los
años 1828-1878, estas fechas son aproximadas ya que hay unos antecedentes y
unas consecuencias que cubren casi todo el siglo XIX, y se extienden de manera
importante al siglo XX y XXI.
Para algunos estudiosos se trata de una verdadera Guerra
Fría de la época Victoriana, de hecho la Primera y Segunda guerra Anglo-Afgana,
la guerra Ruso-Persa y la Ruso-Turca las guerras Anglo-Sikhs y muchos otros
sangrientos enfrentamientos, incluyendo la terrible guerra de Crimea
considerada por algunos estudiosos como la primera gran guerra moderna, fueron
consecuencia directa de aquella compleja situación de enfrentamientos
imperialistas, tanto de los ingleses como de los rusos, quienes chocaron en sus
intentos por extender sus fronteras e influencias, y en el caso de los
ingleses, por proteger su mayor triunfo colonial, la India.
Ambos imperios, se pusieron los pantalones largos en
espionaje, en operaciones clandestinas, en atentados, asesinatos selectivos, golpes
de estado, guerra de comandos, chantajes, sobornos, y sobre todo, en una
diplomacia agresiva en la que los embajadores se jugaban la vida en parajes tan
lejanos como exóticos.
Se fundaron la Royal
Geographical Society (1830) y la Sociedad Geográfica Rusa (1845) como
unidades de exploración, cartografía, geología, de estudios prospectivos sobre
recursos naturales, y conjuntamente con arqueólogos y antropólogos, sirvieron
de fachada para una de las operaciones de espionaje científico de mayor
envergadura en el mundo, durante aquellas correrías por el Asia Central tanto
británicos como rusos se hicieron con importantes botines arqueológicos y
tesoros para sus museos y colecciones privadas.
Aquellas remotas regiones que aparte de los misioneros
que iban en su trabajo evangelizador no habían visto a un europeo desde los
tiempos de Marco Polo, se vieron concurridas por escritores, científicos,
exploradores, comerciantes, la mayor parte de ellos espías al servicio de una
de las coronas europeas; las arenosas y pedregosas rutas de la seda se vieron
de nuevo transitadas por caravanas y convoyes militares.
El termino el Gran Juego (the Great Game) fue acuñado por Arthur Conally (1807-1842), un
agregado militar y espía británico que sirvió a su país en Rusia, Persia, los
Himalaya, el Cáucaso, era un hombre de profundas ideas religiosas y de la
creencia que, al Imperio Británico, le correspondía el deber de civilizar a
esos pueblos bárbaros y rescatarlos para el cristianismo, hasta que fue
capturado y ejecutado por el Emir de Bokhara, Nusrullah Khan, quien lo mandó a
decapitar.
El Gran Juego se popularizó gracias a las obras literaria
como las de Rudyard Kippling quien relata estas aventuras de la época, y posteriormente, cuando entra en el juego el
Imperio Alemán, el término adquiere relevancia gracias al autor de novelas de
espionaje John Buchan, que en sus novelas Greenmantle
(1916) y Los 39 escalones, que
fueron bestsellers en su tiempo, descubre
para el gran público lo que sucedía en el oriente; los rusos conocen el período
como la “Competencia de las Sombras”.
El enorme éxito que tuvo Inglaterra en anexarse inmensos
territorios en el planeta como colonias desató el apetito terrófago y por
recursos de los demás imperios, sobre todo de parte de Francia quien competía
con su armada colonizando el Pacífico, Asia y el Caribe, Rusia por su parte, en
plena expansión, temía que desde el norte de la India los británicos pudieran
controlar los espacios cercanos a sus fronteras e impedir que pudieran avanzar
en establecer puertos en aguas más cálidas para beneficio de sus rutas
comerciales.
Inglaterra tuvo un importante revés en su política
expansionista y fue con la perdida de las colonias en Norteamérica, razón que
la impulsó a dirigir su atención sobre Asia en la que los rusos empezaban a
establecer sus avanzadas, acercándose peligrosamente a la India, sobre todo si
tomaban posesión del Emirato de Afganistán desde donde podrían lanzar una
ofensiva.
