SOBRE EL NOMBRE DEL BLOG. El hortador era, en una galera (barco con muchos remos), quien marcaba el ritmo entre los remeros para que esta pudiera maniobrar y surcar los mares. Quienes remaban no ve¡an hacia donde se dirig¡an, simplemente lo hac¡an al ritmo del hortador Se usaba un tambor para tal prop¢sito. En su mayor parte los remeros eran esclavos o prisioneros, llamados galeotes, que cumpl¡an condenas por sus cr¡menes en el trabajo mas duro e infame que exist¡a.
domingo, 8 de diciembre de 2019
La corrupción, un animal venenoso
Estamos aprendiendo a los carajazos, como se dice vulgarmente, o sea, de la manera menos inteligente y con dolor; incapaces de distinguir un maleante de una persona decente, dejándonos llevar por impulsos, presiones, ilusiones y cuentos de caminos, al final hacemos la peor decisión posible sobre quienes debería ocupar los cargos más sensibles en la administración pública.
Y no me vengan a decir que eso es política, eso no es el arte y el oficio de llevar los asuntos públicos de un país, cuando un político, ocupando un alto cargo, nombra gente con malas mañas en puestos donde van a manejar dinero público, o cuando un funcionario es capturado infraganti en una corruptela de grueso calibre, como el distraer fondos de una ayuda humanitaria, o, cuando un partido político se agavilla para defender a capa y espada a otros corruptos en sus negocios multimillonarios, el hilo hay que halarlo hasta llegar al corazón de la madeja, porque cortarlo y olvidarnos del asunto, es dejar la manzana podrida en la cesta con el riesgo de que eche a perder a las demás.
En el caso venezolano, el espectáculo que estamos dando ante el mundo, es el de una masa informe de personas, sin criterio, teniendo como única guía la pasión y los sentimientos, excepcionalmente la ideología (reiteradamente, la equivocada), para elegir candidatos, programas de gobierno, funcionarios públicos y agendas políticas, que son en definitiva las que le darán forma y estilo a nuestro gobierno, y administrar en nuestro nombre la cosa pública, es decir, tanto el tesoro de la nación como las instituciones del estado.
Los venezolanos tenemos una acendrada cultura de la corrupción que nos ha calado hasta los huesos, para nosotros existe un mito que viene reiterándose desde tiempos ancestrales, de cuando en la época de la colonia, una buena parte de la población se ocupaba del contrabando como forma de vida, desde los Grandes Cacaos, hasta el indio servil o el esclavo manumiso sacando gabarras de café, tabaco, cuero o añil hasta los barcos extranjeros anclados cerca de nuestras costas en ocultas caletas.
El mito al que hago referencia se refiere a los corruptos, a quienes pagaban a las autoridades para que miraran para el otro lado y a quienes recibían el oro ilegal, a esos funcionarios de la corona, que lejos de sus tierras, se prestaban para que nuestros ancestros vendieran sus productos sin pagar impuestos, violando las leyes que prohibían tales prácticas; el corrupto, cual el Robin Hood de los ingleses, era el héroe del momento, el burlador de la autoridad, el “vivo” que se hacía pasar por honesto y buen súbdito, pero en realidad era un criminal bien vestido y conectado, y que permitía que otros muchos se enriquecieran de los mercados negros que explotaba.
Por lustros, para no decir siglos, los venezolanos nos hemos distinguido por una miopía crónica en el tema del correcto manejo de los asuntos políticos, nos hemos comportado como el público de galerías en una gallera, viendo a nuestros políticos desgastarse en peleas por el poder en la arena, para que triunfe el más astuto y fuerte, que no ha sido siempre el más indicado y probo para nuestras circunstancias.
La política es vista como esa membrana porosa, flexible y maleable que se ensancha y estira a voluntad permitiendo cualquier tipo de manejo de los intereses del político, así sean en contra de la ley y la equidad, si se necesitaban reclutas para el ejército, se hacían redadas entre los caseríos y poblados y bajo amenaza convertían a pacíficos vecinos en milicianos, si necesitaban mujeres para una fiesta, igual, las sacaban de sus casas y se la presentaban al caudillo vestidas para el sarao.
En nuestra Venezuela el dinero compraba y compra de todo, desde “blanqueos” de sangre, hasta absoluciones y canonjías, pasando por nombramientos y charreteras de oficiales, títulos nobiliarios, académicos, entrada a exclusivos clubs, pasaportes diplomáticos, actas de nacimiento, cédulas de identidad, sentencias de jueces… usted nómbrelo, si tiene el dinero y las conexiones, no hay ley que valga.