Pero fue cuando aparece Napoleón Bonaparte de pronto en
Egipto, al frente de 40.000 tropas, en 1797, que los ingleses enloquecieron
temerosos de que los franceses se movilizaran hacia la India, intenciones que
fueron posteriormente confirmadas por los contactos que se hicieron entre los
embajadores de Francia y Rusia, la peor pesadilla posible para sus intereses,
sus dos principales enemigos coaligados para arrebatarles su principal colonia.
Los franceses tomaron la iniciativa de
proponerle a los rusos unas operaciones conjuntas para penetrar esos territorios
y le propusieron al Zar Paul I que utilizara a sus cosacos para tomar los
kanatos del Asia Central donde los Ingleses no tendrían la menor oportunidad de
detenerlos, pero el emperador Paul fue asesinado y la invasión no se realizó,
Napoleón no se dio por vencido y envió una misión de alto nivel a Persia para
preparar el terreno.
Whitehall, la sede
del gobierno en Londres, envió a uno de sus diplomáticos estrellas, el
embajador Mountstuart Elphinstone quien logró detener aquella iniciativa, y en
1810 envían al Teniente Henry Pottinger y el Capitán Charles Christie, en
nombre de la East India Company, para
que levantaran la cartografía y las condiciones del terreno en Beluchistán,
esto lo hicieron disfrazados como si fueran musulmanes.
Todo el esfuerzo francés por crear
junto a los rusos una alianza en contra de Inglaterra, se viene abajo cuando
Napoleón decide invadir a Rusia en la desastrosa campaña de 1812, donde pierde
la mayor parte de su ejército, por un momento, los ingleses respiraron
aliviados.
El Zar Nicolás I previendo las intenciones de sus primos
ingleses, de mal poner a Afganistán y
Persia en su contra, planificó en establecer posesiones en el Mar Negro y el
Mar Caspio, entre 1824 y 1895 avanzó progresivamente sobre Kazakstán,
Turkmenistán, Uzbekistán, Kirgizstán, and Tayikistán, poniendo nerviosos no
solo a los británicos, sino también a los chinos y a los turcos.
Debemos recordar que el Imperio
Otomano estaba en decadencia, sus tiempos de gloria y poder mundial habían pasado, los turcos
tuvieron una serie de gobernantes que se distinguieron por su fundamentalismo
islámico, limitando seriamente su posibilidad de convivencia con otras culturas
y creencias que convivían bajo su imperio, a pesar de la pérdida de poder del
imperio Otomano y de sus problemas internos, Constantinopla se había convertido
en un centro neurálgico de la región, paso obligado ente oriente y occidente,
por lo que era el centro de espionaje e intrigas de las potencias mundiales
Jerusalén y Palestina se habían
convertido en un hervidero de peregrinos, principalmente rusos y griegos
ortodoxos, que querían convertirse en los dueños y señores de dos iglesias
principales y tenidas como importantes referencias cristianas; la confluencia
del islam, el cristianismo y el judaísmo daban cuenta del polvorín religioso
que se estaba creándose sobre la región, y que daría cuenta de uno de los
principales precursores de la violencia por venir.
Por su parte los ingleses temían que
la verdadera intención de los rusos fuera arrebatarle parte o toda India, de
modo que el gobierno ordenó se hicieran unas expediciones secretas para
determinar las posibles rutas de entrada de los rusos hacia la India, con la
intención de detenerlos si esto resultare un hecho, los británicos aprovecharon
el momento para conquistar nuevos territorios en el subcontinente, y establecer
contactos con reinos cercanos para tenerlos como aliados, y hacer de ellos una
barrera de contención para el avance ruso.
No tomó mucho para que ambos imperios
se pusieran paranoicos, y en medio de conspiraciones y jugadas diplomáticas, se
dieran algunos enfrentamientos militares midiendo sus compromisos en la región
así como sus fuerzas desplegadas, aunque el verdadero conflicto se daba en las
sombras, entre agentes secretos, expediciones científicas que servían como
fachada para verdaderas fuerzas de penetración, y con una serie de alianzas con
reinos y tribus que terminaban siendo más bien pago de tributos a distintos
señores de la guerra, repartidos por aquellos enormes y escabrosos paisajes que
iban desde los Himalaya hasta el Punjab.
En cuanto al tema específico del
desarrollo de un aparato de inteligencia en la región, comparto la opinión del
historiador Malcolm Yapp de la Universidad de Londres, que a lo interno en la
India, los británicos habían logrado desarrollar un sistema de vigilancia
policial bastante eficaz, que les permitió manejar con éxito los intentos
independentistas de los indios, contaban con un buen servicio de información
contraterrorista y de manejo del orden interno, pero en cuanto a un sistema de
inteligencia exterior, la historia era muy diferente.
Si bien es cierto que una serie de
aventureros, hombres valientes arriesgaron sus vidas internándose en
territorios desconocidos y que este esfuerzo les valió contar con mapas
bastante precisos del terreno, no fue lo mismo con la inteligencia al día que
se necesitaba para crear estrategias y políticas que disminuyeran los riesgos y
peligros de aquellas movilizaciones y actividades de sus enemigos, no contaban
con buenos informantes nativos y los que tenía no eran muy confiables, sus
espías eran detectados con rapidez y neutralizados, se enteraban de los hechos
cuando ya habían ocurrido, como fueron los casos, ocurridos en diversas
ocasiones, que les ejecutaran a toda la delegación diplomática antes alguno de
aquellos emires y califas, y se enteraban cuando ya no podía hacer nada por
ayudarlos.
La fuente más confiable de información
que tenían eran los periódicos rusos que sus embajadas traducían en San
Petersburgo o en Constantinopla, sobre anuncios y noticias de los movimientos y
nuevos tratados que se hacían entre los gobernantes, a pesar de la fama
histórica que tenían de un espionaje continuo y eficiente, la realidad era
otra, los espías, que sí existieron y fueron legión, no les duraban ni les
servía de mucho, debido a las dificultades culturales, de transporte y
comunicaciones.
Esta situación de tensión y constante
peligro de una guerra o la temida invasión de los rusos a la India, terminó con
la firma de los Protocolos de Pamir, que convertía el emirato de Afganistán en
una zona neutral entre la India Británica y Rusia, esto fue en 1895.
Pero esto fue solo el principio de un
Gran Juego que se hizo más duro y violento, cuando al poco tiempo, Alemania se
interesa por extender su poder hacia el oriente justo antes de la Primera
Guerra Mundial, para luego, en un ininterrumpido conflicto, los soviéticos
invaden Afganistán en diciembre de 1979, pero esa, es otra historia… y el
circulo aún no se cierra.
Aunque no les he dado el panorama completo
del Gran Juego, pero lo iré haciendo a su debido tiempo, lo que sí quiero que
vayan pensando mis estimados lectores es en la siguiente pregunta ¿No estará
Venezuela y Latinoamérica toda, cayendo en un Gran Juego, diseñado y a la medida
de nuestras circunstancias y tiempos? ¿No estarán los EEUU empujados a un nuevo
tablero de riesgos y negociaciones con sus archienemigos tradicionales?
Ya obligaron a Norteamérica a
involucrarse en Afganistán y le están preparando una trampa en Venezuela, y
quiero recordarles que el Imperio Británico, el más grande y poderoso de su tiempo,
empezó su declive indetenible, porque no supo detener la amenaza que
significaban unos famélicos pastores de cabras mirando con odio, desde
Kandahar, el boato y el lujo de unos imperialistas victorianos que se creían
invencibles y dueños del mundo. - saulgodoy@gmail.com
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