No es por justos y amantes del orden que los venezolanos tenemos el gobierno más corrupto del mundo, medido con varias varas y por distintos organismos mundiales, somos, para nuestra desgracia un pueblo que se deleita en el “Cuanto hay pa´eso”, y por los vientos que soplan no hay voluntad de cambio, mientras tengamos un gobierno corrupto, seguiremos siendo un país de corruptos.
Por supuesto, no todo ha sido tan oscuro y criminal, hemos tenido la fortuna, que algunos buenos políticos han logrado hacerse con el poder, gente honesta y comprometida con ideales superiores, y con ellos el país ha avanzado, pero estos han sido más la excepción que la regla.
El asesinado presidente de los EEUU, J.F. Kennedy dijo en una ocasión: “El gran enemigo de la verdad la mayor parte de las veces no es la mentira- deliberada, contradictoria y deshonesta, sino el mito… persistente, persuasivo e irreal. El creer en mitos permite expresar opiniones cómodas, sin el trabajo desagradable de tener que pensar”.
Y el mito del corrupto bueno, del hombre o mujer que “comparten” su buena suerte de apropiarse de lo público y repartir favores entre sus allegados es persistente en nuestra cultura, ese mito enquistado profundamente en nuestra mentalidad política, es el que ha producido en nuestra historia esos frenazos en nuestro desarrollo, esos largos períodos de estancamiento, y como la demostrado el chavismo, esos impresionantes saltos atrás en nuestra historia, verdaderos retrocesos históricos que nos han quitado cualquier ventaja competitiva y de calidad de vida que hubiéramos podido tener.
Allí están los defensores de Guaidó y de los corruptos de Primero Justicia, Voluntad Popular, AD, periodistas, intelectuales, ciudadanos comunes, que compartiendo o no sus expolios de la cosa pública, se dejan llevar por el mito y hacen del corrupto un valor nacional al que hay que proteger, una víctima de las circunstancia al que hay que tenerle simpatía, o en el peor de los casos, un venezolano cualquiera quien actuó en circunstancias como cualquier otro venezolano habría actuado, porque el mensaje subliminal que deja esta alcahuetería, es que todos somos corruptos.
Hay algunos politólogos que por circunstancias “técnicas”, debido al delicado momento político que vive el país, entre una serie de operaciones y procesos de carácter internacional que necesitan de “esa persona” en específico, un corrupto evidenciado por sus actuaciones y omisiones, un débil moral, un irresponsable… igual sucede con nuestros hombres y mujeres prácticos, empresarios para quienes “engrasar una mano” es parte rutinaria de su actividad.
Hemos llegado al punto, que hasta altos funcionarios de países desarrollados han emitido opinión interesada, no les importa que en Venezuela se imponga la corrupción si es en beneficio de sus intereses del momento, y quienes en sus propios países irían presos y a la cárcel por corruptos, aquí los convierten en sus aliados del momento, privan otros argumentos y validan la corrupción en Venezuela… ese tipo de política no es la que yo quiero para mi país.
Uno de los aspectos más notorio de la lucha en contra de la corrupción, y esto es mundialmente aplicado, es que no tiene ni día ni hora para que se establezcan responsabilidades y se apliquen los correctivos, la corrupción hace tanto daño a la moral y a las buenas costumbres, a la imagen que los ciudadanos tienen de sí mismos, que permitir que un corrupto esté en su cargo más tiempo del necesario para aplicarle la justicia, es ya una derrota.
El que el chavismo y el madurismo estén haciendo fiesta porque en las filas de la oposición hemos descubierto una olla podrida, es de lo más natural para unos corruptos de rabo y pesuña, porque ellos viven de las desgracias y los pecados de los demás, se nutren de las debilidades del enemigo, y como vampiros están al asecho, poniendo trampas y tentaciones en nuestro camino hacia la libertad y la independencia, el vicio y el crimen es el reino del chavismo y no cejarán en su intento de empantanarnos en su chiquero.
Esta pasividad política de la oposición democrática ante hechos de corrupción, esta falta de participación activa, inteligente, interesada, informada, es la razón fundamental detrás de nuestro pasado y ahora, terrible presente, justamente por eso es que reiteradamente sufrimos de unas dictaduras férreas y criminales, de unos gobiernos corruptos e ineptos, que se resuelven en torno a una personalidad carismática, mientras el país sigue mansamente los avatares de su propio designio.
Debo decir en descargo de mis compatriotas, que muchos de nosotros, sin tener mucha consciencia de ello, nos han educado y des-instruidos, para ser como somos, una masa contenta, floja, conformista y silenciosa, perfecta para líderes arrogantes y autoritarios, que por medio de las instituciones del estado nos instruyen y moldean para ser eso, masa, no ciudadanos participativos, nos adiestran como votantes sin pensamiento propio, no como republicanos comprometidos con un país.
Y como históricamente ha sucedido, cuando las dictaduras se hacen insoportables y el oprobio insufrible, el pueblo reacciona y las tiranías o caen o se agotan, solo para tener un interregno de muy corta duración con aliento verdaderamente democrático, para luego seguir cayendo en la modorra y la pasividad.
Luego de veinte años de un mal gobierno despótico y criminal, entrampados en una situación imposible de sostener, los venezolanos tenemos que enfrentarnos hoy con una nueva realidad, el de los partidos políticos como organizaciones de mafias privadas, que era algo que ya veíamos que iba a ser un problema, pero que nos estalla ahora en el rostro con toda su inmundicia, en el peor momento.
Hago una advertencia, no estoy denostando en contra del sistema de los partidos políticos ni en contra de la estructura democrática que hoy tenemos, no estoy haciendo “anti-política”, como algunos publicistas encargados de confundir a la opinión pública y a defender a los partidos políticos corruptos, se han dado a la tarea de desarticular la crítica y las justas protestas de los ciudadanos, en contra de la terrible corrupción que ha infectado nuestro sistema de partidos políticos; hago la aclaratoria, todavía contamos con organizaciones políticas responsables, todavía tenemos políticos tan preocupados por la situación del país, como usted o yo, que quisieran imprimirle a Venezuela un nuevo rumbo.
Pero la realidad es una y evidente, en este preciso momento hemos descubierto en el seno de la oposición democrática venezolana, una importante parte de su estamento de partidos políticos, afectados por la gangrena de la corrupción de manera notable y expuesta a la opinión pública.
¿Qué hacer en un momento tan delicado? Lo más sensato es curarnos en salud, una vez identificados los responsables de estos escándalos, obligarlos a renunciar, dejarlos al desnudo, investigarlos y si tuvieran responsabilidades, castigarlos, a quienes hicieron de cómplices retirarle nuestro apoyo y repudiarlos, a quienes tenían la responsabilidad de que aquello no ocurriera, reclamarles sus actos u omisiones.
Pero como este país abunda la vagabundería y la hipocresía, muchos de los políticos señalados como corruptos están haciendo control de daños, poniéndose como víctimas, acusando a otros para distraer la atención sobre ellos, minimizando su participación en los eventos, recurriendo a la estrategia de la acusación a los acusadores para confundir, todo esto para seguir en el puesto atornillado y mantener sus privilegios, el mismo régimen de Maduro se encuentra manipulando la información para generar desconfianza entre la oposición.
Un político responsable y con nociones mínimas de moral y ética quien tuviera algún papel en esta tragedia del gobierno interino, debería explicar suficientemente al pueblo que lo respalda, cuál es su posición en este asunto, y si tuviera algún rol en el desaguisado en donde han resultado víctimas fatales (venezolanos que han muerto porque la ayuda humanitaria no les llega), robo de las donaciones y fondos recaudados, manejos dolosos y abusos de autoridad, nombramientos de compadres y amigos del partido en puestos claves en empresas del estado, violación de leyes internacionales y otras faltas graves en contra del orden público, y de la confianza otorgada por los venezolanos.
Todas estas personas involucradas en este escándalo político, que incluyen a unos parlamentarios prestados a lavar reputaciones de personajes altamente cuestionados por la corrupción chavista, son todos unos idiotas morales, unos enfermos del alma, que sin ningún rubor siguen mintiendo y tratando de poner en práctica, maniobras distractoras para alejar de ellos el foco de atención, pero si algo debemos hacer de inmediato, es una limpieza a fondo de nuestra representación política, quienes estén bajo sospecha de algún negociado o mala gestión debe renunciar, tiene que renunciar, no pueden ni deben poner en mayor riesgo nuestro futuro democrático, después no anden buscando culpables, si aceptas la corrupción y no haces nada, el culpable eres tú. - saulgodoy@gmail.com
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